Hace un tiempo, un juez argentino dio la razón a Ricardo Piglia en un curioso juicio: Piglia había sido demandado por una mujer en cuya historia real se había basado parte del argumento de Plata quemada (de hecho, la mujer misma tenía una contraparte ficcional en la novela). La razón de la demanda era sui generis: debido al libro, el hijo de esa mujer descubrió que su padre había sido un asaltante, ya muerto, al que nunca había llegado a conocer.
Del veredicto recuerdo dos cosas: una, que el juez acusó a la mujer de no haber sido una buena madre al ocultar a su hijo por tantos años la verdad sobre su origen. La otra: que el mismo juez se permitió, en el texto final, unas cuantas especulaciones, sumamente intelectuales, sobre el status de lo ficticio y su relación con la realidad.
Ahora, un juez ingles, Peter Smith, da un nuevo ejemplo de originalidad forense. Justice Smith fue el magistrado que hace unas semanas falló a favor de Dan Brown, autor de The Da Vinci Code, en el juicio por plagio al que fue sometido el escritor. Pero el largo texto de la sentencia llamó la atención de muchos que notaron que algunas letras, aparentemente de modo azaroso, estaban en cursivas. Tras agrupar las primeras cursivas, descubrieron una frase: Smithy Code.
Al parecer, ese es sólo el anuncio de que la sentencia contiene un mensaje cifrado surgido de la imaginación del juez (quien, dicho sea de paso, consideró que el mayor pecado de la novela era su superficialidad). Pero, a diferencia de lo que pasa con el código Da Vinci en la ficción, nadie hasta ahora ha podido descifrar el texto escondido en la sentencia de Smith. Si alguno de ustedes quiere hacer un intento, aquí está, en documento de PDF, el contenido completo de dicha sentencia, cursivas incluidas.
Imagen: fotomontaje gfp sobre autorretrato de Leonardo.
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