13.6.06

Borges, Bioy... ¿la dupla de oro?

Sabemos que Borges odiaba el fútbol y que durante la final del mundial de Argentina, en 1978, cuando sus coterráneos jugaban contra la naranja mecánica, él dio una conferencia, a unas cuadras del estadio, sobre el filósofo holandés Baruch Spinoza.

Pocos recuerdan, en cambio, que Borges y Bioy, bajo el seudónimo compartido de H. Bustos Domecq, escribieron un breve relato con tema futbolero, que publico aquí debajo.


Para servir mejor al lector, dejo también este link con un artículo de Tomás Eloy Martínez sobre el cuento y este otro con una entrevista a Borges y Bioy acerca de su alter ego común, Bustos Domecq.
(Por cierto, el título del cuento, Esse est percipi --algo así como "ser es ser percibido"-- es una célebre frase del filósofo George Berkeley).


Esse est percipi

Viejo turista de la zona Núñez y aledaños, no dejé de notar que venía faltando en su lugar de siempre el monumental estadio de River. Consternado, consulté al respecto al amigo y doctor Gervasio Montenegro, miembro de número de la Academia Argentina de Letras. En él hallé el motor que me puso sobre la pista. Su pluma compilaba por aquel entonces una a modo de Historia Panorámica del Periodismo Nacional, obra llena de méritos, en la que se afanaba su secretaria. Las documentaciones de práctica lo habían llevado casualmente a husmear el busilis. Poco antes de adormecerse del todo, me remitió a un amigo común, Tulio Savastano, presidente del club Abasto Juniors, a cuya sede, sita en el edificio Amianto, de avenida Corrientes y Pasteur, me di traslado. Este directivo, pese al régimen doble dieta a que lo tiene sometido su médico y vecino doctor Narbondo, mostrábase aún movedizo y ágil. Un tanto enfarolado por el último triunfo de su equipo sobre el combinado canario, se despachó a sus anchas y me confió, mate va, mate viene, pormenores del bulto que aludían a la cuestión sobre el tapete. Aunque yo me repitiese que Savastano había sido otrora el compinche de mis mocedades de Agüero esquina Humahuaca, la majestad del cargo me imponía y, cosa de romper la tirantez, congratulélo sobre la tramitación del último goal que, a despecho de la intervención oportuna de Zarlenga y Parodi, convirtiera el centro half Renovales, tras aquel pase histórico de Mutante. Sensible a mi adhesión al once del Abasto, el prohombre dio una chupada postrimera a la bombilla exhausta, diciendo filosóficamente, como aquel que sueña en voz alta:
-Y pensar que yo fui el que les inventé esos nombres.

-¿Alias?-pregunté gemebundo-. ¿Musante no se llama Musante? ¿Renovales no es Renovales? ¿Limardo no es el genuino patronímico del ídolo que aclama la afición?
La respuesta me aflojó todos los miembros.
-¿Cómo? ¿Usted cree todavía en la afición y en ídolos? ¿Dónde ha vivido don Domecq?
En eso entró un ordenanza que parecía un bombero y musitó que Ferrabás quería hablarle al señor.
-¿Ferrabás, el locutor de la voz pastosa? –exclamé-. ¿El animador de la sobremesa cordial de las 13 y 15 y del jabón Profumo? ¿Estos, mis ojos, le verán tal cual es? ¿De veras que se llama Ferrabás?
-Que espere –ordenó el señor Savastano.
-¿Qué espere? ¿No sería más prudente que yo me sacrifique y me retire? –aduje con sincera abnegación
-Ni se le ocurra –contestó Savastano-. Arturo, dígale a Ferrabás que pase. Tanto da…
Ferrabás hizo con naturalidad su entrada. Yo iba a ofrecerle mi butaca, pero Arturo, el bombero, me disuadió con una de esas miraditas que son como una masa de aire polar. La voz presidencial dictaminó:
-Ferrabás, ya hablé con De Filipo y con Camargo. En la fecha próxima pierde Abasto, por dos a uno. Hay juego recio, pero no vaya a recaer, acuérdese bien, en el pase de Musante a Renovales, que la gente lo sabe de memoria. Yo quiero imaginación, imaginación. ¿Comprendido? Ya puede retirarse.
Junté fuerzas para aventurar la pregunta:
-¿Debo deducir que el score se digita?
Savastano, literalmente, me revolcó en el polvo.
-No hay score ni cuadros ni partidos. Los estadios ya son demoliciones que se caen a pedazos. Hoy todo pasa en la televisión y en la radio. La falsa excitación de los locutores ¿nunca lo llevó a maliciar que todo es patraña? El último partido de fútbol se jugó en esta capital el día 24 de junio del 37. Desde aquel preciso momento, el fútbol, al igual que la vasta gama de los deportes, es un género dramático, a cargo de un solo hombre en una cabina o de actores con camiseta ante el cameraman.
-Señor ¿quién inventó la cosa? –atiné a preguntar.
-Nadie lo sabe. Tanto valdría pesquisar a quienes se le ocurrieron primero las inauguraciones de las escuelas y las visitas fastuosas de testas coronadas. Son cosas que no existen fuera de los estudios de grabación y de las redacciones. Convénzase Domecq, la publicidad masiva es la contramarca de los tiempos modernos.
-¿Y la conquista del espacio? –gemí.
-Es un programa foráneo, una coproducción yanqui-soviética. Un laudable adelanto, no lo neguemos, del espectáculo cientificista.
-Presidente, usted me mete miedo –mascullé, sin respetar la vía jerárquica-. ¿Entonces en el mundo no pasa nada?
-Muy poco –contestó con su flema inglesa-. Lo que yo no capto es su miedo. El género humano está en casa, repatingado, atento a la pantalla o al locutor, cuando no a la prensa amarilla. ¿Qué más quiere, Domecq? Es la marcha gigante de los siglos, el ritmo del progreso que se impone.
-Y si se rompe la ilusión? –dije con un hilo de voz.
-Qué se va a romper –me tranquilizó.
-Por si acaso seré una tumba –le prometí-. Lo juro por mi adhesión personal, por mi lealtad al equipo, por usted, por Limardo, por Renovales.
-Diga lo que se le dé la gana, nadie le va a creer.
Sonó el teléfono. El presidente portó el tubo al oído y aprovechó la mano libre para indicarme la puerta de salida.


2 comentarios:

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

Estimado Gustavo
Algo anda mal con tus datos. Guillermo de Baskerville, el personaje de Eco, no está basado en George Berkeley sino en Guillermo de Occam. No podría ser Berkeley porque la novela está ambientada en el siglo XIV, y Berkely es un filósofo del XVII. En segundo lugar, me gustaría saber a qué conferencia sobre Spinoza te refieres. Aquí, por ejemplo, se dice que Borges dio una conferencia sobre Spinoza "la tarde del 16 de enero de 1981", es decir bastante después del mundial de Argentina. Pero hay más de una conferencia de Borges sobre Spinoza (de hecho, el link menciona otra de 1985); hay otra famosa conferencia suya sobre Spinoza a mediados de los 60 en el Instituto Cultural Argentino-Israelí, bastante antes del mundial. ¿Es otro mito urbano sobre Borges, o esa conferencia mundialera realmente oucrrió?

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Tienes razón: no era Berkeley sino Occam, el navajero, con nombre canino y sherlockholmesco. Qué sería de ese blog si no fueras su corrector. (Ahora mismo suprimo el error).

Borges dictaba un mar de conferencias, más allá de cuáles han sido publicadas y cuáles no. Y las bibliografías no deben listar sino las editadas y la fecha en que las dio POR PRIMERA VEZ. EN esta entrevista, Borges parece referirse a un número que ni él mismo se atreve a determinar de conferencias suyas sobre Spinoza, contando sólo las que le pidió la sociedad Hebraica.

http://www.tusquets-editores.es/lib_ficha_prn_lectu.cfm?Id=1679