tag:blogger.com,1999:blog-179203282024-03-07T18:09:52.281-05:00PUENTE AÉREOGustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.comBlogger1662125tag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-20721885796052787092016-10-22T02:14:00.002-04:002016-10-22T02:15:24.058-04:00Mosul.<br />
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284 personas asesinadas por el Estado Islámico tras usarlas como escudos humanos en la batalla de Mosul, esta semana. Y la ubicua islamofobia que invade buena parte del planeta hace que la prensa mundial subraye que los asesinos son musulmanes pero no subraye que las víctimas también lo son, en su mayoría. Si el crimen masivo hubiera sido cometido por el ejército americano o el ejército alemán o el ejército israelí, esta noticia no estaría en los recuadritos de abajo de las páginas web ni en la décima página de los diarios, sino en todas las primeras planas. Es el problema cuando lo que importa en un crimen no es quién fue la víctima sino quién fue el victimario: los sentimientos se falsifican, se falsifica la indignación, o, peor aun, ni siquiera se falsifican, porque ni siquiera fingidos aparecen.<br />
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.Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-51211138119030087402016-10-14T23:27:00.001-04:002016-10-14T23:27:58.422-04:00Borges realista y mecánica cuántica.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhk3BSc2V1HFHjLVKHgR0aq4o1MDdYgijs2I22l96aZ0MdhjI_cRlnP6NoZycQvGMAQ2Tv5SP-E5107fMsq8b4HM9DIVL5tqlYysWyzJELBa6U59Ql8Vls90bM2YkqWRsG3PRvy/s1600/200px-ElJardi%25CC%2581nDeSenderosQueSeBifurcan.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhk3BSc2V1HFHjLVKHgR0aq4o1MDdYgijs2I22l96aZ0MdhjI_cRlnP6NoZycQvGMAQ2Tv5SP-E5107fMsq8b4HM9DIVL5tqlYysWyzJELBa6U59Ql8Vls90bM2YkqWRsG3PRvy/s400/200px-ElJardi%25CC%2581nDeSenderosQueSeBifurcan.jpg" width="285" /></a></div>
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La "Many Worlds Interpretation of Quantum Mechanics" (Dewitt), en su versión más esquemática, dice que en cada ocasión (cada "evento cuántico") en que se le presenta una disyuntiva a un cuerpo en el espacio, el cuerpo elige los dos caminos de la disyuntiva, y que, de ese modo, el evento cuántico implica una bifurcación y da lugar a dos universos desgarrados uno del otro. Antes de que los físicos cuánticos lo dijeran desde la matemática, lo explicó Jorge Luis Borges en "El jardín de senderos que se bifurcan", y su maqueta fue el laberinto-novela del antepasado chino del protagonista. Cuando Borges lo escribió, era un cuento fantástico: el mundo no andaba por ahí ramificándose en universos alternos, excepto en la ficción del más grande de los filósofos literarios de las Américas. Pero ya son varios años desde que la "Many Worlds Interpretation of Quantum Mechanics" asume que eso es lo que pasa en realidad. Mi pregunta: ¿es, ahora, "El jardín de senderos que se bifurcan", un cuento realista? ¿O por lo menos ha dejado de ser un cuento fantástico? ¿O qué? ¿O cómo?<br />
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.Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-82563921566746804812016-10-14T01:52:00.003-04:002016-10-14T23:53:30.733-04:00Dylan y Roth<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZq9x8sOeDaUdBvWt8siqrwY-uUzqXxOvORntCuNWQvC8zFH_Fqv1Fg0-TOb8Q8TYaSBdjlXCSqtbiyWdG7oyK1pEjFDz6wMQuJUIkjtgVc0Hei3Fk2L3z6jT9dA10-EUn-eec/s1600/19279254_303.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZq9x8sOeDaUdBvWt8siqrwY-uUzqXxOvORntCuNWQvC8zFH_Fqv1Fg0-TOb8Q8TYaSBdjlXCSqtbiyWdG7oyK1pEjFDz6wMQuJUIkjtgVc0Hei3Fk2L3z6jT9dA10-EUn-eec/s400/19279254_303.jpg" width="400" /></a></div>
En estos días en que pocas cosas me hacen feliz, me hace muy feliz el Premio Nobel de Literatura a un artista fundamental del siglo XX, influyente en la poesía, en la narrativa, en la música, en el acaso inevitable y cíclico retorno de la canción popular a su rol de comentario social: ese hablador benjaminiano, poeta-cuentacuentos que le enseña a la gente de un pueblo o de una nación las cosas que la unen y los traumas que la ponen en riesgo de colapso. Así que me gusta el Nobel de Bob Dylan. <br />
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Pero debo decir que, si la Academia Sueca tenía las miras puestas en un escritor norteamericano, judío, residente en Nueva York, nacido entre los años inmediatamente anteriores a la segunda guerra mundial y los años en que Estados Unidos entró a esa guerra; si los suecos querían un artista prolifico de esa misma generación, que hubiera dejado la huella más fuerte y la influencia literaria más profunda y las obras más contundentes, entonces ese no era Dylan sino Philip Roth.<br />
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Y claro, ahora los fans de Dylan están felices: cómo no celebrar al profeta del infierno paradisiaco, al adivino de la paz, al denunciante de todas las guerras injustas; quién no se alegra por el irónico, el sarcástico, el reflexivo, el mordaz Dylan, autor de muchas de las canciones más memorables del siglo (y de un libro de poesía más bien mediocre y de un libro autobiográfico que no está nada mal). <br />
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Pero es triste tanta alegría junto a tanta tristeza, porque Philip Roth es probablemente el novelista vivo más relevante de hoy, entre quienes no han recibido el Nobel, y más relevante que varios que sí lo han recibido, y Philip Roth ha escrito muchas de las mejores novelas de los últimos cuarenta años, y el Nobel a Dylan dejará a Roth sin premio: se morirá sin recibirlo, porque la Academia se demorará décadas antes de volver a premiar a un norteamericano, y cuando esas décadas pasen él ya no estará más. Lo que le han hecho a Roth ayer es lo que le hicieron a Borges. Ser injustos por capricho político.<br />
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Así que a celebrar, pero no olvidemos tampoco que este premio es una cachetada a mucha gente que le ha dado forma a la novela del siglo XXI, como Banville y Julian Barnes, como Toibim y Salman Rushdie y Amos Oz y Hilary Mantel y Margaret Atwood y también a otros que ya ni siquiera suenan como candidatos, y sonarán menos mientras más se acerque la academia al show business, como Ricardo Piglia y Paul Muldoon, y una cachetada a los maravillosos poetas que no viven en el estrellato y no saben tocar la guitarra pero que son mejores poetas que Bob Dylan. <br />
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Así que, felicidades Bob Dylan, disfruta el Nobel, danos un concierto el día en que te lo entreguen (yo te fui a ver en Portland pero tu concierto esa noche fue horroroso; mejor estuvo tu telonero, Elvis Costello).Y recuérdales a tus fans que hay que leer libros, porque por aquí ya hay varios que festejan que por fin conocen la obra de un Premio Nobel de Literatura, porque la han escuchado en sus iPods, ya que les da pereza leer libros.<br />
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.Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-44709622968428192892016-10-14T00:59:00.003-04:002016-10-14T01:28:52.084-04:00La verdad sobre Sancho Panza<br />
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</div>
<div class="text-center">
Franz Kafka </div>
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</header>
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Sancho Panza, que por lo demás nunca se jactó de ello, logró, con el
correr de los años, mediante la composición de una cantidad de novelas
de caballería y de bandoleros, en horas del atardecer y de la noche,
apartar a tal punto de sí a su demonio, al que luego dio el nombre de
don Quijote, que este se lanzó irrefrenablemente a las más locas
aventuras, las cuales empero, por falta de un objeto predeterminado, y
que precisamente hubiese debido ser Sancho Panza, no hicieron daño a
nadie. Sancho Panza, hombre libre, siguió impasible, quizás en razón de
un cierto sentido de la responsabilidad, a don Quijote en sus andanzas,
alcanzando con ello un grande y útil esparcimiento hasta su fin.Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-83309123692015515942011-12-13T21:11:00.000-05:002011-12-13T21:11:09.182-05:00Mi año con Coetzee<div style="color: #666666;"><b><span style="font-size: large;">Un texto aparecido hoy en Hermano Cerdo</span></b></div><br />
Mauricio Salvador y los amigos mexicanos de <a href="http://hermanocerdo.com/" style="color: #666666;">Hermano Cerdo</a> me preguntan (<a href="http://hermanocerdo.com/category/lecturas2011/" style="color: #666666;">como a varios</a>) cuáles han sido mis lecturas más interesantes del 2011. De inmediato pienso en todos los libros de J.M. Coetzee que he leído o releído en los últimos meses. <a href="http://hermanocerdo.com/2011/12/gustavo-faveron-patriau/" style="color: #666666;">Aquí está la respuesta que les di y que apareció publicada hoy</a>.<br />
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No es necesario añadir (supongo) que leí muchas otras cosas este año y que odié algunas y otras me gustaron y otras incluso me fascinaron --y no pocas de ellas fueron novelas gráficas, dicho sea de paso--: escribiré algo sobre ellas en las próximas semanas.<br />
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<span style="color: white;">...</span>Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-49367655979476432842011-10-29T13:08:00.000-04:002011-10-29T13:08:13.770-04:00Ciro Castillo y los otros 15,000 desaparecidos<span style="color: #666666; font-size: large;"><b>Una pregunta sobre quiénes somos y qué cosas nos conmueven</b></span><br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://www.desaparecidos.org/peru/voces/acciones/huancayo09/students.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="http://www.desaparecidos.org/peru/voces/acciones/huancayo09/students.jpg" width="300" /></a></div>Junto a los muchos misterios que se han querido levantar en torno al caso de la muerte del joven Ciro Castillo hay al menos un dato que no es enigmático: por qué la prensa ha levantado de forma tan morbosamente elocuente esta historia y cómo es que ha logrado salirse con la suya.<br />
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La respuesta a lo primero es obvia: para la mayor parte de la prensa peruana el caso ha sido un hecho comercialmente explotable. Los medios lo han tratado de la manera más escandalosa posible, con total olvido de cualquier norma profesional y sin el menor vestigio del honor, la decencia, el comedimiento o la honradez que pudieran quedarles en alguna parte de ese gran agujero que los medios de comunicación peruanos tienen en el lugar donde debería estar su ética periodística.<br />
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La respuesta a lo segundo es un poco más compleja de lo que parece: está claro que el público ha respondido a la inmoral cobertura de prensa de la manera exacta en que los medios lo esperaban: con un dramatismo que refleja el que ha gobernado la información. Tanto los que se inclinaron por la solidaridad con la víctima y su familia como los que se inclinaron por la caza de brujas y el linchamiento público de una joven de cuya culpa nadie tiene ningún tipo de prueba o de certeza, han hecho lo único que la prensa esperaba: comprar diarios, consultar páginas de internet, sintonizar estaciones de radio y canales de televisión.<br />
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De hecho, el objetivo de la prensa fue sólo ése. La solidaridad y el linchamiento no fueron nunca los objetivos centrales, sino apenas subproductos del objetivo comercial.<br />
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Lo que no está claro es otro asunto, que ya algunas personas vienen comentando, sobre todo en las redes sociales: si la prensa es tan apta para crear toda una serie de reacciones activas ante un hecho como este (la desaparición de una sola persona), ¿entonces por qué esa misma prensa jamás ha hecho ningún esfuerzo considerable por generar reacciones de ningún tipo ante el hecho terrible y medular de que el Perú es un país donde existen, hasta el día de hoy, por lo menos 15 mil casos de personas desaparecidas durante el periodo de la violencia política de los años ochentas y noventas?<br />
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Por supuesto, hay una pregunta más grave que nos compromete a todos (porque la prensa no es la única que tiene deberes cívicos): si desde hace muchos años está disponible la información sobre esas desapariciones, y hay decenas de miles de peruanos que llevan décadas buscando que se descubra la verdad sobre las desapariciones de sus familiares, ¿entonces por qué la suma de esos 15 mil casos nunca nos ha llegado a conmover, a todos o al menos a la mayoría, como sociedad, de la manera en que parece haberlo hecho este solo caso?<br />
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Intuyo que la respuesta abarca muchas cosas: la sospecha de que no todos somos inocentes ante un número tan grande de desapariciones y que nuestra responsabilidad estuvo vinculada en el principio con un silencio que ahora se vuelve la única reacción posible para muchos; el hecho de que no se pueda responder a estos 15 mil casos con el recurso de inventar chivos expiatorios, como ha ocurrido en la historia de Ciro Castillo con la crucifixión pública de su ex-enamorada; incluso la voluntad de pasarlo todo por alto o el convencimiento inmoral de que es mejor no saber qué sucedió o de que cualquier cosa que haya ocurrido era perdonable o necesaria.<br />
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Quizás, entonces, esto explique m propio desagrado ante el fervor de las reacciones que el caso de Ciro Castillo ha provocado: es el desagrado que sufre uno al darse cuenta de que no es que los miembros de su sociedad hayan perdido la capacidad de conmoverse, sino que han aprendido a conmoverse solo en esos casos en que las cosas los tocan como historias individuales y no como historias con alguna dimensión comunal o colectiva.<br />
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<span style="color: white;">...</span>Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.com15tag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-58011911374012681222011-10-22T02:10:00.001-04:002011-10-22T11:01:03.670-04:00Chance in Hell / Reseña<div style="color: #666666;"><span style="font-size: large;"><b>Gilbert Hernández (Phantagraphics, 2007)</b></span></div><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://i43.tower.com/images/mm101909733/chance-in-hell-gilbert-hernandez-hardcover-cover-art.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="http://i43.tower.com/images/mm101909733/chance-in-hell-gilbert-hernandez-hardcover-cover-art.jpg" width="274" /></a></div>Seamos de actualidad al estilo Puente Aéreo y comencemos la serie de reseñas de "novedades" por un libro de hace cuatro años: <i>Chance in Hell</i>, escrito y dibujado por uno de los líderes del ex-underground californiano, Gilbert (Gilberto o Beto) Hernández, de los mismos Hernández del legendario <i>Love and Rockets</i> y autor, por su cuenta, de la estupenda saga de los cómics de <i>Palomar</i>, entre decenas de otras publicaciones de estupendo nivel narrativo que han sido por dos décadas y media el escenario para la creación de un imaginario sui generis.<br />
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Un rasgo definitorio de este libro, que señala un turbio quiebre en la carrera de Hernández, es cuán exceptuada de optimismo (aunque no de compasión) está la historia que cuenta, cuánto más oscuro y retorcido se va haciendo Hernández con los años (anda por los cincuenta y cuatro), cuán lejos se encuentra hoy de la esperanza, a ratos mágico-realista, de sus primeros relatos.<br />
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<i>Chance in Hell</i> se inicia en el topos epónimo, el infierno, no el infierno de los anillos y las cavernas de Dante, sino un averno menos denso, más uniforme y menos ritual, menos complejo, habitado no por almas sino por muertos en vida: un relleno sanitarario en las afueras de alguna gran ciudad sobre la costa oeste americana, donde, entre los sanguinarios pobladores (gallinazos sin plumas, los hubiera llamado Ribeyro), una frágil niña, llamada Empress con ironía cruel, convive los primeros años de su infancia con la más violenta sucesión de crímenes: robos por miseria, asaltos por exceso tribal, degollaciones por diversión.<br />
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Si del infierno dantesco no es posible escapar (sólo salen de él sus viajeros transitorios, Dante y Virgilio), del infierno de Hernández, en cambio, se puede salir, pero sólo para confirmar que el mundo exterior es otro hades incluso peor. En otras palabras, en <i>Chance in Hell</i> cualquier atisbo del purgatorio es otro infierno, y el paraíso, un infierno peor, acaso el más tenebroso de todos, porque en él habita el horror añadido de la falsa apariencia de paz y salvación.<br />
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La lógica de la que se vale Hernández es el razonamiento de la irredención: la idea trágica de que cuando una persona se cría traumáticamente en medio de las formas más radicales de violencia, de una violencia que animaliza y pervierte, esa persona está condenada a cargar con ese infierno dentro de sí por todo el resto de su existencia. La posibilidad de la movilidad social y la tardía adquisición de una educación formal apenas alcanzan para morigerar las apariencias externas, para amurallar el mal dentro de la persona, en una forma de represión que la consume todavía con mayor encono.<br />
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El lenguaje visual de Hernández alcanza la cima de lo grotesco al construirse con elementos de tres vertientes estilísticas en apariencia irreconciliables: la sardónica hipérbole del comix underground (Shelton y Crumb asoman en los márgenes), la oscuridad surreal del expresionismo alemán (Grosz, Beckmann, Dix) y, quién sabe si buscando adrede el mayor de los posibles contrastes, las tiras cómicas juveniles de los años cuarenta y cincuenta (<i>Archie </i>por sobre todo).<br />
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No es el libro más complejo de Hernández; acaso sí sea, en cambio (y no por casualidad, tratándose de un relato sobre la imposibilidad de abatir el corazón de la oscuridad dentro de uno, una vez que ha empezado a latir), su narración visual más contenida, más imperiosamente económica y parca: las culpas insuperadas de los protagonistas no viven tanto en el momento en que sus horrores son narrados, sino en el pánico incrédulo que captura sus ojos al recordarlos. Una gran obra, voluntariamente menor en aliento, pero mayor que muchas de las inmediatamente anteriores en la evolución ideológica de su autor, que parece ser, a su vez, la apertura de una temporada en el infierno.<br />
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<div style="color: white;">...</div>Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-91007581409245656772011-10-08T01:23:00.000-04:002011-10-08T01:23:26.436-04:00ANUNCIO<div style="color: #666666;"><span style="font-size: large;"><b>Nueva época en Puente Aéreo</b></span></div><br />
Empezando en los próximos días, Puente Aéreo asumirá una nueva tarea: la reseña de libros contemporáneos. Una conversación con Edmundo Paz Soldán en Ithaca me ha persuadido de que debo regresar a la lectura de libros de hoy (la he dejado por los clásicos durante los últimos cinco años). Las reseñas serán lo más frecuentes que me sea dado hacerlas, de dimensiones variables pero siempre tratando de establecer una forma razonada, argumentada, crítica y criteriosa de evaluar, juzgar y acaso recomendar ciertas lecturas de escritores de hoy, sobre todo del mundo hispánico. Los autores y editoriales que quieran hacerme llegar sus libros, pueden contactarme a <span style="color: red;">gfaveron@gmail.com </span> para darles la dirección postal a la que pueden enviarlos. A ver si esto funciona y comenzamos un diálogo fluido sobre las cosas que se están escribiendo en el mundo hispánico en estos años.<br />
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<span style="color: white;">...</span>Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.com13tag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-8368667369327247992011-08-31T13:21:00.000-04:002011-08-31T13:21:31.583-04:00El diablo y monseñor Cipriani<span style="color: #666666; font-size: large;"><b>Dejen que la PUCP defienda los valores cristianos</b></span><br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://acontracorriente.lamula.pe/files/2011/07/fujimisa-20-7-20111.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" src="http://acontracorriente.lamula.pe/files/2011/07/fujimisa-20-7-20111.jpg" width="400" /></a></div>La sensación de falsedad que el Arzobismo de Lima, monseñor Juan Luis Cipriani, nos causa a muchos, no es la que nos ocasionaría un mentiroso descubierto en el acto de engañar, sino la que nos suscitaría un impostor dejado en evidencia y que a toda costa insistiera en la impostura.<br />
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No es tampoco la impresión que nos dejan todos los que alguna vez estuvieron asociados con la dictadura fujimorista, ni la que nos causa cualquiera que opine y actúe desde la derecha radical, el conservadurismo extremo o incluso la reacción. La impostura de monseñor Cipriani trasciende todo eso porque involucra una burla de valores morales fuertemente imbricados en la fibra cultural peruana, secuestrados por él y deformados en un terreno disitnto, el de las expectativas de control político.<br />
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Así surge la impresión de impostura: recordamos los años en que monseñor Cipriani, atendiendo primero a las pequeñas pugnas institucionales que al bienestar de su grey, obstaculizó el trabajo humanitario de los jesuitas en la Zona de Emergencia; recordamos la ocasión en que acusó de traición a la patria a cualquiera que insinuara que los muertos de La Cantuta habían sido víctimas del terrorismo de Estado; recordamos la vez en que calificó la defensa de los derechos humanos del pueblo peruano como "una cojudez"; recordamos a monseñor Cipriani dirigiéndose a los mandos del Ejército con la vulgaridad de un hampón, y haciéndolo, además, en el mismo lugar que había sido escenario de escabrosas torturas y que había servido de cuartel general a quienes destruyeron la democracia peruana en los años noventa. De inmediato, recordamos que monseñor Cipriani es el representante de Cristo en el Perú.<br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWjJVU1veL3Cpvf7rNM-kD2Nw1159VA6VCN8P2Wxa-jnx1Zk24yP4k80ylk4o5eaf1KXcwHw7gVK9la8iKrYrHAS0rwaJwGABLmvuIWM46f6UABqxutraAgy-Erk5Fl6bGwJ7gFg/s400/CIPRIANI+Y+FUJIMORI.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWjJVU1veL3Cpvf7rNM-kD2Nw1159VA6VCN8P2Wxa-jnx1Zk24yP4k80ylk4o5eaf1KXcwHw7gVK9la8iKrYrHAS0rwaJwGABLmvuIWM46f6UABqxutraAgy-Erk5Fl6bGwJ7gFg/s400/CIPRIANI+Y+FUJIMORI.jpg" /></a></div>No hace falta ser católico ni cristiano en general para percibir el absurdo. O eso, o deberíamos ser capaces, si no, de imaginar el horror de un Cristo corrupto, aliado de asesinos; un Cristo altanero, propagandista de la violencia; un Cristo indolente, sin una palabra de compasión y condolencia hacia los que sufren el abuso continuo de una sociedad opresiva y apabullante y que incluso mueren bajo el abuso de gobiernos criminales. Ese, después de todo, es el único Cristo al que Cipriani podría servir de agente y de vicario. Porque el otro Cristo, el de los libros y el que está entretejido en la fe de los peruanos, sólo podría sentirse enfermo ante el aberrante secuestro de su imagen en manos de quien no es otra cosa que un embaucador de la fe, que de alguna manera lamentable ha alcanzado en la jerarquía católica peruana, con el beneplácito del Vaticano, la posición del máximo poder.<br />
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Ahora que monseñor Cipriani hace su enésimo intento de tomar por la puerta falsa el control de la Pontificia Universidad Católica del Perú, la jerarquía romana interviene a la distancia para apoyar las maniobras del arzobispo limeño. Aunque no creo que esa intervención venga al caso, no creo tampoco que haya que sorprenderse: la Iglesia no es precisamente la institución mundial con el currículo más limpio en el tema del respeto al derecho de los pueblos a regirse por sí mismos, ni tiene la historia más inmaculada en cuestiones de intervencionismo. Quizá yo sea muy inocente, pero lo que me irrita de esta situación no es la intervención misma; es no haber leído nunca un solo texto escrito en el Vaticano que censurara o recriminara o reconviniera a monseñor Cipriani por sus alianzas con una dictadura asesina y por la manera en que intentó esconder los crímenes de esa dictadura.<br />
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Y hablemos también de valores cristianos y de moral católica. Cuando todos los crímenes y los abusos y las vendettas y los robos de la dictadura fujimorista estaban siendo cometidos, la Pontificia Universidad Católica, sus autoridades, sus profesores, sus estudiantes y sus empleados protestaron, marcharon, reclamaron, y, sobre todo, produjeron textos que estudiaban y denunciaban la corrupción en todos sus niveles. En los años siguientes, el Instituto de Derechos Humanos de la PUCP ha sido uno de los bastiones de la lucha contra los criminales de la dictadura y contra los criminales de la subversión, así como del estudio de las condicones sociales, políticas y culturales que condujeron a la violencia. El libro más importante de las últimas décadas en el Perú, el Informe final de la CVR, y el trabajo todo de la CVR, están directamente ligados con el esfuerzo de profesionales de la Pontificia Universidad Católica del Perú.<br />
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¿Quién fue, entonces, el ejemplo moral de caridad y de amor por el prójimo? ¿Monseñor Cipriani o la PUCP? ¿Quién condujo su ejecutoria de acuerdo con la defensa de los valores que la Iglesia proclama como suyos? ¿Monseñor Cipriani o la PUCP? ¿Quién puede creer, a estas alturas, luego de todo lo sucedido, cuando cada quien se enfrenta a la opinión pública con una historia propia en la que verse retratado y reflejado, que monseñor Cipriani quiere apoderarse de la PUCP para defender los valores de la cristiandad? ¿Qué cosa hay en la historia pública de Monseñor Cipriani que nos diga que esos valores son prioritarios en sus decisiones, en sus acciones, en sus alianzas y pactos y en sus afiliaciones?<br />
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Yo no soy católico ni soy cristiano, pero fui formado en instituciones católicas y pasé uno de los mejores periodos de mi vida, que fue también uno de los periodos más terribles del país, en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Es posiblemente innecesario declarar una vez más que se trata de la mejor universidad del Perú y que ha sido crucial en el tránsito del país hacia afuera de la violencia de los años noventa. Ahora, uno de los fantasmas de ese tiempo, uno de los más oscuros fantasmas de ese tiempo, quiere transformarla en una instancia más de la indolencia y la arrogancia y el altanero desprecio al prójimo que ese mismo fantasma ha representado entre nosotros en las últimas décadas. No es cualquier cosa, no es una pequeña batalla local que sólo nos corresponda a quienes nos sentimos miembros de la comunidad universitaria de la PUCP: es una batalla central en el futuro del país. En ella, todos debemos hacernos escuchar.<br />
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<span style="color: white;">...</span>Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.com23tag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-48366898769521291322011-08-28T18:54:00.000-04:002011-08-28T18:54:22.163-04:00Tudela (después del baile)<b style="color: #666666;"><span style="font-size: large;">El fujimorismo y la extrema derecha</span></b><br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://www.terra.com.pe/tus-rankings/elementos/t0_20121.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://www.terra.com.pe/tus-rankings/elementos/t0_20121.jpg" /></a></div>Cada vez que quiero mencionar a los intelectuales del fujimorismo acabo nombrando a dos: el historiador Pablo Macera, que se hizo fujimorista a cambio de una pensión congresal, y la lingüista Martha Hildebrandt, que se hizo fujimorista porque en el Perú no hay partido nazi. En la nómina siempre se me escapa el nombre de Francisco Tudela, acaso el fujimorista que mejor finge interesarse en el ejercicio de la inteligencia (1).<br />
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Tudela tiene un <a href="http://www.franciscotudela.com/" style="color: #666666;">blog</a> (no puedo dar fe de que él lo administre, pero los textos son suyos), y en él, a lo largo del último año, han aparecido unos artículos de comentario político, en su mayoría de tema internacionalista. Todos ellos están recorridos por dos ideas tan fijas que parecen haber sido concebidas no en un cerebro sino en un bloque de piedra. La primera idea es que él, Tudela, es dueño de una opinión tan lúcida y tan transparente y tan racional acerca de la política contemporánea, que no existe en el fondo diferencia alguna entre esa opinión y la más pura e impersonal de las verdades; la segunda idea, la central, es que el resto del mundo está dominado por una sola ideología, que él llama "pensamiento único" (habitualmente encarnada en el diabólico ideario de la "corrección política"), una ideología que ha invadido el universo como un espíritu maléfico.<br />
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Según Tudela, el "pensamiento único" y la "corrección política" son avatares del "viejo comunismo genocida", pieles de cordero bajo las cuales se siguen ocultando los marxistas, que no son otra cosa que criminales confabulados, hampones conjurados para capturar el planeta e imponer, sin que nadie se dé cuenta, la dictadura de la "manada única".<br />
<br />
Lo que llamamos "democracia", piensa Tudela, es un discurso que está corrompido desde siempre, no sólo desde la revolución francesa y no sólo desde la revolución americana, sino desde Atenas (el "pensamiento único" mató a Sócrates), y hoy en día no sirve más que como un disfraz para la imposición de un totalitarismo economicista. Según Tudela, los liberales son marxistas olvidadizos, los conservadores fiscales son marxistas camuflados y los mercantilistas son marxistas de parranda. Los izquierdistas en general, claro, son primero gángsters y después marxistas.<br />
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La manera en que Tudela y <a href="http://puenteareo1.blogspot.com/2009/05/la-universidad-peruana-y-el-nuevo.html" style="color: #666666;">varios otros sobre quienes ya escribí en su momento</a> se refieren al "pensamiento único" y a la "corrección política" es voluntariamente engañosa y mistificadora: dentro de esos campos, según ellos, conviven Wall Street, la acción afirmativa, el feminismo, la nueva izquierda, el neoliberalismo, Fox News, los sindicatos, Lula da Silva, los postestructuralistas franceses, Borges, Disneylandia, los nacionalismos árabes y los teóricos de lo postcolonial, porque todos ellos, de alguna retorcida manera, al parecer, son hijos de Marx, hijos que lo obedecen o lo extreman, unos; hijos que lo subliman, otros; hijos que lo ocultan aviesamente, la mayoría.<br />
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Cuando uno revisa, en cambio, los nombres que Tudela propone como ejemplos de disidencia y libertad de pensamiento, es decir, como ejemplos de individuos que se deshicieron del "pensamiento único" para pensar por su cuenta, comienza a perfilarse el otro lado de la ecuación: algunos son muy esperables: críticos feroces del marxismo, como Nisbet, Dawson o Röpke; cuando piensa en el pasado más lejano, cauto, Tudela no suele referirse, como los otros, a De Maistre, demasiado identificado ya con el fascismo, al menos desde las críticas de Isaiah Berlin, pero sí se refiere a alguno de los compañeros de viaje de De Maistre, como Louis de Bonald; y le resulta inevitable arrimarse bajo el ala de al menos uno de los héroes de la extrema derecha radical contemporánea: Ernst Jünger, el mayor sensualizador de la violencia en la literatura alemana de su tiempo.<br />
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Es por lo menos perturbador descubrir que Tudela menciona a Jünger entre los pensadores cuyas ideas lograron que la pesadilla del comunismo no se impusiera en Europa y que, en virtud de ello, no vivamos hoy en un mundo como el de "la desoladora ficción de <i>1984</i> de Geroge Orwell". No sólo por la ostensible falsedad de la afirmación, enteramente gratuita, sino porque, si uno compara <i>1984</i> con <i>Tormenta de acero</i>, la más célebre novela de Jünger, descubre de inmediato que la diferencia crucial entre ambas ficciones es que la de Orwell denuncia el horror del totalitarismo y la degradación y deshumanización de la violencia mientras que la de Jünger glorifica la violencia e idealiza la guerra hasta casi deificarla.<br />
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No en vano el primer crítico italiano en señalar a Jünger como una inspiración y un norte ideológico fue <a href="http://puenteareo1.blogspot.com/2009/06/los-libros-del-profe.html" style="color: #666666;">Julius Evola</a>, el mismo fascista <a href="http://puenteareo1.blogspot.com/2009/05/sabado-fascista.html" style="color: #666666;">del que escribí hace meses</a>, que es el ícono de los neofascistas peruanos. No en vano, asimismo, <i>Tormenta de acero</i> fue lectura obligatoria en las escuelas del Tercer Reich. Recordar este último dato y releer el párrafo en el que Tudela elogia y encomia a la sociedad en que Jünger produjo su obra por no haber reprimido las ideas del autor, cuando uno sabe que esa sociedad fue la del declive de la República de Weimar, primero, y la del régimen nazi, después, produce una duda más que justificada: ¿tiene Tudela conciencia de lo que dice, o su alabanza de la libertad de opinión en la Alemania nazi es solamente un producto de su ligereza o de su ignorancia?<br />
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Algunos de ustedes recordarán los posts <a href="http://puenteareo1.blogspot.com/2009/06/frodo-versus-sauron.html" style="color: #666666;">que escribí hace meses</a> sobre el grupúsculo de profesores universitarios de extrema derecha que opera en algunas casas de estudio limeñas: la mayor parte de los artículos estuvieron referidos a las cosas que publica el profesor Eduardo Hernando Nieto en su blog <a href="http://eduardohernandonieto.blogspot.com/2009/05/evola-una-defensa_1885.html" style="color: #666666;">Nomos contra anomos</a>. En ese mismo blog, algunos artículos de Tudela aparecen publicados junto a las fotografías de los héroes intelectuales de Hernando Nieto: por ejemplo, el mencionado <a href="http://www.danwymanbooks.com/holo2/Holo2-11-18.jpg" style="color: #666666;">Julius Evola</a>, traductor al italiano del libro fundamental del fascismo antisemita, <i>Los protocolos de los ancianos sabios de Sion</i>.<br />
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No es sorprendente que Tudela ande en esas compañías. Comparte con Hernando Nieto y con otros de los autodenominados "metapolíticos" (<i>nickname </i>preferido por los neofascistas desde hace varios años y que Hernando usa como volada cuando publica artículos de Tudela) más de un rasgo: el placer declarado por la literatura fascistoide; el enmascaramiento del radicalismo extremista de derecha bajo la apariencia de disidencia; la proclamación de una lucha heroica emprendida contra un sólo gran enemigo (el "pensamiento único"); la mentalidad paranoide que encuentra en todas partes conjuras y confabulaciones secretas y que no es otra cosa que una tendencia a reemplazar la racionalidad con teorías conspirativas.<br />
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Sería injusto dedicar todo este espacio a Francisco Tudela y no hacer siquiera una pasajera referencia al momento clave de su historia intelectual: esos mítines fujimoristas en que el miserable dictador ponía la música y Tudela bailaba, como un simpático monito de feria, con sus esperanzas puestas en la vice-presidencia del país, dispuesto a soportar cualquier ridículo con tal de obtenerla. No lo menciono para prolongar la vergüenza: creo que es un momento que lo describe, y que describe el espíritu mismo de ese fascismo lumpenesco que fue el régimen de Fujimori y creo que también describe su pobreza intelectual, la miseria y la banalidad de sus proyectos frustrados.<br />
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También el profesor Hernando y varios otros de los "metapolíticos" apoyan al fujimorismo, aunque lo hacen con la distancia peculiar de quien se siente distinto. (Hernando está tan sumergido en su coqueteo perpetuo con los fascistas del pasado que <a href="http://eduardohernandonieto.blogspot.com/2011/06/votar-por-keiko.html" style="color: #666666;">Fujimori le parece un "libertario"</a>, aunque eso no le impidió darle su voto a Keiko Fujimori). ¿Qué cosa atrae a estos personajes, aunque sea intermitentemente, hacia el fujimorismo? Mi impresión es que les agrada y les cae bien el vacío intelectual de Fujimori y los suyos: son como la mota que borra todo lo escrito y nos deja con una pizarra en blanco.<br />
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En el caso concreto de Tudela, a la luz de sus propios artículos, uno acaba por llevarse la impresión de que el fujimorismo representaba para él, por supuesto, un mecanismo rápido de llegada al poder, pero no sólo eso: la forma en que Fujimori destruyó el sistema democrático peruano no tenía por qué dolerle a alguien que juzga a toda la democracia contemporánea un cadáver doblemente enterrado; la falta de principios del fujimorismo resulta una especie de hermano gemelo casual de las críticas al "pensamiento único" y la "corrección política" que esgrimen personajes como Tudela y los otros. Los "metapolíticos", con la mente bloqueada por sus teorías conspitativas, no creen básicamente en el mundo real sino en los fantasmas que ellos mismos construyen; para ellos, la democracia es una cortina de humo; el fujimorismo, por su parte, no cree en las leyes morales por las cuales los demás tratamos de guiarnos y por eso los consensos de la democracia le resultan idiotas y despreciables.<br />
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Ese es el punto en que ambos convergen. Ambos representan una forma de aborrecimiento ante la intelectualidad, aunque los fujimoristas comunes muestren su horror abjurando de la necesidad misma de razonar y los "metapolíticos" lo hagan reemplazando la razón por una seudo-razón extraviada y enloquecida.<br />
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<span style="font-size: x-small;">(1) Y, como un amigo me hace notar, se me escapa más persistentemente aun el nombre de Fernando de Trazegnies, por razones que prefiero dejar inexploradas por ahora, pero que deben relacionarse con mi insistencia en obviar a los intelectuales cuando ninguna idea me conduce a ellos.</span><br />
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<span style="color: white;">...</span>Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-77158002167107324082011-08-25T12:19:00.000-04:002011-08-25T12:19:23.690-04:00La ignorancia y el poder<b style="color: #666666;"><span style="font-size: large;">Los libros de Obama, las esperanzas de Humala</span></b><br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://diariovea.com.ve/wp-content/uploads/2011/07/Presidente-Humala.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://diariovea.com.ve/wp-content/uploads/2011/07/Presidente-Humala.jpg" /></a></div>De acuerdo con una de las más curiosas tradiciones de la política norteamericana, cada vez que el presidente toma sus vacaciones de verano en Martha's Vinyard, los medios de prensa reciben, de una manera u otra, la lista de los libros que el mandatario lleva consigo como lectura estival, casi siempre comprados en una conocida librería de la zona.<br />
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Las costumbres lectoras de los presidentes, entonces, se vuelven muy públicas: Kennedy era un amante de las novelas de espionaje (un fanático de James Bond); Nixon ávidamente releía a Tolstoi y a Paul Johnson (que luego escribiría sobre él); Clinton leía novelas de misterio, pero también a Ralph Ellison y a los oradores clásicos latinos; George W. Bush casi nunca tocaba un libro de ficción y, en cambio, sobre todo al final de su gobierno, leía historia y biografías políticas.<br />
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Barack Obama, que es él mismo un escitor de no-ficción, premiado y enormemente vendedor incluso antes de ser candidato presidencial, prefiere las novelas. La lista de sus lecturas en las vacaciones que toma en estos días incluye un solo libro de historia (sobre migración) junto a ficciones de Marianne Baer, Aldous Huxley (dicen que ése es un regalo para sus hijas), Abraham Verghese, David Grossman, Emma Donoghue, Ward Just y el notable Daniel Woodrell (la excelente película <i>Winter's Bone</i>, el año pasado, lo hizo más conocido en ciertos medios; Obama lleva consigo lo que se considera la obra central de Woodrell, <i>The Bayou Trilogy</i>).<br />
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Con <a href="http://www.nationalreview.com/articles/275264/what-s-obama-reading-tevi-troy#" style="color: #666666;">mayor</a> o <a href="http://www.thedailybeast.com/articles/2011/08/23/obama-s-fictional-world-a-peek-at-his-vacation-reading-list.html" style="color: #666666;">menor</a> animadversión, los críticos conservadores se han arrojado sobre esa lista para acusar a Obama de sumergirse en un mundo inventado, sin contacto con la realidad, perdido en su imaginación y en la de otros, soñando con historietas fantasiosas en lugar de zambullirse en la horrible coyuntura para emerger de ella con un plan y una actitud práctica. Le critican también que la mayoría de los autores que revisa en estos días sean liberales y progresistas, en vez de conservadores (dicen que debería prestar más atención a las ideas de los otros); pero, sobre todo, lo atacan porque piensan que la literatura, y sobre todo la ficción, es simplemente un subterfugio y un escape, una huida y una forma infantil de esparcimiento.<br />
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Esa actitud, lamentablemente, no es escasa y no es ni esporádica ni minoritaria. Es cada vez mayor el número de los comentaristas, periodistas e incluso "ideólogos" de derecha en Estados Unidos que asumen que toda actitud intelectual es esnobista, que cualquier curiosidad artística o escolástica es petulante y que cualquier atracción por las artes y la producción cultural es trivial y pueril. A lo sumo están dispuestos a admitir que un gobernante lea libros siempre que estos sean poco menos que manuales de ejecutoria política, de rápida puesta en práctica.<br />
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Hace apenas unos días, Mitt Romney, candidato republicano en las primarias presidenciales, observó que Obama era demasiado académico para entender el mundo real. Hace un tiempo, otra republicana, Sarah Palin, en quien la estupidez y la ignorancia se encarnan con mayor vivacidad que en nadie más, pidió la anulación de los fondos que el gobierno americano destina a becas y premios de artes, humanidades "y otras banalidades de ese tipo".<br />
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Antes de lanzar la primera piedra hacia el norte, valdría la pena recordar que, en el Perú y en cierta medida en toda América Latina, luego de siglos en que era difícil trazar la línea entre la esfera política y la esfera intelectual, ambas han terminado por separarse casi enteramente. De ser un continente gobernado, aunque fuera de modo intermitente, eventualmente, por intelectuales y de vez en cuando específicamente por escritores como Sarmiento, Gallegos, Bosch o Sarney, con revolucionarios como Martí o Cardenal, candidatos presidenciales como Mario Vargas Llosa, precandidatos como Pablo Neruda y críticos literarios de inmensa influencia política como el mismo José Carlos Mariátegui, hemos pasado a ser un continente de políticos grises para quienes la cultura es un obstáculo, una distracción o un simple fantasma.<br />
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Irónicamente, mucho tiene que ver en esa ruptura la continua y sofocante crítica contra la figura del letrado y contra la noción del logocentrismo que ha sido sostenida desde la izquierda durante décadas: la izquierda de hoy renuncia en gran medida a la figura del gobernante intelectual porque aborrece la imagen del político criollo, elitista, segregacionista, marginador, egocéntrico y antipopular. Una consecuencia de ello es que entre sus lìderes se cuenten personajes de una ignorancia militante y vergonzosa como Hugo Chávez, y otros como Fidel Castro, que, enmascarados en el disfraz de la defensa de las culturas latinoamericanas, han ejercido la persecución contra intelectuales contestatarios durante décadas, encarcelando y condenando al ostracismo, o humillando en la cooptación, a escritores notables y a humanistas de diversas áreas.<br />
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Los peruanos recordamos todavía cómo, en 1990, Alberto Fujimori utilizó los libros de Vargas Llosa como prueba y demostración de que el hoy premio Nobel de literatura no estaba hecho para gobernar un país con los pies en la tierra, cómo era un personaje débil, moralmente sospechoso, veleidoso, feble, quebradizo, además de un simple soñador. Pero también sabemos que una acusación idéntica se ha esgrimido contra Vargas Llosa desde muchas otras zonas de la sociedad en diversos momentos: un "buen escritor de novelas", un "escribidor", un simple "intelectual", por lo tanto, poco menos que un inútil.<br />
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No es curioso ni llamativo, sino enteramente transparente y esperable, que Fujimori haya sido el primer político peruano en acusar a otro político de dedicarle demasiado tiempo al pensamiento abstracto. Fujimori, después de todo, incluso cuando contó con la vergonzosa alianza de un intelectual notable como Pablo Macera, y de una intelectual mediocre y reaccionaria como Martha Hildebrandt, puso un énfasis crucial, durante su década en el poder, en desmontar los aparatos de conexión entre la esfera intelectual peruana y el resto de la nación: convirtió las universidades en un negocio inescrupuloso, los medios de prensa en pocilgas y el Parlamento en un circo en el que luego se han podido filtrar payasos como sus hijos Keiko y Kenji.<br />
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La prensa de Fujimori sentó el estándar de los medios de comunicación peruanos para el tiempo siguiente y hasta hoy: los diarios que cooptó, sobornó, o que de una u otra manera manejó, fueron los primeros en dejar muy en claro que la producción cultural y el debate de ideas, en cualquier nivel y en cualquier área del pensamiento, no merecía un lugar en los mass media. Incluso una corporación que durante un siglo y medio se jactó de su seriedad, como es <i>El Comercio</i>, acabó adaptándose a ese orden, engendrando diarios como <i>Perú 21</i>, que nunca se ha preocupado por mantener una sólida sección cultural y una sólida sección de libros, y que sólo es rescatado de ese vacío por la voluntad de algunos de sus columnistas, y diarios como <i>El Trome</i>, que juguetean con el amarillismo de los tabloides hasta casi no distinguirse de ellos.<br />
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Yo nunca supe que Fujimori leyera un libro. Quizás mi memoria está siendo injusta y algún lector de este post quiera refrescarla con un dato que para mí sería extraordinario. Fujimori nos gobernó durante una década y es imposible recordarlo en todo ese tiempo hablando sobre un libro, comentando una idea encontrada en las páginas de un intelectual, o en una ficción, o en una obra dramática, o en un libro de poemas, o en un tratado hstórico, la investigación de un sociólogo, los hallazgos de un teórico; la única excepción fue su referencia a los libros de Vargas Llosa, pero no era siquiera la referencia de alguien que los hubiera leído, sino el comentario chismoso y malintencionado que alguien le había proporcionado y que él repetía con desprecio.<br />
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En el gabinete ministerial de Ollanta Humala hay algunos artistas e intelectuales, y eso está bien. La presencia de Patricia Salas en el ministerio de Educación parece estar logrando, paulatinamente, lo improbable: que el tema de una reforma educativa empiece a llamar la atención de la opinión pública. Los programas dominicales del último fin de semana me dejaron una sola imagen satisfactoria: al salir de su cita con Humala, nuestra flamante campeona mundial de ajedrez, Deisy Cori, contó cuál fue el contenido de su conversación con el presidente: "me habló de historia, de la historia del Perú, y me recomendó que leyera libros, que leyera libros de historia, que conociendo la histora se puede ser mejor".<br />
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Los mismos que pintaban a Vargas Llosa como "un intelectual", como si en el hecho de ser intelectual se evidenciara una verdad vergonzante, suelen referirse a Humala como "un cachaco", "un milico" y "un militarote", dando a entender, según uno más de nuestros innumerables prejuicios, que un militar es poco menos que una bestia salvaje, un ser sin matices, una máquina autómata incapaz de cualquier reflexión.<br />
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Aborrecen al intelectual en Vargas Llosa y se quejan de la falta de capacidad intelectual de Humala. Y si les pusieran a Cristo de presidente y Cristo quisiera cambiar en algo el modelo económico o llamara la atención sobre las deformaciones morales de nuestros gobiernos anteriores, entonces dirían que Cristo es un pánfilo etéreo, un blando de carácter y un hablador demasiado dado a las parábolas. Pero bien, Humala no es un Cristo y Humala tampoco es un Vargas Llosa; pero por fortuna tampoco parece alguien conforme con la continuidad de lo insostenible ni alguien conforme con el imperio de la ignorancia. No es un intelectual, pero tampoco tiene el prejuicio anti-intelectual. Eso es un paso adelante; un significativo paso adelante.<br />
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Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.com29tag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-80718031985064459082011-08-24T15:46:00.000-04:002011-08-24T15:46:34.412-04:00Dale que dale<span style="color: #666666; font-size: large;"><b>La novedad de la copia</b></span><br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://wiki.brown.edu/confluence/download/attachments/17759/fotopoema.JPG.jpg?version=1&modificationDate=1172612438000" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://wiki.brown.edu/confluence/download/attachments/17759/fotopoema.JPG.jpg?version=1&modificationDate=1172612438000" width="293" /></a></div>El alemán Hugo Ball (iquierda) fundó en febrero de 1916, en Zurich el célebre Cabaret Voltaire, y con eso, el dadaísmo. Durante los meses siguientes, junto a Hennings, Janco, Tzara, Huelsenbeck, Arp y algunos otros, fue cimentando las ideas estéticas del movimiento y las líneas generales de su estilo, en poesía, música, artes gráficas, teatro, etc. Para julio de ese mismo año empezó a aburrirse de la repetición y en setiembre se fue de Zurich, harto de que el dadaísmo se hubiera convertido en una fórmula.<br />
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Puede ser un caso extremo, pero en su brevedad se acentúan los rasgos de la coyuntura y la condición de un artista que se siente asfixiado en la reiteración de una rutina y de un lenguaje creativo. Hay artistas que pueden hacer lo mismo o casi lo mismo para siempre y otros que necesitan que la búsqueda siga ofreciendo misterios. Lo interesante de los misterios en el arte es que la búsqueda no los revela solucionados o en trance de ser solucionados, sino que los instaura como tales, como misterios: es al modificar la exploración que aparecen nuevos enigmas, nuevos problemas, y, con ellos, nuevas respuestas, siempre parciales.<br />
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Piensen en un César Vallejo o un Martín Adán, reinventando sus idiomas poéticos en cada nueva empresa. Piensen en un Jorge Eduardo Eielson, obligado por su propio ejercicio exploratorio no sólo a modificar radicalmente su poética sino incluso a transitar paulatinamente de un arte a otro y a otros. Piensen, en cambio, en un Fernando de Szyszlo, cuyos problemas estéticos parecen haberse resuelto de golpe, casi todos, décadas atrás, y que a veces, desde hace mucho, da la impresión de haber olvidado incluso las circunstancias que lo motivaron a buscar.<br />
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Por cierto, la pasividad de muchos artistas no es independiente de la pasividad de las sociedades como consumidoras de arte: de hecho, a veces parece su simple reflejo. Existe un impulso social a la estabilidad en el consumo de arte: hay estilos y formas y lenguajes que, tras mayores o menores escaramuzas y conatos de rechazo, se aceptan de manera casi general, y otros que tardan décadas o que simplemente no son aceptados nunca del todo. En las paredes de una casa limeña de clase media, todavía hoy, es mil veces más esperable encontrar un bodegón naturalista o una escena romántica que un cuadro de la vieja vanguardia europea o latinoamericana, pese al siglo completo que ha transcurrido desde que empezaron a concebirse esas estéticas.<br />
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Pero más sintomáticas que las casas limeñas son las salas de venta de arte comercial: en el Perú, el escultor de moda es una suerte de Henry Moore cataléptico que engendra adornitos de porcelana; los artistas visuales más vendedores fabrican variantes en serie de las Vargas Girls o grabados que, a excepción de su obviedad, no están un paso más allá del imaginario dadaísta; la última vez que un escritor peruano se auto-promovió como experimental y vanguardista lo que presentó finalmente fue una novela groseramente copiada de los modales del Pynchon de hace cuatro décadas.<br />
<br />
De hecho, viendo ese tipo de fenómeno, diera la impresión de que muchos artistas no sólo no se atrevieran a recorrer caminos propios y distintos y a buscar un lenguaje hecho para un mundo nuevo: da la impresión de que sumisamente aceptaran que la única manera de pasar por aventurados e innovadores fuera regresar al arte de décadas atrás y saquearlo sin añadirle nada propio ni original; no hacer arte nuevo sino proclamar la novedad de la copia.<br />
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Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-6194362671104020382011-08-20T13:32:00.001-04:002011-08-20T13:43:04.722-04:00Sobre la crítica literaria en la prensa peruana, 2<div style="color: #666666;"><span style="font-size: large;"><b>¿No hay lectores? ¡¡Formen</b></span><b><span style="font-size: large;"> lectores!!</span></b></div><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJ1CafTZJynJlCkA85jdZlRKDXZreJwaEZdDu2rVfk4q593In1jEdp9Bnmhw87QUk3qyZMF9W4sE5p9Cgvmf0gjj8qecdqgCMK7h0Wh0Pp0nGsrm9Qk5cyALNiQYTt-_w3fA2p/s1600/lector.gif" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJ1CafTZJynJlCkA85jdZlRKDXZreJwaEZdDu2rVfk4q593In1jEdp9Bnmhw87QUk3qyZMF9W4sE5p9Cgvmf0gjj8qecdqgCMK7h0Wh0Pp0nGsrm9Qk5cyALNiQYTt-_w3fA2p/s1600/lector.gif" /></a></div>Los medios de prensa peruanos parecen haber decidido, incontrovertible y definitivamente, que los suplementos culturales son inviables y que aun más lo son los suplementos literarios. Si no escuchamos (ni leemos) con frecuencia las razones que esgrimen es porque suelen mantenerlas en silencio; uno quisiera pensar que es por vergüenza pero la verdad es que en el Perú el tema no parece lo suficientemente central como para merecer un debate y mucho menos una polémica.<br />
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Sé que los extranjeros que lean este post pensarán que la situación es análoga a las de sus países: en todas partes los lectores frecuentes, los intelectuales, los artistas y los académicos, o simplemente los aficionados y quienes buscan en la prensa algo más que información coyuntural, suelen quejarse del bajo nivel de sus suplementos culturales. Para ellos va este aviso: no, el caso no es semejante. En el Perú, desde hace algún tiempo, han dejado de existir los suplementos culturales, pese a que aún sobrevive uno que insiste en llevar la etiqueta aunque su contenido lo desmienta domingo a domingo.<br />
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Es interesante que Enrique Sánchez Hernani, periodista cultural prestigioso, de larga carrera y que ha sido incluso director de <i>El Peruano</i>, intervenga en la discusión con el poeta José Carlos Yrigoyen en los términos en que lo hace: da la impresión de que la desaparición de las secciones de libros, las páginas de crítica y los suplementos culturales tuviera siempre una explicación atendible dentro de cierta política comercial de las empresas y que el deseo de quienes quisiéramos disfrutar de todo ello (incluso él) no fuera más que una buena intención que cualquier mirada realista puede descartar fácilmente.<br />
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Miremos la prensa cultural extranjera, olvidándonos si quieren de la europea y la norteamericana: en Ecuador, en Colombia, en Chile, en Argentina, en Uruguay, en Bolivia existen suplementos culturales y suplementos literarios y reseñadores y críticos que compiten por esos espacios en un circuito que les da importancia. ¿Cuál es la consideración económica que conduce a los diarios peruanos a eliminar esas secciones cuando aparentemente en economías y culturas comparables, si no similares, el resto de la prensa latinoamericana no sacrifica esos espacios, incluso a pesar de que a veces los modera o los reduce?<br />
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Enrique Sánchez Hernani parece suponer que el contenido de la prensa está siempre condicionado por la naturaleza y las características del lector, como si los diarios tuvieran que reflejar la forma de las mayorías, y parece suponer que el lector promedio de la prensa peruana, e incluso en particular el lector de <i>El Comercio</i>, es básicamente un tonto funcional y un ignorante sin interés en ningún tipo de saber artístico o literario ("contentos e ígnaros paisanos", los llama, con todo y esa tilde en la í).<br />
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Por supuesto, Sánchez Hernani no tiene culpa de nada: él escribe su página, entrevista escritores, intenta en la medida de lo posible colocar contenidos culturales en <i>Somos</i>, la revista de <i>El Comercio</i> en la que él trabaja y que hace poco pasó de ser dirigida por Óscar Malca, un periodista y escritor solvente, a ser dirigida por Eduardo Lavado, un consagrado ex-redactor de chismes faranduleros, en un giro que nos anuncia los deseos de la dirección de <i>El Comercio</i> por continuar incinerando las posibilidades del diario de construir contenidos inteligentes.<br />
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Si sólo se pueden mantener las páginas y secciones y suplementos que avivan el contenido comercial de una publicación, entonces vale preguntarse cuándo desaparecerán para siempre las páginas de noticias internacionales, por ejemplo (no es un consejo, por si acaso). Si sólo pueden mantenerse las que tienen una amplia lectoría porque atraen la mirada de una masa significativa de la población lectora, entonces hay que preguntarse cómo así <i>El Comercio</i> ha sido, a lo largo de los años, más constante en su página de toros que en su ya inexistente sección de crítica literaria. Sí, en el Perú no sobreabundan los lectores de literatura, pero confío en que alcanzarían para llenar la Plaza de Acho.<br />
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El problema no tiene ninguna de esas dos respuestas: no es una cuestión de lectoría ni una cuestión comercial. Es un asunto de desinterés, en el mejor de los casos; de prejuicio contra la inteligencia, en el más probable de los casos; de ignorancia frente al rol crucial de las artes y la literatura en el desarrollo intelectual de una sociedad, en todos los casos. Los propietarios y directores de la prensa nacional no le dan la más remota importancia al ejercicio intelectual en ninguno de sus aspectos, y, en su mirada prejuiciosa, ninguna sección puede resumir todo aquello que desprecian de manera más clara y sintética que la sección literaria. "¿Libros? ¿Para qué?".<br />
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Es bueno notar que no se trata de asociar la destrucción del periodismo cultural con un cierto sector de la prensa, con una línea política o con una postura ideológica: diarios fujimoristas y diarios democráticos, diarios toledistas y diarios alanistas, de izquierda o de derecha, incluso diarios dirigidos por personas que asociamos con una intención intelectual, como el antiguo <i>Perú 21</i> de Álvarez Rodrich (ni hablar del actual), carecieron de secciones culturales orgánicamente funcionales y no contaron con un sólo reseñador literario fijo, hasta el punto de que eventualmente algunos de sus columnistas sintieron, o sienten, la necesidad de cubrir el vacío lanzándose a la crítica aunque esa no sea la intención primera de sus espacios.<br />
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Si hay que hablar de ignorancia, entonces, prefiero hablar de la ignorancia de los medios, antes que de la ignorancia del público. El público no se va a levantar en revuelta contra los diarios para exigir la aparición de secciones culturales y crítica literaria: cada vez son más los peruanos que han de suponer que esas cosas no forman parte del campo de acción de los diarios. Pero los diarios, en cambio, sí pueden transformar la situación en un sólo día, con la sola decisión de empezar a dar a esos contenidos una cierta importancia: una página de libros, una sección de crítica literaria, un pequeño número de páginas hechas por periodistas expertos en temas culturales, usando la imaginación para ofrecer un producto que sea inteligente y no refuerce y reduplique la sensación de que lo cultural, lo artístico y lo literario es aburrido y soporífero por naturaleza.<br />
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Porque además hay una verdad obvia: ningún lector de diarios está interesado en <i>todas</i> las páginas del diario que lee y ningún diario del mundo ofrece contenidos que estén dirigidos, <i>todos por igual</i>, a la totalidad de sus lectores. Un diario que elimina todo aquello que parezca demasiado intelectual para la mayoría de sus lectores, no está asegurando la lectoría de las mayorías (que siempre encontrará algo más divertido y rápido que leer en otra parte, o en internet): sólo está asegurando la huida en desbandada del sector de lectores que sí esperaba algo más.<br />
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Ah, la fujimorización. Antes de Fujimori e incluso durante los primeros años de su gobierno, los diarios no sólo solían tener secciones culturales, algunas malas, otras buenas, otras muy buenas, sino que además atraían un público adicional incluyendo obras literarias completas entre sus páginas. Existían los <i>Periolibros</i>, existían las bibliotecas de <i>El Comercio</i> y muchos otros proyectos imaginativos que usaban la literatura para fomentar no sólo las letras sino la expansión del saber cultural. Cuando la revista <i>Somos</i> apareció, uno de sus ganchos de lectoría era un concurso en el que los lectores debían completar un cuento que la revista publicaba con el final pendiente, y que era escrito exclusivamente para <i>Somos </i>por algún autor conocido (el primero fue Alonso Cueto).<br />
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Ahora, de pronto, resulta que la literatura espanta lectores. No, pues, no es así: lo que los dueños y directores de diarios parecen no haber entendido es la verdad más evidente de todas: la diferencia entre los amantes de las telenovelas, los amantes del fútbol, los amantes de los toros, los amantes del cebiche mixto y, por otro lado, los amantes de la literatura, es que los amantes de la literatura <i>leen</i>, la <i>lectura</i> los define, lo que ellos hacen es <i>leer</i>. El diario que instituya en sus páginas, en este preciso momento, una sección de cultura y literatura realmente buena, apreciable, interesante, llamativa, atraerá hacia sus páginas a una masa de lectores que quizá no sea gigantesca pero que será leal y recurrente.<br />
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Para terminar, repito algo que he dicho muchas veces: los medios de prensa son un instrumento de desarrollo intelectual, cognoscitivo, cultural, de enorme poder. Dirigir un diario implica un compromiso con todo ello. Un compromiso que la prensa nacional está defraudando desde hace mucho. El amarillismo, la cleptomanía y la aceptación del soborno no son las únicas enfermedades de la prensa; la promoción de la ignorancia también lo es.<br />
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La tontería fundamental de la prensa peruana es que aceleradamente está creando una sociedad en la que menos y menos gente ve la lectura como un placer. Y después se quejarán de que no hay lectores. Brillante, ¿no?<br />
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<span style="color: white;">...</span>Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-88205676045920088512011-08-16T16:52:00.001-04:002011-08-16T17:18:37.675-04:00La palabra del idiota, 2<b style="color: #666666;"><span style="font-size: large;">¿Quiénes son "todos" en el mundo de hoy?</span></b><br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisxo6RjqOGsCmJmFVWciWe-tCRO_Jlk42Q0OMwNyXCvp5Jwg74egdBYbAx625SOoSVLzwVGKTPxNYiQyncvGTmZRhwppla4H7cDv07fpClWXMb4hnhyphenhyphenXk3A5SsaRQldgqQYmAJ6Q/s1600/egocentrico.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisxo6RjqOGsCmJmFVWciWe-tCRO_Jlk42Q0OMwNyXCvp5Jwg74egdBYbAx625SOoSVLzwVGKTPxNYiQyncvGTmZRhwppla4H7cDv07fpClWXMb4hnhyphenhyphenXk3A5SsaRQldgqQYmAJ6Q/s1600/egocentrico.jpg" /></a></div>En el <a href="http://puenteareo1.blogspot.com/2011/08/la-palabra-del-idiota.html" style="color: #666666;">post anterior</a> dije básicamente una cosa: que asumir que "todos" tienen o tenemos una voz en internet es una afirmación estadísticamente errada, falsa e ideológicamente peligrosa y abusiva, por el simple hecho de que un 70% de la humanidad no tiene siquiera un acceso esporádico y elemental a internet y si empezamos a definir "todos" como "todos quienes tienen acceso a internet" estamos ejerciendo una forma singular de ignorancia, que es la ignorancia de la ceguera y la voluntaria segregación.<br />
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Como saben, mi crítica se dirigía a mucha gente pero tomaba como ejemplo un artículo de Marco Sifuentes en el diario Perú 21. A la semana siguiente, Sifuentes ha retomado su columna con <a href="http://blogs.peru21.pe/peru2punto1/" style="color: #666666;">un nuevo texto</a> en el que se refiere a las revueltas de estos días en distintos lugares del mundo. En ese segundo artículo afirma que "la mayoría de adolescentes británicos (37%) tienen un Blackberry".<br />
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En Twitter y en Facebook ya hice notar que hay algo por lo menos raro en una afirmación general de ese tipo, en la cual el 37% de los adolescentes británicos (quienes usan Blackberry) conforman la "mayoría" frente al restante 63% (quienes no lo usan). Obviamente, varias personas han respondido que se trata de "mayoría" en el sentido de que, dentro de los usuarios de smartphones, agrupados según el equipo de su preferencia, el grupo más numeroso es ese 37% que usa Blackberry.<br />
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El primer probema es que todas esas explicaciones están ausentes en el texto de Sifuentes y eso lleva a una afirmación equívoca, semejante a la que habría si yo, hipotéticamente, luego de comprobar que el apellido más frecuente en Chile es "Rojas", dijera que "la mayoría de los chilenos se apellidan Rojas", cosa que es falsa en el sentido que más inmediatamente nos vendría a la mente.<br />
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Pero toda esa es una discusión secundaria. Si uno lee las fuentes de la estadística que el mismo Marco Sifuentes cita en su artículo se encuentra con un dato central: sólo el 47% de los adolescentes ingleses tiene un smartphone de cualquier tipo. El 53% (llamémoslo "la mayoría") no tiene ninguno. Es sólo dentro del universo conformado por ese 47% de adolescentes que sí posee un smartphone que un 37% (de ese 47%) usa Blackberry, es decir, aproximadamente, el 17% de los adolescentes británicos usa Blackberry.<br />
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Regreso a mi punto inicial, que es el mismo del post anterior: Sifuentes considera al 47% de los adolescentes británicos como "todos" los adolescentes británicos (y al 17% del total como "la mayoría"), así como la semana pasada consideraba que el 30% de la población mundial (los que acceden a internet) era "toda" la población mundial.<br />
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Más allá del absurdo de un supuesto experto en el tema que no alcanza siquiera a entender las fuentes que él mismo cita, el problema es la estrechez de panorama en el que se mueve, que es la misma estrechez en que se mueven muchísimos de los idolatras de internet: un panorama en el que, bajo la mentira de que "todos tenemos voz en internet", asoma una detestable visión del mundo: sólo quienes tienen voz en internet existen, aunque los demás sean, inequívocamente, la enorme mayoría.<br />
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La semana pasada mencioné otra estadística: el 80% de los habitantes del planeta conoce al menos los rudimentos de la escritura y la lectura, mientras que sòlo el 30% tiene acceso a internet. Hay muchos estudiosos que vienen redefiniendo la noción misma de alfabetismo, bajo la premisa de que en el mundo de hoy, al menos en las generaciones más jóvenes, el conocimiento básico de internet debería considerarse un factor crucial para medir la alfabetización o la literacidad; así, alfabetizado sería quien sabe leer, escribir y usar internet.<br />
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Menciono esto porque, si aceptamos esa idea (lo que tarde o temprano será ineludible, supongo), entenderemos mejor cuál es la mirada ideológica que se esconde detrás de quienes reducen la totalidad del mundo a la suma de los usuarios de internet: es la misma forma de discriminación que se ejerció durante siglos contra quienes no sabían leer y escribir; es una nueva variante de segregación contra el no alfabetizado, en la que hay un mundo exterior donde conviven letrados y no letrados, pero luego hay un mundo interior, cerrado, explícitamente letrado, que es el que de verdad cuenta.<br />
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<span style="color: white;">...</span>Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-79708976781666199722011-08-09T20:43:00.001-04:002011-08-09T22:30:14.301-04:00La palabra del idiota<span style="color: #666666; font-size: large;"><b>¿Cuán democrática es internet?</b></span><br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://people.oii.ox.ac.uk/escher/wp-content/uploads/2008/07/wir-sind-das-web.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://people.oii.ox.ac.uk/escher/wp-content/uploads/2008/07/wir-sind-das-web.jpg" /></a></div>En <a href="http://blogs.peru21.pe/peru2punto1/2011/08/mario-vargas-llosa-vs-the-worl.html" style="color: #666666;">la popular columna de Marco Sifuentes</a>, dedicada esta semana al tema de las direcciones que toma la difusión de la cultura en la era de internet (a propósito de <a href="http://www.larepublica.pe/31-07-2011/mas-informacion-menos-conocimiento" style="color: #666666;">un texto de Mario Vargas Llosa</a>) leo el siguiente párrafo:<br />
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"La alta cultura siempre ha sido minoritaria. Internet simplemente le da voz a todos. Cultos e ignorantes, sabios e idiotas. Es verdad que nunca antes la palabra del idiota, siempre mayoritario, había sido tan difundida. Pero nunca antes se había difundido tanto todo tipo de palabra".<br />
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Lo más divertido de la cita, como es obvio, es la manera en que implícitamente parece explicar por qué esa misma columna y su autor tienen un auditorio más o menos amplio en la era de internet: "nunca antes la palabra del idiota había sido tan difundida".<br />
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Pero no es menos divertido comprobar la lógica desde la cual escribe: opone "cultos" a "ignorantes", con lo cual reproduce el modo más reaccionario de entender la cultura, y opone "sabios" a "idiotas", con lo cual da un paso hacia atrás que, creo, nadie se atrevía a dar desde la época de Lombroso o del primer darwinismo social: el mundo se divide entre quienes son cultos e inteligentes, por un lado, y quienes no sólo son ignorantes sino que son idiotas, por el otro.<br />
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Claro está, hay implícitamente un tercer grupo: quienes no tienen acceso a internet. Pero esos no importan lo suficiente para entrar en la clasificación: a decir del sabio Sifuentes, "internet le da voz a todos". Ese presumiblemente involuntario gesto discriminatorio responde a una de las fantasías más queridas por los idólatras del ciberespacio: la idea, ridícula y monumentalmente falsa, de que, en efecto, todos tienen voz en internet y que, además, esas voces no están jerarquizadas sino que se mueven en una suerte de espacio horizontal.<br />
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No es asi, claro está. Unos construyen el ciberespacio y otros se mueven limitadamente por él; unos lo regulan y otros habitan alguno de sus rincones; unos lo inventan y otros lo usan; unos lo legislan y otros siguen sus reglas; unos reciben sueldos por trabajar en él y otros no tienen siquiera los recursos para ingresar en él, aunque sea lateralmente, fugazmente. Una manzana de edificios en Palo Alto, California, tiene mayor influencia en internet que todos los entusiastas navegantes del Perú juntos; el ciberespacio está tan minuciosamente jerarquizado como cualquier otro espacio social. Quien piense que su posición en el ciberespacio es equivalente a la de Mark Zuckerberg, que levante su ejemplar de <i>Perú 21</i>.<br />
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Si no fuera patente esa jerarquización, lógicamente, no habría ningún motivo para la existencia de hackers y piratas y terroristas virtuales: ¿quién necesita romper las barreras, eliminar las diferencias y atentar contra los gregarismos y los secretos de un mundo abierto, horizontal e igualitario? A esto se me puede responder: si esa disputa existe es porque existe la posibilidad de convertir el ciberespacio en un espacio democrático. La respuesta es obvia: la misma posibilidad existe fuera del ciberespacio, pero eso no ha eliminado la jerarquización en ningún lugar del mundo.<br />
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En el mismo artículo de Sifuentes se cita la opinión de otros que, <a href="http://www.larepublica.pe/31-07-2011/mas-informacion-menos-conocimiento" style="color: #666666;">como yo</a> pero con distintos argumentos, disienten de lo dicho por Vargas Llosa: <br />
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Diego Peralta recurre a Sauerberg para afirmar que internet supone un regreso a la oralidad: la era de la imprenta ha sido un paréntesis de 500 años dentro de una historia regida por lo oral o por la disputa jerárquica entre lo oral y lo escrito. José Enrique Escardó hace notar, citando al mismo Vargas Llosa, que la "alta cultura" (otra vez) es "obligatoriamente minoritaria". Víctor Krebs anota:<br />
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"Acostumbrado a pensar con la secuencialidad de la imprenta, por lo menos desde la modernidad, el hombre occidental ha identificado lo racional con el pensamiento lógico. Ello explica nuestra resistencia a los cambios que estamos presenciando, pues desde la perspectiva alfabética o escribal desde la que los estamos mirando es imposible encontrarles validación".<br />
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Más allá de lo anacrónicos que resultan algunos de los términos empleados ("<i>alta</i> cultura" o "el <i>hombre</i> occidental"), hay que observar otras zonas oscuras. Parece descartable, por ejemplo, la noción de que el ser humano piensa secuencialmente, y no en simultaneidades: como cuando uno percibe no una nota sino un acorde musical, o presencia panorámicamente una pintura o una puesta de danza o un instante cualquiera de una película, captando en simultáneo los detalles y la totalidad de la imagen, el sonido y el sentido del diálogo, y a la vez construye unas formas de interpretación en las que conjuga y hace confluir los sentidos que encuentra en todas esas cosas. <br />
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Pero Krebs no sólo asegura que la forma de pensamiento del ser humano desde la modernidad es secuencial, sino que dice otras cosas, a saber, que ese fenómeno se debe a la imprenta y que es desde la aparición de la imprenta que "el hombre occidental" supone que la lógica es equivalente a la racionalidad. Mi impresión de no iniciado en estos temas es que desde Aristóteles, Occidente ha tendido a identificar lógica y razón pero que durante todos estos siglos ha habido minuciosos esfuerzos por distinguir la lógica como una forma altamente codificada de razón, no equivalente a la racionalidad, y que muchos de ellos han supuesto, precisamente, como fundamento, la idea de que no toda racionalidad se construye secuencialmente o, como lo hubiera puesto Aristóteles, silogísticamente.<br />
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Por supuesto, hay un peligro real en menospreciar o satanizar la cultura escrita y otro peligro paralelo en idealizar la oralidad. Comprar completos los ideales de la ilustración no es una apuesta más fallida que caracterizarlos simplemente como un autoritarismo egocéntrico que avasalla a lo oral o lo somete o lo relega y caracterizar lo oral, a su vez, como más democrático o más horizontal. Una biblioteca pública en un pequeño poblado amazónico puede interpretarse como un símbolo colonial, pero sabemos que es también un instrumento de democratización. Y las bibliotecas públicas siguen siendo más accesibles que internet para millones de personas. Esto para no mencionar otra cosa evidente: en un país como el Perú, con la flaqueza de nuestro sistema educativo y la opresión del analfabetismo al que una enorme cantidad de ciudadanos está sometida, hay un cierto componente ético que debe considerarse antes de celebrar la oralidad como una forma de interrelación y conocimiento en sí misma más democratica que la de las culturas escritas.<br />
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Si uno elige ver la dinámica de lo oral y lo escrito como una guerra de trincheras en la que hay que asumir una de las dos como posición a defender, dejará de ver, precisamente, lo más interesante de esa dinámica, que es la necesidad moderna de localizarse a la vez en ambos espacios. Pero incluso ese error es mucho más pequeño y perdonable que el que comete, por ejemplo, Sifuentes en su artículo, cuando considera que la apertura de un espacio relativamente democratizador y la apertura de un espacio para la idiotez son cosas semejantes.<br />
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Asumir que internet viaja en la dirección de una nueva oralidad, como hacen Krebs o Peralta o Escardó, o asumir que internet representa un nuevo paso en la secuencia de la ilustración y su ideal enciclopédico, como escribí yo mismo hace poco, no significa, en ninguno de los casos, festejar la aparición de una tierra de nadie autocelebratoria, en la que la expresión de la ignorancia sea la nueva cultura.<br />
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Y visto desde el otro ángulo: observar la aparición de un espacio global o comunal donde muchas voces pueden expresarse no implica de ninguna manera suponer que esas voces deban ser mayoritariamente "idiotas". Eso tiene nombres explícitos desde hace mucho: prejuicio y discriminación. O, en otras palabras: ¿qué habría que celebrar en un nuevo mundo en el que el más extraordinario instrumento de difusión jamás creado sirviera primordial y mayoritariamente para la expresión de la ignorancia propia y la feliz observación de la ignorancia ajena?<br />
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Cualquiera que sea el futuro de internet y el futuro de las formas humanas de conocimiento y racionalización, está claro que, en el presente, internet es hija de la cultura escrita, es una criatura enteramente construida por individuos letrados y que se alimenta del saber de letrados en mayor o menor medida. Hoy, confundir internet con el mundo es la falsedad más acuciante de todas las que se puedan proponer en relación con este asunto: es una falsedad que, en la práctica, cancela la existencia misma de todos aquellos que no tienen acceso al mundo virtual, y que quedan afuera de ese "todos" al que internet le "da voz".<br />
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¿Cómo se diferencia eso de las viejas sociedades en las que sólo quien supiera leer y escribir y "firmar su nombre" era considerado un ciudadano? Mi impresión es que no hay diferencia crucial. Estadísticamente,en todo caso, mientras el 80% de los habitantes del planeta saben al menos rudimentariamente leer y escribir, apenas un 30% tienen acceso a internet. Eso nos dice que es un error notable confundir el potencial democratizador de internet con su realidad actual: hoy y por mucho tiempo en el futuro, suponer que todas las voces del planeta están online será discriminar y volver invisible a la mayor parte de la humanidad.<br />
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<span style="color: white;">...</span>Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-45818356227288565862011-08-07T11:27:00.001-04:002011-08-07T11:28:57.768-04:00La causa chilena<b style="color: #666666;"><span style="font-size: large;">Protestas estudiantiles: una causa que valdría la pena copiar</span></b><br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://semidiceviprima.com/wp-content/uploads/camila-vallejo-1.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="250" src="http://semidiceviprima.com/wp-content/uploads/camila-vallejo-1.jpg" width="400" /></a></div>Con todo gusto les regalaría a los vecinos chilenos la fórmula secreta de la mejor causa criolla si ellos nos enseñaran (si nosotros aprendiéramos) a defender otra, mucho más importante, que está tomando las calles sureñas voluminosamente en estos días: la causa de los estudiantes.<br />
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Los estudiantes chilenos están reclamando y defendiendo su derecho a una educación accesible y de buen nivel, que produzca ciudadanos y profesionales en capacidad de luchar con equidad por un futuro decente, sin enormes disparidades, sin un mercado que acoja a unos y rechace a otros en función de las oportunidades que tuvieron o no tuvieron. Esa es una causa justa, una causa necesaria y una causa imitable, de la que deberíamos apropiarnos ya mismo.<br />
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La educación peruana tiene pocas de las virtudes de la educación chilena y, en cambio, tiene todos sus defectos, potenciados y multiplicados. El Perú está invadido de universidades que no son otra cosa que negocios lucrativos y rentables, que atraen estudiantes con el señuelo enteramente ficticio de una solución para sus vidas, y que colocan en el circuito de la competencia profesional a graduados que no tienen las armas para enfrentarse a él.<br />
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Las universidades peruanas multiplican mágicamente sus especialidades respondiendo a la lógica del márketing, formulando carreras que suenan atractivas sobre el papel pero que sirven para poco, ocultando sistemáticamente las cifras que reflejan la verdadera capacidad de éxito (de fracaso) que espera a un estudiante al cabo de sus cuatro o cinco o seis años de estudios superiores.<br />
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Esas universidades y otros institutos superiores o de nivel medio viven a la caza de estudiantes sin otra motivación que el aprovechamiento las coyunturas: cada vez que el mercado laboral parece crecer en una dirección, las carreras relacionadas se multiplican, rápidamente, vorazmente, sólo para desaparecer cuando la coyuntura se desvanece o cambia. Todas se vuelven productoras de publicistas hasta que el medio se agota, de comunicadores hasta que el medio se agota, de hoteleros hasta que el medio se agota. Pocas tienen una conciencia definida de su rol como productoras de una inteligencia nacional, de una clase intelectual o de una clase profesional con una formación sólida.<br />
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Los colegios peruanos, la enorme mayoría de los privados y la casi totalidad de los estatales, funcionan en la precariedad: cuando no es precariedad material, es precariedad intelectual (profesores que son a su vez víctimas de una educación que de superior sólo tiene el nombre), o la primera conduce a la segunda.<br />
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Hay cursos enteros que están librados al azar o a los recursos educativos que los maestros sean capaces de agenciarse, que son casi siempre escasos e improvisados: el caso de los cursos de literatura y la implementación de proyectos absurdos y descabezados como el infame Plan Lector, es un ejemplo triste y notorio: se trata de una educación sin brújula y sin objetivos claros.<br />
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En Chile, la protesta, encabezada por una lideresa carismática y que siempre parece tener las respuestas adecuadas, como es el caso de Camila Vallejo (en la foto), es enorme, y la reacción del gobierno es inverosímilmente sorda y no poco abusiva. En el Perú tenemos una nueva ministra de Educación, Patricia Salas, en quien muchísimos parecen ver lo mejor del nuevo gabinete de Humala. Es un buen momento para que las señales de una amplia reforma lleguen desde el Estado; pero que los estudiantes (y los maestros) empezaran a hacer escuchar sus voces no estaría de más.<br />
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<u><span style="color: #666666;">Postdata:</span></u> como nunca está de más, aprovecho para mandar un saludo a mis amigos chilenos Matías Ayala, Valeria de los Ríos, Mike Wilson, María José de Santiago, Paz Burgos, Álvaro Bisama, Andrea Jeftanovich, Rodrigo Pinto, mi ex-roommate de Ithaca, Luis Cárcamo, y los demás.<br />
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<span style="color: white;">...</span>Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-69497831689809408562011-08-06T12:49:00.001-04:002011-08-06T12:49:26.941-04:00Mi tío de Lima<span style="color: #666666; font-size: large;"><b>Hebe Uhart y una pregunta</b></span><br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjciwDRTw1RcNldqdGNsZ-5Ae6Rha_DC2mH6n6UAziom3STE10FbA166VuqVKJstvwv9f4ucxK1ICcglDm9BwOLsKIT-PXE-h23B1HWYetoUbOciLsckY_nbqzRw35QoIcDG9ev5Q/s1600/71175_110921886374_8354192_n.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjciwDRTw1RcNldqdGNsZ-5Ae6Rha_DC2mH6n6UAziom3STE10FbA166VuqVKJstvwv9f4ucxK1ICcglDm9BwOLsKIT-PXE-h23B1HWYetoUbOciLsckY_nbqzRw35QoIcDG9ev5Q/s400/71175_110921886374_8354192_n.jpg" width="265" /></a></div>En Facebook y en Twitter hice ayer una pregunta difícil y muy abierta que varias personas han respondido: si tuvieran que mencionar a narradoras (mujeres) latinoamericanas imprescindibles en una suerte de canon femenino de la región, ¿cuáles serían?<br />
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Entre las respuestas apareció dos veces el nombre de una cuentista argentina de quien apenas si he leído un puñado de relatos, Hebe Uhart (sus cuentos completos han sido editados por Alfaguara). En Google encuentro la opinión de Fogwill sobre ella: la consideraba la mejor cuentista contemporánea de su país.<br />
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En el website del diario <i>La Nación</i> hay un cuento suyo realmente encantador y que, por el tema, puede además resultar especialmente atractivo para los lectores peruanos. Se llama "<a href="http://www.lanacion.com.ar/988756-mi-tio-de-lima" style="color: #666666;">Mi tío de Lima</a>". Les recomiendo que le den una mirada y que en su lectura obvien los errores de transcripción.<br />
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Si encuentran otros textos suyos online o si quieren mencionar autoras en respuesta a mi pregunta, adelante, el post es de ustedes.<br />
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<span style="color: white;">...</span>Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-78406914789909834532011-08-05T13:13:00.002-04:002011-08-05T18:58:15.514-04:00Notas brevísimas sobre la novela contemporánea, 1<span style="color: #666666; font-size: large;"><b>W.G. Sebald</b></span><br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://static.guim.co.uk/sys-images/Books/Pix/pictures/2009/12/23/1261572201381/W.-G.-Sebald-001.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="http://static.guim.co.uk/sys-images/Books/Pix/pictures/2009/12/23/1261572201381/W.-G.-Sebald-001.jpg" width="400" /></a></div>Cada cierto tiempo en la historia de la novela aparece una obra que hace ver a sus lectores que el género es todavía capaz de hacer cosas distintas.<br />
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No me refiero a novelas que son "originales" en el estrecho sentido de la innovación formal o temática, sino a obras que muestran que la novela ofrece la posibilidad de pensar y hacer pensar en la realidad de una forma distinta, no habitual o no explorada hasta ese momento.<br />
<br />
Creo que el último escritor que logró eso fue el alemán W.G. Sebald, con libros que, sin abandonar los rasgos elementales que hacen novela a la novela, es decir, el carácter de ser ante todo un complejo artefacto narrativo ficcional que dice algo sobre el mundo, instituyó una nueva manera de decir una historia, una manera en la que la memoria funciona como un dispositivo en perpetua auto-reconstrucción, memoria que se hace a sí misma a través de memorias ajenas, no desde la evocación racional o emotiva del pasado propio, sino desde la exploración filosófico-moral del pasado ajeno.<br />
<br />
Las novelas de Sebald suelen contar la historia de cómo una conciencia individual (que es el texto mismo, la novela, acaso la conciencia del narrador) se enfrenta a las conciencias ajenas (lo que ya casi todos llamamos otredad, pero no en un sentido limitadamente identitario y ciertamente sin aspiraciones totalizantes) y muestran, sin decirlo jamás explícitamente, cómo esa conciencia individual sólo existe en la interacción, perentoria, necesaria, y, sin embargo, enteramente voluntaria, con las esquirlas semienterradas de las conciencias de los demás: el yo sólo existe en los otros.<br />
<br />
Las historias de cada una de esas búsquedas (piensen en <i>Los emigrados</i>, por ejemplo), no necesariamente alcanzan ninguna forma explícita de unidad unas en relación con otras; no necesariamente se unen o vinculan o entrecruzan; no necesariamente se influyen como si mediaran entre ellas vasos comunicantes o como si sus partes proyectaran sombras unas sobre las otras. Sebald coloca apenas una que otra imagen, de índole inciertamente simbólica (la figura de Nabokov, el cazador de mariposas), para hacer ver que debajo de los relatos vibra un bajo continuo. Pero ese leitmotif no es una clave de desciframiento, sino una señal del desconcierto del narrador y de los personajes, que luego será, también, desconcierto del lector.<br />
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<span style="color: white;">...</span>Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-53588867662526628182011-08-02T15:59:00.000-04:002011-08-02T15:59:25.716-04:00El país y la cárcel<span style="color: #666666; font-size: large;"><b>Tabucchi, Amanda Knox, Joran van der Sloot, Antauro Humala</b></span><br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUPFGD05Kl-IZ78oX5-Sd_ID132OcMaB3EIZ2VAf5Gja8VaaeyNVydhS8Tw5_-8giHUjy-YdVI-NB9Zzeb7cbXPqDy14m-XzOcrlZW5v4OCph0bHnTZ6m1mE2Dl20Tyjl5os3N/s1600/Antonio+Tabucchi.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="267" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUPFGD05Kl-IZ78oX5-Sd_ID132OcMaB3EIZ2VAf5Gja8VaaeyNVydhS8Tw5_-8giHUjy-YdVI-NB9Zzeb7cbXPqDy14m-XzOcrlZW5v4OCph0bHnTZ6m1mE2Dl20Tyjl5os3N/s400/Antonio+Tabucchi.jpg" width="400" /></a></div>El extraordinario novelista italiano Antonio Tabucchi se rehúsa a viajar al Festival de Paraty, en Brasil, como respuesta a la negativa del gobierno brasileño de extraditar a Cesare Battisti, un antiguo extremista italiano al que la justicia de su país acusa de cuatro homicidios.<br />
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<a href="http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/Cuando_literatura_y_politica_se_tocan-Antonio_Tabucchi_0_522547756.html#.TjdCMf18KBw.facebook" style="color: #666666;">El artículo (muy interesante) en que Tabucchi explica</a> su negativa abunda en críticas del novelista contra las profundas carencias del sistema judicial brasileño y la forma en que el gobierno de Lula da Silva influyó en la decisión de no entregar a Battisti a los tribunales italianos.<br />
<br />
Tabucchi recuerda no sólo otras arbitrariedades de la justicia brasileña, sino que (no sin que se le sienta un cierto aliento patriótico) hace una explícita comparación entre los estados de la administración de justicia en ambos países y entre sus sistemas carcelarios. Anota, por ejemplo, que en Italia no se tortura a presos políticos y recuerda el caso más o menos reciente de una insurrección de reclusos en una cárcel brasileña que terminó con decenas de muertos incinerados en un pabellón ante la cómplice pasividad de las autoridades.<br />
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En Estados Unidos, mientras tanto, la reanudación del juicio a la joven americana Amanda Knox, recluida en una cárcel italiana por habérsela encontrado, en primera instancia, culpable del homicidio de su roommate inglesa años atrás, produce una avalancha de artículos en los que los comentaristas estadounidenses retornan una y otra vez sobre sus críticas al sistema judicial italiano, al que consideran inmensamente corrupto, arbitrario, parcial, xenofóbico y no poco caricaturesco. <br />
<br />
En Lima, al mismo tiempo, un joven holandés está preso por el asesinato de una mujer peruana. El caso no sería mundialmente célebre si no se tratara de Joran van der Sloot, el sospechoso del homicidio de una estudiante americana en Aruba. La televisión de Estados Unidos cada cierto tiempo transmite informes del caso desde Lima, incluyendo comentarios sobre las condiciones de las prisiones peruanas y los pormenores del proceso judicial.<br />
<br />
A los americanos, por ejemplo, les parece digna de un circo la idea de llevar al acusado a la escena del crimen para "reconstruir" el asesinato. He visto a comentaristas de CNN, Fox y Headline News discutir el asunto con una sonrisa de superioridad ante lo primitivo del método. Hasta que uno de ellos mencionó que lo mismo se hace en varios países europeos y en Corea y Japón, y entonces, de pronto, ya el asunto no parecía tan primitivo.<br />
<br />
Cuando algún amigo americano me ha llamado la atención sobre la práctica carnavalesca de la "reconstrucción del crimen" en Lima, me ha tentado decirle, y lo he hecho (o lo ha hecho mi Tabucchi interior), que al menos la justicia peruana hace muchos años dejó otras prácticas aberrantes como la pena de muerte, que se sigue ejerciendo en muchos estados de Estados Unidos.<br />
<br />
Hace mucho (sobre todo después de Kafka y Foucault) que la idea de la prisión como metáfora o alegoría de las sociedades y las naciones se ha estandarizado en la literatura y en el cine. De hecho, para cerrar el círculo, podría mencionar aquí mismo películas y ficciones americanas, italianas, holandesas y brasileñas en las que se construye, de alguna manera, esa analogía. No faltarán los sociólogos que ensayen el experimento en la realidad, y que, a partir de la observación del comportamiento de diversos grupos dentro de un penal, alcancen conclusiones acerca del lugar y las relaciones de esos grupos afuera.<br />
<br />
La cosa es menos teórica y más pragmática para lo que me interesa señalar: los sistemas judiciales, la administración de justicia y la forma en que los países manejan la libertad y la carcelería de sus ciudadanos es un síntoma de la funcionalidad de esas sociedades.<br />
<br />
Cuando un americano critica la poca solvencia y la poca credibilidad de la justicia italiana, en verdad está diciendo que Italia es una sociedad disfuncional; lo mismo cuando Tabucchi observa la justicia brasileña, cuando un amigo mío de New York se ríe de las formas de la justicia peruana y cuando yo hago notar la inhumana crueldad de la pena de muerte en países como Estados Unidos por contraste con su desaparición en el Perú.<br />
<br />
De hecho, que un criminal holandes como Joran van der Sloot, hijo de un juez, elija Aruba, una ex colonia holandesa, y al Perú, que para él es un ignoto país en una zona ignota del mundo, como escenario de sus crímenes, y que crea que incluso después de la tormenta mediática que lo cercó la primera vez, puede salirse con la suya una segunda, en el Perú, es un síntoma de un juicio previo: Aruba y el Perú, para él, son lugares donde la justicia no existe; no son sociedades, en verdad, sino espacios caóticos donde cualquier cosa puede suceder.<br />
<br />
En el proceso electoral peruano, los dos candidatos finalistas, Keiko Fujimori y el triunfador, Ollanta Humala, tenían familiares en prisión: el padre de la primera y el hermano de la segunda (qué triste es decirlo). En ambos casos se temió que el ganador liberaría a su pariente de la cárcel. Ahora que Humala ha sido elegido, el rumor vuelve. Algo dice sobre el país, claro está: los peruanos mismos sabemos, mejor que nadie, que el Perú es un lugar donde la justicia puede ser burlada de mil maneras, sobre todo desde el poder político.<br />
<br />
Si el hecho llega a producirse, les daremos la razón a quienes piensan que somos una república de opereta, sin orden ni concierto, un país que se empeña en desacreditarse públicamente, un país que ha perdido la capacidad de tomarse a sí mismo en serio.<br />
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<span style="color: white;">...</span>Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-54399098453946849192011-07-31T16:27:00.000-04:002011-07-31T16:27:53.528-04:00El lector ciberespacial<span style="font-size: large;"><b><span style="color: #666666;">Sobre una columna de Mario Vargas Llosa</span></b></span><br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://cyberwarfaremag.files.wordpress.com/2008/10/cyber_security2.gif" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://cyberwarfaremag.files.wordpress.com/2008/10/cyber_security2.gif" /></a></div>Evocando a McLuhan, Mario Vargas Llosa, en su más reciente <a href="http://www.larepublica.pe/31-07-2011/mas-informacion-menos-conocimiento" style="color: #666666;">Piedra de toque</a>, observa que la fabulosa capacidad de almacenamiento de información que ofrece intenet afecta la forma en que usamos nuestra memoria y las maneras en que recurrimos a ella o la ejercitamos. Como en otras ocasiones, la observación de Vargas Llosa tiene un tinte pesimista y no poco nostálgico.<br />
<br />
Internet no afecta nuestros modales memorísticos o nuestro ejercicio intelectual porque sea un fenómeno intrínsecamente distinto de lo que fueron el libro, la imprenta o las bibliotecas. Lo hace, más bien, porque es un fenómeno semejante en su naturaleza: ofrece una forma de reunir saberes y transmitirlos, extiende su acceso, lo generaliza (hasta donde es posible hoy), activa y promueve nuestra interacción con información y conocimientos que de otra manera nos serían perpetuamente ajenos o más difícilmente accesibles.<br />
<br />
Donde internet difiere del libro es en el campo del hipertexto y de lo intertextual, digamos: en la idea de la lectura cruzada: uno lee internet brincando de espacio en espacio, y luego volviendo, buscando referencias, explorando citas, confirmando lo que no se recuerda o se recuerda parcialmente. Pero eso se parece enormemente a lo que haría un lector tradicional si leyera un libro dentro de una biblioteca: detendría la lectura para buscar otro libro que le explicara o aclarara o complicara el anterior. Como una biblioteca, internet tiene la capacidad de generar una forma de lectura compleja e intertextual.<br />
<br />
A diferencia de las bibliotecas, la capacidad de internet de satisfacer curiosidades laterales es casi inmediata, y las probabilidades de hallar una distracción en el camino son inagotables. Entiendo que eso puede parecerse a la falta de concentración o a la incapacidad de una lectura prolongada, pero no entiendo que eso sea en sí mismo un defecto o que sea el síntoma de un desbarrancadero intelectual. Y no es, como seguramente piensa Vargas Llosa, una enfermedad de la postmodernidad; a riesgo de sonar excesivamente triunfalista ante la noción misma de modernidad, diría que es casi la coronación de un ideal de la ilustración y la modernidad: el ideal enciclopédico.<br />
<br />
No es necesario hacer la analogía con fantásticas bibliotecas borgeanas: la mesa de noche de una persona habituada a la lectura, sobre la cual se acumula una pequeña montaña de libros, puede ser vista, de hecho, a la vez como una oportunidad para la lectura intertextual o como una trampa para la distracción y el desvarío. Abrir un navegador de internet es como acostarse junto a una mesa de noche en la que hubiera no uno ni dos ni decenas sino millares e incluso millones de libros abiertos.<br />
<br />
El lector tradicional, que hace quince siglos pasó de leer en voz alta a leer para su conciencia y su intimidad, y que pasó de atesorar una decena de volúmenes a coleccionar centenares, y que pasó de leer dentro de un pequeño círculo a leer lo mismo que una multitud de extraños, ahora aprende a leer a través de muchas ventanas simultáneas. No creo que sea, en sí mismo, un rasgo al que haya que temer o que haya que censurar o prevenir. El problema de la formación intelectual sigue siendo el mismo: la educación y la formación del criterio del lector; no el volumen o la longitud de la lectura, sino su densidad.<br />
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<div style="color: white;">...</div>Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-11079359747367225172011-07-18T17:16:00.002-04:002011-07-18T17:42:13.311-04:00Contra la papa rellena<span style="font-size: large;"><b style="color: #666666;">O cuándo vamos a apreciar el resto de nuestra cultura</b></span><br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLas5A_8yO0-QCaXl-Z2Re4tKFOhHxhBVbkmFK3WxzLnF17uJVSWiCQWhWv_m5okNyEqqBzouw_-bEtJDeazxV7hWxzkSiwAylxbdkD0ciDSI9FO7qTi9I7p8BTwFYHhyCISiM/s1600/Le+Figaro.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLas5A_8yO0-QCaXl-Z2Re4tKFOhHxhBVbkmFK3WxzLnF17uJVSWiCQWhWv_m5okNyEqqBzouw_-bEtJDeazxV7hWxzkSiwAylxbdkD0ciDSI9FO7qTi9I7p8BTwFYHhyCISiM/s1600/Le+Figaro.jpg" /></a></div>En 1909 Filippo Tommaso Marinetti lanzó su primer manifiesto. <a href="http://www.cscs.umich.edu/%7Ecrshalizi/T4PM/futurist-manifesto.html" style="color: #666666;">Fundación y manifiesto del futurismo</a>, se llamaba, y apareció ocupando más de un tercio de la primera plana del diario francés más influyente en el mundo del arte europeo, <i>Le Figaro</i>, que, curiosamente, era un diario en gran medida conservador.<br />
<br />
Marinetti hablaba a nombre de un grupo inexistente: no había más futuristas que él mismo detrás del manifiesto, en el que se combinaba la estridencia del surrealismo con el tono marcial de los manifiestos de la izquierda radical, que inundaban Italia, Francia y España en esos mismos años.<br />
<br />
Como sabemos, el manifiesto fue una conmoción y lanzó el movimiento futurista, acaso la más sonora de las vanguardias hasta la fundación, pocos años después, de los grupos surrealistas franceses y del dadaísmo internacional, en Zurich, en el célebre Café Voltaire.<br />
<br />
En pocas semanas, el manifiesto tenía más suscriptores reales: se le sumaron Boccioni, Balla, Carrá y el desquiciado pero originalísimo músico italiano Luigi Russolo, inventor de algunas de las más estrambóticas máquinas rítmico-melódicas del siglo.<br />
<br />
Pero la conmoción la consiguió Marinetti casi esclusivamente en los círculos artísticos y, a lo sumo, entre ciertos sectores políticos, sobre todo los conectados con el nacionalismo radical (que daría lugar luego al fascismo), el socialismo sindical y el comunismo.<br />
<br />
La masa mayor del pueblo italiano, en todas sus clases sociales, permaneció bastante ajena al alboroto de ese manifiesto que declaraba que la guerra era un acto de limpieza, que la violencia era hermosa, que las academias, los museos, las galerías y los grandes monumentos históricos debían ser arrasados y destruidos.<br />
<br />
En 1930, en cambio, un nuevo manifiesto de Marinetti, referido, curiosamente, a la alimentación futurista, causó la masiva perturbación que el manifiesto ideológico no logró entre el pueblo y la sociedad en general. El nuevo texto declaraba que la pasta, base de la alimentación italiana, estupidizaba a la gente, la malnutría, la volvía ociosa y dormilona y sin energías y que por tanto debía ser abolida de la dieta nacional.<br />
<br />
Entonces sí, los italianos, que no se habían conmovido ante el llamado de Marinetti a incediar los cuadros de Leonardo y descabezar las estatuas de Miguel Ángel, reaccionaron como si la nueva propuesta culinaria los hiriera de mala manera en el órgano crucial de la italianidad.<br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://www.cabinetmagazine.org/issues/10/assets/images/columns/10_golan.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://www.cabinetmagazine.org/issues/10/assets/images/columns/10_golan.jpg" width="226" /></a></div>Las protestas fueron violentas; el debate fue ubicuo, omnipresente; se le puso precio a la cabeza de Marinetti; una foto suya disfrutando de un plato de linguini fue publicada en los diarios como prueba de su hipocresía y revelación de su íntima maldad. La discusión se transformó en una lucha ideológica por la esencia de lo italiano. <br />
<br />
El futurismo, con el tiempo, muchas veces sin darse cuenta, fue fomentando una idea viril, agresiva, masiva y maquinal de belleza que fue la base de la estética fascista de Mussolini y que tenía enormes coincidencias con la que adoptarían los nazis en Alemania.<br />
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Cuando, años más tarde, hacia el final de la segunda guerra mundial, las tropas alemanas atravesaron Italia incendiando museos y destruyendo plazas y edificios, arrasando monumentos y arruinando doblemente las ruinas romanas, los italianos tuvieron la oportunidad de darse cuenta de que la defensa de la lasagna y el canelón, quizá, había sido menos crucial que la defensa del gigantesco patrimonio histórico que Marinetti había llamado a destruir sin que a nadie se le moviera una pestaña.<br />
<br />
Y ahora la inevitable moraleja:<br />
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No sé a ustedes, pero a mí me da un poco de tristeza ver que el único terreno en el cual los peruanos parecemos dispuestos a reaccionar con algo de orgullo por nuestra herencia cultural es cuando alguien quiere usurparnos el puesto de padres del ceviche, prohombres de la causa y científicos del pisco, mientras que nuestros gobiernos, década tras década, tratan todo el resto del patrimonio cultural peruano, literalmente, como si no existiera, sin que eso ocasione el menor debate.<br />
<br />
Sigamos así, y un día nos daremos cuenta de que todo ese patrimonio ha sido arrasado, destruido, no por ningún terrible poder extranjero, sino a causa de nuestro puro desinterés y nuestra sola tontería, cuando nuestros hijos no tengan ya ni la más remota idea de quiénes fueron Garcilaso, Guamán Poma o Vallejo, y crean, eso sí, que todo lo que los peruanos hemos hecho en estos siglos es preparar una excelente papa rellena.<br />
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<span style="color: white;">...</span>Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-34610502827956662082011-07-14T15:48:00.000-04:002011-07-14T15:48:42.458-04:00Q.E.P.D. el cuento hispanoamericano, I<span style="color: #666666; font-size: large;"><b>Sobre la paulatina desaparición de un género</b></span><br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglkdYIDhePbsfc95g99MZ4imFApko25CXBXcowDAKDLM52uL3r2EfyO7XgsXfJpF3MK4vR9SI3i_ewwEUhgeVMUaZu1VozGW_jfgdHssgUN_HJwwukSfz_qW6RGpjrD9f0pTkI/s1600/El+Aleph.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglkdYIDhePbsfc95g99MZ4imFApko25CXBXcowDAKDLM52uL3r2EfyO7XgsXfJpF3MK4vR9SI3i_ewwEUhgeVMUaZu1VozGW_jfgdHssgUN_HJwwukSfz_qW6RGpjrD9f0pTkI/s640/El+Aleph.JPG" width="404" /></a></div>En la narrativa latinoamericana, y también en la española, el último par de décadas ha sido un tiempo de obras relativamente menores. Incluso la mayoría de aquellos escritores relevantes que han producido la mayor parte de su trabajo creativo durante esos años, lo han hecho, me parece, casi siempre, en clave menor.<br />
<br />
Con excepciones notorias, las más obvias de las cuales son la narrativa de autores como Roberto Bolaño, Ricardo Piglia, Antonio José Ponte, Diamela Eltit, Javier Marías o Mario Levrero (pero dos de esos escritores están ya muertos), las novelas del mundo hispano se han vuelto cada vez más y más simples, menos aventuradas, más lineales, menos experimentales, más estandarizadas, menos ambiciosas y más previsibles.<br />
<br />
Mucho tienen que ver en eso los estándares del mercado editorial, que, además de empujar a los novelistas (con su muy frecuente complacencia) hacia un terreno siempre conocido y casi nunca problemático, han hecho otra cosa, quizás incluso más grave: casi han aniquilado los libros de cuentos, que en décadas pasadas conformaron uno de los notorios centros del canon latinoamericano.<br />
<br />
Autores como Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Adolfo Bioy Casares, Clarice Lispector, Juan José Arreola o Julio Ramón Ribeyro concentraron la mayor parte de su talento en ese género, empujándolo en direcciones impensadas, abriendo regiones enteras de la experiencia latinoamericana en esas pequeñas vetas de originalidad y de inteligencia y atrevimiento estético que fueron sus libros cruciales.<br />
<br />
No creo equivocarme al decir que en los últimos veinte años no hay una sola colección de cuentos nueva que haya resonado en el canon de esa manera, y eso, creo, se debe a que la exigencia de relativa simplicidad del mercado editorial no se refiere simplemente a evitar las grandes novelas monumentales y abarcadoras que marcaron la tradición latinoamericana durante casi todo el siglo veinte, sino, además, a evitar también la producción frecuente de pequeños libros complejos, hechos de pequeños relatos complejos, que no resultan nunca tan vendedores como una novela de consumo relativamente sencillo.<br />
<br />
Incluso los escritores consagrados saben perfectamente que ninguna editorial invertirá tanto en promocionar un libro de cuentos como en promocionar una novela potencialmente exitosa, y la consecuencia de eso es, o bien la escasa producción y la circulación casi fantasmal de libros de cuentos que son inmediatamente vistos como marginales dentro de la obra de sus autores, o bien la simple resignación de los autores a no experimentar en el género en lo absoluto.<br />
<br />
La gran excepción, claro, es Brasil, donde un autor como Rubem Fonseca puede con entera libertad construir una carrera creativa crucialmente centrada en la narración breve. Pero Brasil es un mundo aparte. En Brasil, maravillosa y sorprendentemente para el mundo latinoamericano, editoriales como Alfaguara publican, en las mismas colecciones donde aparecen las novelas más exitosas, no sólo colecciones de cuento sino incluso colecciones de poesía, que encuentran respuestas positivas del público lector.<br />
<br />
No tengo los elementos de juicio para explicar por qué los brasileños no tienen que sufrir viendo que ramas enteras de su tradición desaparecen como producto de políticas editoriales miopemente mercantilistas. El hecho es que no ocurre: los poetas y cuentistas brasileños no tienen que renunciar al relativo éxito comercial como producto de los lineamientos de las casas editoras transnacionales; pero el resto del mundo hispano, en su mayor parte, sí. <br />
<br />
¿Será que esas políticas editoriales acabarán por exterminar la tradición del cuento hispanoamericano, arrimándolo primero (como ya ocurre) a la marginalidad, y luego abismándolo a la extinción? ¿Será que la mayoría de los narradores de lengua hispana no pueden concebir una carrera literaria que no goce de cierto éxito comercial y, por tanto, están dispuestos a aceptar que esas políticas gobiernen tan determinantemente sus elecciones creativas?<br />
<br />
Jorge Luis Borges cuenta que, tras la publicación de sus primeras obras, cuyo número de ejemplares vendidos, en la primera edición, no solía pasar de las dos cifras, él mismo iba a los cafés, entraba subrepticiamente en los clósets y colocaba en los abrigos de ciertas personas copias de sus libros, pues lo que le interesaba no era la cantidad, sino la calidad de los lectores y de la respuesta de los lectores.<br />
<br />
Esa ética de la creación, que busca más la alimentación y la retroalimentación del debate que el éxito comercial, parece extraviada para siempre entre nosotros (hoy los autores suelen buscar críticas inmediatas y positivas que puedan luego colocar en un dossier y que promuevan las ventas lo antes posible). Y en esa ruta, géneros clave, como el cuento, parecen empezar a esfumarse.<br />
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<span style="color: white;">...</span>Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.com32tag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-73772302671604703882011-07-11T10:59:00.000-04:002011-07-11T10:59:39.768-04:00El fin de la vagancia<div style="color: #666666;"><span style="font-size: large;"><b>O, en todo caso, el principio de la vagancia</b></span></div><span style="font-size: large;"><b> </b></span> <br />
Les prometo que Puente Aéreo regresa pronto, muy pronto. Es más, posiblemente regrese hoy mismo, dentro de unas horas, directamente desde la terraza de algún café en Montreal.<br />
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<span style="color: white;">...</span>Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-17622869326169369642011-06-06T14:01:00.001-04:002011-06-06T16:11:12.273-04:00Buen día, mala época<span style="font-size: large;"><b style="color: #666666;">Hay que acabar con la mediocridad</b></span><br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/4/44/Bandera_del_Per%C3%BA_09a.png" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="245" src="http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/4/44/Bandera_del_Per%C3%BA_09a.png" width="400" /></a></div>Mirando los resultados electorales, uno se encuentra un número de verdades evidentes, que, de tan visibles, hieren.<br />
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Una es que una gran porción de las clases altas limeñas, que en el pasado apoyó a diversas dictaduras, a lo largo de décadas, incluyendo a la dictadura de Alberto Fujimori en los noventas, sigue empecinadamente enamorada de las soluciones autoritarias.<br />
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Otra es que un elevado porcentaje de la población limeña no sólo olvida consuetudinariamente la situación económica y de miseria social del resto del país, sino que no teme mantenerla, ahondar el centralismo, la desvinculación de la capital y el interior, que nace de la incapacidad de reconocer los problemas de los otros. Lima está conforme con el falaz crecimiento de una parte de su propia economía y los reclamos que vienen del resto del país no la conmueven.<br />
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Ante la victoria de Ollanta Humala hay quienes deseamos que su gobierno sea conciliador y concertador. Los parásitos de la televisión, anoche mismo, estaban ya deformando esa noción, convirtiéndola en una idea de "reconciliación" con "ese 50% de electores que preferían el fujimorismo". Esa, si no es una falacia o una simple mentira, es al menos una deformación maniquea de la realidad (la mitad de quienes votaror por Keiko Fujimori ayer no votaron por ella en primera vuelta).<br />
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El gobierno de Humala debe concertar, sí. Pero eso significa una negociación con todas las fuerzas <i>democráticas</i> del país, que son las que garantizarían la eliminación del riesgo autoritario. ¿Qué cosa pueden aportar los actores de la dictadura fujimorista a esa coalición? ¿Qué valor democrático se reafirmaría colocando al presidiario Alberto Fujimori o a sus testaferros en la mesa de negociaciones?<br />
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Más de un 30% de los electores peruanos prefirieron a Humala en primera vuelta, con su discurso al estilo Lula da Silva, con su versión moderna y puesta al día de una propuesta de izquierda más o menos moderada. Un 20% más, en segunda vuelta, prefirió eso antes que el regreso de la dictadura. El mandato de Humala, encontes, es claro:<br />
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Debe gobernar desde una izquierda moderada. Pero no debe, de ninguna manera, convertirse en ninguna de las dos cosas que la mayoría de los peruanos han rechazado a lo largo del proceso: ni un presidente rutinario, que se dedique a administrar la medianía sin expandir la agencia y el bienestar de los más pobres ni diversificar la economía del país; y no debe, de ningún modo, transformarse en un autócrata violentista y avasallante como lo fue Alberto Fujimori y como lo iba a ser, sin la menor duda, Keiko Fujimori, como títere de su padre y de su mafia.<br />
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La elección de Ollanta Humala no me deja feliz, claro. Hay muchas otras cosas que serían necesarias para la felicidad de los peruanos. Pero estoy convencido de que el resultado de ayer era el requisito necesario para el logro de todas esas cosas. Nada bueno hubiéramos conseguido recolocando a un criminal convicto en el poder, ni directamente ni por intermedio de sus herederos políticos.<br />
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Quizá, con el tiempo, quienes hoy se pasean por las calles del Perú con el hígado en la mano, lamentando la derrota de una banda de delincuentes, entiendan eso. Quienes hoy miran con ira a los votantes de Humala, deberán comprender que esos millones de peruanos les han salvado la dignidad por los próximos años. Pero, en el futuro, deberían aprender a salvársela solos: es inaceptable y vergonzoso que una masa numerosa de ciudadanos pretenda depositar el porvenir del país en manos de criminales y socios políticos de criminales. Se llama complicidad.<br />
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El fujimorismo no es un valor en el espectro político peruano, sino una mácula. En los próximos años intentará, porque eso es lo que le queda ahora, transformarse en una fuerza partidaria perdurable. La observación la hizo anoche Steve Levitsky en una entrevista televisiva (y Jaime de Althaus se cogió de ella para consagrar al fujimorismo como uno de los ejes duraderos y legítimos de la nueva política peruana). Si eso ocurriera estaríamos enfermando nuestra política por muchos años.<br />
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Un partido cuyos móviles son el delito, el robo, el asesinato, el abuso de los derechos humanos y la posterior excarcelación de los perpetradores, y que ni siquiera tiene el pudor (ni la inteligencia) para ocultar esos móviles detrás de la articulación de un sistema de ideas, es ponzoñoso, es una herida abierta. O es, peor aun, la marca supurante de la descomposición de otras heridas abiertas: la desmoralización de nuestra escena pública, la devaluación de nuestros marcos éticos, el hundimiento de nuestros sistemas de valores.<br />
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La parte de la sociedad peruana que ha rechazado al fujimorismo democráticamente, que se ha movilizado para rechazarlo mediante la acción elemental de depositar votos para expresar su voluntad, sin orquestar inmundas campañas de desprestigio, sin caer en los métodos del fujimorismo, <i>no debe perder esta oportunidad</i> <i>para dejar en claro, meridianamente, que ayer el fujimorismo ha sido derrotado</i>, no importa por cuán estrecho margen. En la elección más crucial que ha enfrentado esta generación de peruanos, la dictadura pasada y la potencial han sido sofocadas, rechazadas, puestas en su sitio.<br />
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Ese sitio no es el escaño de una negociación pendiente. Alberto Fujimori está en la cárcel: ese es su sitio. Montesinos está en la cárcel: ese es su sitio. Keiko Fujimori está corriendo a la prisión a llorar en el hombro de un criminal: ese es su sitio. El elenco de prepotentes fujimoristas que han regresado al parlamento son una resaca del pasado, y así deben ser vistos. Y la siguiente ola debe limpiarlos, debe limpiarnos de ellos.<br />
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Hoy es un buen día. Pero en la historia política de los países, los buenos días no aseguran la bondad de los días futuros. Humala tiene muchos aliados, y no todos serán positivos; tiene muchos rivales, radicales o circunstanciales, y no todos querrán cooperar en la construcción de una mejor sociedad. Tiene muchos observadores, muchos que votaron por él y comprometieron su vigilancia: esos son los que más valdrán a la larga. Porque Humala tiene dentro otro rival más grande: el Humala anterior, el de las ideas trasnochadas y los planes catastróficos.<br />
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Y Humala también tiene, en el fujimorismo, un enemigo corrupto, de todos los tipos de corrupción, que debería ser visto como el peligro común, para los que quieren ayudar a Humala y para los que esperan que Humala haga un gobierno que esté por encima de las expectativas, buenas y malas, que ha generado. ¿Qué tiene a su favor? Una cosa sobre todo: el respiro que significará verlo jurar este 28 de julio sabiendo que en su lugar pudo haber estado el terrible fantasma del pasado, el grotesco fantasma de la vieja dictadura.<br />
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Salimos de esta primera encrucijada; ojalá no se repita la amenaza nunca más. El Perú merece que el año 2016 no haya un Fujimori en una segunda vuelta, ni un Alan García. El Perú merece partidos serios y tiene poco tiempo para construirlos. Esa construcción debe generarse, sobre todo, fuera del parlamento, donde se congregarán por cinco años más las sombras de caudillaje, las sombras del clientelismo, las sombras de la corrupción y del personalismo. Ya es tiempo de volver a ser un país, si alguna vez lo hemos sido, y dejar las payasadas para el circo.<br />
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Una sola cosa más. Nuestra verdadera revolución llegará por la educación. El Perú insiste en verse a sí mismo como el país de los mediocres gacetilleros al estilo de Aldo Mariátegui, los panfletarios sin escrúpulos al estilo Jaime Bayly, los clowns irremisibles al estilo Raúl Romero, los propagandistas bajo la mesa al estilo Nicolás Lúcar.<br />
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El Perú no es eso. Y si lo es, no debe serlo. El Perú debe volver a ser el país de José María Arguedas, Manuel Gonzalez Prada, Clorinda Matto, José Carlos Mariátegui, César Vallejo, Martín Adán, Mario Vargas Llosa, Julio Ramón Ribeyro, Blanca Varela; el país de Unanue, Leoncio Prado, Miguel Grau, Micaela Bastidas, Francisco Bolognesi, Maria Helena Moyano.<br />
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La fujimorización mató a ese país, tras mucho tiempo en que la sociedad oficial lo mantuvo malherido, convirtiendo a esas imágenes en retórica hueca y en figurillas de álbum. Detrás de esos nombres están las ideas que nos redimirán. Hay que volver a esos nombres, a esos libros, a esos ejemplos. No somos un país de mediocres; no tenemos que convivir para siempre con toda esta mediocridad.<br />
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<span style="color: white;">......</span>Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.com29tag:blogger.com,1999:blog-17920328.post-20828547462305195222011-06-03T18:14:00.000-04:002011-06-03T18:14:33.042-04:00La fujimorización<span style="color: #666666; font-size: large;"><b>Y por qué está en todas partes</b></span><br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://paranoolvidar.lamula.pe/wp-content/blogs.dir/14707/files/2011/03/keiko_carlin_08febrero2011.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://paranoolvidar.lamula.pe/wp-content/blogs.dir/14707/files/2011/03/keiko_carlin_08febrero2011.jpg" /></a></div>Queremos suponer que la "fujimorización" del Perú es una suerte de enfermedad que sólo afecta, de manera específica, a quienes desperdician la posibilidad democratica votando por el fujimorismo. Lamentablemente, no es así. Lo que llamamos "fujimorización" no se circunscribe a los votantes fujimoristas; afecta a los peruanos mucho más allá de ese límite. La manera más discreta y breve de descrfibir la "fujimorización" es señalarla como un proceso de pérdida de vergüenza ante los hechos que más obviamente deberían avergonzarnos.<br />
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Antes de la primera elección de Alberto Fujimori, en 1990, los peruanos les pedíamos a nuestros políticos un cierto grado de decencia. Nada extremo: la política siempre ha perdonado demasiado. Pero no elegíamos gobernantes que fueran evidentemente vergonzosos o vergonzantes; si resultaban serlo, eso lo descubríamos en algún momento de los siguientes años, no durante el tiempo de sus candidaturas. O se trataba de gobernantes arribados a una posición de poder por la fuerza de las armas, la manipulación, los juegos de influencia; no convertíamos alegremente en dignatarios a los maleantes por voto popular.<br />
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Hoy, Keiko Fujimori puede decir en un débate público que "la mayoría" de sus asesores "son intachables" y eso no ocasiona un escarnio multitudinario. Unos observamos el lapsus de mediana transparencia; otros, le critican la falta de tino para expresarse; otros, una gran parte, no se fijan, no ven nada extraño. La verdad es que a Keiko Fujimori le basta con decir que un cierto asesor no ha sido condenado para volverlo viable. "Intachable", en la lengua del fujimorismo, es un adjetivo que puede designar a alguien que escapó de la justicia por un pelo. Para hacer política en el Perú con aire de legitimidad basta con estar fuera de la cárcel. Y, como sabemos, ni siquiera esa es una condición necesaria.<br />
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Pero la "fujimorización" va más allá. Los peruanos hemos aprendido a convivir con muchas más cosas. Un cardenal puede ridiculizar la democracia y los derechos humanos, y servir descaradamente a los afanes políticos de una banda inmoral, sin que eso socave su posición como jefe de la Iglesia en el Perú. Puede perseguir a una universidad, instrumentalizando a la justicia con la ayuda de sus aliados autoritarios, sin que el asunto sea entendido como una afrenta contra la libertad de pensamiento y como una humillación contra la moral cristiana.<br />
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Los periodistas pueden torcer cualquier verdad sin esperar que su deshonestidad les acarre un castigo de ninguna especie. Los dueños de un medio de comunicación pueden adelantarse a la cooptación de la futura dictadura y obsequiársele de cuerpo y alma aun antes de que el régimen sea nuevamente realidad. Un enorme sector del país cierra los ojos voluntariamente ante la evidencia de esa vileza y olvida cualquier estándar ético o moral: hasta que pasen las elecciones y se aseguren cinco años de un modelo económico que les permita vivir sin mirar alrededor, están dispuestos a colocar sus principios (incluso si esos principios son fingidos y superficiales) en la congeladora.<br />
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El otro vector de la "fujimorización" es la estupidez. Lamentablemente, ella atañe también a muchos de quienes se oponen al regreso del fujimorismo. Gran parte de la oposición (porque, en la práctica, quien se enfrenta al fujimorismo en el Perú ya está en la oposición) ha olvidado que la defensa de la moral nacional no es una bandera ridícula. Tras años de llamar, despectivamente, "moralistas", a cualquiera que propusiera unas formas de convivencia no sólo legal sino realmente civilizada, ahora les es totalmente ajena la noción de defender la legalidad en nombre de la ética y la moral.<br />
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Una parte de eso la he visto yo de cerca: la blogósfera, por ejemplo, fue capturada hace años por una parvada de tontos disfuncionales a los que la propuesta de cualquier norma de respeto mutuo les parecía "autocrática" o "autoritaria". En la práctica, instituyeron un espacio en el que la pose de defensa democrática conviviía con todas las formas imaginables de desprecio por el otro, desde la campaña de desprestigio hasta la irrupción en la privacidad ajena, desde el chantaje hasta la censura a quienquiera que se atreviera a responder. A cambio de columnas en diarios que hoy son poco menos que voceros del fujimorismo, o de cachuelos payasescos en programas de televisión, esos bloggers convirtieron un espacio potencial de respuesta al fujimorismo en uno más de sus frutos. Basta ver la manera en que tratan la coyuntura actual, como si las elecciones de este domingo fueran un partido de fútbol o el siguiente número de un cómic.<br />
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La "fujimorización" de la sociedad peruana es la que convierte a mediocres en estrellas. Está en la televisión de Lúcar, de Pérez Luna, de Magaly Medina, de Bayly, de Beto Ortiz, de Aldo Miyashiro. No importa si circunstancialmente alguna de esas personas está en favor o en contra del fujimorismo: sus vaivenes y sus zigzagueos son el fruto de la perversa educación en la banalidad que inició Alan García en 1990 y que prolongaron e hicieron costumbre Alberto Fujimori, Vladimiro Montesinos, Martha Chávez, Luz Salgado, Luis Delgado Aparicio, Jorge Trelles, Martha Hildebrandt, Luisa María Cuculiza, etc., la misma que hoy representa Keiko Fujimori.<br />
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Es irónico: uno ve las columnas publicadas por los bloggers de mentalidad infantil, los libros escritos por los novelistas del fast-food a destajo, los programas de televisión que engendra tanto payaso bidimensional, y luego uno ve a Keiko Fujimori como candidata presidencial, y uno se da cuenta de que todo es lo mismo: por encima de cualquier otra cosa, es la desvergüenza de la idiotez, la admiración por la mediocridad, la insólita y orgullosa victoria de la inpacapacidad de reflexión.<br />
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Más allá de que este domingo gane Ollanta Humala o gane Keiko Fujimori, el hecho de que no haya ningún partido político real y suficiente detrás de ninguno (ni detrás de ninguno de los candidatos que quedaron en la carrera) ya es una victoria de la "fujimorización".<br />
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Obviamente, será peor si además gana el fujimorismo. Pero sería un gran error creer que el fujimorismo político es el único rival. El proceso de pérdida de la vergüenza y de pérdida del orgullo, el proceso de creciente desamor por la inteligencia y por la actividad intelectual, el proceso de desvanecimiento de los límites éticos y de la conducta moral, todo eso a lo que llamamos "fujimorización", sigue adelante, y es el rival trascendente, el que deberemos derrotar, sin importar cuál sea el resultado de la elección.<br />
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La sola coyuntura de elegir entre dos opciones y que una sea una mafia, y que esa mafia tenga el apoyo de millones de peruanos, ya es una derrota, de la que tendremos que resarcirnos pronto si queremos ser un país viable.<br />
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<span style="color: white;">...</span>Gustavo Faverón Patriauhttp://www.blogger.com/profile/13509602281323253970noreply@blogger.com18