17.10.05

Todos esos peruvian youngsters


Hasta que pasó lo que tenía que pasar. Con el descomunal peregrinaje de peruanos hacia los Estados Unidos, continuo ya durante varias décadas, han comenzado a surgir talentos nacionales que producen en inglés. Es conocido el caso de Daniel Alarcón, limeño, criado en Alabama, educado en Columbia, New York, ex becario en Iowa, residente ahora en California, quien ha publicado cuentos en The New Yorker y Harper´s, revistas donde, hasta hace poco, las únicas palabras admisibles con sabor nacional eran Vargas Llosa y Machu Picchu. El primer libro de Alarcón, también en inglés, reúne sus cuentos bajo el título de War by Candlelight.

Pero es mucho menos conocido, porque apenas si está surgiendo, un caso análogo en el cine, el de Alonso Mayo (en la foto), cineasta limeño, autor de un puñado de cortos que, ya ganadores de algunos premios de bastante importancia en los Estados Unidos, amenazan con llevarlo al mundo de los largometrajes y los grandes estudios.

He visto uno de esos cortometrajes, el llamado Wednesday Afternoon, en una copia de 24 minutos que me regaló Edmundo Paz Soldán, quien resulta ser el autor del cuento ("Lazos de familia") sobre el cual se basa la película. (También Keeper of the Past, el más reciente filme de Mayo, se construye a partir de algo escrito por Edmundo, la novela Sueños digitales).

En Wednesday Afternoon queda claro que Mayo tiene mucho talento narrativo, una sensibilidad inusitada para convertir ligeros matices de fotografía e iluminación en instrumentos significativos, y un pulso milimétrico para dar ritmo a la historia contada. No es un corto "bueno para ser de un principiante". Es muy bueno, y ya.

El tema, por cierto, no es peruano, no sólo porque provenga originalmente de un narrador boliviano, sino porque Mayo, lejos de enclaustrarse en la geografía original del relato, y ajeno también a cualquier intención de peruanizarlo, lo reforma para enmarcarlo en una California poblada de chicanos, latina girls y policías hispanos, una ciudad ficcional donde la tensión entre el aislamiento del exilio y la necesidad de integración a la tierra nueva parece balancearse sobre los personajes como un péndulo amenazante y apenas entrevisto.

Y eso no es gratuito: gente como Alarcón y Mayo (como Edmundo, como yo mismo) tienen que luchar para descubrir en cada momento de qué se trata esto de ser un latinoamericano a la vez tan lejos y tan cerca de América Latina.

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