24.8.10

Instrucciones

Para adquirir una cama king size en Brunswick, Maine

Se revisa cuidadosamente el catálogo de Ikea. Se elige la pieza adecuada. Se toma la firme decisión de conducir una camioneta rentada en U-haul hasta las afueras de Boston, comprar la cama y traerla armada.

Pero se opta por lo que a primera vista es más cómodo: pagarla on-line, esperar que llegue desarmada en varias cajas por correo y luego contratar a alguien que la arme. De preferencia un anciano retirado pero experto con las manos, que solucionará el problema en dos patadas.

La carga llega, pero es un día de lluvia y uno se da cuenta de que no puede dejar las cajas a la intemperie: procede, entonces, a levantarlas, todas, una por una, incluso la que está marcada "heavy: more than 100 lbs", con una cinta amarilla y negra como las que se ponen en la escena del crimen.

Cuando la operación comienza, el cuerpo del aventurero está relajado; al terminar, el verano de Maine ya lo hizo sudar: los músculos calientes, en el fondo, no saben lo que está pasando. El cerebro tampoco. De allí que uno decida levantar las cajas una vez más, treparlas al hombro, subir la escalera una, dos, tres, cuatro veces.

Se cortan las cajas. Si se realiza a la perfección, esta parte del proceso no debe exceder los cinco minutos. Si se tiene flojera de ir a la cocina por un cuchillo, o por una tijera grande, y se opta por la tijerita de uñas del baño más próximo, pasan a ser 45 minutos de esfuerzo tragicómico. La esposa de uno comienza a burlarse en ese momento: debe pasársela por alto. La cosa está clara: el orgullo está en juego.

El cosquilleo de la espalda también debe ignorarse. Lo mismo ha de hacerse cuando comiencen las punzadas en la columna. Las cajas desarmadas han dejado ya, a estas alturas, 96 piezas de madera y 248 de metal, entre varas, ángulos, mancuernas, tornillos, pernos y clavos, esparcidas por el suelo de la habitación elegida (es el cuarto de huéspedes).

Haber extraviado las baterías del desarmador electrónico puede ser un problema. Se sufre como tal y se continúa: el tiempo crece, pasa la mañana, la lluvia se detiene pero ya resulta irrelevante, viene la tarde, la noche. Uno martilla, enrosca, dobla, encaja, entornilla, sujeta, presiona, levanta, deja caer, recuenta los tornillos, recuenta las tuercas, extravía el martillo, quiebra el desarmador.

Cuando el esqueleto del mueble está listo para sostenerse en pie, el esqueleto de uno ha olvidado cómo hacerlo. Tampoco es relevante: el ser humano es un constructor por naturaleza, el operario amateur está en su salsa. Un dolor crepitante bajo la última costilla derecha es la señal de una victoria inminente. Calambres en las manos, el asomo de una hernia debajo del ombligo, leve parálisis lumbar, el caracoleo de un músculo tenso, cada vez más parecido al rigor mortis: la paradoja de la vitalidad en plenitud.

Cuando la cama está en pie, en medio de la habitación, el ejecutante intenta erguirse sin éxito. De cada hueso del cuerpo sale un grito de horror; de cada articulación, un crujido (los peruanos los llamamos conejos: evito la palabra para no traer a colación a ninguna señorita de París: bastante mal queda Cortázar ya sin esa doble implicación).

Al día siguiente se hace una cita con el traumatólogo. En las próximas semanas se visita al neurólogo (fibromialgia), al reumatólogo (artritis), al fisioterapeuta (cuántas extremidades tiene el cuerpo humano), al entrenador personal (un viejito retirado, experto con las manos, que no sabrá cómo resolver el problema), al generalista (muchas veces). Por suerte, por las noches, la casa ya cuenta con una cama extra. Desde allí escribo este post: mi testamento.

...

16 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Pero nada como morir en una King Size!

G dijo...

He disfrutado pasear por tu blog, el contenido es muy interesante... un abrazo !

Anónimo dijo...

¿es parte de su novela EL ANTICUARIO?

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Ja, no, para nada. Es el resumen de mi día, ayer.

Anónimo dijo...

Veo que no te llegó a tiempo la advertencia: "El catálogo de Ikea, que ella no lo vea", "El catálogo de Ikea, que ella no lo vea":

http://www.google.com/url?sa=t&source=video&cd=1&ved=0CCgQtwIwAA&url=http%3A%2F%2Fwww.youtube.com%2Fwatch%3Fv%3DXIH5qQnVUlE&ei=_990TMuzJNX14Aaf8LjMBg&usg=AFQjCNFUfxq15qTA0ZpCpwSJAclIChaWzA

Anónimo dijo...

Ikea es una tienda que sólo conocen los que han vivido fuera y con pocos recursos han tenido que amoblar su casa.
Lo que no entiendo es por qué este "tema tan insustancial" tiene que servir para hacer mofa de dos enfermedades tan serias y crónicas como la fibromialgia (de origen neurológico, según usted?????) o la artritis.
La fibromialgia es un asunto bastante más serio y no nace como consecuencia de "armar una camita de Ikea", señor Faverón.
Un poquito más de respeto y sentido común no estarían de más.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Ah, claro, mi querido anónimo serio. Pero, ¿qué tiene de malo burlarme de dos enfermedades que padezco?

Anónimo dijo...

No soy anónima ni seria; lo que me falta, más bien, es una cuenta google para no tener que aparecer como tal.
Si usted padece fibromialgia, no sabe cómo lo comprendo, pero le juro que hay esperanza. Con el tratamiento que he seguido, hace dos años o más que ya no he sufrido más crisis y he vuelto a tener una vida "casi" (el casi es inevitable en este caso) normal. Me gustaría compartir mi experiencia con usted porque el final fue o "está siendo" feliz.
Su compañera en el dolor, Flor
flor_gpe@yahoo.com

Anónimo dijo...

La fibromialgia, Gustavo, se te pasa en los baños de fierro de Churín, cuando vengas a Lima. Eso sí, el viaje de seis horas en carretera insufrible podría causarte quizás más dolores pero podrías considerar éstos como parte del precio del increíble alivio que experimentarías con estas aguas celestiales provenientes del infierno de los católicos que como se sabe está en el centro de la Tierra. Además durante el viaje te podrías olvidar de todo dolor saboreando unas insólitas chirimoyas que ya las quisiera Paris Hilton después de una deleitosa fornicación con algún bello arribista.
PIRULO

Anónimo dijo...

Estás viejo, Favi. Consérvate bien. Abrazo.

Anónimo dijo...

Por favor, mas respeto. El senor Faveron esta sufriendo y, aun asi, hace chistes. Estoy seguro que como a casi todo cuasi-carpintero que se respete, le habran sobrado piezas, y el esta hecho trizas. No nos burlemos mas. Pero eso si, a quien acepte dormir en esa cama de huespedes le faltan mas tornillos que al mueble.
Gustavo, mejor pon la cama de lado en tu sala, y di que es una escultura postmoderna.
Saludos.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

:D

Fernando Velásquez dijo...

gustavo, te voy a decir lo que siempre le digo a mi novia (que suele acabar como tú por la misma razón): follow your gut. la próxima, ejecuta tu primera idea. y ahora anda por un masaje.

Anónimo dijo...

Se puede leer como un entretenido texto narrativo. Interesante.

Comodoy dijo...

Cuando sienten que su muerte está cerca, los elefantes emprenden un largo camino hacia el legendario cementerio de elefantes. Lo que pocos saben es que es el viaje lo que los mata.

Anónimo dijo...

Pude notar (a lo lejos, a la lontananza, pero con bastante claridad) ciertas reminiscencias brycianas en ese texto....