17.5.09

Mal libro, buena historia

¿La mala literatura como una de las bellas artes?

Stellan Skarsgard es el actor sueco que hace el papel del jefe de la Guardia Suiza del Vaticano en la reciente adaptación que el director Ron Howard ha hecho de la novela de Dan Brown titulada
Angels & Demons.

Skarsgard es un lector frecuente y acucioso de literatura contemporánea y tuvo que vencer más de un resquemor para aceptar el rol. La razón es sencilla y ustedes ya la imaginan: Dan Brown le parece un escritor memorablemente malo.

Sin embargo, Skarsgard dice también que no pudo evitar leer la novela de Brown de cabo a rabo: los
cliffhangers (esos finales de episodio que dejan al lector con la vívida expectativa de una situación conflictiva que sólo se resolverá más adelante) eran demasiados, estaban muy bien puestos y lo impulsaban a continuar incluso a disgusto.

Los
cliffhangers, claro, son generadores de suspense, y por lo tanto, en la medida en que se convierten en dispositivos para organizar la acción y dosificarla, tienen un curioso valor estético: son recursos estructuradores y a la vez conativos, señales sembradas para capturar y mantener viva la atención del lector.

No suelen ser, sin embargo, elementos particularmente imaginativos u originales. Todos los
cliffhangers se parecen y pueden reducirse a una fórmula coloquial que cualquiera de nosotros ha usado alguna vez: "Y no te imaginas lo que pasó en ese momento. Por poco no me he muerto. Pero te lo cuento mañana en el almuerzo".

(El origen más probable del
cliffhanger está en las novelas publicadas por entregas, que necesitaban asegurar que el lector comprara el siguiente número de la revista, del diario o del fascículo donde se publicaba el texto a cuentagotas. Sir Arhtur Conan Doyle, por supuesto, fue el maestro del gancho para la ansiedad lectora).

Un escritor puede ser notoriamente malo en casi cualquier aspecto del arte literario, pero si alcanza la maestría en el oficio de crear suspenso y expectativa, su éxito puede ser masivo y, diría, casi inevitable. Satisface una necesidad que es más informativa que artística o de goce estético: promete una historia cautivante y posterga su conclusión paulatinamente, permitiendo en el camino la gratificación de las pequeñas y parciales revelaciones, en camino a la última.

De cierta manera, la fórmula del
best seller de intriga en perfecta en sí misma. Su pobreza de ideas, su escasez de recursos, la manera ciega y casi fanática en que se niega a pensar y reflexionar, su aniquilamiento de cualquier rasgo peligrosamente intelectual, su forma de esquivar las problematizaciones y negarse a la búsqueda artística, todos ellos no son rasgos a pesar de los cuales un best seller consigue el éxito: son las razones del éxito.

Es decir, la falta de recursos, buscada o no, voluntaria o no, fingida o no, la elisión de todos los caminos laterales y todos los ejercicios conflictivos, son los rasgos que permiten que toda la atención del lector se concentre específica y monomaniacamente en el desarrollo del argumento y la expectativa que la trama le proponga.

¿Cuál es, entonces, el problema con los
best sellers?

Si se proponen una finalidad narrativa particular y específica (el planteo de una intriga, la capturqa del lector y la resolución sorprendente) y adoptan una forma estética que es aparentemente la más funcional para conseguir ese objetivo, ¿no son, entonces, formas narrativas perfectas en sí mismas?

Quizás sí. El problema es lo que esas novelas hacen con su lector, con la mente de su lector y su manera de enfrentarse a un texto: lo transforman en una suerte de caballo de carreras, con las anteojeras apuntadas en una sola dirección, sin mayor libertad de acción, sin espacio para maniobrar, con una meta que no está al final de una red compleja de reflexiones, gustos y disgustos, placeres y shocks, hallazgos y confrontaciones, sino en la línea final de una carrera sin obstáculos ni retos.

Eso suele conllevar un problema adicional: el contenido ideológico está condenado, en virtud de su necesaria simplicidad, a mantenerse, también él, alejado de cualquier poder sublevante o problemático.

El
best seller es por naturaleza conservador. En uno de sus extremos, es poco audaz, confía en la repetición trivial, la seguridad del commonplace y las formas más aceptadas del sentido común.

En su otro extremo es desbocadamente paranoide y sigue la lógica de la teoría conspirativa (
El código Da Vinci) en su variante de menor interés: la de proponer una explicación del mundo que es a todas luces falsa, a todas luces desdeñable, mediante el expediente de identificar un chivo expiatorio para cada mal del universo, o para todos.

En ambos casos es simplificador y superficial, abandona el arte para devenir pasatiempo.

El problema mayor, claro está, radica en el hecho de que las formas del
best seller se han impuesto en gran medida en el mercado lector y en la producción literaria. Autores de buen nivel como, digamos, Chabon o Bolaño, Levrero o Taibo II, han recurrido a ellas para tomarlas poco menos que como a un caballo de Troya, camuflando tras la apariencia de simplicidad una complejidad preñada de contenidos.

Pero otros de menor inteligencia y mayor precariedad artística han asumido el
best seller como un modelo inobjetable, la superficialidad como una virtud bienvenida y la llanura estética como la cima más alta de la eficacia narrativa.

Lo que esos autores olvidan --además de la idea aún no del todo abatida, afortunadamente, de que el arte es un desafío reflexivo y una exploración valerosa-- es que la eficacia narrativa no es rasgo suficiente para que un texto literario tenga valor estético, artístico e intelectual.

Para decirlo estirando una vieja metáfora del lenguaje crítico: una novela solo puede ser sólida si tiene no una dimensión, sino muchas: no una línea ni un plano, sino un haz de líneas y planos.


20 comentarios:

R.G Chiappe dijo...

"cliffhangers": otra de esas palabritas que hacen del ingles el idioma pragamatico e ideal por naturaleza.
Probablemente el Ingles sea el idioma de mas rico vocabulario. Y tengo la impresion que supera al castellano en ese aspecto. Siempre habra una palabra para definir conceptos o situaciones extremadamente especificos.
Seria interesante que alguien arriesgue por ahi una interpretacion o explicacion del porque los anglosajones tiene esta mania mas que meritoria con el lenguaje... A mi me gusta.
En el caso de "cliffhangers", la traduccion literal seria: "colgado o suspendido del acantilado"

Ernesto dijo...

Los extremos son malos, igual hay autores calificados de gran calidad de la critica, pero que resultan muy soporiferos (se dice de algun que otro premio Nobel), por lo que la inclusion de mecanismos que cautiven y logren la complicidad con el lector siempre son bienvenidos....

Guillermo Barquero dijo...

Magnífico artículo, hecho con pocas palabras pero con muchas ganas de darle una ojeada a esos acantilados en que los lagartos acechan.

Rafael Fernando dijo...

La palabra "gancho" traduce eficazmente la expresion en ingles "cliffhanger".

Dicho sea de paso, no hay nada inherentemente malo en servirse de este recurso para hacer avanzar la narracion.

Coco Lucho dijo...

Un lector me hace esta pregunta sobre un cuento de Borges y Bioy, a ver si alguien puede responderla: "En cierta ocasión leí la trama de un cuento de
Borges --creo que escrito en colaboración con Bioy Casares, pero no estoy seguro-- y he tratado infructuosamente de encontrarlo. A lo mejor usted sabe cuál es. La trama, tal como la recuerdo, es la siguiente: un detective o investigador se
dedica a estudiar de manera exhaustiva una serie de crímenes, y a través de una serie de indicios llega a la conclusión de que el próximo en la serie se producirá tal día, a tal hora y en tal lugar. Se va al sitio previsto y espera allí largo tiempo. Pero pasan los días y nada sucede. Esto hace que el investigador sea presa de una crisis existencial y, finalmente, enloquezca (porque le resulta absolutamente inconcebible que sus cálculos hayan estado equivocados). El final de la trama creo que es un recorte de peródico, del día siguiente al que debía ocurrir el crimen, dando los detalles de un accidente de tránsito en el que muere X --el criminal al que esperó vanamente el investigador."

Anónimo dijo...

que autor peruano emplea la receta best seller?'

Anónimo dijo...

Siglos antes que Doyle o de la novela por series, y de mejor manera, Cervantes hace uso del 'gancho' o interrupción con suspenso, 'cliffhanger' como le llaman ahora. Buen comentario sobre los best-sellers, pero... te cito: "la seguridad del commonplace y las formas más aceptadas del sentido común" -tu también repites "commonplaces" (como le llaman ahora al viejo "lugar común") y lo haces en una sola línea >.> De todas formas, habrá que ver la película para ver que tal le va y ver la actuación del actor citado para ver si le incorpora algo de vida a su personaje, más allá de lo que hace Brown.
(No te molestes). Saludos.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

"Sentido común" y "lugar común" no son lo mismo.

Sherlock... dijo...

A menos que tu sentido común esté hecho de lugares comunes...

Anónimo dijo...

Me parece interesante anotar que las Novelas Ejemplares de Cervantes abundan en cliffhangers pero frustrados, retando al lector a intervenir en una experiencia que es ludica, pero tambien paradojica.

Gonzalo B dijo...

No todos los bestsellers se ciñen a fórmulas donde la acción no permite la reflexión. Es cierto que últimamente el género es dominado por las novelas de James Patterson y sus clones, con capítulos de tres páginas, acción incesante, cliffhangers y mucho diálogo, pero no siempre ha sido así. Basta con mirar los bestsellers de 50 años atrás (incluyendo los thrillers) y parecen transcurrir en cámara lenta, aparte de tener bastante más reflexión, ideas y a veces prosa más cuidada que muchas novelas literarias contemporáneas. A propósito, una muy entretenida síntesis de la historia y evolución del bestseller es "Bestsellers: A Very Short Introduction", de John Sutherland, parte de la excelente colección de divulgación A Very Short Introduction de Oxford University Press.

Anónimo dijo...

Pero nada como los "cliffhangers" de "Perdidos en el espacio". Esos eran los mejores.

Lestat, el vampiro, dijo...

Además, "Entrevista con el Vampiro" se considera un bestseller, es buena, yapenas si usa el cliffhanger. Tengo entendido que luego Anne Rice se vendió e hizo un montón de clones de esa novela, pero al menos esa ese salva

Anónimo dijo...

Y aquí está la justificación para el fracaso en ventas que tendrá el conjetural libro de Faverón los proximos meses en el mercado editorial...

Rafael Fernando dijo...

Esto de los ganchos en literatura quizá haya sido de uso muy extendido en las novelas por entregas del siglo XIX, pero es un recurso viejo como el mundo.

Un ejemplo bastante evocativo es "Las Mil y Una Noches", en que Sheherezada asume el reto de mantener en vilo la curiosidad del sultán misógino que escucha sus historias (y tiene la lamentable tendencia de matar a la mujer que habita su lecho al final de la noche).

No se me ocurre un ejemplo más emblemático de la necesidad de obtener y conservar el interés del lector. Si no te interesa lo que te estoy contando, muero.

Sheherezada a veces usa el gancho, pero otras veces simplemente detiene la historia en un pasaje interesante (o no tanto). Esto es sorprendente porque "Las Mil y Una Noches" no es una obra de un solo autor sino una suma de narraciones populares de culturas -no solo la árabe- y lenguas diferentes acumuladas a lo largo de siglos. Es decir que el dispositivo de la narradora que cuenta historias para salvar su vida y la de las mujeres de su pueblo es relativamente tardío. Quienquiera que se haya soplado el trabajo de hilar estas historias dándoles suspenso es un genio.

Si bien es cierto que el uso de los ganchos es indispensable para escribir un best-seller (o una buena serie de televisión, como por ejemplo "24"), no me parece que su uso sea necesariamente poco original o que se reduzca a dos o tres preguntas. El abanico de posibilidades es muy amplio y parte del atractivo de un buen best seller es que las preguntas que plantea al final de cada secuencia, segmento o capítulo sean variadas e interesantes.

Hay usos del gancho muy interesantes y que merecen estudio. Pienso en "El Hombre que fue Jueves" de Chesterton, que utiliza este dispositivo en una narración absolutamente delirante que uno, sin embargo, no puede parar de leer.

Apelaez dijo...

Es posible que estos bestsellers no sean arte o literatura con mayuscula; que exploten una receta y se peguen a un script bien conocido. Lo que si no comparto es que sean cosas faciles de escribir o que tengan garantizado el exito por usar la receta. Para escribir un bestseller se requiere algo mas que seguir un cliché. Si fuera tan facil, todos los que necesitan plata escribirian bestsellers siguiendo la receta. Pero no, muchos intentan con la receta y fracasan estruendosamente, algo diferente tendran los que triunfan pienso.

Ernesto dijo...

Hoy salio una interesante entrevista a MVLL en Peru.21, de la cual cito un fragmento:

Usted renovó el panorama con sus técnicas en la escritura. ¿Cree que ya está todo dicho en cuanto a técnicas, que hemos caído en un letargo?No. Nunca está todo dicho porque, si no, la literatura moriría. Y eso no puede ocurrir porque la literatura tiene que ver con la vida, y la vida evoluciona, cambia, dentro de una cierta permanencia, pero con circunstancias que cambian extraordinariamente. Lo que hay hoy en día es, quizá, menos pirotecnia. La técnica es menos visible. Pero creo que, desde siempre, mientras más eficaz es la técnica, más invisible, a no ser que sea eso lo que quieras contar. Pero, normalmente, lo que quieres contar en una novela es una historia. Y esa historia es mejor contada mientras menos visible sea la técnica que la sustenta. Me parece que es Borges quien lo dice: cuando uno es joven, piensa que una cierta oscuridad es garantía de profundidad y de complejidad; luego, cuando vas creciendo, vas descubriendo que lo más difícil de alcanzar y el mejor logro es la claridad. Ortega y Gasset decía que la claridad era la cortesía del filósofo. Yo creo que también es la cortesía del novelista.

Lestat, el vampiro, dijo...

Apelaez: pero lo mismo se podría decir de los Jonas Brothers o del Cuy Mágico. El secreto de su éxito es un misterio que pertenece al márketing, no a la literatura.

Enrique Prochazka dijo...

Acerca de aquellos complejos caballos que vejan Troyas simplistas, yo quisiera escribir una novela en la que, con nocturnidad y alevosía, las piezas-bestseller son subrepticiamente reemplazadas por piezas-preñadasdecontenidos, de tal manera que en realidad se trata de dos novelas apretadas en un único libro, conjugadas y odiándose como los dos barcos de Teseo.
Para eso (para la mitad de eso) nada como leerse Dan Brown, cosa fácil, además. Construir la otra mitad requiere, lamentablemente, talento.

Spice Boy dijo...

Màs que el talento, el problema serìa còmo haces para negarte a que Ron Howard haga la pelìcula