24.11.05

The Truman (Capote) Show


Anoche vi Capote, la película de Bennett Miller que cuenta los varios años que el escritor norteamericano invirtió en la investigación y la escritura de In Cold Blood, A sangre fría, el libro fundador del género de la novela de no ficción (y que ya hace veintiocho años, con Capote aún en la cresta de la ola, había servido de origen a una notable película homónima del gran Richard Brooks).

El Capote de Miller no es una versión de A sangre fría, y no pretende abundar en el detalle de los crímenes que dieron lugar a la novela originalmente. Es, más bien, una reflexión sobre la escritura en general a partir de la anécdota, conmovedora, de cómo fue hecha esa novela en particular.

Es curioso que ése sea exactamente el mismo designio de otro libro del 2005 que leí un mes atrás: Capote in Kansas, la novela gráfica del escritor Ande Parks y el dibujante Chris Samnee, mucho menos apegada a la realidad y, coincidentemente, mucho menos interesante que la película. (Sobre otras novedades editoriales y cinematográficas relacionadas con Capote --incluyendo la reciente publicación de su primera novela inconclusa-- pueden consultar la última columna de Edmundo Paz Soldán en La Tercera de Chile; tal vez deban registrarse antes de acceder a la página).

Vuelvo a la película: lo que Bennett Miller plantea en ella es la idea de que la experiencia de la escritura literaria es en sí misma una múltiple investigación, en la que simultáneamente se exploran al menos tres cosas: en primer lugar, la naturaleza de un objeto, de una parcela del mundo, social, cultural, individual, quizá psíquica; en segundo lugar, el sentido del trabajo de la escritura, en un giro reflejo y acaso metalingüístico o metaficcional: el alcance de la representación; y, en tercer lugar, la posición mediadora del escritor en el proceso, incluyendo la ética de su lugar como constructor de representaciones que bien pueden convertirse en parte de un imaginario colectivo. (Esto queda plasmado, en la película, en ese vaivén de amor y desprecio que se da entre Capote y uno de los dos asesinos, Perry Smith).

Capote fue, en esto último, un escritor paradójico: luego del enorme trauma que, al parecer, le ocasionó la escritura de A sangre fría, se reafirmó en su papel de esnob indolente, borrachín, juglar del jet set americano, y nunca más terminó una novela. Pero en esa actitud es difícil decidir si se expresaba un real amor por la superficialidad, o una actitud autodestructiva y autodenigrante. Y no es fácil tampoco saber si su silencio literario posterior fue el de un fauno suicida que había decidido vivir y morir de su fama, o el de un escritor que reconocía haber llegado ya al límite de sus capacidades.

Como, gracias a la extraordinaria actuación de Philip Seymour Hoffman, Capote debe aparecer entre las nominadas al Oscar, será posible, de seguro, verla en el Perú.

Arriba a la izquierda, Capote; a la derecha los dos asesinos de Kansas; el de la fotografía superior es Perry Smith, el verdadero homicida pero, a la vez, el más humanizado de los dos en la novela.

3 comentarios:

Daniel Flores Bueno dijo...

Sin duda Truman Capote fue un escritor lleno de contradicciones. Obsesionado con su capacidad intelectual y talento literario, al que calificó de látigo de Dios. «Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse.»

El editor de Plegarias atendidas cuenta que su relación con Truman Capote se deterioró a raíz de un crisis ocurrida en 1976, cuando la dependencia del escritor al alcohol y a las drogas se agravaron. Ya para entonces Capote era una estrella literaria gracias a un libro que había hecho del reportaje periodístico un género literario.

¿Qué pasó en la vida del escritor para que terminara perdiendo el control? Es una pregunta que respondería mejor su biógrafo. Siempre he sospechado que su autoexigencia feroz para escribir y publicar le producía una verdadera crisis mental, un bloqueo. Incluso encontré un artículo en el que Capote decía que el periodo que va de 1977 a 1984 se vio lleno de un montón de problemas personales y de una crisis creativa.

Mi hipótesis es que Truman Capote vivía obsesionado con el reconocimiento y tenía miedo, pánico, terror a no dar la talla del genio. Sobre todo después de una obra maestra. Por eso su talento era un látigo. Porque lejos de disfrutar la escritura lo hacía sufrir.

*Encontré dos relatos completos de Capote que cito para los que quieran leerlo en la red.
Una navidad
Deslumbramiento

Anónimo dijo...

¿Hay alguna semejanza con Rulfo?

PVLGO dijo...

Se puede decir que la idea central de la pelicula es la identificacion entre Capote y Smith. El personaje Capote dice tener la impresion de que Smith y el crecieron en el mismo hogar, pero que Smith salio por la puerta trasera, mientras que el, Capote, salio por la puerta principal. Palabras claves: soledad, egocentrismo. El personaje Capote se ve a si mismo en Smith; o, mejor dicho, ve una posibilidad de ser. (Borges habria asentido.) Me parece que en esa idea radica la "tesis" -por decirlo asi- de la pelicula sobre la subsecuente esterilidad literaria de Truman Capote. Algo asi como, "ya me conozco a mi mismo, pa' q' seguir escribiendo?"