10.1.06

¿Lecturas plebiscitarias?


Pocas veces he leído reseñas escritas por el comentarista Luis Aguirre, de quien algunos amigos me han hablado positivamente. La curiosidad me ha hecho buscar sus columnas recientemente, y hoy, así, me encontré con su revisión de la novela La hora azul, de Alonso Cueto. En general, su comentario me parece más hepático que racional, incluso gratuito en varias observaciones.

No comprendo, por ejemplo, la necesidad de ese movimiento retórico que efectúa Aguirre al insertar la comparación entre Cueto y Bayly: maliciosamente, Aguirre despliega el paralelo de forma tal que acaba atribuyendo a Cueto las desbarradas de Bayly (y cuando más tarde establece las diferencias, el daño ya ha sido hecho).

No comprendo el absurdo de ironizar la actitud memoriosa y descubridora del personaje: "mea culpas y revisionismos al por mayor", se burla Aguirre, confundiendo flagrantemente revisionismo con afán revelador, es decir, descaro con sentimiento de culpa, indolencia con dolor; además, Aguirre ignora que los "mea culpas", en temas como este, son siempre el necesario primer paso para la comprensión del pasado. ("Revisionismo", como debería saber Aguirre, es el nombre con que se designa, en temas similares a este, a la corriente de quienes niegan la comisión de crímenes o proponen políticas de borrón y cuenta nueva, nada de lo cual tiene que ver con la novela de Cueto).

No comprendo si es sólo ignorancia o si es mala fe la que lleva a Aguirre a afirmar que "quien escribe La hora azul es lo que en inglés se suele llamar un unreliable narrator (narrador "poco confiable") que lanza su discurso autocrítico ("la muerte, la pobreza habían pasado frente a mí como accidentes de la realidad") desde una posición incómodamente parcializada". Porque Aguirre debe saber (y si no lo sabe, debe regresar a la universidad) que "quien escribe La hora azul" no es el protagonista de la novela, sino su autor, Alonso Cueto, quien ninguna pena tiene que pagar, o, al menos, ninguna que no debamos pagar todos los demás, Aguirre incluido.

No comprendo qué sentido tiene la frase final de Aguirre: "¿Es posible conectarse con los padecimientos personales de Ormache?", se pregunta retóricamente, refiriéndose al rico abogado que protagoniza el relato. Y se responde de inmediato: "Noventa por ciento del Perú dirá que no". No recuerdo haber leído en toda mi vida una descalificación tan absurda como esa última (salvo por un par de discursos de Fidel Castro, en los que justificaba la persecusión de ciertos escritores cubanos), una descalificación en la que Aguirre parece desestimar la novela de Cueto, básicamente, porque su protagonista sólo representa al diez por ciento de los peruanos. (Que se agarre Vargas Llosa: tengo entendido que no hay más de un quince por ciento de Zavalitas en nuestro país).

Son, en suma, tantas las cosas que no comprendo en ese artículo, que espero que algún lector amable tenga el buen ánimo de explicármelas.

33 comentarios:

cesar dijo...

Marqué algunas páginas de mi ejemplar de "La hora azul", que terminé de leer la semana pasada. Abro al azar y copio:

"El lunes fui a un almuerzo con un cliente en el restaurante La Eñe, del marqués Valero Palma. Estaba almorzando una paella con calamares en su tinta cuando sonó el teléfono (me acuerdo de los granos negros de arroz, paralizados por el ruido)."

Como dice mi amiga Akito: iaaaa...

A ver, otra página (al azar, lo juro):

"Yo estaba obviamente llevado por la ilusión pues apenas empecé a golpearlo comprendí que mi desventaja había empezado. Sus brazos parecían dos martillos. Sentí los primeros golpes y me perdí en una larga explosión de dolor."

Ajá.

"En el carro propuse ir al Café Café de Larcomar. Aceptó agitando la cabeza. En realidad, como es obvio, yo no quería ir con él a un sitio muy concurrido. El Café Café es un lugar bastante cómodo, con buena vista, sabrosas ensaladas y casi vacío a esa hora."

Daniel Salas dijo...

No entiendo el comentario anterior. Exijo una explicación.

Anónimo dijo...

Obvio pues Danielito, no seas condorito. Por los pasajes citados, el libro se cae de las manos de malazo ademas de ese tufillo a momia seca oligarquica.

Daniel Salas dijo...

Lo que es obvio es que el comentarista anterior no sabe lo que es un narrador. Con ese criterio, podemos acusar a Borges de nazi y a Ribeyro de racista.

Anónimo dijo...

ya nos enseñaron la diferencia entre narrador y autor. gracias.

pero el libro adolece de alonsocuetismo: párrafos aburridos, trama que quiere ser interesante, páginas que se caen de las manos...

ejemplos, los de césar, ya que faverón siempre los pide...

Anónimo dijo...

Por los ejemplos que posteó César, especialmente el tercero "El Café Café es un lugar bastante cómodo, con buena vista, sabrosas ensaladas y casi vacío a esa hora" (pareciera un anuncio publicitario mediocre de inminente consecuencia a "tres cosas ricas en un solo lugar") podría uno concluir que no se trata de una novela tan laborada como publicitada (estoy convencido de que El Mero Loco sabe quién es Alonso Cueto y hasta se aprendió el calificativo de "el sucesor generacional de Vargas Llosa". Empero, fuera conveniente, quizás, recordar que Bolaño y Vila-Matas, herraldes también, por cierto, padecen de desperfectos similares. Un mal párrafo lo encuentras incluso en el novelista más hegemónico. Y Luis Aguirre, lamentablemente recurriendo a exageraciones absurdas (¿Bayly-Cueto?, ¡por favor! coincido con Gustavo en eso de que la distinción tardía viene a ser las letras chiquitas del contrato), ha criticado algunos errores de Cueto.

Es preciso señalar los desatinos para colaborar con el oficio literario, mas no por eso descalificar al escritor. Dudo mucho que Alonso Cueto haya apurado el paso en tal o cual línea, tiendo a pensar que su mismo juicio, humano por sobre todas las cosas, lo llevó a elegir palabras no tan adecuadas, y a construir párrafos de baja calidad, por qué no decirlo. Como todos.

Alonso Cueto es un gran novelista, lo ha demostrado ya. Pero sí, ¡oh sorpresa!, él también se equivoca.

Saludos,

Anónimo

Anónimo dijo...

¿Qué es un "gran narrador"? Esto está pareciendo la página de elogios y descalficaciones ad hominem de Thays.
Ciertamente, la novela de Cueto copia técnicas vargallosianas con descaro, pero eso ya es tradicional en él. Sin embargo, en mi opinión, es de lejos la más legible, no solo por la limpieza del estilo sino porque plantea una metáfora de la reconciliación entre clases -luego de la guerra de sendero- intrincada en sus dilemas morales, pero muy creíble.
Invito a leerla, con la salvedad, eso sí, de que es la novela buena de un novelista irregular, que está lejísimos de ser el sucesor generacional de Vargas Llosa, como se ha escrito por ahí

Anónimo dijo...

Se puede tener la impresión que se quiera de la novela de Cueto -la mía es muy crítica- pero no se puede aceptar una lectura malintencionada, sesgada e irresponsable como la que hace Aguirre (¿es primo de Leonardo, como dicen?).
Malintencionada porque la comparación con Bayly es pura estrategia de desprestigio; sesgada por que solo enfoca un aspecto (obviamente el que conviene a sus torvos propósitos) de la novela, e irresponsable porque debido a sus deficiencias de formación académica, Aguirre utiliza mal conceptos que desconoce (revisionismo, narrador poco confiable, "narrativa imaginaria de lo fáctico"!?).
Con respecto al argumento porcentual que introduce al final de su "lectura", quedará como una joya de la infamia involuntaria (esperemos que sea estulticia y no malicia lo que lo llevó a esto).
Recorrer las páginas de un libro con la vista no es leer, joven Aguirre.

Gaspar de la Nuit

Anónimo dijo...

Discrepo de Gaspar. Creo que Aguirre puede decir lo quiera y Gustavo, amigo de Cueto, puede salir a defenderlo yn nosotros podemos juzgarlo y decir actuó bien o actuó mal. Sin embargo, hubiera apreciado más que Gustavo no atacara a Aguirre, sino a las inconsistencias de Aguirre (el post asume los dos ataques como parte de su estrategia retórica). En fin, la expresión "no es nada personal" parece ajena incluso a las mentes más lúcidas.

Anónimo dijo...

NO ES NADA PERSONAL

Estimado Gustavo.

Me parece justo que salgas a defender a Alonso Cueto y a su novela. Los motivos que expones para descalificar la labor de reseñista que hace Luis Aguirre son coherentes. Más allá de que Alonso Cueto sea al menos para mí un escritor reaburrido. Son gustos.

Te tomarás el tiempo de hacer defensa de toda obra literaria que ha sido reseñada malintencionadamente?

La lista de reseñistas con mala leche es contada pero significativa.

Me da la impresión de que peores son los casos donde se da el bombo a ciertos escritores y no sé bajo qué motivos, porque literarios tampoco son - como ya lo retrataste en sentido inverso en el caso de Aguirre sobre Cueto.

Hay bombo. Y quieran o no aceptarlo, Alonso Cueto lo hace desde una columna de Perú21. Es mi opinión y espero que la respetes.

Carlos

Elvis Mendoza Martínez dijo...

Sobre lo que dice el anónimo de las 9:54, siguiendo esa lógica, podríamos acusar a Luis Hernán Castañeda, en su novela Hotel Europa, de los mismo que a Alonso Cueto: "Éramos apenas seis pasajeros, tres campesinos mugrientos que parecían monstruos importados del Perú..." (página 17).

Anónimo dijo...

Se llama sociocritica, elvis, y no, no se puede aplicar a ese pasaje de hernan: en este caso no hay turron oligarquico sino deletreos de chibolo en pose postmo. saludos.

Elvis Mendoza Martínez dijo...

¿Y cómo se logra hacer esa distinción? Anónimo.

Anónimo dijo...

Leyendo pues brother, entre lineas, no con ojo de gorgojo. Contextualizar el texto, relacionar el pasaje con lo que se sabe del texto y del autor, y con las lineas culturales prevalentes de estos tiempos. Toda lectura gana en perspicacia cuando se deja de ver el arbol y se ve el bosque. Y obviamente toda lectura es parcial, discutible, operante. En el pasaje citado el tonito racista del narrador no remite a te de tias en restaurant de san isidro, sino a tremendismo adolescente buscando llamar la atencion en su doble operacion de exclusion racial e impostada lejania postmoderna, es decir, casi TV global en version historieta.

Elvis Mendoza Martínez dijo...

Sobre el término revisionismo, Gustavo, este se debe entender en el texto de Aguirre, como: "Tendencia a someter a revisión metódica doctrinas, interpretaciones o prácticas establecidas con la pretensión de actualizarlas". Por parte del abogado Omache.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Al anónimo de las 12:01 pm:

He señalado varias inconsistencias del texto de Aguirre; no entiendo por qué dices que no lo he hecho.

¿Cuestión personal? A Aguirre no lo conozco y a Alonso Cueto no lo defiendo por amistad, aunque eso sea difícil de entender para quienes creen que el único motor de críticos y comentaristas es el amiguismo, o el resentimiento. No se me ocurriría, por ejemplo, suponer que Aguirre ha criticado negativamente el libro de Alonso por una cuestión personal.

Erika Almenara dijo...

Parece que Aguirre está perdiendo la objetividad que debería caracterizar a todo crítico. Sin duda, su crítica se apoya en ideas bastante caracterizar, sin mucho fondo. Alonso Cueto es un buen escritor.

Anónimo dijo...

Vamos, Faverón. A ver, juguemos a algo para ver si en realidad eres capaz de no ser amiguista. Y para que nosotros nos quitemos ese prejuicio de tu imposibilidad de disparar contra las vacas sagradas de tu comercio querido. Dame un defecto (si puedes, sólo si te cabe, más de uno) en la obra de Cueto. Y uno, por qué no, también en la de Ampuero. Y en todos aquellos de quienes pensamos eres secreto admirador por quién sabe qué. Hazlo, vamos, hazlo sin miedo, que tampoco son dios. Ni tú eres un ángel.

E.P.R.

Anónimo dijo...

A ver, veamos, una segunda opinión, cortesía de
http://agreda.blogspot.com/2006/01/la-hora-azul.html
(los que están a favor de Cueto, léanlo todo; los que están a favor de Aguirre, pasen al tercer párrafo, por favor)
Bueno, pues, Bayly ganó el Herralde (y no se hizo tanta alharaca por eso, es más, se ninguneó el premio) y ahora le tocó a Alonso Cueto.

Alonso Cueto. La hora azul (Anagrama/Peisa)

Alonso Cueto (Lima, 1954) ha definido su novela La hora azul como "un cuento de hadas al revés", pues en ella el protagonista, Adrián Ormache, es un exitoso abogado limeño, con una vida bastante superficial y frívola, que repentinamente tiene que enfrentar las consecuencias de las atrocidades cometidas por su padre, militar responsable de un cuartel en Ayacucho a mediados de los años 80. Ese oscuro pasado se personifica en Miriam, adolescente que sin ningún motivo fue hecha prisionera y violada por el comandante Ormache. La búsqueda, el encuentro y posterior enamoramiento entre Adrián y Miriam son el eje de una historia llena de intrigas, secretos y giros inesperados.

El dinamismo de una trama con muchos elementos del relato policial se conjuga con la variedad y diversidad de personajes (limeños y provincianos) y el valor testimonial de la historia, basada en un caso real. Con ese material Cueto pudo haber hecho una novela interesante y que además se constituyera tanto en un amplio retrato de la sociedad peruana como en una valiosa reflexión sobre la violencia política y su consecuencia en nuestra vida cotidiana. Y aunque el Premio Herralde concedido a La hora azul en España parece indicar que todas esas cosas se lograron, como lectores peruanos no podemos dejar de sentirnos un tanto decepcionados.

El principal problema de la novela es el exceso de descripciones, la tentación "costumbrista" siempre presente en la narrativa peruana. Cueto, en su afán por remarcar las diferencias de clase entre los personajes, nos los describe detalladamente tanto en su aspecto físico, sus gustos y modales, y también los espacios en los que se desenvuelven. Así, la terrible brecha social queda reducida a oposiciones intrascendentes como whisky-cerveza, servilletas-palillos de dientes, pisos alfombrados o de cemento. Por si eso fuera poco, los extensos diálogos apelan constantemente a todo tipo de muletillas y lugares comunes: "El pata ese Chacho está que almuerza con la señora... en mi delantito se lo dio".

En ese desborde costumbrista, los testimonios sobre los aspectos más terribles de la violencia van quedando postergados. El relato de las torturas realizadas en el cuartel ayacuchano ocupa menos de una página; y la relación entre Miriam y el comandante Ormache nunca es descrita, ni siquiera se nos dice cuánto duró (¿días?, ¿meses?). Los importantes temas planteados tampoco alcanzan el desarrollo esperado, principalmente porque el autor da prioridad a lo emotivo sobre lo reflexivo. La reiterada oposición entre la riqueza y frivolidad del mundo de Adrián (urbano, cosmopolita) y la pobreza y marginación del de Miriam (provinciano, andino) no conduce a ninguna parte; y más que el sentimiento de culpa, el móvil del protagonista parece ser simplemente el temor al escándalo. Además, a partir del encuentro de Adrián y Miriam, el relato se convierte en un melodrama poco verosímil -resuelto además con premura- en la línea de las historias que el escritor nos entregó en el libro El otro amor de Diana Abril (2002).

No obstante estos reparos, hay que reconocer que Cueto es uno de los autores que con más constancia y rigor está tratando de acercarse al difícil tema de la violencia política de las décadas pasadas. Mientras algunos escritores limeños comienzan recién ahora a abordarlo -con la superficialidad y el efectismo propios de toda moda literaria-, Cueto viene trabajándolo desde Pálido cielo (1998). Ya en Grandes miradas (2003) logró resultados interesantes a partir de la documentación e investigación sobre historias reales aunque poco conocidas. La hora azul ratifica los logros de esa novela, a la vez que ha significado la llegada del merecido reconocimiento internacional para su autor.

Anónimo dijo...

Faveron no puede criticar a Cueto por que Alonso es el patron que la va dar chamba en el periodismo escrito.

Anónimo dijo...

Pero es que no se trata de mezquinar talento, todos los que amamos la Literatura, o por lo menos la mayoría (que la diversidad es asombrosa en gustos y afectos) reconocemos que Alonso Cueto es un muy buen escritor. Que Luis Aguirre exageró en su crítica, tampoco es secreto, pero que nuestro Herralde patina en muchas frases, vamos, ninguno puede ocultarlo.

Confío en que estos fallos se deben a que "La hora azul" no es más que un paso más en la carrera de Alonso, un paso importante pero no definitivo. Critiquemos con justicia, empero, que nos favorece a todos.

Anónimo

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Si el anónimo de las 9:34 fuera capaz de comprender el post al que se refiere, vería que el mío no es un comentario sobre la novela de Cueto, sino un comentario sobre la reseña de Aguirre. De hecho, si el sujeto supiera leer, vería que tampoco he señalado una sola virtud de la novela.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Y al zonzo de las 3:33 le recuerdo que yo no vivo en el Perú, que renuncié al periodismo escrito cuando era editor de Somos para estudiar el doctorado en Cornell, que ahora soy profesor universitario en Estados Unidos, y que, por cierto, que Alonso no trabaja en ningún medio de prensa.

Anónimo dijo...

El Sr. Faveron no señaló ninguna virtud de la novela... en este post pero en el referido a las encuestas sobre los mejores libros del año 2005 dijo:
"Sospecho que si yo votara en alguno de esos muestreos, [...]en narrativa, dos novelas que estoy por terminar simultáneamente, Aroma de Gloria de Juan Morillo Ganoza, y La hora azul, de Alonso Cueto."
Fuente: http://puenteareo1.blogspot.com/2005/12/quin-lee-los-libros-del-ao.html
La reseña de Aguirre es cierto que no merece mayores defensas pero, por lo leído, parece que el libro de Cueto, tampoco.
(Parece pues que el comentarista que ha dado en el clavo es el anónimo que títula su comentario: NO ES NADA PERSONAL)

Anónimo dijo...

Al contrario de la mayoria de los opinantes, a mi me parece perspicaz aunque demasiado dura la resena de Aguirre. Perspicaz al vincular los argumentos de las novelas de Bayly y Cueto, cosa que nadie aca ha desarrollado. No es arbitrario ese vinculo sino muy sugestivo y desarrollable. Ciertamente se le va la mano al cargar la tinta negativamente, pero ese es un tipico error de reseñador joven. En ese aspecto, las intemperancias de Aguirre son mas perdonables (por sus aciertos y edad) que las que despliega a veces Gustavo, que ya no esta para maniqueismos de adolescente.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Pues entonces me perderé el perdón de un anónimo. Más bien, sí me interesa saber cuál ha sido mi maniqueísmo.

Anónimo dijo...

Ejemplos de tu intemperancia maniquea solo en este mismo articulo:
"No comprendo si es sólo ignorancia o si es mala fe la que lleva a Aguirre a afirmar..." --> Ergo, de la critica a la resena se pasa a la descalificacion moral del resenador -exactamente lo mismo que dices que hace Aguirre al vincular a Cueto con Bayly.
"Porque Aguirre debe saber (y si no lo sabe, debe regresar a la universidad)..." ---> Idem, aca pasas a llamarlo ignorante.
"No recuerdo haber leído en toda mi vida una descalificación tan absurda como esa última (salvo por un par de discursos de Fidel Castro, en los que justificaba la persecusión de ciertos escritores cubanos), una descalificación en la que Aguirre parece desestimar la novela de Cueto, básicamente, porque su protagonista sólo representa al diez por ciento de los peruanos" --> Finalmente, reflejas la descalificacion intemperante de Aguirre de la novela de Cueto como una descalificacion igualmente inmoderada del resenador: lo conviertes en: un "absurdo" "hepatico" "ignorante" "malicioso" perseguidor politico de tu amigo Cueto. Todo en blanco y negro.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

El problema, Anónimo, es que nada de eso es maniqueo.

Anónimo dijo...

Es un recurso que suele usar el autor de este blog, y lo hace con demasiada frecuencia para descalificar a alguien rápidamente: no sabes leer, regresa a la universidad, lee de nuevo. No vienen al caso, pero las usa. Es parte de la retórica de un académico que, curiosamente, patea el tablero en lugar de combatir argumentos con argumentos.

Anónimo dijo...

Se nota que no sabes jugar. Sólo propongo un juego. La vida no es tan como tú la piensas.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Acabo de borrar dos mensajes porque estaban firmados con el nombre de un escritor peruano que, claramente, no era el autor de esos comentarios. Una vez más: en este blog no se permiten mensajes firmados con nombres ajenos de personajes públicos.

Anónimo dijo...

"Toda lectura gana en perspicacia cuando se deja de ver el arbol y se ve el bosque..."

El fantasma de Mao.

Anónimo dijo...

No, no el fantasma de Mao sino el cuerpo del Tao. :)