18.8.10

Bukowski

Y la confusa idealización de un escritor

Una de las formas más extrañas de la adulación literaria es la de quienes idolatran a un escritor no por lo que escribe sino por lo que parece representar como individuo, particularmente cuando pocos de los idolatras se interesan por saber cómo fue el individuo en realidad y muchos caerían petrificados en su sitio si lo descubrieran.

Tomemos como ejemplo a Charles Bukowski, uno de los próceres del underground californiano, ubicuamente iconizado por rebeldes, contestatarios, subterráneos, marginales y seudo-revolucionarios, que lo toman como una suerte de anti-héroe romántico, de mártir de los extramuros y príncipe caído de los inconformes.

Bukowski, un escritor hepático y divertido, no un genio, acaso tan injustamente ninguneado por los académicos como glorificado por los anti-académicos, era un amasijo de resentimientos y belicosidades que lindaban con lo patológico. Es difícil atravesar diez páginas suyas sin toparse con singulares desplantes de beligerancia gratuita, machismo vulgar y chauvinismo a mansalva.

Políticamente, lo poco que se sabe de Bukowski con alguna certeza es que coqueteó con el nazismo en diversos momentos de su vida. Lo hizo desde muy joven, formando parte de dos distintas organizaciones hitlerianas en los Estados Unidos (Bukowski era alemán de nacimiento), y lo siguió haciendo de adulto e incluso de viejo, en los años setentas, según los testimonios de un biógrafo que fue su amigo, Ben Pleasants, quien dedicó al tema un capítulo entero de su libro Visceral Bukowski: Inside the Sniper Landscape of L.A. Writers }. (El capítulo está reproducido aquí).

Las escuetas biografías periodísticas de Bukowski anotan que, siendo aún muy joven, en 1942, fue arrestado por las autoridades americanas por evadir el servicio militar, y que esa evasión se debió a que Bukowski no quería luchar en contra del país de su familia y de su cuna. El dato es incompleto: las autoridades estaban tras la huella de Bukowski por saberlo parte del German-American Bund y del America First Committee, ambos grupos americanos de apoyo al régimen alemán.

Aún en 1974, en una conversación, Bukowski criticó a Pleasants por objetar la admiración que el novelista sentía hacia Hitler. "¿Qué tiene de malo Hitler?", le preguntó Bukowswki, según recuerda Pleasants: "¿Acaso lo has leído?".

Pleasants, en efecto, leyó después a Hitler por pedido de Bukowski, y encontró en Mein Kampf una serie de observaciones sobre la relación entre Hitler y su padre que le recordaron las cosas que Bukowski decía y escribía sobre su propia relación con su padre, el germano-americano Heinrich Bukowski. Pleasants le hizo notar las semejanzas a Bukowski. La respuesta fue escueta: "Lo sé".

Pleasants no se reduce al relato de conversaciones personales (grabadas con expreso permiso del escritor), sino que hace notar el rastro del delirio pro-nazi en la obra de Bukowski. Su novela Hollywood, por ejemplo, describe a la clase explotadora de la industria del cine americano en párrafos como este:

"There we were down at the harbor, driving past the boats. Most of them were sailboats and people were fiddling about on deck. They were dressed in their special sailing clothes: caps, dark shades. Somehow, most of them had apparently escaped the daily grind of living. Such were the rewards of the Chosen in the land of the free. After a fashion, those people looked silly to me. And, of course, I was not even in their thoughts."

"Las recompensas de los Elegidos en la tierra de los libres": para Bukowski, la gran enfermedad de los Estados Unidos, que él emblematizaba en el microcosmos de Hollywood, era que el poder real estaba en manos de los judíos. El tono de esa paranoia es conocido; el lenguaje no es menos típico: es la norma del antisemitismo. Esa novela es de 1989, cinco años antes de la muerte de Bukowski. Eso completa el círculo: cincuenta años de rumiar los mismos prejucios.

Quienes glorifican a Charles Bukowski parecen ver en él una especie de kamikaze de la plena independencia "anti-sistema" (aunque, curiosamente, parece que identifican esa independencia, más que con su obra, con el cuadro de alcoholismo que Bukowski presentó desde la adolescencia). Y no cabe duda de que Bukowski tuvo mucho de marginal y de contestatario. Pero lo otro también es parte de su visión del mundo, y es, además, lamentablemente, de las pocas cosas explícitamente políticas que marcaron parte de su vida y su obra. ¿Eso no cuenta? ¿Se puede ser un admirador de Hitler y un adalid de la progresía rebelde al mismo tiempo?

...

50 comentarios:

Pedro J. Moriche Hermoso dijo...

Interesante artículo, amigo. Desconocía ese dato.

Un saludo desde http://pedrojmoriche.blogspot.com/

alexandro alvarez dijo...

¿Y qué? Tu artículo es para quienes leen buscando modelos de vida, es decir unos pobres seres humanos.
Bukowski, no es un gran escritor, pero es entretenido.
Por eso es que tu artículo es grave, moralista... en síntesis, pelotudo (el artículo)

Gustavo Faverón Patriau dijo...

No borro tu absurdo comentario sólo porque es la primera vez que recibo uno de parte de un lector que no se considera ser humano. Bien ahí. Chaufa.

Anónimo dijo...

Finalmente alguien lo dice. Y justo a tiempo, ahora que los noventas van a regresar.

raefael dijo...

Primero borra tus errores ortográficos y de estilo, "doctor": belicoSidad (siempre tienes paltas con c, s, z, lo sabemos), la cacofonía de "cierta certeza" suena horrible, oye. Y "contestario" creo que querías decir contestatario, tal vez, quién sabe. Chaufa, y si no me publicas al menos corrige, porque se trata de educar al lector, compadre.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Corregidos están mis errores, "Raefael". Te agradeceré que los sigas observando.

Alan Cipiran dijo...

Tengo que defender a un amigo. Y es el amigo que encuentro en los libros de Bukowski, al margen del propio autor. Cierto, el anzuelo fue primero su (mala) fama, y luego empecé con sus libros. ¿Pero, no me pasó también con Borges? ¿No coqueteaba Borges con dictadores latinoamericanos? ¿No se mostraba, con todo placer, políticamente incorrecto?

Es verdad, recuerdo párrafos como: “al menos con Hitler tuviera algo que comer, y un culo caliente esperando en casa” o algo así. Pero si el deber del escritor es ser totalmente (y en su caso visceralmente) sincero, ¿podemos descalificarlo? A lo lejos, y en abstracto, es fácil aplicar la rigurosidad moral. Por lo demás, casi siempre, la admiración es producto de un mal entendido. Saludos

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Entiendo lo que dices, pero. Hay muchos peros que ponerle a eso. Primero, con lo de Borges: Borges pasó por una larga evolución ideológica, desde el socialismo convicto hasta una especie de aristocratismo intelectual a veces reacionario, sí. Si lo que admiras son sus cuentos de Ficciones y El aleph, lo cierto es que fueron escritos por un Borges fervientemente opuesto a más de una dictadura. No hay que juzgarlos anacrónicamente. Con Bukoswki, como dije, la admiración por Hitler es una constante, y no cualquier constante, sino una que parece echar por tierra muchas de las cosas por las que la gente lo admira. Es más parecido al caso del Che Guevara: convertido en símbolo pacifista luego de haber sido a todas luces un sanguinario vengativo y un gran opresor de los cubanos de oposición. Obvio que Bukowski no fue eso, pero la tergiversación de su imagen encierra una cierta analogía.

Jorge Mario Sánchez dijo...

Interesante artículo, Gustavo. Bukowski es buen escritor, entretenido y poco más. De hecho, me parece que Miller e incluso Burroughs lo superan con creces.

No sabía de los rastros de nazismo en Bukowski. Eso le da una nueva perspectiva a sus obras.

En el mundo hay varios escritores a los que se idolatra más por su "vida" que por su obra. En Colombia tenemos el caso de Andrés Caicedo. Sus fanáticos (porque no son otra cosa) son bastante aburridos y previsibles. De hecho, lo que más admiran de Caicedo es que haya tenido el "valor" de suicidarse a los 25 años.

Con Bolaño se quiere hacer algo parecido, pero creo que su obra prevalecerá sobre su malditismo.

Pirulo dijo...

Papá Buko te invitaría un trago para que te relajes, Faverón.
¿Cuántos nazis han escrito grandes libros? Aunque sea papi Buko es divertido, tú eres acartonado y te crees el dueño de la verdad. No te olvides de Octavio Paz y su época roja ni de Vargas Llosa apoyando la revolución cubana. El Gabo la sigue apoyando y eso no le quita una coma a Cien años de soledad.
Tú eres caviar, lo fuiste en la Católica y luego fungiste de reaccionario como editor de Somos.
Hagamos memoria que yo anduve también por ahí.

Anónimo dijo...

Creo que lo que más llama la atención en Bukowski es su visceralidad, que igual puede seducir a un individuo de extrema izquierda como a uno de extrema derecha o incluso a un moderado sediento de novedad. La justificación podría resumirse así: "Acepto que el hombre tiene mucho de reaccionario, pero es sincero y visceral incluso en eso". La sinceridad es una virtud con matices. Se puede ser muy "sincero" para expresar enfermedades morales como el antisemitismo o el racismo; y el "sincero" puede esperar un soprendente elogio por su vicio.

Para aquellos que piensan que al escritor se le puede extraer de sus circunstancias para evaluar su obra por sus cualidades estrictamente literarias, la mejor evaluación de la obra de Bukowski está en el diario de Ribeyro. No lo tengo a la mano, pero coincido con él.

Bien puede decirse que este es un excelente post sobre un escritor menor. Si se quieren ver las complejidades de la vida en toda su dimensión (ideológica, filosófica, moral e histórica) hay personajes de mucho más peso, como el francés Drieu La Rochelle -que apoyó a los nazis durante la invasión de Francia. Alvaro Mutis le ha dedicado páginas muy bellas; y nuestro Mariátegui, un ensayo brillante, perdido entre todo aquello que no llegó a publicar.

Poeta del Azfalto dijo...

Gustavo, al evocar el nombre de Charles Bukowski en nuestra memoria literaria surgen ligados a su nombre términos como obscenidad, erotismo, desenfreno y escándalo. Sin embargo, estos posibles encasillamientos poco mérito hacen a la obra de este gran escritor norteamericano y no permiten apreciar el mundo de vitalidad, energía y desenfreno que el autor abre ante los ojos del lector. Desde muy joven, conoció las calles y la inclemente vida urbana y, además, ejerció innumerables e inverosímiles trabajos. Llevó una vida bohemia, entregada al exceso y al desenfreno, la cual recreó en novelas eróticas de carácter autobiográfico. Uno de los puntos centrales de la obra narrativa de Bukowski es la sexualidad. Sin embargo, calificarlo de nazi es asumir una visión estrecha y reducida de su gran obra narrativa. El mismo escritor señala que más que pornografía lo que existe en su obra es obscenidad. La primera, aclara, tiene como intención lograr la excitación sexual, la última tiene por objetivo provocar y despertarnos del profundo letargo en que estamos sumergidos y comunicarnos una sensación de realidad. En Bukowski, la obscenidad es un recurso utilizado por el escritor para provocar; y el sexo, un instrumento, que a manera de altavoz, llame la atención de nuestro pudoroso silencio. Esta actitud rebelde y provocadora no es algo gratuito sino que es la expresión de un profundo y marcado rechazo a todo el engranaje social que le tocó vivir en su tiempo, una protesta contra aquella Norteamérica grotesca y superficial.

Narrador de la Azotea dijo...

Hay varios cuentos de Bukowski que son interesantes, pero de la mayoría tengo la impresión de que se trata de un para escribiendo auto-pornografía, osea, pornografía para uno mismo.

¿No sería interesante discutir un uno o dos cuentos de Bukoski, para contrastar opiniones sobre textos específicos? Si aceptan, sugiero que sea uno de los que el blogger considere los mejores y el otro que sea de los más representativos o citados en Perú.

Anónimo dijo...

¿Mariátegui (1896-1930)escribió sobre la invasión nazi de Francia?

Jorge Frisancho dijo...

Al anónimo que preguntaba qué Nazi ha escrito un gran libro, aquí le van tres autores Nazis o muy cercanos, los tres "grandes" en el canon Europeo: Jünger (es verdad que no era antisemita y eso le causó problemas), Hamsum (es verdad que no era alemán, pero dijimos "nazi"; cuando le dieron el nobel, se fue a Berlín y le regaló su medalla a Goebbels), Céline (éste sí que era antisemita). Y si quieres expandir el criterio a "fascistas", más en general, la lista es larga: Pound, Marinetti, etc. Y si quieres incluir filósofos, ¿qué tal Heidegger? De que los hay, los hay. La pregunta, y vale también para Bukowski, es si su arte los excusa. Y la respuesta es no. A menos que ser "divertido" y no "acartonado" sea tu único y mejor criterio.

Anónimo dijo...

Usar a Hitler o a los Nazis como argumento para una discusión o juicio está ampliamente desacreditado y, de hecho, existe la "Reductio ad Hitlerum". Esto es: Hitler era vegetariano, ser vegetariano es malo.
También tenemos la Ley de Godwin: "A medida que se alarga una discusión en Internet, la probabilidad de comparar algun argumento con Hitler o los nazis aumenta" Esta ley, sobradamente probada como cierta, a dado lugar a una tradición en la red de forma que cuando alguien usa una comparación con los nazis se puede invocar la ley de Godwin y automáticamente el que ha hecho la comparación pierde la discusión y esta se da por concluida.

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

Lo que siempre me ha llamado la atención es la necesidad de justificar/defender al escritor/artista cuando cosas como estas se revelan. Como ha señalado Jorge, escritores con afinidades nazis o fascistas no faltan (y no solo escritores: cineastas, filósofos, músicos, etc). Tampoco faltan artistas con afinidades stalinistas, castristas, senderistas, etc. Es por supuesto de lo más relevante señalar esas afinidades y emplearlas al juzgar su obra y su legado. Y de lo más necesario tener en cuenta cuán permanentes esas afinidades son o fueron, como se hace aquí con Bukowski.

La pregunta correcta no es si acaso se puede hacer arte y al mismo tiempo ser fascista o comunista. La pregunta correcta es por qué es eso posible. Y nos llama a cuestionar la naturaleza redentora del arte. O al menos, a repensar los términos de esa redención. Ser un artista, incluso un artista de extraordinaria calidad (Bukowski no califica, pero sí Ezra Pound, un fascista y antisemita), no lo redime a uno de sus prejuicios necesariamente. Es la santificación por medio del arte (o la "cultura" en algunas acepciones de esa palabra) contra lo que debemos estar alerta.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Anónimo: decir que un admirador de Hitler es admirador de Hitler no es una argumentación falaz. Es la declaración de una verdad. Te has aprendido la idea pero no tienes idea de cómo usarla. Trata de nuevo más tarde.

Miguel: de acuerdo (go figure).

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

La Ley de Godwin y la Reductio ad Hitlerum son principios que buscan evitar que se entrampe la discusión al comparar con los nazis a aquellos que NO tienen simpatía alguna con el nazismo. Uno de sus objetivos es evitar que se devalúe el término "nazi" y se trivialice la comparación con Hitler. No se puede usar para evitar discutir acerca de quienes SI son nazis o tienen simpatía por ellos.

Jorge Frisancho dijo...

Miguel: y ese, creo, es precisamente el problema que señala Gustavo con respecto a Bukowski, o al culto de Bukowski. La santificación en virtud de la práctica artística o literaria, entendida aquí como una forma de vida bohemia o romántica. Para algunos, esta práctica y sta forma de vida colocan al artista por encima de cualquier consideración moral. Y para otros, al parecer, basta ser "divertido" para alcanzar tal estado de gracia.

La pregunta que planteas es precisa: ¿por qué es posible producir arte, incluso gran arte, y ser al mismo tiempo una persona moralmente condenable? Y la respuesta me parece obvia: porque el arte, en sí mismo y considerado fuera de contexto, no tiene contenido moral.

(Hay muchas otrs preguntas relacionadas, desde ¿qué clase de contenido sí tiene el arte, considerado, como digo, en sí mismo y fuera de contexto?, pasando por ¿cuál es la relación entre el juicio estético ("gran arte") y el juicio moral ("condenable")?, hasta ¿qué objeto o producto discursivio sí tiene contenido moral?, pero esas podemos dejarlas para otro día.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Entiendo, Jorge, que básicamente vamos en las mismas direcciones, pero no entiendo qué quieres decir cuando hablas de "arte en sí mismo considerado fuera de contexto"; el arte es evidentemente una práctica social y cultural y no existe nunca fuera de un contexto. Por otro lado, supongo que cualquier concepto que consideres fuera de contexto pierde un posible carácter moral. Imagina la frase "el ser humano en sí mismo considerado fuera de contexto" y verás a qué me refiero.

Anónimo dijo...

¿Qué? ¿Que el arte no tiene contenido moral? ¿Quiere decir que lo moral es una dimensión del sentido que aparece sólo en la realidad y no de la realidad representada.
Aunque habría que circunscribimos a la literatura o, mejor, a la narrativa, me parece más apropiado decir que en la ficción no existe lo punible, no necesariamente lo moral.
Imagino que una de las dimensiones "en sí" del arte es la de proponer, precisamente, un orden alternativo a lo real; sirva este orden para cualesquiera que sean los fines que sirva a su autor y/o sus lectores. Hedonismo, sublimación, recompensa, formalismo, proyección de la imaginación, violación de las leyes de la naturaleza, reparación, ratificación...

Anónimo dijo...

Dijo Jorge: "La pregunta, y vale también para Bukowski, es si su arte los excusa". La pregunta podria ser, digo, si sus creencias o afiliaciones condenan su obra artistica.

Jorge Frisancho dijo...

Gustavo y el último anónimo: cuando digo "el arte considerado en sí mismo y fuera de contexto" no quiero decir tal o cual objeto artístico, que obviamente sí tiene cointenidos y obviamente sólo existe en contexto, sino la práctica artística en general, el ser artista, el producir formas y discursos. El hecho artístico o simbólico en sí. Quizá debí ser más claro. Y no es que el hecho artístico en sí exista fuera de contexto y pueda o deba ser considerado de esa manera (no lo creo). Lo que digo es que quienes creen que el ser artista excusa, justifica o libera a un ser humano de sus compromisos morales (como el de no ser nazi) lo ven de esa manera, lo cual es un error tanto estético como moral.

Serafín Perfecto dijo...

Más misterioso me parece el fenómeno de que un papanatas pueda escribir buenos cuentos o novelas.

Anónimo dijo...

por qué ser nazi es un dilema moral y no, por ejemplo, ser comunista (Stalin) o ser liberal (las dictaduras latinoamericanas). Es que el señor Frisancho cree que 9 millones de muertos convierte una ideología en un problema moral y 100,000 muertos no?

¿Es la cantidad lo que determina los dilemas morales de Frisancho?

Poeta.

Jorge Frisancho dijo...

En otras palabras, es precisamente porque ni la práctica artística en general ni el objeto artístico en particular existen fuera de contexto, que el juicio moral sobre ellos es no sólo válido sino necesario. El juicio moral es un juicio sobre las relaciones de esa práctica u objeto, y de la persona que las produce o reclama como suyas, con el contexto de su existencia —es un juicio sobre la consideración del otro. Una forma distinta de decir casi lo mismo es la que intenté ayer y me salió mal: el arte no tiene contenido moral "en sí mismo". Sólo lo tiene en contexto. Lo cual debería ser una perogrullada, pero con frecuencia descubro que no lo es, porque muchos no lo ven así. Para muchos, ser poeta, ser artista, ser Bukowski, ser "divertido" basta para cacelar el juicio y hacer automáticamente "bueno" al sujeto, aunque sea nazi.

Nicolás Hidrogo dijo...

Estimado Gustavo Faverón, comparto tu osadía de hurgar en lo putrefacto y anómalo de este pernicioso personaje y fantoche Bukoswski y admiro tu valentía de soportar toda el arremetiendo de la legión de borrachines y resentidos sociales que siguen como a su dios, a este esperpento.
En realidad el ansia de descalificarte y tildarte de moralista es parte de la estrategia archiconocida de bajarte las llantas, de estos trogloditas.
La existencia de los contraculturales, para mí, es la tendencia de aquellos que se sienten marginales desde sus propios hogares -ni su familia les lee una línea- y eso se traslada al ámbito social, por lo que no les queda otro camino que autoinducirse los diablos azules y botar espuma por la boca para llamar la atención. Son huérfanos de reconocimiento, de afecto y deben encontrar muchas veces su ángel negro para emular como un chimpancé todos sus actos negativos. Es curioso, los que emulan a Bukoswsi lo hacen sobre su aspecto extraliterario, beber salvajemente alcohol, fumarse su troncho, hacer irreverencias, pero no emulan su aspecto literario.
He llegado a la conclusión que los autodenominados contraculturales, ni si quiera son tales, sino que se comportan como lumpen y antisociales que utilizan como fachada y mascarada a la literatura para disfrazar sus sordideces.
Nicolás Hidrogo Navarro
Lambayeque-Perú.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Estoy de acuerdo, entonces, Jorge; seguramente malentendí el mensaje tuyo que comenté. El estatuto de "artista" se utiliza muchas veces como si a él viniera adosada un certificado de moralidad superior o de santidad inmaculada, a veces, o una carta blanca o una patente de corso, otras veces. Como discurso explícito o implícito, la obra de arte está sujeta a juicios morales. Es verdad que se puede admirar la maestría de un Pound o de un Céline; es verdad también que eso no nos inhabilita para juzgarlos moral o éticamente. Es más, como creo que anota Miguelón, es precisamente en los casos en que la obra es extraordinaria y el discurso o las ideas son objetables cuando el juicio moral se vuelve imperativo. Entre otras cosas, porque el mejor arte suele hacerse pasar por verdad y revelación. Ahora, comentando un poco más la pregunta de Miguel, supongo que el hecho de que podamos reconocer simultáneamente la magnitud especial de lo que antes llamábamos más frecuentemente una "obra maestra" y su moralidad cuestionable, tiene que ver con el hecho de que la primera virtud que buscamos en una obra de arte es la plena adecuación de la forma al contenido. A un poeta maldito no le podemos encontrar defecto estético por descubrir que su moral nos resulta repudiable y que la forma de su obra nos parece ominosa: esa conjunción apela a nuestro sentido de la correspondencia, somos capaces de descubrir en ella una coherencia. En algunos poemas, las palabras de Pound nos suenan fanáticas, dichas con el tono de quien cree estar reescribiendo un libro sagrado, y en esa torcida osadía descubrimos una conformidad con las ideas que la obra pone en juego. ¿No es, después de todo, algo análogo a lo que llamamos armonía o coherencia o correspondencia estética cuando nos admiramos del tono alucinado y las palabras arrebatadas de Santa Teresa?

Fernando dijo...

En lo personal, Bukowski no me gusta mucho. Es entretenido, pero tampoco es el escritor que se lee cuando uno solo busca "entretenerse literariamente".

Me gustó el post y comparto la opinión, porque en efecto, el escritor está sobrevalorado, o mejor dicho "mal valorado", ya que muchos lo aprecian por alcohólico, y no por su calidad literaria (al igual que Borges -me refiero a "mal valorado"-).

Generalmente Bukowski es, como dices, el "prócer" de los que se consideran rebeldes. Y es molesto toparse continuamente con ese lugar común.

Ahora, lo de Borges lo digo porque, por lo menos en mi entorno, Borges es el "prócer" de esos que leen extremadamente poco, pero desean ser tomados por "intelectuales".

Finalmente, no creo que la frase "Las recompensas de los Elegidos en la tierra de los libres", sea como que una muestra representantiva del antisemitismo de alguien, pero bueno, es otra cosa.

Como dije, a mi me agradó el post simplemente porque, independientemente de las preferencias políticas de Bukowski; solo llena las bibliotecas personales de los hijos "rebeldes" de los burgueses que antes de entrar a una trasnacional, gastaron considerables cantidades de dinero en hacerse de memorabilia del Che Guevara, que por supuesto, se comercializa gracias a la lógica capitalista del "Imperio".

Saludos

Anónimo dijo...

En este link hay datos que ponen en duda el "nazismo" de Bukowski:
http://opinion.latimes.com/opinionla/2007/11/bukowski-a-nazi.html
Por otro lado, como es sabido, un texto literario esteticamente denso da lugar a multiples lecturas. Las lecturas que rastrean las ideologias politicas de un texto o autor son tan validas como aquellas que se enfocan en otros aspectos culturales de las mismas. Y asi como no hay una sola Historia, sino historias, no existe una sola Etica que debiera imponerse incuestionablemente como universal. (Esto es particularmente importante cuando se hace pasar etica por politica).
Debe ser obvio que muchos de los que disfrutan de Bukowski -y no me encuentro entre ellos, al menos todavia- no son nazis, ni nada parecido. Simplemente encuentran en su rebeldia y desparpajo una fuente de exploracion estetica y vital.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

He leído ese artículo, y te pido que me digas cuáles son los "datos" que ponen en duda el asunto.

Jorge Frisancho dijo...

Al último anónimo: es cierto que, desde alguna perspectiva, no hay "una" postura etica que deba imponerse como universal sobre otras formas de entender nuestras relaciones con los otros, nuestras obligaciones y deberes (y los de Bukowski). Pero caben varias preguntas. Propongo dos. 1) ¿Desde qué postura ética y en qué contexto es válido ser nazi? Quizá haya una respuesta (yo no la tengo; yo digo que desde ninguna postura y en ningún contexto), pero estoy seguro de que no es "desde la postura ética de un escritor norteamericano en la segunda mitad del siglo XX, luego del Holocausto". Y 2) Que haya muchas éticas y todas sean válidas, ¿significa que no hay principios fundamentales? ¿Significa que no hay acciones y posiciones anti-éticas? ¿Significa que todo vale, incluidos el genocidio y la admiracion por genocidas, como la de Bukowski por Hitler?

Además, claro que una lectura que se enfoque en los aspectos "estéticos" de la obra es igualmente válida que una que se enfoque en sus asp[ectos "éticos" (pongo comillas poque la distinción me parece artificial, útil sólo por razones analíticas). Igualmente válida, e igualmente parcial, incompleta. Pero de lo que estabamos hablando era de la construcción de Bukowski como adalid de la rebeldía, la bohemia, y la vida romántica entregada a la causa literaria. Y esas son consideraciones éticas y morales andtes que estéticas.

kilkoso dijo...

Reductio ad Hitlerum

Gustavo Faverón Patriau dijo...

La falacia que llaman "Reductio ad Hitlerum" sería decir: "Bukowski detestaba el capitalismo americano; Hitler detestaba el capitalismo americano; por lo tanto Bukowski es igual a Hitler".

Yo no uso ningún argumento así. Yo digo: "Bukowski admiraba a Hitler y de eso hay pruebas grabadas y escritas". Nada más. Eso puede ser falso o verdadero (es verdadero), pero no es una falacia de ninguna manera. Y además eso ya fue explicado aquí.

Beltenebros dijo...

"¿Desde qué postura ética y en qué contexto es válido ser nazi?" (Jorge Frisancho)

Desde la postura ética de los nazis en los lugares y momentos en que tenían el poder. Si hubieran ganado la guerra, Churchill sería un criminal de guerra y sus bombardeos estratégicos no serían válidos en ningún contexto, ni el gulag stalinista comparable a un Holocausto que, entonces sí, no habría sucedido jamás.

"¿Significa que todo vale, incluidos el genocidio y la admiracion por genocidas, como la de Bukowski por Hitler?"

Todo depende de cómo definamos genocidio y de cuán lejano en el tiempo esté el hecho. Por ejemplo, Alejandro Magno es admirado desde siempre, pero a la luz de ciertos discursos actuales sería un genocida (y la biblioteca de Alejandría la ¿condenable? hijastra racionalista de la irracionalidad homicida y el afán de dominio.) Más próximo a nosotros, Napoleón fue llamado Anticristo por unos y glorificado por otros, pero lo que no cambia es que fue el responsable de la muerte violenta de cientos de miles de seres humanos y de la zozobra de millones. Ahora imaginémonos a Stendhal y la egiptología sin Napoleón...

En uno de sus cuentos Bukowski se plantea el mismo dilema que el señor Faverón subraya al final de su post: un hombre se emociona sinceramente escuchando a Mahler en la radio y poco después abusa de una niña del vecindario. ¿Puede ser eso posible?

Bukowski era un rebelde y un borracho perdido y también un simpatizante del hitlerismo. Son solamente tres facetas (cuya secreta armonía no sabemos o no existió) de un ser humano tan misterioso como cualquier otro.

Saludos.

Reductio ad Reductio dijo...

"¿Se puede ser un admirador de Hitler y un adalid de la progresía rebelde al mismo tiempo?"

¿Se puede ser un defensor de la patria y al mismo tiempo un militarista? Sí se puede.

¿Se puede ser un defensor de los derechos civiles de los negros y al mismo tiempo un supremacista? Sí se puede.

¿Se puede ser un héroe anarquista y al mismo tiempo homófobo? Sí se puede.

Lo heroico no quita lo villano. Lo villano no quita lo heroico.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Esa canción de "si los nazis hubieran ganado..." debe de ser una de los lugares comunes más irritantes y gratuitos del mundo. No es así. Stalin ganó la guerra y su figura hoy no es la de un héroe ético y moral; Mao, Pinochet, decenas de otros: lo mismo. Los belgas del Congo, los españoles en América, conquistadores triunfantes con anuencia del papado: casi nadie fuera de España (y pocos en España) los ven como héroes; nadie a estas alturas justifica la masacre de indios americanos sin que se le oponga una censura; nadie dice que fue una acción ética justa. Los contrajemplos son demasiados.

Anónimo dijo...

How Jewish is Hollywood? Aqui un articulode Latimes que toma una mirada al respecto:
http://www.latimes.com/entertainment/news/celebrity/la-oe-stein19-2008dec19%2C0%2C2313474.column

Y la mirada comica de Adam Sandler en The Chanukah song:
http://www.youtube.com/watch?v=RBQ4-JY-kuc&feature=related

R. Euribe

Beltenebros dijo...

Pienso que lo de "a estas alturas" es igualmente un clisé. El clisé de la historia progre, según la cual la humanidad vive un ascenso continuo e inevitable dictado por una ley natural.

Nunca estamos "a estas alturas" porque la historia no está garantizada. Hitler no perdió la guerra porque tenía que perderla por decreto histórico y moral. Stalin cuenta hasta el día de hoy con admiradores fervientes (conozco algunos en persona), lo mismo que Mao. Y, desde luego, Hitler. Todos ellos han sido justos y justificables en su momento, como lo fue la masacre de indios norteamericanos y la explotación de los indios sudamericanos (a pesar de que la Iglesia había reconocido su dignidad humana). Si "a estas alturas" es indefendible el genocidio de los pieles rojas, es porque los gobiernos y las percepciones sociales han cambiado, mas no porque hechos así no puedan volver a ocurrir ni sean injustificables ante un hipotético tribunal moral universal (negado por el mismo multiculturalismo proindígena y proexótico cuando se intenta proscribir atrocidades culturales no occidentales).

Me sorprende que en una época de relativismos iconoclastas (véase la Academia contra Vargas Llosa), una época en que hasta la ciencia física ha sido reducida a un discurso de poder más, algunas fórmulas axiológicas sigan siendo intocables. Y no lo digo por defender a Hitler, Mao, Stalin o Abimael Guzmán, sino porque tengo la impresión de que estos discursos se amoldan al cauce "bienpensante" en boga. Pero ya me gustaría ver qué ha hecho más daño (o si tan dañinos son el uno como el otro): el nacionalsocialismo y el marxismo cultural.

Saludos.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

"A estas alturas" quiere decir, simplemente, en este momento de la historia. Ahora. En nuestro tiempo. Después de sucesido lo sucedido y de evaluado lo evaluado. Espero que no quieras negar la existencia del presente. :)

Beltenebros dijo...

"Espero que no quieras negar la existencia del presente. :)"

1. Es que acabo de salir de una novela de Mika Waltari, amenísima mezcla de cinismo, bestialidad y sanchopanzismo.

2. Pero sí, a veces me gustaría negar el presente. Vargasllosianamente, se entiende. Quién sabe si al final me animo a escribir algo con toda esta rabia arrejuntada.

Saludos.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Eso estaría bacán.

Jorge Frisancho dijo...

Beltenebros: No pues. No basta decir “si Hitler hubiera ganado la Guerra…” En primer lugar, como anota Gustavo, los contraejemplos —instancias de “vencedores” que son ampliamente condenados en términos éticos y morales— abundan (a la lista de Gustavo, yo añadiría los Estados Unidos, que ganaron muchas guerras y mantuvieron por muchas décadas durante este siglo estructuras y conductas abiertamente racistas, de supremacía masculina, y homófobas, y en varios sentidos lo siguen haciendo). Yo había planteado esta pregunta: El hecho de que existan distintas posturas éticas y a todas se les reconozca validez, significa que no hay actos o posturas anti-éticas, en principio? Pareces responder que sí: si el único contenido posible de los discursos éticos y morales es el punto de vista de los vencedores, si la única justificación de un acto es quién “ganó la guerra”, entonces no hay cuestiones de principio, solo cuestiones de poder.

No es necesario imaginar un mundo el que Hitler hubiera “Ganado la guerra” y, en consecuencia, sus actos y los del estado nazi fueran justificados por una variedad de discursos éticos y morales, aceptados por una mayoría, promovidos por amplios sectores de la sociedad civil, apoyados por académicos e intelectuales y admirados por la ciudadanía. Ese mundo existió: Alemania, entre 1933 y 1945. Hitler “ganó la guerra” contra la oposición política en 1933, y la continuó ganando por muchos años. Tu respuesta implica que, en ese contexto, sus acciones se justifican porque son las acciones del vencedor, análogas a las de Alejandro Magno o las de Genghis Khan para tal caso.

Hay varios problemas con esta analogía. Para mí, el más central es que, aunque se reviste de la apariencia de historia, es profundamente ahistórica. Una cosa es decir que los actos y actitudes del pasado no pueden juzgarse con los parámetros del presente (por ejemplo, las actitudes de Aristóteles con respecto a la esclavitud), y otra decir que el presente (el siglo XX europeo) se acaba en Alemania, y sólo en Alemania, cuando “Hitler gane la guerra”, evento que supuestamente hace inválidos los discursos humanistas y justifica el genocidio.

En otras palabras, una cosa es creer que los discursos éticos y morales son producto de su tiempo y su lugar, y otra decir que ese tiempo y lugar depende de quién “gane la guerra”. No hay que ser un fundamentalista del racionalismo, ni un esencialista, para entender que, en el contexto de la Alemania de 1933-45, las posturas y acciones del estado nazi eran moralmente condenables: su contexto histórico y espacial ofrece innumerables posibilidades de imaginar un discurso ético distinto, y aún si ese discurso alternativo no tiene otro contenido que el provisto por sus coordenadas históricas —aún si ese discurso no es, el fondo, nada más que ideología—, el juicio moral sigue siendo válido. Precisamente porque es válido en términos históricos.

Y, by the way, Churchill es un criminal de Guerra, y no solamente por los bombardeos que mencionas, sino, y sobre todo, por sus campañas militares en África, muy anteriores y alimentadas por un afán que sólo puede calificarse de genocida.

Jorge Frisancho dijo...

Beltenebros: No pues. No basta decir “si Hitler hubiera ganado la Guerra…” En primer lugar, como anota Gustavo, los contraejemplos —instancias de “vencedores” que son ampliamente condenados en términos éticos y morales— abundan (a la lista de Gustavo, yo añadiría los Estados Unidos, que ganaron muchas guerras y mantuvieron por muchas décadas durante este siglo estructuras y conductas abiertamente racistas, de supremacía masculina, y homófobas, y en varios sentidos lo siguen haciendo). Yo había planteado esta pregunta: El hecho de que existan distintas posturas éticas y a todas se les reconozca validez, significa que no hay actos o posturas anti-éticas, en principio? Pareces responder que sí: si el único contenido posible de los discursos éticos y morales es el discurso de los vencedores, si la única justificación de un acto es quién “ganó la guerra”, entonces no hay cuestiones de principio, solo cuestiones de poder.

No es necesario imaginar un mundo el que Hitler hubiera “Ganado la guerra” y, en consecuencia, sus actos y los del estado nazi fueran justificados por una variedad de discursos éticos y morales, aceptados por una mayoría, promovidos por amplios sectores de la sociedad, apoyados por académicos e intelectuales. Ese mundo existió: Alemania, entre 1933 y 1945. Hitler “ganó la guerra” contra la oposición política en 1933, y la continuo ganando por muchos años. Tu respuesta implica que, en ese contexto, sus acciones se justifican porque son las acciones del vencedor, análogas a las de Alejandro Magno o las de Genghis Khan para tal caso.

(sigue)

Jorge Frisancho dijo...

Hay varios problemas con esta analogía. Para mí, el más central es que, aunque se reviste de la apariencia de historia, es profundamente a-histórica. Una cosa es decir que los actos y actitudes del pasado no pueden juzgarse con los parámetros del presente (por ejemplo, las actitudes de Aristóteles con respecto a la esclavitud), y otra decir que el presente (el siglo XX europeo) se acaba en Alemania, y sólo en Alemania, cuando “Hitler gane la guerra”, evento que supuestamente hace inválidos los discursos de la ilustración y justifica el genocidio. En otras palabras, una cosa es creer que los discursos éticos y morales son producto de su tiempo y su lugar, y otra decir que ese tiempo y lugar depende de quién “gane la guerra”. No hay que ser un fundamentalista del racionalismo, ni un esencialista, para entender que, en el contexto de la Alemania de 1933-45, las posturas y acciones del estado nazi eran moralmente condenables: su contexto histórico y espacial ofrece innumerables posibilidades de imaginar un discurso ético distinto, y aún si ese discurso no tiene otro contenido que el provisto por sus coordenadas históricas —aún si ese discurso no es, el fondo, nada más que ideología—, el juicio moral sigue siendo válido. Precisamente porque es válido en términos históricos.

Y, Churchill es un criminal de Guerra, y no solamente por los bombardeos que mencionas, sino, y sobre todo, por sus campañas militares en África, muy anteriores y alimentadas por un afán que puede llamarse genocida.

Néstor dijo...

"¿Se puede ser un admirador de Hitler y un adalid de la progresía rebelde al mismo tiempo?"

Te preguntas querido Gustavo, a lo que cualquiera te respondería con un rotundo: Duh!

Pero Gustavo, ¿cómo puedes hacerte preguntas tantas veces respondidas? Ser "progresista" consiste esencialmente en esa paradoja.

Te recomiendo el excelente libro de Jonah Goldberg,"Liberal Fascism" donde se hace la biografía intelectual de Mussolini, y se establece la génesis de estos malentendidos.

No en balde los llaman "tontos útiles". Desconocen hasta de dónde salen sus principios.

Guely of Sweden dijo...

A ver si le aplicamos la misma vara a Vallejo y el stalinismo (esperaré sentado por el artículo). Créo que el problema es que Bukowski ya se hizo demasiado popular (se pacharaqueó)y ya era hora de tumbarlo.

Juan Zambo dijo...

El novelista no necesita ver al león comiendo hierba, Él sabe que un mismo dios creó al lobo y al cordero, y luego sonrió, ‘viendo que su trabajo estaba bien hecho’ –Andre Gide-


Me encanta Bukowski. ¿ahora me tengo dibujar una esbastica en la frente? Y tambien me gusta Gorki (¿una hoz y un martillo?) Lewis Carroll era pederasta, supongo que tendre que ir de puerta en puerta avisando a mis vecinos... o tal vez no.

"Ay el sexo, Ay el amor, Ay la jodienda..." Charles Bukows.

NT: Creo que los que tienen coches BMW, volkswagen... y usan autopistas son unos inmorales. Habria que azotarlos a todos.

Juan Zambo dijo...

Cierto, Platon apoyaba la exclavitud. Bueno, pensadolo mejor, eso tiene cierto sentido si pensamos en el sistema social en que vivimos hoy día, siendo este personaje el padre de la Moral occidental.