Oswaldo Reynoso insiste en referirse a los años de la violencia política peruana de las décadas del ochenta y el noventa como una "guerra popular", repitiendo un término propio del uso de Sendero Luminoso. ¿Su justificación? Que se trató de una guerra en la que murió sobre todo gente del pueblo.
¿Será necesario explicarle a Reynoso que, con ese criterio, deberíamos llamar "guerra popular" a casi cualquier guerra en la historia de la humanidad, y del mismo modo a cualquier genocidio?
¿Por qué insiste Reynoso en recurrir al léxico de Sendero Luminoso? Si su definición de "guerra popular" no es la misma del senderismo, ¿por qué no busca, simplemente, un término distinto y se ahorra el problema, y le ahorra a los demás la confusión?
¿Cuál es el interés de Reynoso por dinfundir y normalizar los significantes del discurso de Sendero Luminoso, si no quiere dinfundir y normalizar sus significados?
¿Qué tal si alguien decidiera llamar al genocidio judío de los años cuarenta "solución final" y defendiera esa propuesta diciendo, diccionario en mano, que se trató de una solución porque fue el desenlace de un proceso y que, por lo tanto, implicó un final?
Si esa persona, a renglón seguido, dijera que ella no defiende el nazismo, ¿a alguien le cabría la menor duda de que el suyo es más que un ambiguo coqueteo fascista?
Iván Thays ha formulado ayer una pregunta para Reynoso; una pregunta cuya respuesta vale la pena esperar. Copio el párrafo a continuación:
"[Reynoso] declaró enfáticamente que solo existen tres tipos de escritores que tratan el tema del terrorismo: aquellos que vivieron una "juventud dorada" y no sufrieron los estragos y tienen una visión light del asunto; los presos que no pueden hacer públicos sus escritos por su condición de reclusión; y aquellos que no pueden mostrar libremente sus textos porque aún existe en el Perú una ley contra la apología del senderismo, por lo que los escriben clandestinamente. Ante tan estrecho panorama, solo queda preguntarnos: ¿en cuál de los tres grupos se ubica Oswaldo?".
La pregunta de Iván es interesante porque hace evidente la naturaleza de ese devaneo inconducente de Reynoso: si en el Perú no hubiera una ley contra la apología del senderismo, parece decir Reynoso, él (que no está preso ni vivió una juventud dorada) podría publicar sus escritos clandestinos... ¿Lo dice o no lo dice? Ese es, precisamente, el juego: no decirlo pero dejarlo claro. Y si alguien termina la frase que él abandona a medias, ese alguien será inmediatamente considerado un macartista.
La pregunta de Iván también es interesante porque revela otra cosa: en la lógica de Reynoso sólo existen dos tipos de intelectuales peruanos: los niños bien y los (pro)senderistas, que o están presos o están obligados a hablar en voz baja.
Como retrato de la intelectualidad peruana, es el más primario, mentiroso y demagógico que quepa imaginar. Responde a una lógica que, triste es decirlo, es milimétricamente idéntica a la lógica de todos los fundamentalismos, donde sólo existen uno y el enemigo.
¿Estoy acusando a Reynoso de prosenderismo? No, claro que no; no hay ningún motivo para acusarlo ni de eso ni de nada similar. De hecho, acusarlo de algo así sería caer en su trampa: la trampa del "marginal" que anda de feria en feria, de país en país, de invitación en invitación, de revista en revista, de canal en canal, diciendo que es un olvidado y un segregado: la trampa de quien quiere ser visto como el centro del canon y como su subversor, todo a la vez.
Tampoco tendría sentido alguno acusar a Reynoso de apología del senderismo (un delito que sería bueno eliminar de nuestro sistema legal): Reynoso es apenas tartamudamente radical. Pero sí hay motivos para acusarlo de reduccionista, intolerante y, sobre todo, irresponsable.
Lo que está haciendo Reynoso es populismo intelectual: está recurriendo a un léxico, tratando de legitimar un léxico, que nada tiene que ver con su ejecutoria, asumiendo el aire de un perseguido cuando nadie va tras sus pasos, confundiendo las causas del pueblo con las causas de Sendero Luminoso, pero no porque haya detrás de ese movimiento un programa: lo que hay es un afán de autoglorificación que los demás no tenemos por qué sufragar.
La respuesta, por supuesto, no es pedirle que se calle (como parece exigir él de todos quienes no piensan como él). La respuesta es señalarle sus errores.
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5 comentarios:
Parece que Faverón quiere convertirse en el "comisario literario" del Perú". Sus preguntas (mejor dicho, su interrogatorio) solo revelan una profunda intolerancia hacia quienes no se alinean con el lenguaje politicamente correcto.
¿De qué habla este anónimo?
Reynoso es un izquierdoso "pekinés" declarado. Perro que ladra... no muerde.
Eso es divertido: yo soy un simple blogger y por tanto no tengo derecho a preguntarle algo a Reynoso; pero "Lucho López" es un simple anónimo que sí tiene derecho a exigirme respuestas. Lo pondría en mi "Trabalenguas" si esa sección no estuviera ya infestada de "Lucho López".
Curioso que haya tanto anonimo para discutir este tema. Senhal, seguramente, de que 5 anhos despues de la transicion y 4 anhos despues del fin de las leyes antiterroristas, aun hay miedo y estigmatizacion.
De todas formas, y por mas derecho a la libre expresion que tenga, nada excusa a Reynoso de la irresponsabilidad de machacar al publico con la terminologia de SL. Del mismo modo (ojo) que nada excusa el clima macartista que se ha apoderado del Peru en los primeros 100 dias de Garcia-Giampietri.
Una cosa que note, de todas formas, es que Reynoso parece haber ignorado la publicacion de "La otra version: un insolito sendero literario" de Gabriel Uribe, publicado por Lluvia en el 2003, que es claramente una version de parte y con no poco merito literario, de modo que es un absurdo decir que no hay nadie hablando desde lla perspectiva de los que perdieron la guerra (que, en realidad, perdimos todos).
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