18.7.11

Contra la papa rellena

O cuándo vamos a apreciar el resto de nuestra cultura

En 1909 Filippo Tommaso Marinetti lanzó su primer manifiesto. Fundación y manifiesto del futurismo, se llamaba, y apareció ocupando más de un tercio de la primera plana del diario francés más influyente en el mundo del arte europeo, Le Figaro, que, curiosamente, era un diario en gran medida conservador.

Marinetti hablaba a nombre de un grupo inexistente: no había más futuristas que él mismo detrás del manifiesto, en el que se combinaba la estridencia del surrealismo con el tono marcial de los manifiestos de la izquierda radical, que inundaban Italia, Francia y España en esos mismos años.

Como sabemos, el manifiesto fue una conmoción y lanzó el movimiento futurista, acaso la más sonora de las vanguardias hasta la fundación, pocos años después, de los grupos surrealistas franceses y del dadaísmo internacional, en Zurich, en el célebre Café Voltaire.

En pocas semanas, el manifiesto tenía más suscriptores reales: se le sumaron Boccioni, Balla, Carrá y el desquiciado pero originalísimo músico italiano Luigi Russolo, inventor de algunas de las más estrambóticas máquinas rítmico-melódicas del siglo.

Pero la conmoción la consiguió Marinetti casi esclusivamente en los círculos artísticos y, a lo sumo, entre ciertos sectores políticos, sobre todo los conectados con el nacionalismo radical (que daría lugar luego al fascismo), el socialismo sindical y el comunismo.

La masa mayor del pueblo italiano, en todas sus clases sociales, permaneció bastante ajena al alboroto de ese manifiesto que declaraba que la guerra era un acto de limpieza, que la violencia era hermosa, que las academias, los museos, las galerías y los grandes monumentos históricos debían ser arrasados y destruidos.

En 1930, en cambio, un nuevo manifiesto de Marinetti, referido, curiosamente, a la alimentación futurista, causó la masiva perturbación que el manifiesto ideológico no logró entre el pueblo y la sociedad en general. El nuevo texto declaraba que la pasta, base de la alimentación italiana, estupidizaba a la gente, la malnutría, la volvía ociosa y dormilona y sin energías y que por tanto debía ser abolida de la dieta nacional.

Entonces sí, los italianos, que no se habían conmovido ante el llamado de Marinetti a incediar los cuadros de Leonardo y descabezar las estatuas de Miguel Ángel, reaccionaron como si la nueva propuesta culinaria los hiriera de mala manera en el órgano crucial de la italianidad.

Las protestas fueron violentas; el debate fue ubicuo, omnipresente; se le puso precio a la cabeza de Marinetti; una foto suya disfrutando de un plato de linguini fue publicada en los diarios como prueba de su hipocresía y revelación de su íntima maldad. La discusión se transformó en una lucha ideológica por la esencia de lo italiano.

El futurismo, con el tiempo, muchas veces sin darse cuenta, fue fomentando una idea viril, agresiva, masiva y maquinal de belleza que fue la base de la estética fascista de Mussolini y que tenía enormes coincidencias con la que adoptarían los nazis en Alemania.

Cuando, años más tarde, hacia el final de la segunda guerra mundial, las tropas alemanas atravesaron Italia incendiando museos y destruyendo plazas y edificios, arrasando monumentos y arruinando doblemente las ruinas romanas, los italianos tuvieron la oportunidad de darse cuenta de que la defensa de la lasagna y el canelón, quizá, había sido menos crucial que la defensa del gigantesco patrimonio histórico que Marinetti había llamado a destruir sin que a nadie se le moviera una pestaña.

Y ahora la inevitable moraleja:

No sé a ustedes, pero a mí me da un poco de tristeza ver que el único terreno en el cual los peruanos parecemos dispuestos a reaccionar con algo de orgullo por nuestra herencia cultural es cuando alguien quiere usurparnos el puesto de padres del ceviche, prohombres de la causa y científicos del pisco, mientras que nuestros gobiernos, década tras década, tratan todo el resto del patrimonio cultural peruano, literalmente, como si no existiera, sin que eso ocasione el menor debate.

Sigamos así, y un día nos daremos cuenta de que todo ese patrimonio ha sido arrasado, destruido, no por ningún terrible poder extranjero, sino a causa de nuestro puro desinterés y nuestra sola tontería, cuando nuestros hijos no tengan ya ni la más remota idea de quiénes fueron Garcilaso, Guamán Poma o Vallejo, y crean, eso sí, que todo lo que los peruanos hemos hecho en estos siglos es preparar una excelente papa rellena.

...

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Moraleja 2: la desidia de los pueblos poca veces tiene excepciones.

Moraleja 3: Señalar un fenómeno y no buscar una explicacion, es de papas rellenas.

Blanquita Inalcanzable dijo...

Mientras no arreglemos el brutal racismo en nuestra rica versión peruana no habrá ceviche ni causa que nos salve...

Martin Moreno dijo...

Hola Gustavo,
Me parece valida la critica que haces a ese desinterés crónico en ciertos temas y el desbalanceado favoritismo por aspectos de la vida social más triviales (se entiende que son las del estomago). Sin embargo, no me sorprende tanto –aunque si me molesta- el surgimiento de reclamos nacionalistas tan viscerales. Pero no es acaso que todos reclamos por la comida expresan formas de una identidad colectiva nacional. Si asumimos que la cocina y los alimentos actúan como símbolos tan validos como las banderas y los himnos como lo sostiene DeSoucey (*) entonces creo que podemos comprender mejor estos actos. Desde la sociología, DeSoucey usa el término "gastronacionalismo" para proponer una teoría de la integración nacional basada en el uso las políticas estatales de varios países de Europa que buscan "defender" algunos marcadores simbólicos vía proteccionismos de todo tipo bajo el entendimiento que un ataque a la comida es un ataque a la cultura del país. En la medida que dichos intereses tengan un correlato social las políticas todo eso tiene sentido. Claro que todo ello se da en el marco de otras políticas que preservan el patrimonio cultural, lo que en el caso peruano no ocurre.

(*) DeSoucey, Michaela. “Gastronationalism: Food Traditions and Authenticity Politics in the European Union”, American Sociological Review June 2010 vol. 75 no. 3 432-455.

Anónimo dijo...

Es verdad, aunque tambièn es cierto que ha peruanos que hacien las cosas bien. Te dejo un enlace:
http://www.catedrabolano.cl/2011/07/julio-ortega-el-ultimo-gran-escritor-fue-foster-wallace/

Anónimo dijo...

Juaneco

Concurso televisivo para escolares (estudiantes son los universitarios) de quinto de media.

Pregunta:
Quien fué la esposa de Tupac Amaru II:
habian 3 opciones: Maria Parado de Bellido, Micaela Bastidas, la tercera no me acuerdo. El colegial escogió Maria Parado de Bellido (plop) le hice la pregunta a un maestro (profesores son de la Universidad) de Puerto Maldonado, tampoco sabia la respuesta, Replop.

otro dia mismo concurso, pregunta: quien es autor de la frase "hasta quemar el último cartucho"
el colegial no sabia la respuesta.
plop.

Gracias Alan, Gracias Ministro Chang, esos colegiales hicieron la secundaria durante su administración.

Daniel Salvo dijo...

Creo que ya se veía venir, con eso de considerarnos culturas ágrafas.

Anónimo dijo...

Gustavo Faverón nunca a escrito ni escribirá algo que tenga la prontitud o la fantasía de un caldito de pollo con su huevo duro, almejas fritas con naranja, un cevichito en cuna de picarones, papa a huacaina con pollo a la brasa rampante, la cabeza de un cordero de cuya boca sale, como si sacara la lengua, una langosta roja que sujeta entre sus pinzas la lengua del cordero. O un cordero de dos cabezas, lo que gusteis.

Lector Esquizofrénico dijo...

¿Y el crítico paranoico II?

Edwin Angulo dijo...

Es interesante la semejanza, pero creo que las causas son distintas. En el caso peruano creo que está relacionado con el hecho de que como los peruanos no somos capaces de asimilar que aquí también hubo y hay personas que "piensan" nos refugiamos en aquellas cosas que, asumimos, sí sabemos hacer, que es cocinar, hacer edificios "bonitos", jugar al fútbol,... y que, por ende, sí tocan nuestra susceptibilidad, porque si nos quitan eso "¿qué sabemos hacer?". Y ahí si desaparecen Mariátegui, Vallejo, Gonzales Prada,... Aunque tampoco es culpa únicamente de las personas si partimos del hecho de que nuestro señor Presidente Alan García se encargó de desaparecer del plan curricular escolar cursos como literatura y filosofía, además de reducir las horas de física y química, mientras no toca la asignatura de religión y construye un "Cristo" (¬¬)

Anónimo dijo...

muy buena la moraleja ahora que estamos en plan de marca peru y esa imagen estridente e hipócrita que nosotros ya no tenemos resentimientos si vieran aquí en trujillo el racismo que existe es flagrante .en lima esto se a asolapado de una manera sutil por la cual se mantiene aun vigente y eso nos dimos cuenta todos en estos programas de redes sociales en especial el facebook en las ultimas elecciones presidenciales.
se me viene una palabra "decadente" y la papa no tiene la culpa del cebiche que existe entre nosotros.

Anónimo dijo...

De acuerdo con el post. Pero pudiste ser más variado en tus ejemplos en el párrafo final. Solo elegiste personajes del mundo de las letras. Ya que mencionaste a Marinetti y a Russolo, y al futurismo que conlleva también a la música experimental y electrónica, menciono a Edgar Valcárcel(†) y a César Bolaños que en los 60s fueron parte de la vanguardia latinoamericana.

Anónimo dijo...

No entiendo al anónimo "Juaneco" y su "Concurso televisivo para escolares". Si quería demostrar lo mal preparada que está la gente, bastaba con fijarse en su espantosa ortografía que deja a los escolares como si fuesen Mijail Bajtin y Roland Barthes a su lado.

Moraleja, reflexiona un poco antes de criticar a otros.

Anónimo dijo...

GONZALO MARIÁTEGUI

Gustavo, comparto tus ideas, pero, como en el post anterior --en el cual mencionas el papel que juegan las editoriales en la poca producción cuentística latinoamericana--, creo que aquí, en el tema gastronómico y el de el "resto del patrimonio cultural" creo que tienen una gran deuda nuestros noticiarios, los periódicos.

El ciudadano de a pie, aquel que solo se preocupa por la papa rellena es por lo general el que lee en un puesto de periódicos que un país cualqueira quiere ponerle denominación de origen al sacrosanto potaje, esto no tiene de malo, pero creo que si aquel hombre --salvo taras mentales--leyera algo respecto a lo otro podría seguramente airarse.

Sobre el manifiesto de Martinetti, obviamente el segundo, referido a la pasta, tuvo eco en voces reconocidas y de allí pasó a la población --estoy suponiendo--, pero sabemos bien que generalmente la masa comenta cosas que le han comentado otros (los que sí han leído).

En este sentido del manejo de la información y el acceso a lo que es publicable es que te digo que es parecido al de tu post anterior.

Anónimo dijo...

Ya esta pasando, aumentaron el numero de turistas permitidos de ingresar a Machupicchu de 2500 a 3500, todo por ganar mas dinero.
Y luego sacan toda esa propaganda de que los peruanos estan orgullosos por Machupicchu, cuando la mayoria no se ha preocupado de leer lo mas minimo sobre su historia ni lo ha visitado y con los costos actuales ni lo podran visitar nunca.
Cada vez que me sacan esas campañas de "Voten por MP" "sean orgullosos peruanos" les digo aprendan Quechua al menos para ser parte de ese patrimonio y para mantener el legado incaico.