25.12.07

Críticos y paparazzi

Sobre periodismo, literatura e inmediatez

Mucho periodismo es literatura, de la buena y de la mala, pero la literatura no es periodismo; carece de un rasgo crucial: la casi torturada necesidad de inmediatez que suele definir al oficio de las noticias.

El domingo pasado apareció en
La República un artículo sobre cinco escritores peruanos: Daniel Titinger, Marco Avilés, Luis Felipe Gamarra, David Hidalgo y Juan Manuel Robles. La nota alude a ellos como autores de "los cinco títulos más notorios de periodismo narrativo escritos en los últimos tiempos".

Casi de inmediato, comenzó la discusión de siempre: por qué no se cuenta a cronistas como los mencionados entre los narradores importantes de la nueva generación; por qué la crítica literaria peruana no hace demasiado caso al género de lo que hasta hace poco se llamaba crónica y ahora todos quieren llamar (con imprecisión que valdrá aclarar más adelante)
no ficción.

Una primera aclaración es necesaria: quienes hacen el reclamo, por lo común, no han leído jamás, más allá de la eventual obligación de un curso universitario, un solo libro de crítica, y tienen apenas una idea gaseosa de qué cosa es; sostienen que la crítica peruana no estudia un determinado asunto, pero cuando lo dicen están pensando en las tres o cuatro columnas eventuales de comentario de libros que aparecen en un puñado de diarios limeños.

La segunda aclaración es más importante. A despecho de lo que imaginan los desavisados, la crítica literaria peruana ha dado tradicionalmente una enorme importancia a la crónica periodística, hasta el punto de que gran parte de la consagración canónica de autores como
Abelardo Gamarra, Abraham Valdelomar o José Carlos Mariátegui se debe a la respuesta que la crítica ha dado a sus obras en ese terreno.

La tercera aclaración es, sin embargo, la respuesta fundamental: aunque mucho periodismo sea literario, la literatura no es periodismo y, sobre todo,
la crítica literaria no es periodismo, razón por la cual es absurdo exigirle que preste atención casi instantánea a la aparición de un posible fenómeno que apenas si está empezando a manifestarse.

Si hay una nueva generación de cronistas de nivel interesante, y sus libros acaban de llegar a los escaparates, no será un crítico literario competente quien corra a tejer una explicación --posiblemente inverosímil-- para lo que bien podría no ser nada más que una coincidencia o una moda pasajera (no creo que sea el caso, pero esa es solo una intuición, no un juicio crítico).

Quien piensa que los críticos literarios andan por las veredas con una libretita y una cámara al hombro, cubriendo el lanzamiento de nuevos libros como quien reporta el nombramiento de un nuevo viceministro, ignora la labor de la crítica.

Quienes creen que ya es exagerada la fecundidad con que muchos inventan una nueva generación de poetas cada cinco años (la del 90, la del 95, la del 2000, la del 2005, la de la violencia, la de los hijos de la violencia, la de los sobrinos de Fujimori, la de la primera quincena de octubre del 2005, la del Perú-Ecuador, etc, etc), tendrán que detenerse un momento a pensar a qué se refiere el periodista de
La República cuando dice que los libros de Titinger, Avilés, Gamarra, Hidalgo y Robles son los cinco mejores de "los últimos tiempos".

Todos esos libros, si no me equivoco, son del último año.

(El 2005 y el 2006 se anunció el nacimiento de una nueva generación de novelistas y cuentistas peruanos; el 2007 hay quienes ya la declaran muerta y reemplazada por los nuevos periodistas: la banalidad es velocísima).

Esa mirada hipertensa del calendario, en la que "los últimos tiempos" quiere decir en verdad "las últimas semanas", es claramente periodística, por entero irrelevante e inútil para la crítica: el tiempo de la crítica es el de la reflexión histórica, la evolución de las ideas, la lenta modificación de las estructuras de sentimiento.
En los últimos tiempos, desde un punto de vista crítico, la crónica periodística peruana está surcada por más de una corriente, cada cual con sus libros y autores clave, en un abanico que se abre desde el extremo de la intervención política en la tradición de la investigación y el documento --Ricardo Uceda, por ejemplo-- hasta el del subjetivismo urbano, claro heredero del modernismo fláneur de principios del siglo pasado --Jaime Bedoya ha de ser su hijo principal--.

Entender dónde se ubican, en esas líneas o inaugurando otras nuevas, autores como Titinger, Robles y los otros mencionados, o como Julio Villanueva, Jeremías Gamboa, Gabriela Wiener, etc., será labor de la crítica, sin duda, en los años próximos; no necesariamente en los suplementos del próximo domingo.

Cada oficio tiene su lugar y cada cual tiene su ritmo. Yo he ejercido ambos, el periodismo y la crítica, por bastante tiempo, de modo que creo saber de qué hablo. Obligar a un periodista a dar las noticias sólo años depués de ocurridos los hechos sería absurdo; pero aun más absurdo sería forzar a los críticos a interpretar fenómenos literarios, estéticos e históricos antes de que puedan siquiera estar seguros de que han sucedido.

Hay quienes tienen como misión informar y acaso desentrañar las oscuridades inmediatas de la información; hay quienes tienen como misión reflexionar, debatir y profundizar más allá de ese plano. (Estos últimos no tienen fecha de cierre). Hay espacios intermedios, y en la literatura peruana, afortunadamente, esos espacios están cada vez más poblados: dejemos que la crítica los explique con el tiempo.

19 comentarios:

Anónimo dijo...

felices fiestas gustavo
http://manuelmorton.blogspot.com/

Tanque de Casma dijo...

Gustavo

Antes que nada, feliz navidad, estimado, a ti y a todos los que pasen por acá.

Sobre lo que cuentas, claro que es verdad que la crítica ha seguido a autores surgidos del periodismo. Lo que sucede es que algunos confunden la crítica con la reseña que aparece en los diarios. No sé qué tan periodístico sea reseñar un libro del año 1905 - por poner un ejemplo de una época que me vacila - y que no se ha vuelto a publicar, pero sí que es pertinente hacer un comentario para una publicación especializada. Y sí, claro, la crítica peruana se ha preocupado de material surgido del periodismo en variadas ocasiones.

Pero ya que señalas este pedido de algunos para que en las reseñas periodísticas se incluya a los libros hechos por periodistas, sería interesante - aunque un poco mala leche, tomando en cuenta estas fiestas - que estos mismos solicitantes den razones de a quiénes y por qué se debe postergar en las reseñas. ¿Acaso los reseñados no merecían ser reseñados? ¿Cuál es el valor añadido, diferente, que hace impostergable leerlos y comentarlos antes que, por ejemplo, Guillermo Niño de Guzmán, autor de quien he visto alguna reseña en estos días, más allá que una coincidencia editorial que llevó a publicar a varios periodistas en los últimos meses? Lo digo sin mala intención. De este pequeño boom de llamado "nuevo periodismo" he leído algunas cosas que me han parecido bacanes y otras no tanto. Habría que dar algún motivo para que se le dé más espacio a los colegas en detrimentos de poetas, narradores, historiadores, sociólogos, filósofos, etc, que publican libros y no siempre reciben atención mediática.

Saludos
Ernesto

Antonio Ruiz Bonilla dijo...

Un artículo muy profesional, se nota que estás en tu medio.
Felices fiestas. Un saludo y espero que puedas visitarme.

Anónimo dijo...

Sin embargo, como crítico, alejándote de los largos años de reflexión, te has jugado por Elmore y Alarcon, Gustavo. Esperaba algunos años de meditación. O también es atractivo el papel de crítico oficial de...?

Anónimo dijo...

"dejemos que la crítica los explique con el tiempo".

O mejor:
que un periodista literario te lo narre...

Anónimo dijo...

Gustavo: feliz Navidad! Haznos por favor un regalo navideño a quienes amamos la literatura pero no la hemos estudiado en la Universidad: danos tu lista de 5 libros imprescindibles sobre crìtica literaria que se puedan conseguir en Lima (en español), para quienes deseamos iniciarnos en el estudio de la literatura de manera autodidacta. Un abrazo.

Daniel Salas dijo...

Una prueba más de que es falso que la crítica no le dé espacio a lo que ahora llaman "no ficción" es la publicación de las obras completas de Cabotin, Enrique Carrillo. Yo no la tengo, pero tal vez el Tanque de Casma pueda hacer un breve comentario.
Hace varios años trabajé en una reedición de las crónicas completas de Vallejo. No aparece mi crédito, pero me pasé meses confrontando la edición anterior con los números de Mundial y Variedades en donde aparecieron originalmente.
Y seguramente los especialistas nos pueden referir a muchos otros ejemplos. La gente que vive en el presente suele dar muchas y gruesas muestras de ignorancia y, peor que eso, logran instalar un sentido común. Les recomendaría que la próxima vez se tomen un tiempo para indagar o preguntarle a un experto en la materia.

Anónimo dijo...

EL CRITICO ES EL TOMBO QUE VIGILA LA FIESTA A LA QUE LA CLASE DOMINANTE DEJA ENTRAR DE A POCOS A LA CLASE-DOMINADA-CON-INFULAS-DE-DOMINANTE, MEJOR CONOCIDA COMO LOS ARTISTAS.
LA CRITICA CONSISTE EN PEGAR DURO A LOS QUE NO SE ATREVAN A CUMPLIR LAS NORMAS, Y A VECES, SI EL CACHACO ES AUDAZ, EN ANIMARSE PERFECCIONARLAS CREANDO MARAVILLOSAS INTERPRETACIONES. UNA ACTIVIDAD INFLADA POR LA TORPE CREENCIA DE QUE LOS VALORES ESTETICOS SON UNIVERSALES. UN TRABAJO QUE DA DE COMER A VECES MEJOR QUE LA PROPIA LITERATURA, SIN LA CUAL PARADOJICAMENTE NO TENDRIA SENTIDO. UNA FORMITA DE PODER QUE LAS QUE SE LA CREEN DEFIENDEN CON TODAS SUS UÑAS.
UNA ACTIVIDAD INTERESANTE Y PRESCINDIBLE, COMO TODAS, SOLO UN MODUS VIVENDI MAS.

Anónimo dijo...

Con la no tan navideña "irrupción" del amigo 3:25 PM,este Críticos y paparazzi, en la que los paparazzi tenderán a brillar por su ausencia dicho sea de paso,se anuncia como una secuela de la guerrilla andinos-costeños de tan X recordación (pongan a la incógnita X el "valor adjetival" que la adrenalina o la mala leche o la pretendida objetividad sugieran a cada cual)Felices Fiestas a todos,no importa cual raro espécimen fuere, de toda estatura,de todo pelaje,de todo vicio,de toda debilidad y de todo Y (aquí la nueva incógnita Y debe ser un sustantivo a sacar del DRAE según la ociosidad disponible)

Anónimo dijo...

salvo titinger y bedoya, no pasa nada con los mentados "cronistas" o "narradores de no ficción". una pregunta: qué hace gamboa ahí? acaso ha publicado algo en ese "género"? que se sepa, es periodista y ha sacado un libro de cuentos, pero no veo por qué faverón ha mezclado ambas cosas (no quiero entrar al espinoso tema de los cherrys a los patas, pero si se aclara esa mención, asunto resuelto y no dije nada).

Horacio Nuñez-Ríos

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Jeremías es en efecto uno de los mejores cronistas de su generación. Fue redactor en Somos cuando yo era editor y puedo dar fe de ello.

Insinuar en este caso el "asunto de los cherrys a los patas" no es "espinoso". Es intrigante, innecesario y fuera de lugar. Jeremías ha publicado este año un excelente libro de cuentos, que bien podría yo haber puesto por las nubes en este blog, pero no lo he hecho.

Anónimo dijo...

Interesante que Faverón admita que existe el amiguismo en el reseñismo peruano. Más interesante aún es este post y su pretensión de tapar el solo con un dedo. Como es evidente, Fantomas, Morsa y Ocram, a quienes pretende cholear al no mencionarlos, se referían a la crítica ejercida en medios de prensa, que por más inmediata que sea, sigue siendo crítica (¿si no lo fue, qué demonios hiciste acá en Somos todos esos años?).

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Yo tengo amigos, no amiguistas. Si esa no es tu situación, el problema es tuyo.

El post está bastante claro. Si el "anónimo de la 6.9" no lo entiende, ya lo entenderá quizás el "anónimo de la 7.1".

Tanque de Casma dijo...

Daniel
Cuando mencionaba 1905 pensaba justo en dos novelas: Las Cojinovas de Cloamón y Cartas de una turista de Cabotín. No he leído aún su obra reunida (se lo sugerí a mi esposa como posible regalo navideño, pero ella me vio más caído de ropa por lo que a esperar fin de mes, caballero), pero sí la novelita unas cuantas veces. Es bien interesante por varios motivos. Describe la vida en el ese entonces aristocrático balneario de Chorrillos - un antecedente de Asia y demás, tiene una corrosiva visión de la clase alta peruana, y es posiblemente uno de las primeras novelas sobre la vida en balnearios de esa época. Varias novelas posteriores repiten algunos de sus estrategias. En fin, una lectura deliciosa. Pero es ficción, no crónica. He leído cosas suyas sueltas en variedades, pero apenas lea el libro que acaba de salir te lo comento.
Un fuerte abrazo
Ernesto

Anónimo dijo...

por qué será que cuando uno de los amigos de Faverón saca un libro para él es lo máximo pero para los críticos es uno más? Ya pasó con Diego Otero y con Enrique Prochazka. Feliz Navidad, pex

MP

Anónimo dijo...

Hola Gustavo

Las historias de algunos jóvenes cronistas peruanos que se mencionan en este post acaban de ser traducidas y publicadas en la prestigiosa The Virginia Quarterly Review, en un especial sobre Sudamérica y editado nada menos que por Daniel Alarcón. Y en Lima para variar nadie ha dicho nada. Ni en sus periódicos ni en sus blogs.

Puedes verlo aquí:
http://www.vqronline.org/south-america/

Basta echar un ojo a google para encontrar artículos sobre el papel de la crónica en este inquietante momento que vive la narrativa peruana en el exterior. Sin mencionar la infinidad de artículos, reseñas y reportajes que ha merecido Etiqueta Negra (la única revista en Lima que dio a los periodistas espacio y tiempo para escribir y por eso ahora se puede hablar de grandes reportajes y libros de no ficción) la mayor parte en medios extranjeros curiosamente.

Un blog como el tuyo podría ser también un espacio para hacer eco de la crónica última que se escribe en el Perú y de lo que se dice de ella. Odio quiero más que indiferencia.
saludos

Anónimo dijo...

Es cierto lo que dices, Gustavo. La crítica no debería andar como un radar enloquecido capturando cualquier lanzamiento coyuntural.

Sin embargo, como un escritor que experimenta la publicación de su primer libro (Lima freak), he notado lo siguiente:

Que a los escritores de ficción se les llama automáticamente escritores, por más deficientes o elementales que sean sus obras, mientras a los que publicamos un libro de literatura de no ficción se nos evita clasificar dentro del oficio, como una forma inexplicable, creo, de diferenciar categorías y como si ser escritor fuera un mérito en sí.

Que a los escritores de ficción se les hace una crítica sobre la obra, es decir, sobre las virtudes y defectos del texto escrito, mientras que los libros de crónicas o de periodismo narrativo se les hace reseñas anecdóticas que versan únicamente sobre el "tema" que las obras "abordan".

Que mucha gente supuestamente culta tiende a pensar que el término literatura se refiere solo a la invención de ficciones.

Que rara vez una crítica va a fijarse en cosas como el uso de técnicas narrativas (manejo de tiempos, cambio de ritmo, elipsis oportunas, diálogos, fijación de elementos en la descripción, inclusión del yo narrativo), pues se da por sentado que "lo que se dice" y lo que "se cuenta" es más relevante.


No creo pertenecer a ninguna generación ni grupo, y así se lo hice saber al periodista de La República cuando me llamó. Lo mío es la literatura. Espero que quienes me lean puedan decirme si es de la buena o de la mala.

Un abrazo y feliz Navidad.
Juan Manuel

Tanque de Casma dijo...

Hola, Juan Manuel

Un colega de mi trabajo está leyendo tu libro y me ha hablado bien de él. Posiblemente él publique una reseña. Yo aún no lo leo, por lo que lo pondré entre los pendientes.

Sobre lo que afirmas creo que no es exacto del todo. Tú dices que a todo autor de ficción se le denomina escritor y a su obra literatura. Pero no es así. Recordando un ejemplo de mis tiempos universitarios, si alguien publica una selección de chistes - un género que es claramente de ficción -, no creo que se le pueda catalogar dentro de la literatura. Estaremos de acuerdo que aunque hemos escuchado el nombre de Jaimito, no es éste un personaje real.

Ahora bien. Tú reclamas que por el uso de ciertas técnicas se incluya a las obras que las emplean dentro de la literatura. Se puede discutir sobre eso. Tal vez en algunas ocasiones puede funcionar ese criterio. Pero, volviendo a apelar a mis años de estudiante, yo recuerdo que en el libro Francisco Pizarro, el Marqués Gobernador, de Antonio del Busto, se echaba mano a recursos narrativos y era un libro de historia. ¿O también lo incluimos en la literatura?

Una pregunta me gustaría hacerte. Tú reclamas que se te llame escritor. No tengo problemas con eso. Pero a la vez dices que no hay mérito en serlo. ¿Por qué rechazas ser calificado de cronista o periodista? ¿Hay un demérito en ello?

Bueno, felices fiestas a todos. Y más felices ahora que la Kodama acaba de anunciar la esperada publicación de la novela inédita de Borges.

Un abrazo
Ernesto

Anónimo dijo...

Ta que buena, inocente. Por un segundo mi borgiano corazón dio un respingo...