27.2.07

Impuesto a la creatividad

No hay que ser clarividente para notar que en el Perú la intelectualidad es sospechosa, la creatividad es oficialmente secundaria y la investigación académica es despreciada casi por política de Estado.

Si alguien quiere escribir libros y vivir de eso, bien podría solicitar directamente su ingreso en Larco Herrera y sentarse en uno de sus patios a esperar los cheques como el coronel de García Márquez esperaba su pensión.

Y, sin embargo, no es cosa de locos reclamar que se respete el trabajo creativo y que los autores tengan derecho a ganar el dinero que recompense su labor: Alonso Cueto, en su columna de Perú 21, hace notar que una nueva ley está arrebatando a los autores peruanos un tercio de las ganancias producto de la venta de sus obras: aproximadamente la misma proporción que les concedía la Ley del libro.

Es decir, si no entiendo mal, el gobierno ha dejado en vigencia la ley, para quedar bonito, pero en la práctica la ha hecho inútil, apretando la soga por el lado más débil (el bolsillo de los escritores).

Y, con ello, ha restituido un viejo mérito peruano: el de ser una de las sociedades latinoamericanas que más difícil le hace la vida a sus intelectuales, uno de los países de la región que más duramente penaliza a quienes se arriesgan a crear cultura, investigar y producir arte y conocimiento por escrito.


La columna de Alonso Cueto
explica bastante bien cuál es el problema medular: el absoluto desbalance entre lo que el Estado le arrebata a los autores y lo que el Estado les da, que es, básicamente, un océano de piratería y canibalización en el que sus derechos se ahogan desde siempre y para siempre.

Yo quiero añadir algo: cuando se habla de autores y leyes del libro, todo el mundo tiende a pensar sólo en los escritores (cuentistas, novelistas) y, más particularmente, en los escritores reconocidos, y a creer que el reconocimiento es suficiente pago por su labor. No es así. Su labor es tan digna de ser objetiva y tangiblemente recompensada como la de cualquiera.

Y además, cuando se piensa así, se olvida que una enorme porción de los libros producidos en el Perú provienen, por ejemplo, de investigadores apenas sobrevivientes, científicos subempleados, maestros universitarios malpagos, que presentan en sus libros el resultado de esfuerzos de años, en los que han consumido muchísimo más de lo que obtendrán por la venta de sus obras. Y lo mismo va, lamentablemente, para la inmensa mayoría de nuestros autores literarios.

Y ahora el Estado decide que esas ganancias son demasiado, que hay que guillotinarlas aun más... Suena genial, ¿no?

Imagen: Cueto en la Festa Literária Internacional de Parati, Brasil.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Es lamentable que el gobierno peruano no quiera reconocer el valor y la importancia de la literatura y el arte en el desarrollo de una sociedad. Veo sin ir muy lejos el caso de Chile y el Fondart y me muero de envidia. Realmente es una medida lamentable, ¿hay algo que se pueda hacer al respecto?

Anónimo dijo...

Ese es el Estado ladrón que nos demanda cumplir el Año del Deber Ciudadano y no hace sino esquilmar a la población. Y no contento con eso, el Estado ladrón exonera de aranceles miles de productos, entre ellos los yates, pero se olvidó de hacer lo propio con los libros. A su condición de ladrón, habría que agregar la esquizofrenia: Con un lado de su podrido cerebro exigen mayor capacidad y calidad a los maestros; con el otro, le quitan la posibilidad de acceder, a precios justos, a bibliografía que tanta falta les hace.

Anónimo dijo...

Me sorprende que no hayan comentarios en torno a esta noticia lamentable. Parece que la desidia hace presa de todos.

Anónimo dijo...

Supongo que es porque la mayoría de los que leemos este blog no nos sentimos directamente afectados. También puede ser porque los directamente afectados no van a sentir un recorte muy fuerte en sus ingresos, que deben venir mayormente de otras fuentes. Una vez escuché decir a un cantante que él gana muchísimo más por los conciertos que por los discos, no era un cantante local.
¿Alguien sabe cómo funciona el updike?

Oscar Pita Grandi dijo...

Este tipo de tratamientos al arte, en general, ya no sorprende en Perú (a pesar de los lauros y reconocimientos internacionales que venimos cosechando). El Estado parece envíar, con este tipo de leyes, mensajes de espanto para los cultores del arte y la cultura nacionales.
¿Tomará cartas en el asunto el novísimo gremio de escritores?
No recuerdo en este momento el nombre exacto de tal institución, aunque me parece que si alguna acción organizada (no la única y quizás la primera o la más esperada) debería de llevarse a cabo en protesta a dicha ley, debiera de venir de dicho gremio, en defensa de "los escritores" sin distingos de ningún tipo: pues en esto está primero la Literatura. Pero sin olvidar que quienes la producen también tienen cuentas que pagar a fin de mes y por lo general, como se entiende en alguna parte de tu texto, viven a salto de mata o en equilibrio en una economía que no contempla el desarrollo de sus intelectuales.

VICTOR AGÜERO LAZARTE dijo...

Sin duda al gobierno le importa poco o nada la cultura y su difusión. Recuerden cómo Sinesio López, en el gobierno anterior, necesitó hasta mendigar al Ministerio de Economía(MEF)para terminar la construcción de la Biblioteca Nacional.
También recuerden las resistencias o mejor dicho los anticuerpos que despertaba en los funcionarios del MEF la aprobación de la Ley del libro, pues increiblemente sostenían esos enemigos de la cultura que: para que exonerar del impuesto a la venta a los libros si en el Perú sólo una minoría lee, que eso sólo beneficiaba a unos pocos porque la mayoría de peruanos no lee.
Y abusando del principio liberal de que toda exoneración de impuestos es perniciosa, por lo tanto hay que evitarla en la medida de lo posible, la cultura y la literatura no son prioridades por tanto no merecen tratamiento especial. Ahora los mismos funcionarios del MEF salen con otra perla: afectar la renta de los autores, cuando esta renta de por sí es reducida por la generalizada piratería para la cual el Estado no tiene política ni voluntad de erradicarla.

Anónimo dijo...

¿Qué les parece esto?
http://evillan.googlepages.com/boyleopina%3Aelvolumencompensa
Claro que aquí, con el nivel de compresión de lectura que tenemos... En realidad, esa debería ser la prioridad casi la única prioridad del estado en este tema. Ni leyes de cine ni protección al autor; concentrarse en el nivel de comprensión de lectura, aunque la primera generación termine leyendo sólo a (¡bbrrr, qué escalofrío!) Paulo Coello.

Anónimo dijo...

Quizás ya no sorprenda, pero jode. Me preguntó qué pensarán los jóvenes que han decidido con mucha sangre, publicar. El Perú espanta. Y más con estupedeces como esta.