9.2.06

Muy cinematográfico para el cine

Se aproxima el estreno de La fiesta del chivo (anda ya en el Festival de Berlín, en exhibición, aunque no en competencia). Cabe rogar que la película sobreviva, ojalá, a las manos de su director, Luis Llosa, el hombre que convirtió para siempre la palabra anaconda en una mala broma de la serie b.

Esta es, si las cuentas no me fallan, la sétima vez que una novela de Vargas Llosa es llevada al cine. Están las dos versiones de Pantaleón y las visitadoras; Los cachorros; Tune in Tomorrow, adaptación americana de La tía Julia y el escribidor, en la que el siempre incapaz Keanu Reaves hizo el papel del joven escritor; y las dos versiones de La ciudad y los perros: la de Francisco Lombardi y la menos conocida versión rusa, dirigida por un chileno y titulada Yaguar. Jamás se llegó a filmar, lamentablemente, la cinta sobre la guerra de Canudos cuyo proyecto de guión dio origen a La guerra del fin del mundo.

Una cosa me llama la atención de todas estas adaptaciones. Uno escucha desde siempre que la profusión de relatos paralelos y alternos, flashbacks y prolepsis, y puntos de vista proliferantes que aparecen y se desvanecen súbitamente, son rasgos que Vargas Llosa integró a su técnica narrativa a partir de un aprendizaje del cine. Pero es bastante fácil constatar que, en el ejercicio de adaptar las novelas al cine, todas estas películas empiezan por desaparecer por completo esos rasgos, presentes en los relatos originales.

¿Se debe eso sólo a la dificultad de contar historias tan complejas en un formato que no exceda en mucho las dos horas de narración? ¿No se supone acaso que muchos de esos recursos narrativos surgieron en el cine como una forma de condensación que concentre la historia temporalmente? ¿O es que, más bien, esos rasgos "cinematográficos" de Vargas Llosa no lo son tanto? ¿Será que cuando pensamos en el Vargas Llosa de Conversación en La Catedral o La casa verde como un esmerado y complejo montajista (alguien para quien la máquina de escribir es una moviola, digamos), estamos valiéndonos metafóricamente del cine para describir lo que no es sino un conjunto de rasgos muy literarios, acaso, más bien, llegados al cine desde la literatura, o quizá surgidos en ambos terrenos de manera simultánea?

Imágenes: La fiesta del chivo, próxima a estrenarse. Y en sentido horario: Vargas Llosa dirigiendo la primera Pantaleón y las visitadoras; La ciudad y los perros; Los cachorros; Keanu Reaves, el Varguitas de Tune in Tomorrow; Angie Cepeda en la segunda Pantaleón.

7 comentarios:

Daniel Samanez dijo...

En cuanto a las películas hechas en Perú, yo creo que se debe a la falta de destreza por parte de quienes han llevado al cine las novelas de VLL. Hacer cine requiere un largo equipo de gente. Hacer buen cine requiere un largo equipo de gente diestra que ha afianzado su oficio con la práctica. Sin continuidad en la producción cinematográfica que tenemos, se entiende. Así, los rasgos cinematográficos en cuestión no suelen estar presentes en otras películas peruanas. El video de alta calidad esta dando pie a la mejora del oficio. Así, el último cine peruano que he visto tiene una mejor manufactura, esa tendencia debe seguir. Gente que opera en publicidad puede aplicar lo suyo en el cine.

Con los guiones y la dirección es otra historia. A diferencia de la iluminación o la cámara, la destreza requerida en ellos no se puede desarrollar en Perú con facilidad. Creo que es esa falta de pericia la dificultad, no las novelas de Vargas Llosa. Un guionista y director con oficio pueden reformatear un historia plana y hacerla sumamente cinematográfica. Con las novelas de VLL ha sucedido lo inverso: novelas sumamente cinematográficas han acabado siendo películas planas.

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

Bueno, sí de buenas películas peruanas se trata, yo acabo de ver Días de Santiago que me parece no solo una de las mejores películas peruanas, sino además una película con un inmejorable argumento, impecable.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Ya que se me pone la comparación en bandeja, diré que toda la densidad semántica que una película como Elephant pretende tener, a partir de una manera poco pudorosa de subrayar su intelectualismo, la tiene Días de Santiago sin necesidad de caer nunca en clisés, y sin tener que prender constantemente las luces de neón con el aviso: "significado oculto incrustado aquí".

Daniel Samanez dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
Daniel Samanez dijo...

A –gran– riesgo de ser considerado sacrílego:

Así como el cine influye en la literatura, ¿cree alguien que es posible hablar de que los juegos de video, que ahora son una industria mayor que la del cine, pueden influir (o acaso están influyendo ya) en la literatura?

Aun en su infancia, asumo que los juegos de video están desarrollando su propio lenguaje.

Aquí un artículo (en ingles) en una de las principales publicaciones sobre juegos en el que se discute como aplicar técnicas narrativas convencionales y alegadamente universales a los juegos.

What Every Game Developer Needs to Know about Story

También
un ataque
y una respuesta relativos al artículo.
¿Alguien por aquí familiarizado con los juegos electrónicos que pueda comentar al respecto?

Daniel Samanez dijo...

El mismo VLL nos puede poner en contexto sobre este asunto en una entrevista en el 2003 en el programa chileno "la belleza de pensar" http://www.labellezadepensar.org/

El conductor, en una edición del programa previa a esa entrevista con VLL, tuvo como invitada a Isabel Allende. Le pidió que, de narrador a narrador, le preguntara algo
Tras el pedido del entrevistador, sin pensarlo, Allende se lanza: (la secuencia con Allede se la muestran a VLL durante la entrevista, como sorpresa).

Allende: ¿Como hace para saltarse de una escena a otra, de un espacio a otro, de un tiempo a otro, sin transición sin que se te pierda el lector?

Fíjate, yo lo visualizo a VLL escribiendo su novela cronológica, perfectamente ordenada, luego que la corta con tijera y la cuelga de uno cordeles…

Entrevistador: La edita, la edita.

Allende: ¡¿Como lo hace?!

Corte y vuelta a VLL en la entrevista:

VLL: Je,je,je. ¡Nunca he hecho eso! Nunca he escrito cronológicamente y después he cortado como para hacer, he, una especie de recomposición, ¡No!

Entrevistador: De edición...

VLL: ¡No!, no. Edición hago mucho, pero generalmente la primera estructura es la que aparece al final, mi manera de concebir una historia tiene que ver con esa estructura. Aparece con mi primera novela, hombre, creo que de una manera mas cruda, ha, en mis primeros libros y luego de una manera ya más, funcional, pero siempre he tenido esa, vocación, esa propensión, seguramente por las lecturas, por los ejemplos, ha,

Entrevistador: Fulkener?

VLL: Fulkener, sin ninguna duda, desde luego todos los novelistas norteamericanos de la generación perdida, pues si, todos ellos, ha. Quizás Dos Pasos, Dos pasos es un escritor maravilloso, en la trilogía USA, por ejemplo, pues si hay una, un esfuerzo de totalización extraordinario, montar, contar una historia, que al mismo tiempo muestre una sociedad en movimiento, es algo que siempre me sedujo mucho, ha, y claramente desde un principio, intente escribir novelas de esa índole. Malraux por ejemplo, yo recuerdo como me impresiono, bueno, todas las novelas de Malraux, pero la Esperanza, ese primer capitulo de la Esperanza donde aparece la guerra civil, mostrada a través de un verdadero enjambre de seres mediante esa técnica tan hábil de la radio, que trata de conectar distintas estaciones, y en una responden los fascistas, en otra los republicanos, y poco a poco vemos desplegarse verdaderamente toda una sociedad. Creo que esos ejemplos a mi me descubrieron un vocación, una predisposición, y en mis novelas, pues, he seguido mas o menos ese, esa ambición de mostrar una totalidad, de no singularizar una historia si no mas bien desplegarla, en un mundo social, no?

t. dijo...

todo bien pero... no te metas con keanu. conozco una horda de niñas adolescentes dispuestas a hacer justicia por su ídolo.