
Por supuesto, no me queda sino agradecer sus palabras. Por una cuestión de coherencia y de honradez, lamentabletemente, no corresponde que yo modifique las mías.
Esta situación curiosa y anecdótica servirá, al menos, para probar a los escépitcos que no todo el periodismo cultural se guía por amiguismos ni todo en él se basa en dudosos principios de reciprocidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario