13.6.06

Los blogs basura y sus socios

Por fin queda claro a qué se debe la necesidad de un seudónimo para encubrir la personalidad del reseñador que firma como La Vaca Profana.

Y queda claro también el acierto de ese nombre de pluma: el mencionado animal es un rumiante que vive de regurgitar prejuicios; es, además, visiblemente cuadrúpedo, como queda demostrado cada vez que mete las cuatro, o sea, en mayor o menor medida, semanalmente; es, en muchos sentidos, un mamífero, como ha probado cuando le ha sido necesario escribir textos complacientes; y todo cuanto consume lo transforma en una excreción oscura e informe, aunque, gracias a Dios, biodegradable, que atrae a las moscas durante los primeros momentos y poco a poco empieza a desaparecer.

Y no, no digo esto debido a que la bestia con cencerro haya escrito una reseña negativa del libro de relatos de viajes antologado por Iván Thays y publicado por Seix Barral, Pasajeros perdurables. Historias de escritores viajeros. No he leído la antología y no tengo, por tanto, ni el interés intelectual ni las armas mínimas para defenderla. Por eso es que no lo hago, ni digo, tampoco, nada en contra de ella. Es más, perfectamente podría ser el caso que, tras leer el libro, yo concuerde con algunas de las cosas mugidas por la doctora Clarabella. Hasta que eso ocurra, entonces, yo no defiendo ni a Iván ni a los antologados, y cuando ocurra quizá tampoco los defienda. Pero hay otras cosas que comentar, más allá de las escasas opiniones literarias de esta escribidora de retablo.

Mi preocupación central es ésta: luego de unas semanas pasando solapa, la becerra letrada ha descubierto graciosamente, si no su identidad, si, al menos, su dirección: ella es una habitante más de los establos de Augías, los míticos criaderos colmados de bosta que Hércules debió limpiar como parte de sus trabajos. Y el establo de Augías al que aludo es, obviamente, el mundo de los blogs basura, de los que la lechera vacuna extrae sus argumentos.

Tras preguntarse por el criterio de selección de Thays, la cuadrúpeda anota: "cualquier posible respuesta a esta interrogante supone especular sobre la exclusión por motivos personales y eso jamás debiera ser el tema de la crítica". Curiosamente, tales especulaciones ocupan la mitad de su comentario. Y sus conclusiones son que, en lugar de incluir a Ampuero, Cueto, Roncagliolo, Idelfonso o Díaz, Thays debió colocar textos de Daniel Alarcón, Marco García o Carlos Gallardo. (Me gustaría saber cuáles podrían ser los motivos personales por los que Iván dejara de lado a Alarcón, a quien admira y promueve en su blog; o, llegado el caso, que de seguro llegará, cuáles serían mis motivos personales para defender la inclusión de Roncagliolo).

¿Y cuál es la razón contundente por la que se debería excluir a Cueto? Al parecer, que no es suficientemente jamesiano. Así de ridículo. ¿Y a Ampuero? Porque "renuncia a la alegoría, el símbolo o la urgencia explicativa de interés". Alucinante. Dejemos de leer también a Diez Cnaseco o a Ricardo Palma, por su carencia de alegorías y símbolos... ¿Y por qué excluir a Guillermo Niño y a Rocío Silva? Porque sus cuentos ilustran "las peripercias románticas de mujeres desajustadas". Anoten: eso también queda prohibido.

En un exabrupto alucinante, la ternera con lapicero dice que no incluir a Carlos Gallardo constituye un caso de censura. No sé en qué momento Gallardo se volvió un miembro incuestionable del canon nacional, pero sí sé algo sobre Gallardo que me permite ingresar en el tema central de mi comentario: Gallardo es el blogger inconsciente que administra un sitio web en el que está permitido escribir anónimamente lo que uno quiera: con su auspicio, hay en Internet, en su propia página, comentarios racistas, antisemitas, misóginos, degradantes, e incluso amenazas y defensas del genocidio, además de un sinfín de calumnias que Gallardo recibe gozoso y almacena para felicidad de todos los trogloditas cibernéticos. No es que su estolidez intelectual y su falta de escrúpulos lo vuelva inelegible, pero sí es claro que la defensa de Gallardo nos da un indicio de por dónde viene la cosa.

Porque no está de más recordar cómo es que la famosa mamífera blanquinegra se hizo relativamente popular en Internet: sus primeros artículos fueron publicitados copiosamente en todos y cada uno de los blogs basura existentes cuando su columna empezó a salir, con elogios que recibían a esos textos como si marcaran el advenimiento de un crítico de oficio y transparencia indudables. ¿Quién puede considerar transparente a alguien que, en el absoluto anonimato, reparte casi invariablemente críticas negativas y que deja traslucir motivaciones que nada tienen que ver con la literatura? Pues, otros anónimos igualmente "honorables".

Por eso no sorprende que La Vaca Profana cuestione la antología de Thays en los mismos términos en que se habla de Thays en todos los blogs basura: diciendo que su obra ha sido denostada por la crítica (pero sin mencionar un solo caso), asegurando porque sí que Thays carece de "potencia intelectual", llamándolo argollero en relación con el criterio con el cual Thays conduce su programa de televisión, el único que promueve la literatura peruana constantemente, desde hace ya muchos años, en un canal público. ¿Cómo es que esas cosas son pertinentes para un comentario puntual sobre un libro particular? No lo son, obviamente; son tan solo una repetición de las descaminadas y cobardes murmuraciones de los blogs basura. Anónimos todos ellos como anónima es su representante de corral.

Algo sintomático: el único texto que la mugiente articulista rescata, es el de Gastón Fernández, ya muerto, y lo hace en una ridícula postdata de dos líneas: un mínimo de pudor crítico tendría que haber bastado para que la reseñadora, si algún interés tuviera en ser justa, se dignara a entregar siquiera tres líneas al tema de la calidad de los relatos que le parecen apropiados. Pero no, para qué perder tiempo en eso si lo único que se quiere hacer es dejar de lado al libro para atacar al antologador.

Una cosa queda en evidencia tras ese exabrupto: la res, lectora asidua y quizá escribidora de los blogs basura, sólo tiene un camino si quiere perseverar en hacer de sus columnas ataques contra personas y no comentarios sobre libros: empezar a firmarlos con su nombre. ¿Cuál puede ser la razón de mantener el seudónimo una vez abandonado el objetivo de hablar sobre literatura? Esconder la mano que tira la piedra, eludir la responsabilidad de sus ataques extraliterarios, sevir de instrumento en esa campaña de insultos anónimos que conduce un grupo de cobardes resentidos en una serie de sitios de Internet. ¿Es eso crítica literaria? Lo es sólo en el País de Augías donde el rumiante rumia su pequeñez.

14 comentarios:

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Bueno, Tere. Según veo en el blog de Víctor Coral, Víctor sabe quién es. O, más bien, quiénes son. Yo no tengo la menor idea. Vivo desde hace seis años en Estados Unidos, no tengo demasiados amigos en el mundo literario peruano (en contra de lo que la gente quiere imaginar) y, por cierto, los que tengo no están para ese tipo de intriguita cibernética. Cuando se sepa quién es la vaca y quiénes son los autores de los blogs basura, tú y yo, muy probablemente, nos enteremos al mismo tiempo.nypzs

Anónimo dijo...

Epa!, un momento amigos. Lo que sé es lo que me dijo un viejo amigo (todavía joven) crítico literario y profesor de San Marcos, ya deben intuir quien es: "son varios los que están detrás de La Vaca, yo me he reunido con ellos". Son escritores y críticos jóvenes, conocidos y al parecer enfrentados a la supuesta y ubicua "argolla literaria" de la que siempre hablan. No creo que sea necesario especificar más. Sí me parece interesante ver si estos son los mismos que manejan el blog basura de basuras, puerto el hueco.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Tere: te ruego que, así como mencionas a otras personas con nombre y apellido, te identifiques tú también con nombre y apellido.

Vanessa Soldevilla dijo...

Buenos días Gustavo, acabo de leer tu nuevo coment y tu respuesta en mi comentario anterior.
Comprendo tu punto de vista y valoro la premisa bajo la cual escribes tus reseñas o estudios académicos.No creo que esa fidelidad a tu propia forma de pensar sobre un texto determinado (literario o no) deba cambiar. Por favor, ni pensarlo, si no somos fieles a nosotros mismos, ¿a quién más?
Lamento saber de esa "Vaca escritora", no será -como dice la señora que firma como "Tere"- un hombre o un grupo de pseudo escritores imberbes con ganas de llamar la atención? Intuyo que sí.
Mira, Carlos Gallardo fue un compañero de clases que sé escribe y no lo hace mal (Leí hace mucho la primera página de su primer libro de cuentos que no pude llegar a comprar. También le he escuchado hablar de modo inteligente varias veces en las clases que compartí con él y obviamente he visto cierta imprudencia suya a la hora de emitir opiniones desmesuradas cuando cree que defiende una causa justa y cierta: hablo del caso de las "argollas literarias" sobre las que leí textos suyos vía blogger y que tú también mencionas). Creo que es un chico con muchas posibilidades por explotar y que seguramente darán que hablar, alguna vez, cosas menos negativas de las que se leen por internet. Pero vamos, de allí a incluirlo en la antología de Thays?
En todo caso me parece gracioso el nivel de lectura del que hace "gala" el "escritor mamífero". Su texto también me hace pensar en que detrás de su anonimato se esconde la figura de un autor o autores pretenciosos cuyas intenciones de crítica estan marcadas por un terrible gusto por la ofensa ad hominen.
De verdad ese texto es una pena, y según el tuyo me hace pensar que sobre todo para Carlos. Esto puesto que de esa reseña y de tu post pueden conjeturarse ciertas vinculaciones entre él y la anónima que espero no sean más que eso, simples y vanas conjeturas. Yo sinceramente espero que no sea así.
Una recomendación: no se haga más hígado con la vaca villana esa y no le preste importancia. Es casi seguro que ella se alimenta de la bilis de los demás e incrementa su popularidad vía sus "virtudes vacunas". Si se la ignora,(yo no sabía de su existencia y me entero de ella hoy gracias a ti) mucho mejor.
Bueno, debo dejarte. Menos bilis, por favor, y mejor si vence ese post y coloca uno nuevo apenas pueda. No le haga publicidad a la Vaca de Augías y procure disfrutar su día por donde este.

Saludos.
V

Daniel Salas dijo...

Tengo entendido que la exclusión de Daniel Alarcón de la antología se debió a problemas de derechos de autor. Hay que tener en cuenta estos y otros factores prácticos antes de acusar a alguien de argollero o interesado.

Nada de lo que digo tiene que ver con defender a rajatabla la antología de Iván. No siempre he estado de acuerdo con los juicios de Iván, como lo sabe el mismo Iván, así como cualquier persona que haya consultado mi blog y que sepa leer. El problema es que todo indica que, en el medio universitario peruano, esta última exigencia sobrepasa la capacidad del estudiante de letras promedio. Si esto es así, exigirle un mínimo de fundamento crítico es, para muchos, ya pedirle demasiado a un supuesto letrado, como lo evidencia la mentada vaca lechera que sí parece ser una vaca cualquiera.

Yo he argumentado en varias oportunidades que, a fin de mejorar el debate y el nivel de la crítica, debería incentivarse la aparición de unas cuantas (y no necesariamente muchas) buenas y sólidas firmas. En el Perú hay gente capacitada para eso, pero los medios no las llaman o bien, cuando logran publicar, rara vez quienes discrepan de su opinión son capaces de articular un debate. Por ejemplo, sobre la reseña de Gustavo de "Abril Rojo", he leído insultos de todo calibre, siendo el más delirante y pastelero aquella inverosímil acusación según la cual Gustavo, al señalar los defectos estructurales de la novela de Roncagliolo, se hace parte de la maquinaria propagandística de Alfaguara.

Hablo de firmas y no de anonimatos porque, así como no debe haber jueces sin rostro (que pueden estar motivados por cuestiones personales y a quienes es imposible fiscalizar en caso de producirse sobornos y conspiraciones), no debería haber críticos sin rostro, que pueden responder a sus propios intereses y que no pueden responsabilizarse por lo que escriben. Es absolutamente paradójico e inconducente, por lo demás, el hecho de que se intente atacar una supuesta "mafia" dando nombres propios sin que los mismos acusadores se muestren con transparencia. No conocemos sus intereses, no se hacen responsables por lo que dicen, no se atreven a ponerse al frente de una lucha que consideran urgente y, sin embargo, pretenden ser el ejemplo de una cruzada moralizadora.

Ciertamente, su lucha está condenada a quedarse sin objetivos significativos, puesto que es imposible generar una corriente de opinión y una línea de acción si no hay líderes que den la cara. Sin embargo, sí causan mucho daño, ya que desorientan y sustentan resentimientos, lo que no hace sino reforzar la inacción, la autocomplacencia y el empobrecimiento de las ideas. Gracias a su labor de comejenes de la inteligencia, reproducen el modelo según el cual nuestros fracasos son causados por los otros y no queda más que cobijarnos en nuestro resentimiento, nuestro odio, sin hacer nada para cambiar lo que pensamos que está mal, ya que siempre habrá una "mafia" que controla nuestras vidas.

Anónimo dijo...

Tengo que estar de acuerdo una vez más con la inteligente prudencia de Daniel Salas. Solo me queda una pregunta: Sabrán los ejecutivos de Terra que un espacio suyo está siendo utilizado por un grupo de desadaptados para resolver problemas ficticios con esa "argolla literaria" que tanto los atormenta? Tal vez ni se han dado cuenta de las injusticias que mastica y escupe la rumiante de cuando en cuando.
Esto no es una invitación a la delación; es que dejando a su albedrío a la "vaca cualquiera" le hacemos un favor; con un poco más de protestas podemos hacer que se vaya a pastar al desierto de las letras.

Natalia Cartolini dijo...

Hola Gustavo, que bueno saludarte, es un honor que "blogeando" haya encontrado tu página, me parece bastante interesante, variada y enriquecida en cuanto su información.Te felicito por tu trabajo. Saludos. Atte Natalia

Gabriel Ruiz-Ortega dijo...

Hola Gustavo.
De acuerdo en gran parte con lo que dice Daniel Salas. Es evidente la cólera y envidia que esa Vaca... le tiene a Iván Thays. Creo que no existe antología que deje contentos a todos, pero mezclar lo académico con la persona y postura del antologador me parece de lo más patético y risible. Al parecer esta Vaca... es muy susceptible, quiere pasar desapercibida pero para hacer ello hay que saber llevarlo a cabo, no se puede dejar expuesto con tanta facilidad los complejos que persiguen a la verdadera persona que se oculta en aquel seudónimo, me pregunto a qué le tiene miedo, con quién no quiere chocar abiertamente. La utilización de dicho seudónimo no obedece a un afán de querer hacer las cosas un tanto más misteriosas en el ambiente literario, si esa era la idea de la Vaca... hubiera llevado sus reseñas con objetividad, en no mezclar a la persona con el texto, a no exponer de la manera más burda su condición de conflictivo huachafo. ¿Qué le habrá hecho Iván Thays para ganarse una reseña así? no sé. ¿Qué le habré hecho yo a la Vaca...? mmm pero eso fue hace mucho tiempo, pero lo que sí estoy seguro es que difícilmente llegue al nivel de la verdadera persona que trata de pasar por aventajado en la web de terra apelando a ese seudónimo, sólo diré que aquel patita de esmaltadas uñas afiladas suele beber y comer miseria moral, apelando a la hipocresía para no sentirse menos. Existe una genuina satisfacción cuando uno escribe un texto y firma con su nombre, y esta satisfacción es doble cada vez que hablas con alguien y le miras la cara, porque no hay nada que se compare con el tener la conciencia tranquila.
Saludos.
G.

Tanque de Casma dijo...

Coincido con Daniel en que una antología tiene que superar trabas prácticas como los derechos de autor y otros, y que no se le debe exigir ser canónica. En ese sentido, Thays ha lamentado y explicado varias ausencias de su libro en cuanta entrevista le preguntaron. ¿Por qué pedir que sea canónico si del saque dice que no lo es? No soy pata de Iván, pero me parece que es caer en menudencias discutirle porque incluye a un escritor y excluye a otro.
Lo que sí sería interesante discutir es sobre algunas ideas que propone Thays. Por ejemplo, la importancia que le da al viaje respecto a la literatura nacional.
Lo demás - suposiciones sobre con quiénes se han enemistado con Thays y similares conjeturas - es sólo anécdota.

Anónimo dijo...

Tengo que lamentar que los comentarios del señor Salas, el señor Coral y su amigo Ruiz, homogéneos entre sí, no superen la corteza del tópico: descalificar a la Vaca Profana no por la contundencia (o el equívoco) de sus argumentos, sino por los medios de los que se vale; reprochables sin duda, pero que tras de sí, muestran una coherencia formal y sustancial inequívoca. Usted mismo señor Faverón, en una reseña nefasta, descalifica al anónimo Vaca Profana, no con juicios de valor sobre el libro (que además no ha leído), sino por una supuesta, nebulosa, identificación: cercanía fantasmal, sorda, policial, con páginas que espetan basura en internet.
Incluso las notas dedicadas a criticar los fundamentos de la reseña no escapan del juicio moral: Gallardo, no descalificado por su obra, sino por la ausencia de asepsia en el blog suyo; o la defensa indefendible a Cueto, Ampuero, Niño de Guzmán, Rocío Silva, que son un reduccionismo intencional de la verdadera crítica, cuyo motivo único es el desdén fácil, irónico, paternal (léase: "...¿Y cuál es la razón contundente por la que se debería excluir a Cueto? Al parecer, que no es suficientemente jamesiano. Así de ridículo. ¿Y a Ampuero? Porque "renuncia a la alegoría, el símbolo o la urgencia explicativa de interés". Alucinante. Dejemos de leer también a Diez Canseco o a Ricardo Palma, por su carencia de alegorías y símbolos... ¿Y por qué excluir a Guillermo Niño y a Rocío Silva? Porque sus cuentos ilustran "las peripercias románticas de mujeres desajustadas". Anoten: eso también queda prohibido...) Sí, de los once párrafos de su artículo, señor Faverón, estas siete líneas son las únicas de valor sustancial (tomadas con ligereza didascálica); las otras, de evidente carga peyorativa, rodeos, insultos, diatribas. Paradójico: el límite entre lo detestable y lo decente, entre lo vulgar y lo apolíneo, entre el confín de los resentidos y la sinagoga de los desprejuiciados es tan delgado, tan sutil, que se funde.

Hermoso precedente el suyo: cacería de brujas (recuérdese la nota del señor Coral: “...Tengo que estar de acuerdo una vez más con la inteligente prudencia de Daniel Salas. Solo me queda una pregunta: Sabrán los ejecutivos de Terra que un espacio suyo está siendo utilizado por un grupo de desadaptados para resolver problemas ficticios con esa "argolla literaria" que tanto los atormenta? Tal vez ni se han dado cuenta de las injusticias que mastica y escupe la rumiante de cuando en cuando..."), vodevil de algunos cuantos, los letrados, mis amigos, los que dicen sí a todo, aquellos a los que la palabra disidencia, crítica, esputa vacuidad. ¿Por qué no reconocer lo que sangra como un tumor putrefacto en la sociedad?
¿O es que la amistad con el señor Thays obnubila su juicio? ¿Cómo decir que el programa del señor Thays promueve la literatura peruana, cuándo la única literatura que promueve es la de sus amigos? Sí, las omisiones en el programa del señor Thays son las más y son todas personales; silencios dignados por la tropelía, la enemistad, la arbitrariedad, el arribismo; silencios, señor Faverón, que nosotros, contribuyentes al fisco estatal, legitimamos con nuestra inercia, con nuestra pasividad que hace aguas, con nuestra aquiescencia leve, evasiva, cosmopolita, con nuestra certeza torpe de ciudadano, de amigo, de lealtad suicida, como diría Octavio Paz.

Disculpe si el mensaje ha sido un extenso catálogo de intenciones hepáticas, que lindan con la ligereza. Era necesario e ineludible, mas aún si abundan comentarios como los del señor Salas:

“..así como cualquier persona que haya consultado mi blog y que sepa leer. El problema es que todo indica que, en el medio universitario peruano, esta última exigencia sobrepasa la capacidad del estudiante de letras promedio...”

Soy estudiante universitario, y creo que la única exigencia, señor Salas, que sobrepasa la capacidad del estudiante de letras promedio es la insinceridad, se lo aseguro, la insinceridad, el arribismo, la alineación en el sentido único de la palabra.
Bueno, señor Faverón, espero que publique mi mensaje. Es la única oportunidad de afirmar la tan denostada libertad de expresión, que usted defiende.

Edward Yuan Calvo Toledo

(www.padreubu.blogspot.com)

Daniel Salas dijo...

Señor Calvo:

La demostración de que un estudiante promedio no sabe leer la da Ud. mismo, al acusar a Gustavo de juzgar la literatura de Carlos Gallardo sobre la base de su ineptitud para manejar un blog. Lo que Gustavo hace es relacionar los intereses de la Vaca Profana con los de dicho escritor. En ningún momento se descalifica su obra. Lea de nuevo y dígame si estoy equivocado.

Ahora bien ¿de qué cacería de brujas se habla? En un blog basura alguien pretende justificar el anonimato en razón del temor, temor a quien puede ser profesor, jurado o jefe en alguna empresa editorial. Pero quien emprende una lucha, si está verdaderamente convencido de su validez ética y de su urgencia, no puede tener este absurdo miedo. Gustavo ha estado mencionando con nombres y apellidos a los personajes cuyas ideas y ética ha criticado, a veces de manera muy agria. Recordemos algunos nombres: Víctor Vich, Eduardo Gonzalez Viaña, Leonardo Aguirre, Leo Zelada, Alexis Iparraguirre, Victoria Guerrero, Enrique Cortez, Fernando de Szyszlo y el mismo Mario Vargas Llosa. Algunas de estas personas pueden ser jurados, colegas, jueces o posibles censores editoriales de lo que Gustavo pueda hacer a futuro. Algunas de estas personas son conocidos de Gustavo con quienes él habría podido alinearse para obtener algún favor, alguna mención, algún reconocimiento. Así que si se trata de combatir la insinceridad más bien habría que aplaudir el trabajo que se hace en Puente Aéreo. Firmar con el propio nombre, enfrentar las consecuencias de lo que se dice, pronunciar ideas relevantes y evitar decir las cosas de manera sibilina (a diferencia de lo que hace, por ejemplo, Paolo de Lima en su blog, en donde el nombre "Gustavo Faverón" simplemente jamás aparece, incluso cuando Paolo nos "informa" sobre lo que aparece en El Comercio o sobre los peruanos que participan en el congreso de LASA) es la única manera de emprender una lucha intelectual productiva, porque así sabemos qué y a quiénes nos enfrentamos y porque dar la cara permite que haya siempre la posibilidad de que el debate no concluya en una simple bronca de pandillas. Siempre recibirá más respeto y aprecio el oponente que da la cara y nos enfrenta con franqueza. Es, por ello, vergonzoso, por decir lo menos, que un profesor de literatura de la Universidad Católica, como Alexis Iparraguirre, haya justificado el insulto y la calumnia comparando a estos pirañas de los blogs con la resistencia de los mongoles (en realidad, Alexis debe de haber querido decir los tibetanos, ya que los mongoles no se hallan en poder de los chinos). Que hayamos llegado a este nivel de justificar la estupidez, incluso por parte de alguien que pertenece a una institución académica importante y que debería ser el transmisor y el ejemplo de una ética profesional habla mucho de la decadencia intelectual en el Perú.

Los poetas de Hora Zero o de Kloaka, por ejemplo, ¿acaso vieron melladas sus carreras por motivo de sus incendiarios manifiestos? Aquellos poetas que perdudaron en el trabajo de escribir y escribir bien (Verástegui y Santibáñez, por ejemplo) han sido y son reconocidos a pesar de sus arrestos parricidas.

¿Usted no está de acuerdo con las opiniones de Gustavo? Muy bien. Yo estoy muy atento a escuchar sus críticas siempre y cuando, por supuesto, tengan algún fundamento relevante.

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

Daniel, solo una acotación (y para consagrar mi papel de corrector de este blog). Sí hay una Mongolia ocupada por los chinos (hace más de cincuenta
años), la llamada "inner Mongolia", que cuenta también
con un movimiento de resistencia.
Por supuesto, eso en nada desmerece tus críticas en contra del insulto y la calumnia anónimos.

Anónimo dijo...

Ayer envié una respuesta, pero la máquina sufrió un desperfecto. Intuyo que no llegó tal mensaje.
No quisiera hollar en el tema de Gallardo hasta el cansancio. Pese a la ineptitud que el señor Salas me atribuye, es evidente que el único que ha leído con impericia es él. El sustento de mi mensaje es, en este caso, el reproche a la reseña del señor Faverón, debido a la AUSENCIA de una crítica reflexiva en torno a la obra de Gallardo. Si declaro que la presencia de Gallardo en la antología de Thays es innecesaria, debo al menos fundamentar aquello con argumentos sólidos: el valor (o desvalor) estético de sus escritos. El juicio moral de la persona es importante, mas accesorio en un caso como este.

Un punto relevante, que los comentarios anteriores han evadido con mayor o menor fortuna: las pretensiones hiperbólicas del señor Thays con la selección de cuentos: una justificación estentórea de cierta y dudosa poética personal, cuyo sostén ensayístico y narrativo es frágil. A lo que sumamos criterios de selección arbitrarios.

Por último, me sumo a la censura de webs que espetan basura, que lamentablemente son las más. Deberíamos comenzar por obviarlas. Saludos.

Edward Calvo T.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

El señor Calvo, lamentablemente, vuelve a demostrar que no ha sabido leer. Mi comentario sólo dice dos cosas sobre Gallardo: una, que es ridículo decir que fue "censurado" por Thays simplemente porque no aparece en la antología. Si eso fuera verdad, lo mismo podría decirse con respecto a todos los demás autores que no aparecen. La otra, que nada tiene que ver con la obra de Gallardo, es que su blog alienta la inmoralidad de los anónimos en Internet. Son dos cosas distintas y hay que saber leer para notarlo. Aquí mi párrafo:

"En un exabrupto alucinante, la ternera con lapicero dice que no incluir a Carlos Gallardo constituye un caso de censura. No sé en qué momento Gallardo se volvió un miembro incuestionable del canon nacional, pero sí sé algo sobre Gallardo que me permite ingresar en el tema central de mi comentario: Gallardo es el blogger inconsciente que administra un sitio web en el que está permitido escribir anónimamente lo que uno quiera: con su auspicio, hay en Internet, en su propia página, comentarios racistas, antisemitas, misóginos, degradantes, e incluso amenazas y defensas del genocidio, además de un sinfín de calumnias que Gallardo recibe gozoso y almacena para felicidad de todos los trogloditas cibernéticos. No es que su estolidez intelectual y su falta de escrúpulos lo vuelva inelegible, pero sí es claro que la defensa de Gallardo nos da un indicio de por dónde viene la cosa".

Eso no es un argumento ad hominem, como se ha querido decir, por un motivo simple: un argumento ad hominem sería afirmar que la obra de Gallardo es mala o no es digna de ser leída o estudiada PORQUE Gallardo es un inmoral. Nadie ha dicho eso. En este caso, el tema no es la obra de Gallardo, sino Gallardo mismo, de modo que un juicio moral sobre sus actividades no literarias no es de ninguna manera adjetivo: es el centro mismo del argumento. Si digo que Mussolini era un inmoral, eso no es un argumento ad hominem, sino un juicio sobre una persona. Si digo que Mussolini era un mal jugador de hockey porque era un inmoral, eso es un argumento ad hominem. Ocurre que TODO mi post estuvo referido a la moral de los anónimos, no a la obra literaria de nadie. Lo dije claramente: no he leído siquiera la antología, de modo que sólo es un recurso distractor y malintencionado llamar a mi post "reseña".