11.9.08

El demonio (de) Pound, 2

En respuesta a un par de comentarios

Un comentarista anónimo, a raíz del post sobre Ezra Pound, me pregunta por qué encuentro antisemitismo en el canto XLV, “Con usura”. Otro comentarista me envía dos preguntas relacionadas. La primera es esta:

“Explícanos las teorías económicas heterodoxas en las que se basa la crítica de Pound (y el porqué en su contexto de su aplicación a los Estados Unidos). Creo que eres el indicado para hacerlo, ya que manifiestas que es uno de tus autores predilectos”.

Es verdad que es uno de mis autores favoritos, pero también es cierto que no soy un especialista en poesía ni mucho menos en economía. Sin embargo, algo puedo decir. Y antes de hacerlo quiero citar la fuente principal de mi respuesta: un excelente artículo que leí hace un par de años, de Andrew Parker, publicado en la revista Boundary en el número del invierno de 1983 (páginas 103-128: hay una versión online para quienes estén suscritos a J-Stor).

Los elementos básicos de lo que el comentarista llama “las teoría económicas heterodoxas de Pound” son en verdad bastante clásicos: su fuente primera es el filósofo predilecto de Pound, Aristóteles, y en particular la Política.

Aristóteles distingue entre dos diversas formas de economía: “oikonomiké”, que es, digamos, la economía propiamente, la que el filósofo llama “natural”, que podríamos identificar con la actividad de negociar bienes necesarios en un proceso de intercambio, en el que el dinero vale lo que vale el bien conseguido con él, y nada más: actúa como medio e instrumento.

La otra forma es la “chrematistiké”, que para Aristóteles es impropia e innatural, un artificio, cuyo fin es el lucro y que, para decirlo en términos más contemporáneos, fetichiza el dinero otorgándole un valor propio en vez de un valor de intercambio, y convirtiéndolo en el objetivo final del negocio.

Esta segunda versión, que en verdad es una perversión para Aristóteles, tiene su forma más torcida en la usura, que es el mecanismo por excelencia de la pura multiplicación y reproducción del dinero. (Aristóteles conecta todo esto con una noción biologista de la economía, en la que la reproducción “correcta” es la que produce seres distintos: padre e hijo no son iguales, del modo en que el dinero y el bien adquirido no son iguales tampoco; frente a esa forma “correcta” está la forma “perversa”, en la que el dinero no sirve para engendrar algo distinto, sino para engendrar más dinero). Santo Tomás de Aquino seguía a Aristóteles en ese punto, y su versión de ese entendimiento de la economía dio pie a la forma de la economía tal como la entendió la Iglesia católica.

Incluso la poética de Pound en referencia a la “palabra justa” es una construcción análoga a sus teorías económicas aristotélicas: la “palabra justa” es la que vale en sí misma y no necesita de una reproducción abismal, así como el dinero es usado naturalmente cuando no entra en el circuito de la usura sino que expresa un “justo valor”.

“With usura the line grows thick / with usura is no clear demarcation”, escribe Pound en el canto XLV: la usura lo pervierte todo, desnaturaliza a la sociedad, desordena, corrompe y ensucia. ¿Qué tienen que ver los judíos y el fascismo con todo eso? Pound escribió: “La usura es el cáncer del mundo que sólo el cuchillo de cirujano del fascismo puede extirpar de la vida de las naciones”. No lo decía sólo llevado de un convencimiento sobre las virtudes de la economía del fascismo: lo decía también como una advertencia en relación a que la sociedad estaría siempre bajo el antinatural régimen de la usura mientras estuviera en manos de los judíos. Es lo que Pound llamaba “the danger of Jews”.

Parker, luego de revisar numerosas citas del poeta norteamericano, observa que éste “consistentemente identificaba al usurero con el judío”. Cuando Pound habla de usura está siempre hablando de los judíos. Los identificaba hasta tal punto que acuñó un neologismo que es uno de los síntomas más reveladores de su paranoia antisemita: la palabra “Jewsury”: el judaísmo y la usura, para Pound, eran inseparables, indistinguibles. De eso está hablando cuando escribe el canto XLV: de la enfermedad judía de la usura que el fascismo debía extirpar desde su origen.

(Si quiere uno entender hasta qué punto era abarcadora la manía antisemita de Pound, basta con recordar su opinión sobre la poesía tardía de T.S. Eliot: Pound decía que Eliot nunca llegaría al éxito poético total si no era capaz de deshacerse de los elementos judíos de su cristianismo. Pound se refería al Antiguo testamento como “el libro negro”, “el libro de las falsedades” de los judíos).

La segunda pregunta del comentarista era esta: “Explícanos los motivos racionales de tu susceptibilidad con respecto al asunto judío, a diferencia de otras persecuciones o genocidios más contemporáneos o cercanos a estas tierras”.

No creo que tenga que explicar mis motivos racionales para estar en contra de cualquier genocidio. (Acabo de escribir sobre eso en el post anterior). Los motivos son obvios y están en la conciencia de cualquier persona moral. Es falso que el genocidio de los judíos en la segunda guerra mundial me parezca más despreciable que todos los otros. Genocidios (homicidios multitudinarios que implican una persecución étnica, como el Holcausta, la limpieza étnica en los Balcanes, la barbarie belga en el Congo), y asesinatos masivos (por ejemplo los de Sendero Luminoso y las Fuerzas Armadas peruanas en la guerra de los años ochentas y noventas) son todos repudiables y he escrito más de una vez sobre ellos.


12 comentarios:

Anónimo dijo...

Este es el nivel que deberían tener todos lo que se publica en los blogs y no la mamarachada de yo de dije tu me dices.

Gonzalo B dijo...

Gracias por otro excelente post. Para entender las posturas económicas de Pound me parece que la mejor fuente es The Selected Prose 1909-1965, volumen que contiene su "ABC of Economics" entre otros.

A veces la prosa de Pound puede ser aún más críptica que su poesía y en ese sentido conviene ver las principales influencias de sus postulados económicos: el economista anarquista Silvio Gesell, el pensamiento económico de Thomas Jefferson (Pound cita su correspondencia con Adams frecuentemente) y las ideas de Clifford Hugh Douglas, fundador de un movimiento económico conocido como "Social Credit". Este último logró interesar a artistas de diversa procedencia, tales como Aldous Huxley, William Carlos Williams y Charles Chaplin. Su idea básica era incrementar el poder adquisitivo de la ciudadanía y que a través de éste el ciudadano promedio tuviese una mayor influencia sobre las políticas productivas del gobierno. El movimiento se ganó las críticas de un gran número de economistas y ciertamente no ayudó a su prestigio el que Douglas denunciara en sus escritos a la "judería internacional".

Conviene agregar que pese a que Pound siempre quiso tener un rol como intelectual influyente en el régimen de Mussolini, sus personeros solían considerarlo una molestia y sus teorías económicas meras excentricidades. Pound envió numerosas cartas a autoridades fascistas explicando sus teorías y asimismo quiso reunirse en repetidas oportunidades con el Duce, pero sus intentos no fueron exitosos.

El ingreso de EEUU a la guerra finalmente presentó a los italianos la oportunidad de utilizar a Pound en su favor. Fue entonces cuando le dieron un espacio radial llamado "Aquí la Voz de Europa" para que el poeta se dirigiera a las tropas estadounidenses y hablase de sus temas predilectos, incluidas sus teorías económicas. Esta intervención fue clave para acusarlo de traición en el juicio que eventualmente llevó a su reclusión en un manicomio.

Anónimo dijo...

Ese señor en esa foto,
podria ser
Don Quijote de la
Mancha

Anónimo dijo...

Bien Gonzalo b, por ahí va la intención de mi pregunta. Gesell y Douglas eran alternativas a Keynes para solventar la crisis del 29. No triunfaron, y la economía keynesiana no pudo evitar la lucha por colocar los excedentes de producción en los mercados internacionales, que fue lo que produjo la II Guerra Mundial, tal como sostuvo Pound (cuya crítica era a los banqueros estadounidenses, que mandaban a la inmolación a una generación con el pretexto de proteger la democracia--- al igual que hoy)

Fuera de esto, que da para mucho, y que Gustavo no ha mencionado (una cuestión básica para cualquier entendimiento elemental de Pound), la cuestión judía es complicada, pero no se le puede atribuir a Pound un feroz antisemitismo, siendo el editor de sus obras judío, por ejemplo. Sus críticas y sus prejuicios eran producto de una época.

¿Me arriesgo a que me tomen por antisemita si digo que la cuestión del genocidio judío es irrelevante en el Perú o que uno de los más grandes asesinos del siglo es Ariel Sharon? La temprana muerte de Walter Benjamin fue una tragedia, pero su obra y la simpatía de su persona son fundamentalmente producto de una individualidad, no un motivo para manifestaciones de fanatismo seudofutbolístico.


SIETE DEL ONCE

Anónimo dijo...

No sé si calificar de "manía antisemita" lo hecho por Pound, más bien encuentro la prejuiciosa tendencia de achacarle un defecto generalizado en este caso a los judíos. No obstante, los argumentos planteados por Faverón me parecen atendibles y pertinentes, aun con ello creo que en algunas ocasiones Faverón sí se ha mostrado muy susceptible con algunas expresiones acerca del mundo judío.

Anónimo dijo...

Si mr. vertigo de acuerdo contigo, no entiendo porque atribuir la usura a lo judio, como si fueran una etnia o un grupo humano inferior. Creo que Faveron quiere dejar claro que en aquellas epocas -las de Mussolini y el fascismo italiano de los anos 30-, el poeta Pound era antisemita, era ademas fascista y lo reflejaba en su obra literaria. Pero tambien es cierto que si leemos ese mismo poema hoy dia, la asociacion con una determinada conducta en la comunidad judia es totalmente carente de sentido. Me cuesta creer que hoy mayoritariamente se siga creyendo que los judios son usureros o cosas por el estilo.
Y lo uno no anula lo otro, el post es muy interesante porq entre otras cosas existe pues una especie de "historia de la literatura" (existe?) y por ello siempre es bueno e importante, no perder la memoria y saber quien era realmente el poeta E. Pound.
No era Dios, Vallejo tampoco

Anónimo dijo...

La pregunta simple y obvia es: Y tu que piensas de la usura?
No hay que borrar esta pregunta bajo el manto de una condena al antisemitismo de Pound.
(Aparte: discrepo con que la idea de que la mejor manera de interpretar una obra de arte sea contextualizandola. Sin duda es muy importante esa lectura, y en la academia asi lo hacemos, pero seria terriblemente empobrecedor desvalorar otras aproximaciones. Despues de todo, cada lectura no solo reactualiza, sino que recrea al texto y lo dispara en multiples sentidos- y los textos no estan dirigidos solo o de manera especial hacia los especialistas)

Anónimo dijo...

La pregunta simple y obvia es: Y tu que piensas de la usura?
No hay que borrar esta pregunta bajo el manto de una condena al antisemitismo de Pound.
(Aparte: discrepo con que la idea de que la mejor manera de interpretar una obra de arte sea contextualizandola. Sin duda es muy importante esa lectura, y en la academia asi lo hacemos, pero seria terriblemente empobrecedor desvalorar otras aproximaciones. Despues de todo, cada lectura no solo reactualiza, sino que recrea al texto y lo dispara en multiples sentidos- y los textos no estan dirigidos solo o de manera especial hacia los especialistas)

Anónimo dijo...

Me gusta lo de "usura de la palabra". Hay varios por acá a quienes les convendría un contraceptivo verbal.

Anónimo dijo...

La mordaza segun Monsesenor Cipriani es un contraceptivo verbal

Anónimo dijo...

Qué tal viejo, che su madre.

Anónimo dijo...

Me parece increíble que algunos cometarios se pregunten por qué se asocia la usura con el judaísmo. Se ha hecho eso en Europa por siglos de siglos y se sigue haciendo en todas partes del mundo.

Parte de la acusación tenía un correlato real: en monarquías católicas como España los cristianos no podían ser prestamistas. El sistema económico, sin embargo, imponía la necesidad de la institución, labor que los judíos desempeñaban y que aumentaba el antisemitismo.

Los rezagos de ese tipo de imágen y de las que asocian la codicia con el judaísmo son evidentes. Parten de la traición de Judas por unas monedas y siguen cuando acusan a EEUU y a "intereses judíos" de acaparar el petróleo, por ejemplo.

Una cosa parecida es lo que sucede con la forma en que se asocia el mundo musulmán con una cultura de la violencia.