27.1.06

Los fantasmas de Velázquez

Hace días pedí que el crítico Marcel Velázquez nos quitara la duda de a quiénes se estaba refiriendo cuando, en un cuestionario de Somos, respondió, la semana pasada, que bluffs literarios eran "todos los cadáveres de renombre que siguen publicando inútilmente".

Ahora nos ha enviado un amable mensaje que comienza diciendo lo siguiente: "Quería agradecerte por impedir que sujetos anónimos utilicen tu blog para difamar e injuriar a otros, entiendo que es una cuestión de principios y ha sido sólo obra del azar que yo haya sido la víctima de los ataques en este caso".

Más adelante pasa a responder la pregunta:

"
Un crítico académico posee varios registros y debe adaptarse a ellos. El cuestionario de Somos no es un documento literario, es un microespacio de reflexión veloz cuyo más alto honor podrá ser envolver pescado en alguno de nuestros mercados en vías de extinción, o conservarse, virginal para siempre, en alguna biblioteca despistada".

Y continúa Velázquez:

"Se me preguntó por bluff literarios. En nuestra literatura hay varios escritores que viven de un ya lejano, pero legítimo prestigio ganado. Ellos tienen todo el derecho de publicar continua o discontinuamente y proseguir con entusiasmo la degradación de su imagen creadora. El problema radica en que sus últimos libros se convierten en imposturas literarias que con el apoyo mediático/crítico siguen vendiendo langostinos por camarones, a esos fantasmas que viven de sombras pasadas (Verástegui, Hinostroza y Bryce) me refería. Ejemplos de otros lares son: Saramago, Sabato, Houllebecq cuyos últimos trabajos constituyen traspiés lamentables para quienes lograron novelas imprescindibles. Sospecho que mi pesimismo innato me impide creer que ellos puedan volver a crear obras significativas, pero ojalá me equivoque por el bien de la literatura".


En el caso de los escritores peruanos, discrepo largamente con
Marcel, por motivos diversos. Verástegui se ha vuelto oscuro y gratuito, es cierto, pero no veo cómo se pueda pasar de señalar eso a acusar una impostura. Bryce (en la foto) se ha internado en una poética del excurso sentimental y la mitificación de la intimidad que no sirve para llenar las expectativas de los mismos lectores que disfrutaron Un mundo para Julius y Huerto cerrado, y que, por eso mismo, no debería ser evaluada desde el punto de vista de quienes quieren seguir viendo en él la crítica pundonorosa de la vieja aristocracia limeña, por ejemplo. Hinostroza ha decidido aproximarse a la poesía desde la entrada opuesta a la de su obra previa, pero con un afán de memoria y sentimentalismo que ya se asomaba un poco en algo de su muy apreciable narrativa; no hay que buscar en él la épica social de la juventud rebelde sesentera.

No estoy quitando el cuerpo a las críticas de
Velázquez. Yo tampoco creo que ninguno de esos autores esté produciendo al nivel de su obra de hace diez o veinte o incluso treinta años. Pero creo que hay un error en llamar a eso "impostura", y uno mayor en preocuparse por la conservación de la "imagen creadora" de estos escritores si, para conservarla, se les va a exigir que no creen nada más: dejar de producir no puede ayudar a la creación, hasta donde entiendo.

De todas maneras, pese a la discrepancia, muchas gracias a
Marcel por comunicarse y por aclarar sus palabras.

1 comentario:

Fernando Velásquez dijo...

En todo caso, se agradece que Marcel acabe en efecto dando nombres. Critica duramente y no injuria. Es en esa mezcla donde -creo- se puede hablar de integridad intelectual.