1.11.05

¿Dónde estábamos nosotros? II

¿Cuánto tiempo debe pasar antes de que una sociedad, o sus escritores, sean capaces de convertir en literatura la memoria de una catástrofe como la guerra del terror que vivimos los peruanos en los años ochentas y noventas? Iván Thays, hace unos días, declaraba su sorpresa ante la rapidez con que la novela anglosajona ha empezado a dar cuenta del 11 de setiembre y otros atentados de gran dimensión ocurridos en Estados Unidos e Inglaterra. Quizá el hecho de que sean sucesos más o menos aislados, y que los autores no fueran víctimas directas, puede explicar en parte la prontitud del fenómeno. El terrorismo y la respuesta estatal, en cambio, fueron en el Perú procesos largos, que nos afectaron --en diferentes proporciones, es cierto--, a todos.

Recuerdo una conferencia de Michael Rothberg en Cornell, acerca de una serie de poemas escritos por prisioneros de Auschwitz durante el tiempo de su terrible reclusión. El esfuerzo de la escritura fue posible, pero los poemas, como la psiquis de sus autores en esos momentos extremos, se notan quebradizos, deshechos, atónitos frente al horror. Los teóricos del trauma suelen señalar eso: el hecho traumático es irrecuperable narrativamente: la víctima de un trauma tiene la necesidad de contar, pero también la imposibilidad de articular su pánico orgánicamente.

Por supuesto, no para todos el terror de los "años de la violencia" fue traumático, aunque a todos nos haya cambiado la vida. Y eso puede explicar por qué las primeras obras narrativas sobre el tema se produjeron en el Perú hace ya varios años. De cualquier manera, la lejanía empieza a abrir la posibilidad de una mayor articulación, y eso parece digno de ser bienvenido. El peligro (y esto quiero rescatarlo de la reseña de Javier Ágreda al reciente poemario de Lucho Chueca) es que empecemos a encontrar una retórica fácilmente fluida y estandarizada para hablar sobre el asunto, porque un lenguaje que no se problematiza, inevitablemente simplifica a su objeto: y no nos podemos dar el lujo de simplificar nuestro pasado. Primero debemos tratar de entenderlo.

Algunos títulos

He juntado algunos títulos de obras de ficción que se refieren al tema del terrorismo en el Perú, su historia y sus consecuencias. Está el relato de Luis Nieto Degregori, La joven que subió al cielo; la novela de Óscar Colchado Lucio, Rosa Cuchillo; la de Jorge Espinoza Sánchez, Las cárceles del emperador (ésta no la he leído); las novelas de Vargas Llosa, ¿Quién mató a Palomino Molero? (un relato en clave sobre Uchuraccay y la comisión oficial que investigó el caso), Historia de Mayta y Lituma en los Andes; la de Alonso Cueto, Grandes miradas. A ello habría que añadir las películas de Lombardi (La boca del lobo), Alberto Durand (Coraje), Fabrizio Aguilar (Paloma de papel). Al teatro, el tema ha llegado muchas veces, y sobre la poesía prefiero no opinar porque llevo algunos años leyendo muy poca.

Sería interesante que quienes puedan aportar nuevas entradas a esta lista lo hagan dejando su comentario.

Imagen: la violencia nos puede dejar mudos (Fotomontaje: gfp).

57 comentarios:

Anónimo dijo...

Dos libros. El cuento peruano en los años de violencia del profesor estadounidense Mark R. Cox publicado por Editorial San Marcos el 2000. Y, del mismo autor, su compilacion de testimonios y ensayos sobre la violencia politica y la cultura peruana desde 1980 Pachaticray (el mundo al reves) del 2004 y por la misma editorial.

Anónimo dijo...

Parte de combate (1991) y Tierra de pishtacos (1993) de Dante Castro. Este ultimo libro es Premio Casa de las Americas.

Los relatos de Transeuntes (1984) de Julian Perez. Hay una reedicion del 2004. En la contracaratula de esta edicion se dice que los cuentos "fueron escritos acaso sustancialmente motivados por el contexto temporal de pugna entre las fuerzas progresistas y las antidemocraticas".

Anónimo dijo...

deberías leer los libros antes de recomendarlos. El tal Espinoza estuvo preso y con razón por apoyar a la subversión, hizo un mea culpa falso (como casi todos), se acogió a la ley del arrepentimiento y ahora vive vendiendo libros de a sol y pagándole las ebriedades a poetas de dudosa actuación durante el régimen de Fujimori (quien le dio la libertad), como Miguel Ildefonso y Willy Gómez. Una lástima, la lejanía te impide ver muchas cosas, Gustavo.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Pero no hace falta estar ni cerca ni lejos para saber leer, y eso se nota en tu caso, M del M. Si supieras leer, verías que yo no he recomendado el libro; es más, he dicho claramente que no lo he leído. Lo he enumerado en una lista de títulos. Y si fuera cierto que esta persona es culpable de algo, eso no hace que su libro desaparezca en el aire. Para un intelectual, no leer las cosas escritas por los terrotistas es el equivalente perfecto del dislate de Belaunde cuando ignoró el surgimiento de Sendero y con ello lo dejar prosperar. Pero esas no son cosas que tú puedas comprender, preocupado como estás por arrojar darditos y aplaudir solito tu supuesta agudeza.

Regresa al blog después de llevar un cursillo urgente de lectoescritura.

O más bien no; me corrijo: probablemente sí sepas leer, lo que pasa es que el anonimato permite fingirse obtuso con tal de filtrar unos cuantos ataques gratuitos.

Anónimo dijo...

gustavo, hay una de julian perez que ganó el premio de novela de la villarreal, y está también lituma en los andes

Z

Anónimo dijo...

Entonces: quizás las reacciones rápidas, es decir las obras escritas poco tiempo después de hechos de violencia (aislados y puntuales, como los llamas: 11-S, 11-M, etc.) son obras de "desahogo rápido", como un intento de reacción instintiva, y en eso descansa su valor. Mientras las escritas después de un tiempo pueden tener la ventaja de la distancia temporal, mayor racionalidad, etc, y por consiguiente otro valor?
Alguien conoce algún ejemplo?
C.C.

Anónimo dijo...

Usuario de las 11.11, la novela se llama Retablo, salió una reseña en el suplemento identidades (http://www.elperuano.com.pe/identidades/92/lecturas.asp)

Anónimo dijo...

en que numero de Identidades?

Anónimo dijo...

Esto escrito por Ivan Thays es muy pertinente:

Más sobre política y literatura

Continuando con el tema "política y literatura", un ejemplo mucho más cercano a nuestra realidad que el de la Guerra de Irak, el ataque del 11-S o el terrorismo internacional, es el de los informes sobre el genocidio de pueblos indígenas en centroamérica, más específicamente en Guatemala. El narrador hondureño Horacio Castellanos Moya (actualmente exiliado en Alemania) ha escrito la novela Insensatez que trata sobre el asunto. El argumento nos resultará, a los peruanos, sumamente familiar a partir del informe de la Comisión de la Verdad: "Sin prever cuánto cambiará su vida, el personaje que cuenta esta novela acepta un encargo que descubre agobiante y arriesgado: integrar la versión final de un informe que consigna el genocidio padecido por pueblos indígenas de un país centroamericano en cuya capital, con el cobijo del arzobispado, el narrador se enfrenta a más de mil cuartillas que en parte reproducen denuncias de sobrevivientes y testigos".
La novela, según declara hoy el autor al diario "El País", es un tratamiento del tema a través del sarcasmo y la risa: "No escribo para cambiar nada, éste es un libro para reírse del horror", dice. Hace unas semanas, en "Babelia" lo consideraron el "Libro de la semana" en una elogiosa reseña.

Eduardo Gonzalez dijo...

Hay un autor peruano-estadounidense cuyo libro en ingles "War by the candlelight" es estupendo: Daniel Alarcon. Lastima que la traduccion al espanhol sea penosa.

Anónimo dijo...

Asi es, penosa y carisima: 20 dolares en las librerias. Guerra en la penumbra es le titulo en español. Una errata, tomada del epigrafe (se trata de unos versos del joven poeta del grupo Inmanencia Carlos Villacorta): "Y te han golpeado pArque eres siempre piedra". Ahi debio ser "porque".

Anónimo dijo...

Grandes miradas de Cueto (que esta siendo llevada al cine por Lombardi) no tiene que ver con los años de la violencia sino con los años finales del fujimonteCinismo. Demonio del mediodia, del 99, si tiene que ver con esos años, transcurre "desde fines de los 80 hasta fines de los 90" como escribio Agreda en la reseña que le dedico. No se quien dijo que en su libro de cuentos Palido cielo (del 98) la bomba de Tarata esta de transfondo.

Anónimo dijo...

En sus Cuentos del extremo occidente Hinostroza tiene un cuento que tiene que ver con el tema: "El muro de Berlin", que puede considerarase tambien "un tratamiento del tema a través del sarcasmo y la risa", aunque el cuento tiene una tematica distinta a la de la novela del hondureño Horacio Castellanos Moya.

Reynoso tambien ha tratado el tema. En la revista Diegesis del 2002 (segundo numero) tiene un cuento "El mural" donde un narrador observa desde un quinto piso y con largavista a unos jovenes que juegan en un parque y que no eran sino un grupo de senderistas que va a comenter un atentado (eso se sabe al final). Los dirige una muchacha que se hace pasar por heladera. Es un excelente cuento.

Anónimo dijo...

"no borres los correos que te convienen"? Que es eso, por amor de Dios?

Anónimo dijo...

"Una vergüenza tu papel de censurador"? Pero si el sujeto que escribe esto no permite envios de usuarios anonimo en su weblog, como se explica esto? "solo es para gente de la católica, como parece...", que cosa? quiza se refiera al reciente ingreso de Gonzalez Cueva (bienvenido Sr). Quiza nos podria ayudar en algo y decirle algunas palabras bonitas a este compadrito. Francamente...

Leo Zelada dijo...

El mail que dice ser yo es un apocrifo.Los mails autenticos mios son los que salen con mi foto.No tengo nada que ver con ese nick Marfil.

Anónimo dijo...

"Los años inútiles" y "El año que rompí contigo" de Jorge Eduardo Benavides están ambientados a finales de los ochenta, teniendo de telón de fondo los coche bombas y la violencia política. Creo que los puedes agregar a tu lista.

Leo Zelada dijo...

¿Alonso Cueto hablando de la violencia?.Gustavo en este autor te equivocas rotundamente,que visión de la violencia puede tener un escritor como Cueto que nunca critico a la dictadura Fujimorista y vive de espaldas a la realidad peruana de las grandes mayorias como Cueto.Alonso Cueto incluso estuvo En El dominical de El Comercio y en ese tiempo que estuvo dirigiendolo ¿acaso toco el tema de la violencia?.
Alonso Cueto Como otros escritores de su linea nunca han hecho una obra que hable sobre nuestra realidad social y si Cueto lo hizo me parece que eticamente es muy cuestionable.

Leo Zelada dijo...

El unico escritor peruano que alzo la voz durante el proceso del conflicto armado en nuestro pais y que tuvo una participación social valiosa aunque no la comparta es Dante Castro.Y empero se le estigmatiza y margina.

Anónimo dijo...

Esto salio hace una semanas en un diairo de Lima: "El pasado miércoles 19, egresados universitarios de la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle, La Cantuta, agrupados en un círculo literario llamado Zumbayllu, organizaron un conversatorio en el Hotel Riviera del Centro de Lima para elogiar el poemario Parvulez, escrito por la senderista Elena Iparraguirre, y que fue publicado en agosto de 2001, cuando ella ya purgaba condena en el penal Santa Mónica.
Los ponentes, que uno tras otro elogiaron a la Yparraguirre, fueron la profesora Rosa Carbonell, el escritor Dante Castro, y Ronald Cárdenas, presidente de Zumbayllu."

Leo Zelada dijo...

Dante Castro es contrario a Sendero Luminoso y lo he visto debatir contra esos fanticos,asi que no difames.

Leo Zelada dijo...

Debi decir "fanaticos".

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Si el anónimo anterior de las 3_18 no cita el nombre del diario y la fecha en que salió publicado esto, o me hace llegar el URL de una página web donde aparezca la nota, voy a tener que borrar el mensaje porque no quiero servir de vehículo para una probable difamación.

Anónimo dijo...

http://www.laprimera.com.pe/noticia.php?IDnoticia=11639

Es de viernes octubre 21 en La Primera.

Fue noticia de caratula incluso.

Anónimo dijo...

Ya viste Zelada, para que te metes a hablar tonteras, ahora has dado pie para que alguien saque esto contra Dante Castro por aqui. Por que no te limitas a opinar sustentadamente sobre las obras? Que si uno marcho, que si uno no marcho. Has leido tu los libros de los que hablas? Y el famoso Lucio Colona Prety del que hablabas y que decias era mejor a Reynoso? Que nos has dicho de él? Que has producido tu. Marchar, pues han marchado miles, aqui estamos hablando de literatura. Tienes algun poema sobre el tema que se esta hablando aca? Esos son los temas.
Sr Salas, una pregunta, cabria llamar "comisario" a Zelada? O los que usan la palabra "terrorismo" estan excluidos de esa denominacion?

Anónimo dijo...

Estan tambien las novelitas de Victor Andres Ponce y hasta el cocinero de Fujimori Carlos Orellana tiene las suyas por ahí. Todas tienen entran en relacion tambien con la Universidad de San Marcos.

Anónimo dijo...

O sea que desde Orellana hasta Espinoza Sánchez.

Daniel Flores Bueno dijo...

Sólo agregar Harta cerveza y harta bala de Luis Nieto degregori, que transcurre en Ayacucho durante los años en los que la universidad de Huamanga tuvó un papel importante. En inglés está la famosa novela de Nicholas Shakespeare, The dancer upstair, basado en la bailarina Maritza Garrido Lecca.

Anónimo dijo...

Y sobre esta novela esta la pelicula (maluca) de John Malcovich.

Leo Zelada dijo...

Marcio,no es serio lo que digas hasta que te presentes y expreses quien eres.

Leo Zelada dijo...

Yo no creo en ese discurso de que la literatura no tiene relaciòn alguna con la realidad o cultura de una naciòn.
Aqui el tema de fondo es entre los "textualistas" que defiende la autonomia estètica con referente al mundo que los rodea.Y los "contextualistas" que ven en la literatura una reflejo y una recreaciòn de la realidad social y cultural de un pais.Aunque esta polemica de fondo solo es una nueva versiòn de la viejisima discusiòn sobre "forma" y "contenido".

Anónimo dijo...

Unas cuantas más:
-Al filo del rayo (cuentos), del cuzqueño Enrique Rosas Paraviccino.
- Como cuando estábamos vivos (cuentos) de Nieto Degregori.
- La última decisión de Felipe Montoya (novela), de Percy Pereira (sobre el MRTA pero mala).
- Adiós Ayacucho (nouvelle, adaptada al teatro por Yuyachkani), de Julio Ortega.
- Parte de combate, Tierra de Pishtacos y Otorongo, de Dante Castro.
- Los Topos, de Guillermo Throndike.
- Memoria del abismo, de Hildebrandt.
- Senderos de sangre (novela, involuntariamente cómica) de JJ Rada.
- Candela quema luceros (novela) de Felix Huaman Cabrera.
- Amaru o la tentación (novela, involuntariamente comiquísima) de Samuel Cavero.
- Rondo, un relato andino, de Miguel Garnett (no la he leído).

hay de todo como en botica.

Anónimo dijo...

Y en poesia? No seria interesante citar tambien algunos poemarios o poemas?

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Por supuesto que sí. Expliqué que yo no lo he hecho porque llevo años sin leer demasiada poesía peruana contemporánea.

Félix Reátegui dijo...

Una pregunta general: la ausencia de La Violencia del Tiempo, de Gutiérrez, en todas las menciones [espero no equivocarme en esto], ¿es solamente un olvido o significa que si no habla del periodo 1980-2000 entonces no está diciendo nada al respecto?

Otra cuestión: hay un texto narrativo de alguien que estuvo en la cárcel por terrorismo, Gabriel Uribe, titulado "La Otra Versión" y que, según dicen, expresa el punto de vista de una fracción de SL. Desde luego, y para evitar confusiones frecuentes en esta conversación, apuntar un título en el corpus no significa adhesión ideológica ni estética ni nada a ese título.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Estaba pensando en lo mismo sobre Gutiérrez, Félix. Ya Jeremías apuntó el caso de la novela de Peter Elmore, "El enigma de los cuerpos", y yo mismo creo haber señalado (lo han hecho muchos anteriormente, por supuesto) cómo ciertas novelas de Vargas Llosa son claros comentarios sobre la violencia social de los ochentas y noventas a pesar de situar sus historias en otros periodos. En algunos casos, la relación entre la historia contada y el tiempo veladamente aludido es de analogía, en algunos casos la ficción busca. más bien, construir algo así como una genealogía de la violencia.

Félix Reátegui dijo...

El asunto de "¿Quién mató a Palomino Molero?" da para una discusión interesante. Totalmente de acuerdo con que es un (muy sabio) comentario indirecto a lo de la comisión investigadora de Uchuraccay. Me estoy preguntando, sin embargo, si eso la convierte en una reflexión sobre la violencia. Me parece que el comentario de Vargas Llosa es, por así decirlo, "epistemólógico" (la palabra queda grande y pedante, pero ahorita no se me ocurre otro): es algo así como su versión narrativa de la tesis de la navaja de Occam. (Por lo demás, no está de más recordar que las investigaciones de la CVR confirmaron la versión de los hechos dada por Vargas Llosa, aunque el informe final insinúa críticas a aquel más bien en clave de política cultural). El comentario es catapultado por ciertos hechos de violencia, pero estos no parecen ser su centro o destino. Y, siguiendo con lo que señalas sobre "La Violencia del Tiempo", está no toca en absoluto los episodios de la violencia, pero va al centro del "tema" de la violencia en el Perú, al menos vista desde ciertas sensibilidades. No sé; para discutirlo...

Leo Zelada dijo...

A mi La Historia de Mayta de Vargas llosa me parece la novela que toca el tema social de la manera mas sugerente y novedosa en la literatura social peruana contemporànea.El proceso de desmitificaciòn de la izquierda mediante la evolucion del personaje Mayta que es el personaje mas complejo de la obra Vargallosiana me parece fabuloso.
Ademas que por momento tiene elementos de la trama policial que confundido con el elemento politico lo hacen aùn màs interesante.
El personaje de Mayta me recuerda a muchos escritores peruanos de izquierda.

Anónimo dijo...

Y tu? No que ayer en la noche ibas a colgar no se que sobre Faveron en tu blog? Ni eso.

Eduardo Gonzalez dijo...

Bueno, por lo que se ve, la hipotesis de partida de Gustavo estaba errada: si hay (y mucha) literatura que circula sobre el hecho mas significativo de nuestra vida nacional en las ultimas decadas.

Supongo que la duda era algo asi como "por que no hay todavia una /la gran novela sobre los anhos de la violencia?"

Si esa es la pregunta habria que preguntarse sobre si un genero en particular debiera ser considerado la forma definitiva de cristalizacion de la reflexion social o creacion literaria. O sera que tenemos una nostalgia de la novela como expresion cuasi auto-biografica del hero moderno?

En todo caso, habria que prestarle atencion a todos los niveles de incorporacion en la ciudad letrada: el texto "La otra version" no es ni de lejos una novela con la calidad tecnica de "Quien mato...?", pero ciertamente lidia directamente con la experiencia de la violencia.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

No pues, Eduardo. Esa hipótesis puede estar errada, pero no es la mía. Al contrario, yo señalé que se venía escribiendo sobre el tema desde hacía mucho, y yo mismo mencioné una decena de ejemplos.

Mi observación fue que quizá "la lejanía empieza a abrir la posibilidad de una mayor articulación". Eso tampoco quiere decir que tal articulación se tenga que dar en una novela, ni mucho menos en una súper epopeya moderna.

Leo Zelada dijo...

Eduardo,

Hay obras que hablan sobre el tema de la violencia politica en el Perú,pero basicamente han sido escritas por autores que no pertenecen al canon oficial peruano y por ello su obra no es difundida,eso en terminos practicos es "no existir".
Por otro lado yo recuerdo que tu has sido parte de la comisión de la verdad y me sorprende por decir los menos,quetu no digas nada ante el hecho que se puede tocar este tema tan "alegremente" por algunos autores amparandose en una cuestionable libertad de expresión.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

¿Una cuestionable libertad de expresión?

¿Ahora eres fascista?

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

Aprovecho el comentario de Eduardo sobre eso de "la incorporación a la ciudad letrada" para presentar un tema que, aunque marginal a la discusión aquí (centrada en la violencia de los 80-90), es, creo, relevante a la cuestión de fondo.
La violencia de los 80-90 no ha sido el único acontecimiento traumático en nuestra historia. Aunque ya lejana, un acontecimiento de importancia comparable fue la Guerra con Chile. Aquí también la literatura (en su sentido restringido de poesía/narrativa/teatro) no se ha hecho muy presente que digamos. De hecho, la reacción intelectual a la Guerra está solitariamente representada por los magníficos discursos de González Prada---es más, no sé si algún crítico se ha planteado siquiera la idea de "la literatura de la Guerra", pero yo no soy un experto.
Sí hay, sin embargo, numerosos testimonios y narraciones de no ficción (y por supuesto el tema es de enorme importancia entre los historiadores, a diferencia de los 80-90)---recuerdo con particular gusto una colección llamada "Nuestros héroes" que se republicó con motivo del Centenario (un tal Ernesto Rivas, era el recopilador, o uno de ellos), no es que estén notablemente escritos pero no se trata de la habitual colección de héroes de álbum, sino de gente del común, civiles o soldados (y no siempre acciones de guerra).
La pregunta aquí es la misma, me parece. ¿Por qué no hay una gran novela/obra de la Guerra con Chile? Es tentador decir que no había entonces quien la hiciera y que los novelistas posteriores tenían otras experiencias vitales. Pero la inevitable consecuencia de eso es que, quizá, para los 80-90 tampoco hay quien la haga. E incluso peor. Tal vez quienes pudieran hacerla no tienen la experiencia vital necesaria, porque las víctimas y los victimarios primarios de ambos lados fueron y son fundamentalmente los peruanos que menos voz tienen (¿no es esa la paradoja que Spivak denuncia?). Para la clase intelectual peruana la reflexión sobre la violencia es inevitablemente la de un expectador; por esa razón quizá corra el riesgo, que Félix señaló, de convertirse en una postura.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

"Sin título", de Yuyachkani, trabajada originalmente con Peter Elmore (si no me equivoco) es una obra teatral, o más bien una obra, a secas, en que se cruzan los lenguajes de muchas artes. Fue muy bien recibida por la crítica. Su tema es la historia de la violencia en el Perú, y va desde la guerra con Chile hasta Sendero y Fujimori.

Durante la dictadura militar, de Velasco a Morales Bermúdez, para quienes el sentimiento antichileno era fundamental, se quizo canonizar las novelas de Augusto Thorndike sobre la guerra del Pacífico. Eran patrioteras y superficiales, y no canalizaban ningún genuino sentimiento social o individual, y no tenían más columna vertebral que la intención propagandística. Quedan allí, en todo caso, como documentos.

Hay una novela de Juan Morillo, "El río que te ha de llevar", cuya trama empieza con la guerra del Pacífico (es del año 2000). El tema aparece en "La señorita de Tacna". Por ahí debe de haber más cosas; seguro algo de Luis Alberto Sánchez. ¿Y Ricardo Palma que luchó en esa guerra? ¿Y el Tunante? ¿Escribieron sobre el tema? Ciertamente, lo curioso no es tanto que no haya obras al respecto, sino que no haya muchas cosas interesantes.

Por otro lado, el asunto sí sobrevive en la cultura popular, en fiestas de diversos pueblos andinos, sobre todo de los Andes del sur, donde la entrada de los chilenos y las luchas de rechazo a la invasión se representan aún.

Félix Reátegui dijo...

Lo que me parece bueno de este intercambio de ideas es que, al parecer, ya quedó fuera de la mesa el tema de la "legitimidad" para escribir sobre la violencia. Aparte del recalcitrante Leo Zelada, creo que ya nadie está sosteniendo que el no haberse ocupado antes del tema y hacerlo ahora constituya un problema moral o de honestidad literaria. Es un problema literario a secas. En esta onda, si hablé de una "postura" o de alguna "pose", eso no fue lo que quería decir pues creo que presumir inautenticidad en las intenciones es un supuesto que viciaría la discusión. En todo caso, uno podría llegar a señar esa inautenticidad como conclusión tras una consideración del texto literario en sus propios méritos. Alguien que hace ese tipo de reflexiones brillantemente es un inglés llamado James Wood, que escribe en The New Republic y también la London Review, citada antes por Gustavo.

La otra cuestión, planteada por Eduardo, tiene su propio interés: ¿en que género se articulará mejor esta vaina? ¿Y qué tipo de poética será la que mejor lo haga? ¿Quedará esto mejor articulado en una representación de la violencia como episodio o habrá que buscar el comentario indirecto? ¿O terminará expresándose en una escritura que ponga en acto la violencia? [Creo que es lo que hace Pablo Guevara en su pentalogía]

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

"Pose" no describe exactamente lo que quería decir, Félix, pero admito que "postura" es confusa también. Quizá debí usar la misma frase que tú usaste: "una retórica". No presumo que las intenciones sean inauténticas, todo lo contrario, en realidad. Creo que preguntarse "¿dónde estábamos nosotros?" es un acto enteramente honesto y pertinente (si acaso es cierto que nunca es temprano para hablar sobre la violencia, es igualmente cierto que nunca es tarde). Pero esa pregunta es bastante más un caso de "exorcismo personal" (para usar la frase que Gustavo usa en su último post sobre Borges) que un intento de comprensión global. Es precisamente el hecho de que ese sea el necesario primer paso, lo que descubre la orfandad de la clase intelectual peruana.
Cuando hablaba de la carencia de experiencia vital, no me refería al hecho de que los intelectuales pertenecieran a una "clase social" diferente a la de los afectados (lo cual bien puede ser verdad, también).
Los intelectuales (incluidos los científicos) son fundamentalmente productores de sentido. Esa es su chamba---somos los herederos del brujo de la tribu, digamos. Al igual que un bombero o un policía no puede esperar a un incendio o a un robo para ponerse a estudiar qué hacer, los productores de sentido tienen la obligación de prepararse para todo. Y eso solo quiere decir que tienen leer, enterarse, y por sobre todas las cosas, pensar y pensar, y escribir. No es fácil (tampoco lo es ser bombero o policía). Lo que sí es fácil (es increíblemente fácil) es envolverse en sórdidas discusiones acerca de quién es amigo de quién, quién es conservador y quién va a ser el próximo decano.
Borges no escribió "Deutsches Requiem" porque fuera judío o nazi. Se requiere algo más que imaginación para convertir la bala que mató a JFK en la piedra que mató a Abel. Se requiere una visión del mundo. Se requiere un sistema de producción de sentidos que permita incorporar acontecimientos nuevos de un modo significativo y enriquecedor. La experiencia vital de un intelectual no es su familiaridad con los hechos (pero, por supuesto, puede serlo también). Es todo aquello que ha pensado.
En ese sentido, la pregunta "¿dónde estábamos nosotros?" evitará quedarse en mera retórica, si y solo si somos capaces de responderla. No vale decir “no sé”. Porque para un intelectual, decir “no sé” es exactamente lo mismo que decir “no quiero saber”.
Y mi impresión es que, lo mismo que los intelectuales de la Guerra con Chile (pero a diferencia de los de Alemania durante la SGM), los de los 80-90 en el Perú no estábamos preparados para ese acontecimiento, no lo suficiente, en todo caso. ¿Acaso no es un lugar común despreciar a Borges por “conservador” (incluso hoy)? ¿Acaso no se desprecia a Vargas Llosa por “neoliberal”? ¿Quién que no sea historiador lee ahora a Basadre? Quien así piensa y actúa no hace sino quemar sus naves. Es notabilísimo que en las comunidades del interior el tema de la invasión chilena tenga más presencia que en Lima (ciudad que estuvo ocupada por tres años). Uno podría decir que sufrieron más. Otra posibilidad es que tengan mejores intelectuales.

Anónimo dijo...

Cosas de la tribu.
¿Escritor de epitafios?

Leonardo Aguirre
Escritor

Mi abuelo tiene más de 70 años. Ha sido contador, administrador bancario, gerente de dos farmacias, profesor, árbitro de fútbol. Fue católico, adventista y, ahora, masón. Ha vivido en Yanquilandia y conoce gran parte de Europa. Estuvo en dos mundiales. Se casó dos veces. Hasta no hace mucho, tenía una novia treinta años menor. De hecho, su prontuario sentimental es casi la guía telefónica. El caso es que cada vez que converso con él, me cuenta una nueva, sabrosa y singular historia. Y siempre remata la anécdota con esta frase: “deberías escribir sobre eso”.

Por otro lado, en los blogs literarios peruanos (léase mis últimas dos columnas) ha prendido una discusión en torno a la responsabilidad (palabra equívoca) del escritor frente a su entorno político y social. Más precisamente, algunos reclaman que la literatura peruana contemporánea regurgite la guerra contra el terrorismo o la dictadura fujimorista. Dicen que ya es hora de hacer evaluaciones en el terreno artístico. Y no parecen conformarse con que los escritores peruanos toquen el tema tangencialmente, en clave o en tono paródico (una lógica elemental: si el tema es grave, el escritor no puede callar y, peor aún, está prohibido de reírse). Exigen que la literatura se sumerja en el fango y tome una posición.

Nadie puede decirle a un escritor sobre qué debe escribir. Ni mi abuelo ni los críticos literarios. Pasé mi niñez y adolescencia en un Perú apocalíptico. Pero no soy el apóstol Juan. Mi colegio recibió amenazas y la bomba de Tarata retumbó en mis ventanas. Pero nunca escribí al respecto. Mis obsesiones, mis gustos, lo que me sale del forro, eso que Varguitas llama “demonios interiores”, todo eso que alimenta mis páginas no incluye apagones, fosas comunes, coches-bomba, disolver, disolver, que Dios nos ayude.

¿Debo sentirme culpable? ¿Se me puede achacar alguna “irresponsabilidad”? ¿Todavía es posible hablar de “literatura comprometida”? Aprehender el contexto político-social no es más que una opción. Una opción tan “responsable” como cualquier otra. No es un imperativo para los que hacemos literatura en estos tiempos post-terrorismo y post-dictadura. Yo, por lo menos, escribo lo que me dicta el espejo; no lo que dicta el noticiero.

Anónimo dijo...

La República

Saramago busca que con su nueva novela el lector se ría de la muerte

EL SABIO CONSEJO DEL NOBEL. José Saramago también ha dicho que ante la muerte la mejor arma es el amor.

APUESTA POR LA VIDA • El escritor Nobel portugués asegura que en su reciente obra “Las intermitencias de la muerte” ha tratado el tema sin la retórica de costumbre, sin gran elocuencia y sin ningún dramatismo.

Lisboa. EFE.

El escritor portugués José Saramago dijo que su última novela, Las intermitencias de la muerte, hará “sonreír algunas veces a los lectores, por lo inesperado de las situaciones, y hasta arrancarles una carcajada”.

En una entrevista que publica la revista Visao en su última edición, confesó que trató a la muerte “sin la retórica de costumbre, sin gran elocuencia, sin ningún dramatismo”.

“Me dio mucha satisfacción escribir mirando hacia la muerte como algo inevitable”, con la cual “tenemos que aprender a vivir. En tiempos pasados no se dramatizaba tanto a la muerte”, agregó.

El tiempo y la muerte

José Saramago explicó que la idea de escribir este libro se le vino “cuando estaba leyendo Los cuadernos de Malte Laurids Brigge, de Rainer María Rilke, que tiene páginas extraordinarias, en las cuales él describe la muerte del padre”.

El autor refirió que en la contraportada de ese libro de Rilke aparece un texto del editor “que hizo surgir la idea: la muerte pasa a anunciar a las personas que van a morir. Así nació este libro el 1 de noviembre de 2004, Día de Todos los Santos”.

Saramago señaló que el libro trata más del tiempo, porque sin la muerte “estaríamos condenados a algo peor, la eterna vejez. ¿A qué situación llegaría un ser humano? ¿Cómo iría el Estado a pagar las pensiones, si la muerte renunciase a su deber?”

Explicó que la trama del libro se desarrolla en un país de diez millones de habitantes, como Portugal, pero que es una monarquía constitucional, “quizá porque yo también vivo en España, y porque me pareció más divertido”.

“El Gobierno del país de esta historia tiene que entrar en un acuerdo con las mafias, que se encargan de encontrar las soluciones para esa acumulación de personas que no mueren”, dijo el celebrado Premio Nobel de 1998.

Saramago consideró en esta obra que sin la muerte no existe ni la religión ni la filosofía. Dijo: “Una vida sin muerte no necesita de ser explicada, eso parece claro. Un teólogo, sin embargo, no estará de acuerdo y un auténtico filósofo dirá que ‘son especulaciones de un aficionado’. Pero los aficionados también tienen derecho a la palabra”.

Añadió que le había causado “mucha alegría poder escribir este libro cuando casi cumplo los 83 años, lo que exige una cierta actitud ante la vida, ya tan cerca de la muerte”.

Eternidad es complicada

En una entrevista a la prensa brasileña días atrás, el reconocido autor de Ensayo de la ceguera apuntó que “la vida eterna no sólo sería la mayor de las complicaciones para el funcionamiento de la sociedad humana, como también sería horrible. Si viviésemos eternamente significaría tener una vejez eterna”.

Interrogado sobre lo que le motivó a abordar el tema de la muerte, Saramago dice que “simplemente porque la muerte es un problema para nosotros”.

“La filosofía ha reflexionado sobre la muerte, y todos nosotros de cierta forma pensamos sobre lo que significa morir. Es normal. Mi reflexión no cae en el drama, en el terror. El asunto es tratado con humor e ironía”, explicó el Nobel portugués.

Félix Reátegui dijo...

De verdad es extraordinario el escrito de Leonardo Aguirre: ¿cómo se puede estar tan equivocado sobre el tema de una discusión? ¿cómo se puede leer sin entender lo básico de lo leído? [Bueno, en realidad ésta es, para desgracia, la condición que afecta al 75 por ciento de escolares peruanos, sólo que en el caso de ellos es por falta de oportunidades].

Leo Zelada dijo...

Reategui eso de "recalcitrante" te salio del alma parece.El tema de fondo y nadie me responde aùn,ni Salas,Ni tù, es por que solo ver la literatura tanto como creador y critico desde un punto de vista solo formal reducido al texto.Esa es una posiciòn.
Hay otra posicion es ver la literatura y la critica dentro de un contexto social-cultural.
De aqui deduzco su afiliaciòn ideologica conservadora y alejada de la realidad.

Daniel Salas dijo...

El que está alejado de la realidad es el que es incapaz de comprender que lo que estamos discutiendo Félix, Gustavo y otros se sustenta, precisamente, en que la literatura está en plena conexión con la práctica social. Nadie ha introducido categorías formalistas. Así que el seudopoeta está peleando con su sombra.

Pregunta: ¿Cuál es el objetivo de Zelada de pelear con su propia sombra? ¿Será que hay un interés de por medio? ¿Acaso no hay detrás la intención de "levantar" la imagen de su sombra sobre la base de una polémica? Son muy sospechosas estas conexiones entre el seudopoeta y su sombra.

Anónimo dijo...

Sobre el tema de la violencia de los años ochenta, yo he escrito una novela "Los corceles del destino" ojala que algùn día pueda publicarlo. Se desrrolla en el Alto Huallaga, lugar que todavía ningún escritor a tocado.

Anónimo dijo...

Sobre el tema de la violencia de los años ochenta, yo he escrito una novela "Los corceles del destino" ojala que algùn día pueda publicarlo. Se desrrolla en el Alto Huallaga, lugar que todavía ningún escritor a tocado.

Anónimo dijo...

Yo estoy buscando información sobre la violencia pero respecto a la policía y los narcotraficantes peruanos, estoy buscando informacion sobre ello para hacer un guion literario, si saben de algo me gustaría que me lo recomienden

Anónimo dijo...

Interesante debate y comentarios, mucho mas aún los aportes de cada uno en señalar la producción literaria que se ha publicado en el contexto y sobre la violencia politica vivida en nuestro pais. Una observación, la diferencia con respecto a otros autores es la de Jorge Espinoza su obra Las cárceles del Emperador es un testimonio de alguien que ha vivido esa experiencia (aclarar que J. Espinoza no fue ni es senderista como ha pretendido decir alguien por ahi, claro que el ser senderista no descalifica a nadie para escribir, ojo.) testimonio personal que se convierte en quizás la primera de su tipo en denunciar esos años de aprobio. Lo otro sobre la obra de Gabriel Uribe, La Otra Versión, ciertamente es una obra militante, de quien proviene de las filas senderistas, aun cuando también aclarar que no estuvo preso. Por lo demás buena intención y sirvió de mucho saber que se ha producido tanta literatura sobre el tema, aún cuando debiera ser mucho mas, pero de todos modos brinda un conocimiento para las generaciones posteriores.

Anónimo dijo...

Interesante debate y comentarios, mucho mas aún los aportes de cada uno en señalar la producción literaria que se ha publicado en el contexto y sobre la violencia politica vivida en nuestro pais. Una observación, la diferencia con respecto a otros autores es la de Jorge Espinoza su obra Las cárceles del Emperador es un testimonio de alguien que ha vivido esa experiencia (aclarar que J. Espinoza no fue ni es senderista como ha pretendido decir alguien por ahi) testimonio personal que se convierte en quizás la primera de su tipo en denunciar esos años de aprobio. Lo otro sobre la obra de Gabriel Uribe, La Otra Versión, ciertamente es una obra militante, de quien proviene de las filas senderistas, aun cuando también aclarar que no estuvo preso. Por lo demás buena intención y sirvió de mucho saber que se ha producido tanta literatura sobre el tema, aún cuando debiera ser mucho mas, pero de todos modos brinda un conocimiento para las generaciones posteriores.