7.11.05

Lo que nos espera

Vargas Losa, Mishima y Saramago, todos en uno: el monstruo de la ideología (Fotomontaje: gfp).

Hace muchos años Mario Montalbetti me dijo, en su oficina de la Católica, con un altar pagano erigido en honor a Noam Chomsky a sus espaldas, que su poeta preferido era T.S. Eliot, y que Eliot, sin embargo, era la suma de una serie de ideas políticas que él --Montalbetti--, odiaba y creía indefendibles.

Imagino que todos los que ven la literatura como forma de conocimiento, escenario de reflexión y producción de saber, deben preguntarse alguna vez por qué ciertos autores que nos repugnan nos fascinan también a la vez. Por qué puede un enemigo del totalitarismo valorar a Mishima, un rival del neoliberalismo apreciar a Vargas Llosa, un opositor del socialismo disfrutar a Saramago, etc.

¿Basta con decir que la buena literatura puede desprenderse de la intención del autor, traicionarlo y proponernos ideas que el fascista, el neoliberal o el socialista no planearon colocar en sus libros? ¿O es que la grandeza estética nos puede hacer aceptar, aunque sea en el breve tiempo de la lectura, lo que creemos inaceptable? ¿Y podemos juzgar estéticamente bello lo que pensamos moralmente malo?

Esas son preguntas enormes, que algunos pueden juzgar demasiado lejanas, pero intuyo que tendrán una importancia práctica en el Perú, en los años futuros, cuando la literatura sobre los años de la violencia, acerca de la que se ha discutido aquí durante la semana pasada, empiece a formar un corpus, a ser estudiada, leída, comentada, debatida, como debe ser. ¿Qué literatura va a llegar a los colegios, qué se leerá en las universidades, qué autores y qué libros, y según qué criterios?

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Supongo que lo estético tiene que ver con la exactitud de la experiencia y no tanto con el impacto sensorial o el deseo o la importancia relativa de los referentes de mi experiencia. Aclaro: no son los valores en sí los que hacen "el ser estético" de una obra de arte, sino el método de exponer la experiencia, de tal forma que una experiencia se actualice a pesar de los cambios sociales o culturales. Quizá por eso sobreviva a las traducciones una obra de arte. Quizá por eso seguimos reconociendo el origen en las infinitas variaciones. Lo gracioso es que ese método es la experiencia misma reconcentrada, condensada, densificada, analizada, desmenuzada y vuelta a construir con pasión fría . El odio y el amor, la pulcritud y la suciedad, el cuidado y el descuido, la responsabilidad y la desidia, el bien y el mal, no son absolutos sociales, aunque tenemos una tendencia a clasificar algunas experiencias en un lado o en otro. Siempre existen casos límite en los que dichos valores se convierten en sus opuestos. Ahí es donde descubrimos la sutileza y capacidad de transformación del ser humano. Como dijo De Saussure (espero que lo hay dicho, pero igual que si o que no): "el punto de vista crea el objeto". No son los valores los que hacen al hombre, sino el hombre es el que crea los valores. Si esto es así, algunos usan "obras de arte" para descubrir en esas creaciones los límites del hombre. En ese sentido, el arte no es una expresión de valores sino una exploración implacable de la experiencia humana. (Perdón por la euforia).

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

Hola Juan José. A los tiempos. Muy interesante tu observación. Una pregunta, sin embargo. ¿En qué sentido es diferente decir que lo estético está definido por "el método de exponer" a decir que está definido por "la forma" o "la estructura"?
Estoy de acuerdo en que el arte es una exploración de la experiencia humana, pero ¿no lo es también la ciencia? ¿no será el arte una exploración de los valores más bien?

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Lo que no entiendo en los comentarios de Juan José y Miguel es por qué parecen asumir que el arte o bien lidia con valores o bien con la experiencia humana, si está claro que la segunda incluye a los primeros, o es, en el peor de los casos, escenario para los primeros.

Mi otra duda es si lo que propone Juan José implica que la lectura de una obra literaria se produce, al menos idealmente, en una suerte de suspensión del juicio moral hasta nuevo aviso... Y si es así, qué pasa con los casos que no mencioné en mi post, pero que son obviamente freceuntes: los de los miles de lectores que no soportan ni un segundo la lectura de una obra literaria a la que juzgan equivocada o inmoral (y creo que esa es la actitud con que juzga la literatura o el arte en general el consumidor común y corriente, el de la calle).

Anónimo dijo...

Hola Miguel, sobre las dos cuestiones que planteas:
a. ¿En qué sentido es diferente decir que lo estético está definido por "el método de exponer" a decir que está definido por "la forma" o "la estructura"?
b. ¿no lo es también la ciencia? ¿no será el arte una exploración de los valores más bien?

Una por una.
a. Empiezo por el final, que es el principio (para mí) La ciencia no busca la experiencia por la experiencia misma, sino que busca una relación "coherente" entre las experiencias. Aquí 'coherente' no quiere decir 'lógica' sino unificada, basada en un punto de vista, ¿sistemática? Busca un orden, una estructura. El arte no busca eso (la religión, que es otra forma de la experiencia, tampoco lo busca, sino que busca lo que la experiencia oculta, lo que nos dice algo en la experiencia que no está en la experiencia, "lo numinoso", lo trascendente). El arte explora y acepta lo explorado, lo importante no es el valor de lo explorado sino la exploración misma, en tanto que permite "ubicar", "dibujar" la silueta del hombre como la unidad de las experiencias (por eso, uno puede sentirse atraído por aquello que mucha gente considera "prohibido de algún modo" o "malo", alguien tiene que encontrar los límites "vivenciales" de eso y exponerlos de tal modo que todos comprendamos. Un aspecto del arte es esta orientación "catártica").
b. Lo último me lleva a la primera de tus cuestiones: la forma o la estructura son resultados. Como dice o dijo o se quiere creer que dijo De Saussure, "el punto de vista crea el objeto", si mi punto de vista es observar el mundo en términos de resultados, entonces, puedo decir que el arte es forma o estructura de cierto tipo. Sólo que me resulta difícil explicar desde este punto de vista la constancia de ciertas obras de arte, porque empiezo a buscar atributos inherentes y características específicas. Prefiero pensar las disciplinas en términos de actos o actividades. "Explorar" es distinto de "Explicar", o de "Trascender". Por otro lado, dos "métodos de exponer" me pueden llevar, ocasionalmente, a un mismo resultado, una forma "isomórfica", como las nervaduras de las hojas y ciertas estructuras arquitectonicas, pero no significa que sean lo mismo. Creo, digamoslo a boca de jarro, que es más útil y prometedor decir que "el arte es un método de exponer" a decir que "el arte es forma o estructura".
Gracias, Miguel, y aun hay pan por rebanar...

Anónimo dijo...

Gracias, Gustavo.
No creo que sea útil definir la literatura o el arte en términos de valores, como tampoco se define así la ciencia o la filosofía. Los valores son uno de los asuntos de la experiencia humana. Si se parte de que no es necesario contar con los valores para definir el arte, entonces se llega a lo segundo: los valores cuentan en el arte en la medida que son parte de la realidad y cuentan mucho (pero no lo definen) porque para la mayoría de nosotros (tal vez existan excepciones y no me siento una) los valores son guías de nuestra conducta social y de nuestras experiencias. En ese sentido, "leer" o "no leer" algo, que es una experiencia, si bien tiene como vector componente mi "sistema de valores", implica en algunas casos la posibilidad de cambiar de opinión, idea o, "sistema de valores". Ciertamente, esto último no es el caso de mucha gente (lo que no está mal). No creo que exista una suspensión del juicio moral, sino todo lo contrario, manteniendo mi sistema de valores en alerta, reluce el gusto del lector por aventurarse de modo distinto pero igual que el turismo de aventura o el sexo: la necesidad del ser humano por llegar a sus límites.

Anónimo dijo...

Gustavo, gracias por presentar el tema desde ese ángulo, que también me atrae: la relación entre los valores y el arte y sus consecuencias en la educación y en la formación de las personas. La discusión puede ir a situaciones tan cotidianas de los profesores, cuando hacen que los alumnos lean cuentos que algunos padres juzgan "pornográficos", "groseros", etc.

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

Gustavo, no creo que ni Juan José ni yo hayamos planteado una disyuntiva entre valores y experiencia humana. Es más, tampoco creo que Juan José esté diciendo que el arte no debiera ser juzgado por su contenido, como afirma el post de Pedro MV. Precisamente el caso que tú presentas, de rechazo a una obra literaria porque no se soportan los valores que representa es una sonora confirmación de que el arte está íntimamente conectado con el discurso moral. La aclaración de Juan José añade algo interesante, que pudiera explicar ese caso. Si el arte es la exploración por la exploración, eso implica que es una exploración que mantiene la unidad de lo explorado. Precisamente porque no es posible desligar la experiencia humana de los valores, la exploración artística necesariamente los incluye. Negarse a leer una novela (o ver una película) por los valores que implica es precisamente negarse a explorar esos valores. Curiosamente, eso parece implicar (pero esto es, acepto, discutible), que el arte es SIEMPRE juzgado por sus contenidos.

Anónimo dijo...

T.S. Eliot, que era un grandísimo crítico, no usaba la experiencia de un a obra de arte para definirla, sino para valorarla. Un valor es una medida de lo que es en función de lo querríamos que fuese. Un valor es la propuesta de la sociedad o el grupo o la persona respecto a la importancia relativa de las acciones, los objetos y los seres vivos (digamos los componentes de la realidad). Pero no constituye una varita para detectar obras de arte. Aunque creo que sí sirve para diferenciar obras importantes y trascendentes de otras que no lo son (aunque no sea el único criterio). No digo que las que traten de valores "positivos" (en el canon valorativo) son "mejores". Digo que lo que importa en esta valoración es el impacto de la obra en el sistema de valores: eso la hace trascendente o importante. Si combinamos una excelente exploración de la experiencia (conseguir una reviviscencia de dicha experiencia sin nombrarla, por ejemplo, o sentirla sin saber cómo) con consecuencias profundas (ojo: consecuencias profundas, no demostración o impacto) en los valores u otros componentes de la vida social, creo que podríamos decir que es una obra de arte buena en tanto obra de arte.
Sólo espero que no toman mi mención de T.S. Eliot como un argumento de autoridad, sino sólo una compañía interesante que además fue citado en el origen de esta conversa.
Gracias

Anónimo dijo...

Una aclaración del anterior, escribí: "T.S. Eliot, que era un grandísimo crítico, no usaba la experiencia de un a obra de arte para definirla, sino para valorarla." Debí haber dicho "no SOLO usaba la experiencia de una obra de arte para definirla..."

Leo Zelada dijo...

Yo me considero en la actualidad parte de una posición politica libertaria anarquista,empero no puedo negar una actitud izquierdista que tuve en mis años universitarios en San Marcos,no obstante ello, siempre he admirado y admirare la obra literaria de Mario Vargas Llosa.Defender mi gusto literario por Vargas Llosa me ha tráido problemas,peleas,
incomprensión,rompimientos de amistad con toda la parafernalia de izquierda radical que lo rechaza.
Me interesa la obra literaria de Vargas Llosa como tambien la función pública que como ciudadano realiza.Aunque este en contra de las posiciones politicas de Vargas Llosa,me agrada que asuma una posición y la exprese apasionadamente y con convicción.Me agrada que asuma una función critica en la esfera de la sociedad.
En suma mi admiración por Vargas Llosa que muchos no pueden comprender me ha traido mas problemas que dicha.

Anónimo dijo...

Creo que Gustavo señala un problema central en el quehacer crítico, a veces empañado por la sintonía ideológica entre el crítico y el texto que lee, lo que termina provocando, a veces, lecturas encerradas en un círculo de empatías que no siempre sacan a luz los verdaderos valores de una obra. Esa debe ser una de las razones por las cuales del realismo social soviético queda apenas un capítulo -sombrío diría-de la historia literaria universal. Sería un despropósito condenar a Pound por fascista; ello nos impediría disfrutar de una obra que hasta hoy es un referente ineludible en la poesía. Lo mismo cabría decir de Borges, cuyas provocaciones políticas son un lunar en medio de una obra vasta y ejemplarísima. Coincido con que se puede ser enemigo del liberalismo y leer con fruición a Vargas Llosa. Si no, pregúntenle a Ángel Rama.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

(El comentario anónimo anterior, de las 10:41 pm, lo ha enviado el poeta y periodista Alonso Rabí, que queda bienvenido a este blog).

Leo Zelada dijo...

Alonso eso de Rama fue fulminante.Me alegra verte por aqui.
Saludos.

Anónimo dijo...

A veces pienso que la selva de citas nos atiborra tanto que dejamos de pensar. La tradición o el canon son sólo formas de la búsqueda. Lo mejor es encontrarnos allí que encerrarnos en ellas desde el principio. Salir a sentir la resistencia de la realidad ante las teorías es lo que falta. Lo digo porque una referencia a un crítico se convierte en un argumento "fulminante" y porque el asunto no es tan simple como decir que, aunque sea libertario me gusta el empaque fascista de la novela RMX. El asunto es "¿cómo plantear la relación entre valores y arte para que la educación no se convierta en una alameda de rosas asépticas?", que creo que es lo que Gustavo propuso como problema. Una definición de arte o de lo estético que eluda eso, no cumple ninguna función social sino que es una espiral de humo o una "servogénesis evacuativa transmutada" (y dios sabe lo que es, porque yo no).