13.11.05

El escritor y el mundo

Javier Marías y su biblioteca en el campo de batalla (Fotomontaje: gfp).

En un artículo del último número de The New Yorker (que pueden ver aquí quienes lean inglés), Wyatt Mason revisa laboriosamente un buen número de rasgos cruciales de la obra de Javier Marías, por quien siente una evidente admiración. Sin embargo, el rasgo que más le llama la atención, con el que decide iniciar su largo ensayo, es el hecho de que Marías, por más de una década, haya publicado una columna semanal en la prensa española, y que esa columna no se haya circunscrito a temas estrictamente literarios, sino que haya lidiado también con cuestiones políticas.

"Los novelistas norteamericanos, típicamente, no escriben para la prensa", apunta Mason. "Es difícil imaginar a Philip Roth o incluso a Norman Mailer produciendo una columna semanal sobre política o actualidad", añade. Y tiene toda la razón. Pero el rasgo de Marías que sorprende a Mason no puede sorprendernos a nosotros, ni a centenares de millones de personas en muchos otros rincones del planeta, donde la prensa, cotidiana o eventual, el trabajo en los medios, y la opinión política, a veces incluso encarnizada y militante, parecen venir con el paquete del oficio literario.

En el Perú, por ejemplo, es difícil pensar en un narrador de cierta trayectoria que no calce con ese aparente requisito: Vargas Llosa, Bryce, Cueto, Gutiérrez, Elmore, Bayly, Niño de Guzmán, todos son columnistas o articulistas habituales; otros, como Ampuero, son periodistas políticos de carrera; Prochazka ha publicado mucho en áreas ajenas a la literatura; Iván Thays tiene ya buenos años en la televisión, y tuvo otros tantos de columnista, y aunque sea el que más se mantiene dentro de un marco estrictamente literario, o libresco, está claro que la televisión, y ni qué decir el blog, son medios que Mason encontraría peculiarmente sorprendentes en un novelista. (Quizá Rivera Martínez sea el más ajeno a los medios en el top ten de nuestra narrativa).

No es simplemente que la economía empuje a los escritores a otros campos: se trata de una larga tradición en muchos lugares del mundo, presente secularmente en América Latina, una tradición que ve a los escritores como opinadores, observadores, como críticos de su tiempo, y también, para usar el término que prefiere Vargas Llosa, como francotiradores. No es extraño, además, y el mismo VLL nos lo recuerda, que esos observadores se conviertan en actores políticos protagónicos.

Es incluso reconfortante ver que, en un país como el nuestro, que ha bajado la escalera del horror intelectual como quien se arroja por un tobogán, sobreviviendo a la estupidez orgánica de gobiernos como los de García, Fujimori y Toledo, los novelistas tengan todavía un espacio en la prensa. ¿O será sólo un rezago del pasado, ya vaciado de sentido? ¿Tienen de verdad los escritores, todavía, algún prestigio social?

A veces tengo la impresión de que ese prestigio es únicamente, por decirlo así, lingüístico: la gente puede agradecer y admirar el estilo de una columna bien escrita, una crónica por encima del promedio, puede aplaudir al que escribe bonito y reconocerle un valor intrínseco a ese talento. Pero eso no quiere decir que le reconozca a la opinión de los escritores (al contenido de esos textos) una importancia especial, o, si quiera, alguna importancia a secas.

Siempre he tenido la ingenuidad de creer que no se puede escribir La casa verde sin una comprensión única de ciertos problemas sociales complejos; que no se puede crear Un mundo para Julius sin detectar profundamente la mecánica del prejuicio y la discriminación; etc. Pero todos sabemos lo que se decía de Vargas Llosa en esa segunda vuelta del año 1990: una cosa es la ficción y otra es la vida; una cosa es escribir bonito y otra es comprender las cosas. En la imaginación de la calle, la distancia entre literatura y realidad parece enorme, gigantesca, insalvable.

Quizá hoy los escritores tienen un espacio en la prensa no porque sus opiniones sean atendibles. Quizás, más allá de la perspicacia y la inteligencia que puedan desplegar en sus textos, ahora tienen ese espacio por el motivo opuesto: porque, para la gente, sus voces son inocuas, secundarias; sonoras y bien articuladas, sí, pero incapaces de hacerle daño a nadie. Quizás, ahora sólo están allí para divertir.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Y periódicos como Perú 21 los ponen a escribir a los unos contra los otros para armar el gran circo (polémica le llaman) y estos sabios se prestan creyendo que su rollo es de interés cuando no son nada mas que carne de cañón para vender tres o cuatro ejemplares más.

Anónimo dijo...

Te felicito una vez más Faverón, este es un asunto de interés. Pero esta vez mi aporte va a ser anecdótico: ¿sabían que el novelista mexicano Paco Ignacio Taibo II escribe una columna en El Universal de México TODOS LOS DÍAS sin falta desde hace dieciocho años?

Leo Zelada dijo...

¿Sera cierto que los escritores son inofensivos para la prensa?... muchos escritores si lo son pero algunos son muy temidos como Mario Vargas Llosa.Es obvio que las opiniones politicas de Cueto por ejemplo no tienen ninguna importancia para la ciudadania en general.

Leo Zelada dijo...

Por otro lado las opiniones politicas de Miguel Gutierrez son de lo mas cuestionables mas que importantes.

Félix Reátegui dijo...

Existe una categoría -- no sé si en el mundo anglosajón o en el francés -- que señala al "intelectual público". No es solamente aquel que tiene presencia más allá de sus libros de creación literaria, sino que en esa presencia pública se involucra en, y en los mejores casos, define o alimenta, los debates públicos. De la lista de mencionados por Gustavo, no todos caerían en esa categoría. Niño de Guzmán tiene una excelente pluma para el comentario de libros; Cueto escribe columnas pero más en la onda de insider cultural (no como periodista cultural, pues me consta que no hace su tarea), y así. Curiosamente, Rivera Martínez, alejado de los medios como dices, Gustavo, sí opinaba como "intelectual público" cuando escribía en el recordado diario El Mundo (donde escribía excelentes reseñas Carlos Garayar). Entre los estadounidenses, el paradigma es Gore Vidal.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Curiosamente, como subrayando el tema del que hablábamos, en La República de hoy Peter Elmore aparece como invitado en la columna de Mirko Lauer, con un texto sobre el panorama político en EE.UU.:

http://www.larepublica.com.pe/index.php?option=com_content&task=view&id=94526&Itemid=559&fecha_edicion=2005-11-14

Oscar Pita Grandi dijo...

Definitivamente el escribir una columna semanal en algún medio de prensa que cuente, al menos, con una mediana reputación, no le para la olla a nadie. Dentro de las bondades y maleficios que ofrece el ser un columnista (bueno o malo, soso o agudo, etc.) está incluída la publicidad del nombre. Si se es un escritor, dependiendo de la aceptación de su columna,está en juego cierta llegada a la obra publicada.

Es sabido que nuestroe escritores reconocidos poseen una aceptación mayor de sus argumentos. También por ello, mayores discuciones cuando lo amerita. Esto juega bastante con lo desubicados que somos los peruanos, que estamos esperando siempre que alguien haga o diga algo para empezar a ver de qué lado nos ponemos. Ahora, tampoco deja de ser una cuestión social (y acaso lo que llamamos sociedad no pueda escapar a los límites de Miraflores, San Isidro, Barranco, San Borja, LA Molina y Surco). Sucede que el periódico más vendido en el Perú es uno de los que valen medio sol y es el favorito de los microbuseros y comerciantes (no recuerdo si EL BOCÓN u otro parecido) y en él, que yo sepa, no mantiene columna alguna ningún escritor, al menos no alguno reconocido. Entonces, a pesar de que algunos escritores, en su función como columnistas, puedan ser considerados como elementos nímios o importantes, siempre esta distinción será hecha por una reducida esfera social, acaso la más culta y ya sabemos que en el Perú, esa no es ninguna mayoría.

Gustavo, un fuerte abrazo y una vez más felicitaciones por tu artículo.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Daniel Flores: no entiendo exactamente por qué eso último (lo que dices acerca de los críticos) sea distinto de lo que han hecho los críticos tradicionalmente.

Esto es, si te refieres a los críticos que llegan al lector común, es decir a los críticos que escriben en los medios. Los críticos académicos, claramente, no tienen influencia directa en el lector común, ni antes ni después de Internet.

Leo Zelada dijo...

Dagbety,

Es cierto lo que dices,el descredito de los intelectuales luego de su lamentable papel durante la dictadura fujimorista tantos los que estaba a favor y yo agregaria los que se callaron en silencio o solo expresaron su disconfirmadad en las 4 paredes de su dormitorio ha hecho que la ciudadania no tome en cuenta a los "intelectuales" y su supuesta Función publica.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Pero las conclusiones de lo que dices son evidentes: hay intelectuales honestos e intelectuales deshonestos, y los hay en cada punto del espectro político. Macera, Martha Hildebrandt, Tudela, Trazegnies, son buenos ejemplos, que todos tenemos en la memoria, y ojalá los tengamos siempre, de gente que usa el endeble prestigio de su aura intelectual para seguir intereses menores, subalternos y ciertamente vergonzosos.

Pero, en una sociedad que se comportara ante estas cosas de manera racional, la deshonestidad de unos intelectuales no debería dañar la imagen de los demás. Imagínate qué habría pasado con la imagen del intelectual en Alemania luego de la cantidad de filósofos y escritores que apoyaron a Hitler abiertamente. Así como la honestidad de unos no limpia la bajeza de otros, la oscuridad y el cinismo de algunos no debería manchar a los demás.

Yo creo que los ejemplos que mencionas dejan simplemente la lección, obvia, de que se puede ser inteligente y miserable a la vez.

Elvis Mendoza Martínez dijo...

En una entrevista que se le hacía al poeta Enrique Verástegui el decía lo siguiente: En tiempos confusos los intelectuales tenemos que ser guías... En estos tiempos, si hablamos de los escritores peruanos, considero que no existe un voz comprometida y crítica de nuestra realidad. Los escritores, se sienten al margen de una sociedad que nos lo reconoce y con la que no tienen ninguna responsablidad social. Cuando uno lee las opiniones de Mario Vargas Llosa en muchos casos, impregnada de su posición liberal, es discutible y muchas veces no etica: como el hecho de defender la invasión a Irack. Ahora si pensamos porqué los escritores no interesan a los lectores, y no hablo de los que sienten la lectura como algo indispensable, sino del lector ocasional, el del diario 'popular', el que no compra libros... esto se sucede porque nos les interesa simplemente. Pueden leer la columna escrita por cualquier persona, finalmente, esto no determinara que la lean. Los escritores comprometidos con su tiempo, aquellos idealistas ya no existen. Es una pena comprobar ello. Si pensaran, muchos, como escriben y se comprometieran con sus textos asi como con la realidad de su tiempo y espacio; y si asumieran un papel de vanguardia en el fomento de la lectura, sin duda su presencia sería más importante y relevante.

Leo Zelada dijo...

Elvis las opiniones politicas de Vargas Llosa en Irak no la comparto,más él fue uno de los pocos escritores que se enfrento frontalmente contra la dictadura de Fujimori y ese es un gran merito en una epoca en que casi toda la intelectualidad callo a los 4 vientos.

Leo Zelada dijo...

Gustavo,

El problema no es como dicen algunos que se cometio un error al no expresar opinion la intelectualidad peruana durante la dictadura pasada,el problema es que esta supuesta intelectualidad esta totalmente alejada en este aqui y ahora de los grandes problemas de nuestro pais.Asi que el problema persiste.
¿Algun escritor habla de la gran miseria que padece las grandes mayorias de nuestro pais como si se hizo en la generacion del 50?¿algun escritor participa de los reclamos contra el centralismo activamente como si sucedio en las primeras decadas del siglo XX?¿algun escritor se involucra en los temas de la inseguridad ciudadana?¿algun intelectual defiende los derechos de los consumidores?.

El intelectual peruano y a nivel global se ha distaciado del ciudadano comun y corriente.

Asi que para mi,no habido mejora alguna.