7.10.10

Mario Vargas Llosa, Premio Nobel

Un premio que parecía no llegar nunca

En ocasiones así, a uno le dan ganas de hablar en representación de algo más grande que uno mismo: hablar en nombre de toda su generación, por ejemplo, o todos los peruanos, o todos los lectores de novelas. En lo posible voy a evitar arrogarme esa representatividad: hablaré de qué y quién es Mario Vargas Llosa para mí.

Para comenzar, es el autor de las primeras siete novelas adultas que leí en mi vida. En tercero de secundaria, una profesora de literatura me encargó leer La ciudad y los perros y el resultado fue una fiebre, un fanatismo. (Años después aprendí que, cuando uno admira a Vargas Llosa, debe aprender a no ser fanático de nada).

En los meses siguientes leí Los cachorros, La casa verde, Conversación en La Catedral, Pantaleón y las visitadoras, La tía Julia y el escribidor y una novela nueva, que publicitaban en la televisión y que se llamaba La guerra del fin del mundo.

Aprendí muchas cosas sobre el mundo y sobre mi país leyendo a Vargas Llosa, pero los laberintos de la admiración (y sí, también los laberintos de la admiración fanática) me hicieron aprender antes que nada una cosa que era radicalmente nueva para mí: que uno podía sentirse amigo de un desconocido, pariente cercano y discípulo de un extraño, que uno podía en verdad querer a alguien a quien nunca había visto.

En los años de mi adolescencia, tuve tres ídolos semejantes. Vargas Llosa fue el primero, el siguiente fue Paul McCartney y el último Stanley Kubrick.

Los tres tenían en común una misma cosa: la capacidad de metamorfosearse en alguien nuevo cada vez, de inventar todo un estilo ad hoc para cada obra nueva, de convertirse en un artista diferente a la medida de aquello que estuvieran imaginando, o a consecuencia de imaginarlo de manera sanguínea, íntima, real, desde muy adentro, hasta el punto en que la misma imaginación que los conducía a crear un mundo y unos personajes, los conducía también a recrearse a ellos mismos, a convertirse en otros.

En mi vida, en esos años, y en los años siguientes, pocas personas de carne y hueso fueron tan reales para mí como Eleanor Rigby o el pájaro negro que espera este momento para levantar vuelo; nadie como Jack Torrance o el Private Joker; nadie tanto como el Poeta, el Jaguar, Lituma, la Pies Dorados, el Periodista Miope, Jum, Galileo Gall, Fushía, Teresita, Santiaguito Zavala, el León de Natuba, Jurema o la Brasileña.

He hablado con Vargas Llosa algunas veces. La primera fue una entrevista de casi tres horas para El Comercio: Vargas Llosa regresaba al Perú después de un largo hiato, para presentar La fiesta del Chivo, y en la entrevista me confesó que empezaba a sentir de nuevo, como en algún momento de su juventud, cierta afinidad con los anarquistas del siglo diecinueve.

La segunda vez fue en el Parque del Retiro, en Madrid, en una Feria del Libro: los stands con autores célebres se multiplicaban, y cada uno dialogaba con una nubecilla de lectores. Vargas Llosa, en cambio, estaba solo en su stand. Era más popular que cualquiera de los otros, pero también tenía en torno a él como un aura de ser de otro mundo que hacía que la gente, una gran cantidad de gente, lo mirara a la distancia, formando una media luna en torno a él, sin atreverse a aproximarse demasiado.

Le conté que yo lo había conocido años atrás, en aquella entrevista, y creo que cuando dijo que lo recordaba fue sólo un gesto de amabilidad. ¿Cuántos cientos de periodistas lo habrán entrevistado? ¿Cuántos miles de entrevistas habrá concedido? ¿Para cuantos aspirantes a escritor que se han cruzado con él y han intercambiado algunas palabras con él ese habrá sido un momento inolvidable?

¿Cuánto tiempo de su vida habrá dedicado Vargas Llosa a conversar con extraños, a tratar de convencerlos de algo, de exponerles algo, de hacerles ver que él piensa tal y tal cosa sobre tal otro asunto, solamente porque, a sus setenta y cuatro años, él es todavía consciente de la responsabilidad que la vida le ha dado a consecuencia de su talento, de su enorme habilidad como retratista de su tiempo, de la estatura monumental de su carrera como novelista?

Cada vez que he hablado con él me he tenido que presentar nuevamente. En verdad, creo que nunca me ha reconocido. Pero puedo decir sin lugar a dudas que yo me he reconocido en sus libros y he reconocido mi mundo en sus libros, y que mi vida es diferente porque lo leí aquella vez, a los quince años, y no dejé de leerlo jamás. No tengo la menor idea de quién sería yo hoy si no hubiera leído a Vargas Llosa. Sólo sé que mi mundo sería infinitamente más pequeño. Me reconozco a mí mismo como su discípulo sin que él lo sepa; él está en mi universo así como yo y tantos otros peruanos y latinoamericanos estamos en el universo que él creó con nosotros y para nosotros.

Y por eso, ahora que celebro el Premio Nobel de Vargas Llosa lo hago como quien celebra un acontecimiento feliz en la vida de alguien que le es completamente cercano, familiar, propio. Felicitaciones, don Mario Vargas Llosa. No quería hablar a nombre de nadie más que de mí, pero eso es demasiado pedir en un día en que tantos peruanos estamos tan profundamente orgullosos de usted. Felicitaciones y muchas, muchas gracias.

18 comentarios:

zeta dijo...

Me parece que es lo más emotivo, sincero y valioso que he escuchado en todo el día sobre el premio a Vargas Llosa, y claro, es apenas un intento semejante al que él hace en sus ficciones tratar de plasmar algo personal cuando todos los que vivimos para la Literatura sentimos que, de cierta manera, se completó un círculo que va más allá del propio galardonado... Quizá no muchos lo noten, pero éste es un camino para la literatura nacional, cuando el término todavía soporta bien todas las dificultades que tiene un escritor para serlo. En fin, gracias.

Beltenebros dijo...

Esto:

«No tengo la menor idea de quién sería yo hoy si no hubiera leído a Vargas Llosa. Sólo sé que mi mundo sería infinitamente más pequeño. Me reconozco a mí mismo como su discípulo sin que él lo sepa; él está en mi universo así como yo y tantos otros peruanos y latinoamericanos estamos en el universo que él creó con nosotros y para nosotros.


Y por eso, ahora que celebro el Premio Nobel de Vargas Llosa lo hago como quien celebra un acontecimiento feliz en la vida de alguien que le es completamente cercano, familiar, propio. Felicitaciones, don Mario Vargas Llosa. No quería hablar a nombre de nadie más que de mí, pero eso es demasiado pedir en un día en que tantos peruanos estamos tan profundamente orgullosos de usted. Felicitaciones y muchas, muchas gracias.»

es exactamente lo que yo siento. Muy buen post.

Mariomaro dijo...

De tantas palabras y elogios repetitivos que hoy circulan en todos los medios, este post es el más emotivo de lejos.

Anónimo dijo...

¿Vieron el video de Carlos Quiroz? Qu e mate de risa.

Anónimo dijo...

A mi me paso lo mismo, pero en cuarto de secundaria. La ciudad y los perros me hizo no solo conocer sino reconocer y pensar el Peru. Pero sobre todo me hizo creer en la literatura y sus posibilidades. Ese ano de 1990 (con todo el ambiente electoral) nunca lo podre olvidar: En seis meses me lei todas las grandes novelas. Recuerdo haber llorado de emocion al terminar La casa verde. Esa fue la unica vez que despues de terminar una novela la volvia a empezar a leer inmediatamente.

Vigo dijo...

Primero mis felicitaciones a MVLL

Y a tí también porque se que eres uno de sus atentos lectores (no te había comentado nunca, pero visito tu blog de vez en cuando y ya se un poco tus preferencias lectoras). Tu texto es sincero.

Me aburren un poco tantas notas periodísticas, de gente que en su mayor parte seguramente no habrán leído ninguna de sus páginas (como el libro de Pierre Bayard? Como hablar de los libros que no se han leído) o algo así. Pero bueno, supongo que lo hacemos todo.

Pero al menos hoy quería visitar tu blog, porque sabía que tus felicitaciones serían sinceras y sentidas. Mis felicitaciones en general a toda la comunidad peruana. Y en especial a tí por que sé que te habrás alegrado (¡Una buena señal para la publicación de tu libro).

Daniel Salvo dijo...

Esto me parece muy significativo: "Aprendí muchas cosas sobre el mundo y sobre mi país leyendo a Vargas Llosa, pero los laberintos de la admiración (y sí, también los laberintos de la admiración fanática) me hicieron aprender antes que nada una cosa que era radicalmente nueva para mí: que uno podía sentirse amigo de un desconocido, pariente cercano y discípulo de un extraño, que uno podía en verdad querer a alguien a quien nunca había visto."
Si, la literatura hace vivir cosas así.

Anónimo dijo...

Curiosamente, en mi ya lejana juventud, esos tres ídolos ya no eran tan queridos o populares. Vargas Llosa, debido al giro de sus ideas políticas, se había ganado el rencor de muchos intelectuales (en todos lados, recuerdo, se intentaba descartar "La guerra del fin del mundo" desde un punto de vista ideológico); el pobre Kubrick, sentenciaba la crítica nacional ligada a U de Lima y Caretas, había entrado en su período de decadencia (en el preciso momento en que salía a luz un filme que hoy muchos consideran una obra maestra: The Shinning); y Paul, continuaba siendo el malo de la película, así como John el bueno.

Tu experiencia es muy similar a la de muchos jóvenes que crecimos en los ochenta, me parece. Al margen de las discrepancias ideológicas, ¿quién no leyó fascinado Conversación en la catedral? ¿Quién no sintió la tentación de afirmar que "La guerra del fin del mundo" supera a "Cien años de soledad"? Yo, en lo personal, terminaba irritado cada vez que leía "Hablemos de cine", porque a Kubrick lo tenía como a un intocable... Confié en mi sensibilidad, y hoy "Barry Lyndon" está lejos de ser lo que decía Huayhuaca; es más bien el monumento que se apresuró a elogiar Fellini poco después de su estreno. De Paul no digo nada, ese sí que nunca fue santo de mi devoción (aunque reconozco su genio).

Jorge dijo...

hermanos de letras y novelas este premio es de toda nuestra lengua, ayer fue grandioso el dia y espero que con el transcurrir de los años logremos tener muchos mas escritores no con premios sino con la genialidad y creatividad de todos nuestros grandes novelistas, poetas, ensayistas y principalmente por ser el homenajeado MVLL, felicidades! y a celebrar!

verdemundo dijo...

Qué buen post. Y todo el éxito en tu última novela.

JorgeC dijo...

Gustavo:

Buen post! Y estoy de acuerdo con lo que dices respecto a lo de la identificación con respecto a su obra; en realidad, cualquier persona que ame mínimamente el arte le pasa lo mismo.

Tú, que dices hablaste largarmente con él, qué impresión de dio? Off the record, claro está. A mí me parece, que nunca he cruzado ninguna palabra con él, un tipo distante y medio cinicón.

Gracias,
Jorge

Anónimo dijo...

Vayan a reirse al blog del "peruanista": el sujeto está histérico y quieren que le quiten el Nobel. Está con su campaña como en la Teta Asustada.

Anónimo dijo...

Creo que el post refleja de cierta forma lo que muchos sentimos por el triunfo de MVLL.

No celebramos sólo porque es peruano sino porque es alguien que nos ha acompañado toda la vida. Un premio que, sin merecerlo, nos cae a nosotors también.

Anónimo dijo...

Ese pobre muchacho, Peruanista... es un personaje digno de uno de los radioteatros de Pedro Camacho, qué digo, es la versión de Pedro Camacho para el siglo XXI. A pesar de su metida de pata en lo de Vicky Peláez, el tipo sigue en su lucha. Creo que, al igual que Pedro Cordero Velarde, quien se autoproclamó "Apu Capac Inca, Emperador del Perú y Conductor del Mundo; General de Tierra, Mar, Aire y Profundidad; Rey de Financistas y Mago del Estado por Voluntad Divina", Peruanista ha caído víctima de su propia locura. Me pregunto si vale la pena curarlo...

Unknown dijo...

Un buen elegio y muy bien merecido para MVLL. Gracias Gustavo por darnos este post, muy bueno y sincero.

Anónimo dijo...

Recuerdo que lo que leí de él por primera vez fue La casa verde, en el colegio, a inicios de los 90. Y más que descubrirme el Perú, lo que me sorprendió fue la forma como una historia maravillosa podía ser escrita, armada (más bien ensamblada) casi sólo con dialogos y monologos. Era increible. En una epoca donde lo poco de literatura peruana que había leído eran fragmentos de Valdelomar, Palma, Alegría, y Arguedas, fué un cataclismo.
No parecía peruano. No sólo por lo novedoso, sino por lo ambicioso. En una epoca, donde el Perú y los peruanos, parecíán sólo poner todo su esfuerzo en destruirse a punta de corrupción, inflación, y coches bombas, era extraño encontrar a alguien poniendo todo su esfuerzo en crear la maravilla. Una prueba de que los peruanos no sólo eramos unos estúpidos autodestructivos. Había alguien que probaba que podíamos ser mejores. Mejores que cualquiera. Por un tiempo fuí su secreto fanatico. Tanto que si alguién hablaba mal de él, se metía conmigo, más que si metía con mi familia.
Hoy algunas cosas han cambiado; pero no mi recuerdo de adolescente y mi agradecimiento.
Merecidisimo premio. Hubiera sido una gran injusticia que Mario muriera sin él.

Omar Viveros

Anónimo dijo...

FELICITACIONES, DEAR MARIO
SÉ QUE ESTABAS ESPERANDO QUE TE SALUDARA, ASÍ ES QUE UTILIZO LAS ONDAS DE ESTE SINTONIZADO PROGRAMA, JJAJAJA QUÉ HUACHAFOS SOMOS, POR DIOS

angie dijo...

waaauu!!!!!!! estoy super happy por esta noticia Mario Vargas Llosa se lo merece es el mejor escritor !!! y lo mejor es peruanisimo!!! gracias Mario por tan honroso triunfo.