¡Treparse al carro, o al tanque de Humala, como sea, a como dé lugar, pero treparse! Esa es la consigna de los descarados. Argumentar acerca de las bondades políticas de la trepazón mediante circunvoluciones lógicas y seudo pensativas: ésa es la forma de legitimar su desparpajo y su oportunismo.
Primero fueron Gonzalo García, entornillado para la vicepresidencia pero que, en caso de perder, volverá a trabajar al BCR con el nuevo gobierno, y Alberto Morote, ex rector de la Universidad de Huamanga, aunque quizá su desembarco de la lista parlamentaria nacionalista lo haya escarmentado.
Luego vinieron las súbitas humalizaciones de Edmundo Murrugarra, Félix Jiménez, Nicolás Lynch (en un artículo deplorable donde manipula a Weber para justificar sus propios devaneos) y Carlos Tapia (en una entrevista para echarse a llorar, en la que el ex comisionado de la CVR resta importancia al hecho de que Humala haya sido múltiplemente señalado como sospechoso de crímenes contra los derechos humanos).
Y pronto vendrán más. Y, tristemente, la mayor parte de quienes se encaraman en la bayoneta del comandante de Madre Mía son intelectuales de izquierda, que le dan con eso el indolente puntillazo final no sólo a sus honras públicas y a su credibilidad, sino, además, a la seriedad de sus proyectos.
Imagen: en el tanque de Humala, el comandante, Gonzalo García, Carlos Tapia,
Nicolás Lynch y, asomando por el cañón, Alberto Morote. Fotomontaje: gfp.
Nicolás Lynch y, asomando por el cañón, Alberto Morote. Fotomontaje: gfp.
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Estos son los tres artículos aludidos: el de Lynch, el de Tapia y el de Villarán.
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ARTÍCULO DE NICOLAS LYNCH
La izquierda: optar o morir
el nueve de abril pasado la zquierda peruana, en cualquiera de sus versiones, tuvo una derrota Electoral aplastante. Esta derrota significa el cierre de un ciclo en el que estas fuerzas intentaron recomponer, luego del término de la Izquierda Unida, su presencia en la vida política del país.
La derrota es especialmente Profunda para quienes intentamos, desde una perspectiva renovada, el caso del Partido Socialista, volver a ofrecer a nuestro pueblo una alternativa electoral de izquierda. Por la magnitud de lo sucedido, esta derrota cuestiona no solo el tipo de campaña o la pertinencia del candidato presidencial sino, sobre todo, el planteamiento mismo de un
Prtido Socialista como sujeto político a partir del cual se pueda recomponer el liderazgo de una alternativa progresista en el Perú.
Es risible, por ello, creer, como adelantan algunos creyentes, que la
derrota electoral izquierdista tenga algo que ver con no haber ido en una
sino en tres candidaturas. Juntas las listas parlamentarias de Concertación Descentralista, el Partido Socialista y el MNI no Llegan ni al tercio de votos necesarios para superar la valla electoral, menos todavía si contamos
los votos presidenciales. Esto sin tener en cuenta las restas que se habrían producido al querer mezclar renovación con arcaísmo en una supuesta alianza izquierdista.
Este resultado hace ver que una alternativa electoral de izquierda no tiene futuro en un plazo cercano. Por lo tanto, debemos replantear el
propósito de una organización de izquierda democrática. Si se insiste, como ocurrió en estas elecciones, en organizaciones con proyecto propio y exclusivo, el resultado será la marginalidad y partidos testimoniales que
señalen los defectos de los demás pero estén excluidos de la Competencia política en la que se define el futuro del país.
Con esto no quiero decir que se deban disolver los grupos existentes sino
que estos deben ejercer su influencia de manera distinta. Ello supone saber
incluirse en espacios mayores que expresen otras formas de representación
política donde se recojan, aunque fuera parcialmente, nuestras banderas.
Estratégicamente esto significa proponerse una alianza con posiciones de
centro democrático que defiendan los derechos humanos y sociales y la
soberanía nacional, en un horizonte que privilegie la gobernabilidad y no el
desorden para el Perú.
Contamos al efecto con la ventaja de un programa claro y articulado que
señala un camino de transformación en democracia, por el camino de las
reformas y el Estado de Derecho, pero con la convicción de que los cambios
que este país necesita deben ser profundos y radicales para que los peruanos
volvamos a creer que puede existir una patria que nos incluya a todos. En lo
inmediato esto supone tomar, desde la izquierda democrática, una opción en
la segunda vuelta, que llame a votar por uno de los candidatos en contienda
sobre la base de una plataforma mínima que se considere debe llevarse
adelante en el próximo quinquenio. Llamar a votar en blanco o viciado es una
forma de ausentarse de la lucha política y refugiarse en el supuesto purismo
de la ética.
Al respecto es importante señalar la diferencia, como bien señala Max
Weber, entre la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad. La
primera es la ética del predicador cuya lealtad es a las ideas que presenta,
la segunda la ética del político que se debe al futuro de un país,
dependiendo de sus decisiones la vida de millones de seres humanos y la
viabilidad de la comunidad a la que pertenece. Por eso manifiesto que a
pesar de que las alternativas en juego no son las nuestras nos corresponde
como una responsabilidad con el futuro del Perú tener una actitud de
colaboración o en su defecto de oposición leal con el gobierno que surja de
la segunda vuelta.
Ciertamente lo que se propone es un cambio drástico en la conducta de la
izquierda democrática y en la cultura de la izquierda peruana en general,
pero cuando lo que se enfrenta es la desaparición lo mejor es tomar el toro
por las astas y señalar sin ambages el único camino posible de futuro. La
involución a la capilla o peor aún a la caverna no serían el mejor final
para una corriente política que ha entregado tanto en la lucha por la
justicia social y la democracia en el Perú.
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ENTREVISTA A CARLOS TAPIA
–Usted sostiene que las elecciones han puesto en evidencia la fractura social del país. Pero ¿cuál es la diferencia de este momento con el escenario de exclusion que siempre hemos vivido?
–La ruptura social es histórica en el Perú. Hay sectores de la población peruana que han sido permanentemente excluidos desde la fundación de la República. Lo nuevo es que los sectores populares han tomado conciencia de su situación de exclusión.
–¿Cuándo surgió ese fenómeno?
–Desde el 90 y por dos factores: los medios de comunicación y el desplazamiento de las poblaciones andinas por el conflicto interno. Antes, ellos creían que su mundo era autárquico, alejado. Pero luego se dieron cuenta de que el mundo de no tener agua, luz, no era compartido por la mayoría. Eso genera un escenario político propicio al desborde popular y a las nuevas apuestas electorales. Los de abajo ya no quieren vivir como antes y eso hace que los de arriba ya no puedan seguir gobernando como antes.
–¿Y origina que Humala tenga un electorado en bandeja?
–Así es. El tema no es denigrarlo al calificarlo como una amenaza. El problema es que esa ruptura social ha creado a Ollanta Humala. Agarra un mapa de las zonas de extrema pobreza, encima pones el mapa de escenarios de violencia política y luego las zonas donde Humala obtuvo más del 60% de votos. Verás que coinciden.
–Usted dice que Velasco también ocupó el poder en una situación similar. Y eso no resulta muy alentador. ¿Qué garantías existen de que con Humala se dé el cambio?
–Por supuesto que Velasco no fue un buen gobernante, violó la libertad de prensa, hizo una reforma agraria que impidió el desarrollo de la economía en el campo, pero su gobierno intentó redignificar a los excluidos.
–¿Y por qué compara políticamente a Humala con Barrantes?
–No comparo a las personas, solo la situación en la que surgieron. Igual fue con Fujimori. ¿Acaso fue un gran luchador social? Lo mismo Toledo. Es un error atacar a Humala como si fuera el demonio y calificar de ignorantes a los que votaron por él. Es una tontería hacer un frente contra la dictadura.
–¿Le parece una tontería criticar que Humala tenga actitudes amenazantes contra la prensa?
–Humala no es un idiota para utilizar métodos antidemocráticos y atentar contra la libertad de prensa: el país sería aislado y habría un efecto boomerang. Todo en la política se paga.
–Lo respalda a pesar de que usted es un ex comisionado de la CVR y él un candidato acusado de violar derechos humanos.
–No estoy para apañar impunidades. Debe investigarse todas esas acusaciones. Si apoyo a Humala es porque debe fijarse una posición sin miedos. Él es el candidato que ha propuesto una reforma tributaria que permitirá obtener mayor recaudación parar superar las desigualdades y tiene un programa integral de reparaciones para las víctimas de la violencia en el cual he colaborado. ¿Qué es preferible?, ¿votar por el Apra con Giampietri o UN con Woodman?
–¿Es mejor votar por los militares vinculados con el montesinismo que rodearían a Humala?
–No, no, si se comprueba eso sería el primero en condenarlo. Pero no me van a decir que esos militares son manipulados por Montesinos desde la Base Naval porque se estaría afirmando que el ex asesor trabajaba por su lado y Fujimori por el otro.
–Para la mayoría quedó claro que son la misma cosa, por eso existe temor de que la bancada fujimorista pacte con UPP.
–UPP ha sido el único partido que ha dicho que no se puede pactar con los fujimoristas. Aquí uno tiene que asumir sus riesgos cuando apuesta por un candidato.
–¿A ese precio?
–No tengo un compromiso por la camiseta sino por los objetivos. Lo que está en juego es la gran transformación social del Perú. Y no acepto que se me diga terrorísticamente que por votar por Humala, soy un violador de derechos humanos y un fujimontesinista.
La izquierda y el protagonismo personal
–¿Cómo debe interpretarse que intelectuales y técnicos que militaron en la izquierda y estuvieron en la sombra, ahora apoyen a Humala?
–No creo que nadie tenga el derecho de calificar a las personas de izquierda que están con Humala de ser oportunistas o de subirse al carro. Hay un montón de izquierdistas que militaron conmigo que están trabajando en el plan de gobierno de manera consciente.
–Eso no convierte a UPP en un partido de izquierda.
–No, lo que Humala presenta es un proyecto nacionalista, pero las masas izquierdistas sí han votado por él. Y eso se debe en parte a que la izquierda en el Perú ha tenido una performance electoral francamente catastrófica. Susana Villarán que representa a dos partidos nacionales de izquierda y 9 regionales, tiene 0.06% de la votación, el MNI 0.02% y Javier Diez Canseco 0.04%. Compara esos resultados a nivel de América Latina, es una vergüenza, el Perú no se merece eso.
–Pero es el castigo porque no se presentaron como un frente común.
–Cada uno quería ser cabeza de ratón. Buscaron pretextos para apostar por un protagonismo personal. El ejemplo de unidad de Barrantes se dejó de lado y ahora dicen que para las elecciones municipales y regionales volverán a presentarse. Con esos niveles de votación eso significa no tener un sentido ético.
–¿Cómo tomó las críticas de Susana Villarán contra Humala en el tema de derechos humanos y su visita a Madre Mía?
–Lo hizo con intención electoral para dañar la candidatura de Humala.
–¿No cree que lo hizo por convicción debido a su trayectoria en la defensa de derechos humanos?
–En este caso no.
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ARTÍCULO DE SUSANA VILLARÁN
El culto a la fuerza
En la política nada debería sorprendernos. Dicen que la política envilece a algunos y es cierto. Las declaraciones del ingeniero Carlos Tapia, ex miembro de la Comisión de la Verdad y Reconciliación realizadas al diario La República el martes 19, activo colaborador de Ollanta Humala, son canallescas.
Sostiene, en su entrevista, que he criticado a su líder en el tema de derechos humanos y en mi visita a Madre Mía “con intención electoral para dañar la candidatura de Humala”. Añade que no cree que actué, en esta ocasión, por convicción en la defensa de los derechos humanos. Hasta ha declarado que no tengo “sentido ético.”
¿Por qué no es franco y claro y emula a su actual compañero de ruta humalista, Edmundo Murrugarra, y se sincera? Murrugarra ha dicho que cree en la palabra de su Comandante y que la culpa de lo sucedido con las violaciones a los derechos humanos la tienen los civiles que mandaron a los militares a pelear solos la guerra.
Ingeniero Tapia, le confieso públicamente que estoy profundamente arrepentida de haber sido una de las que propuso su nombre en la lista de los miembros de la Comisión de la Verdad durante el gobierno de transición. No por sus ataques de ayer, sino porque con su actitud daña a una de las instituciones que más respeto ha concitado en tiempos recientes en la población peruana por su extraordinario servicio a la verdad y por sus propuestas de reparaciones integrales y reformas institucionales, justamente para los compatriotas que reclaman con todo derecho reconocimiento, inclusión y reparaciones.
Declaraciones como la suya no me perjudican. Soy dueña de mis intenciones y de mi trayectoria, vivo con pasión mi compromiso con los derechos humanos.
No hoy, durante los tres meses de la campaña electoral, sino desde hace muchos años. Esas declaraciones lo dañan a usted porque desnudan su inocultable culto a la fuerza.
Hace mucho tiempo que he aprendido a actuar inspirada en los valores de los derechos humanos al lado de personas de las que he aprendido mucho, de la talla de Pilar Coll, de Ernesto de la Jara, de Francisco Soberón, de Raida Cóndor y Gisela Ortiz, de Angélica Mendoza, de las viudas de la Policía Nacional –cuando se me concedió el honor de ser su primera Defensora–. He actuado con responsabilidad y entrega durante cuatro años como miembro de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. Formo parte de un movimiento sano, corajudo, de defensores y defensoras de derechos humanos íntegros.
De ese movimiento que luchó por la Comisión de la Verdad en la que usted trabajó. Me siento orgullosa de las organizaciones que se desvelaron para que los cientos de personas inocentes, injustamente acusadas de terrorismo, fueran liberadas. Soy de aquellos y aquellas que no cejan. He sido una de la secretarias ejecutivas de la Coordinadora de Derechos Humanos que ha producido recientemente un informe serio y documentado sobre los hechos en Madre Mía que comprometen seriamente a su líder político en graves violaciones a los derechos humanos. Lo mismo hacen las investigaciones periodísticas de la talla de Edmundo Cruz y otros periodistas de investigación. Las denuncias contra Ollanta Humala son pues consistentes y deben ser investigadas con total imparcialidad y celeridad; los testigos, familiares y operadores de justicia deben ser protegidos contra las amenazas e intimidaciones que ha denunciado la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos en su informe.
Soy de las que seguirán, con firmeza y serenidad, luchando por la verdad y la justicia. No mezcle los planos; esto no tiene nada que ver con votos ni cálculos electorales, es un asunto de principios. Somos multitud, ingeniero Tapia; recuerde a las cerca de 500,000 personas que se movilizaron en todo el país el año pasado pidiendo que se cumplan las recomendaciones de la Comisión de la Verdad y Reconciliación anudando el nombre de las víctimas en el gran Quipu de la Memoria y acompañando a los caminantes en la ruta del Capaq Ñan. Ingeniero Tapia, “solo la servidumbre es solitaria”.
En todos lados se cuecen habas. Mira a Andrade bajándose del taxi del Frente de Centro sino.
Como ya se dijo antes, no hay ninguna Claudia Ruiz en la Universidad de Salamanca ni ha habido ninguna en la Sorbona. Claudita resulta ser, así, un miembro más en el equipo de los pobrediablos que mandan amenazas anónimas desde su cueva de resentimientos.
Faverón:
pichi caca poto: huácala!
como dice el tanque de casma, en todos los sectores políticos se dan acomodos. es triste, sin embargo, que prominente gente de izquierda como tapia terminen traicionando una posición política que -supuestamente- se basa en principios antes que en la apestosa 'realpolitik'. es precisamente esa realpolitik la que hace que cada vez menos gente se considere representada por la política criolla (en la cual, humala es otro advenedizo más).
El señor Tapia ha defendido con uñas y dientes, en RPP y en entrevista con Cecilia Valenzuela, su derecho como ciudadano a elegir por quién votar libremente (o, si se quiere, su derecho a subirse al tanque que le dé la gana; mientras no se suba sobre el "Tanque de Casma"...).
Eso no admite dudas. La pregunta es si un ex Comisionado, que tiene sobre sí la responsabilidad moral de honrar el Informe Final de la CVR y propagarlo, puede poner en peligro la legitimidad de ese trabajo con sus posturas políticas.
Porque ya veo de acá algunos meses a fujimoristas, apristas, humalista y toda laya de mafiosos diciendo que ese documento no tiene validez porque fue hecho por tránsfugas y acomodaticios.
Como para reflexionar y actuar, incluso colectivamente.
En cuanto a mí, sigo votando por Susana Villarán, ya mandé mi carta al JNE pidiendo que pongan un recuadrito con su foto en la cédula de la segunda vuelta.
Si no lo encuentro, lo dibujaré yo mismo y lo marcaré; faltaba más.
Descuida, Vico, nadie se me sube encima. No tengo tus costumbres.
Por otro lado, lo que afirmas sobre el papel de los comisionados de la verdad respecto a la política ["La pregunta es si un ex Comisionado, que tiene sobre sí la responsabilidad moral de honrar el Informe Final de la CVR y propagarlo, puede poner en peligro la legitimidad de ese trabajo con sus posturas políticas".] pareciera que el único camino que les queda es el de ser unos ascetas.
No creo que tengan que dedicarte al ascetismo, pero sí encuentro lógico que los ex comisionados no deberían poner en duda los principios mismos del Informe final de la CVR desestimando, como hace Tapia, las acusaciones de violación de derechos humanos en virtud de conveniencias políticas menores y coyunturales. Si las acusaciones contra Humala son descartables para Tapia ahora, se preguntará la gente qué otras acusaciones le habrán parecido desestimables durante el tiempo en que estuvo en la CVR. Sin la menor duda, Tapia le hace un flaco favor a la CVR y a las metas que todos (pero él más que nadie) deberíamos defender como sociedad.
Errata: Donde dice "dedicarte" debería decir "dedicarse".
me pregunto a qué costumbres se refiere el "Tanque de Cama", pues yo no milito en partidos desde hace veinte años (comencé en mi adolescencia) y nunca he tenido que trabajar para el gobierno, felizmente.
siguiendo la línea serie que imprime Gustavo al blog, sería bueno que le den una chequeada al artículo de Alberto Adrianzén hoy, parece que el tanque de Humala tiene más compuertas abiertas.
No entiendo, Vico. ¿Te alegras porque nunca una empresa estatal ha querido contratarte? ¿Crees que la gente que trabaja para el estado tiene un estigma que les impide opinar y hablar de política? Eso es un poco prejuicioso para alguien tan cultivado como tú.
el "felizmente" era porque hoy se reprocha todo, si trabajaste para el Estado, por qué, si no lo hiciste es que no te qusieron contratar, si estuviste en El Comercio, te vendiste ,si estuviste en un diario de 50 centavos, eres un mediocre, en fin.
Ese era el sentido de la frase. No tengo nada contra la gente que trabaja para el Estado, algunos amigos míos vienen trabajando allí desde hace años y se mantienen pese a los cambios de gobierno, porque son buenos.
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