12.3.06

Punto ciego

¿Se le pasó la mano de sutil a Mirko Lauer? ¿Uno de nuestros mejores poetas eligió una elipsis tan grande que al final nos quedamos todos sin entender si fue elipsis o descarrilada? ¿Quiso hacer un delicado homenaje a Jorge Eduardo Eielson y se olvidó en el camino?

La columna de Lauer hoy en La República, "Poetas en espacio exterior", hace una breve enumeración de poetas peruanos que vivieron en el extranjero, y una más cuidadosa de aquellos que murieron fuera del país, y pasa por alto enteramente a los dos recientemente fallecidos más allá de nuestras fronteras: Antonio Claros y Jorge Eduardo Eielson.

¿O es que en La República online se han comido el párrafo final en que Lauer llega, por fin, a lo que, imaginamos, debió ser el motivo original de su reflexión?

El texto, por otro lado, contiene ideas interesantes acerca de la migración de escritores peruanos y sus distintos momentos. Como enlazar la página de La República suele ser difícil, copio la columna aquí.

Fotomontaje: gfp.

6 comentarios:

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Esta es la columna aludida:

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POETAS EN ESPACIO EXTERIOR

Por Mirko Lauer.

También para los poetas morir fuera del país es un asunto personal. Pero la impresión es que hay un elemento generacional en ello, la sensación de que antes más poetas morían en el extranjero. Este extrañamiento incluso es, sobre todo por la autoprofetizada muerte de César Vallejo en París, parte de la imagen convencional de lo poético.

No hay cómo saber si José Santos Chocano habría vuelto de no haber sido, justicia poética, asesinado en un tranvía de Santiago de Chile. Pero lo que vino después del modernismo fue una diáspora de poetas peruanos que, a la corta o a la larga, terminaron sus vidas en el exterior. Los longevos incluso escamoteándose a toda forma de presencia en el Perú.

Murieron jóvenes, antes que Vallejo pero también enfermos, Juan Parra del Riego en Uruguay y Carlos Oquendo de Amat en España. Pero el exilio se llevó vidas largas, como las de Xavier Abril, en Uruguay, Alberto Hidalgo en Buenos Aires, Juan Luis Velásquez en México, Blanca del Prado en el Río de la Plata.

Los exilios iniciados a comienzos del siglo XX quizás son más fáciles de entender que los de ahora. Lima era culturalmente sosa al 100% comparada con otras ciudades, incluso de América Latina. Para los jóvenes radicales además dura y peligrosa. Hubo momentos en que todo empujaba a buscar oxígeno en el exterior.

En cuanto al retorno, los viajes eran más decisivos, y toda partida tenía algo de emigración. Pero eso no lo explica todo: los poetas tienden a ser muy viajeros, en la medida de sus posibilidades, y una gran mayoría de ellos siempre terminó eligiendo volver de sus exilios, impuestos por los gobiernos o autoaplicados por la curiosidad.

A partir de un momento los vuelos comerciales empiezan a borrar las fronteras existenciales, entre ellas las del exilio. Sigue habiendo poetas que eligen no vivir en el Perú, pero probablemente ni ellos saben por cuántos años. El signo de los tiempos ya no es la separación radical, sino la tentación de vivir en dos o más lugares a la vez.

Hoy tenemos poetas con vidas hechas sobre todo en el extranjero –como Cecilia Bustamante, Leopoldo Chariarse, Américo Ferrari, Carlos Henderson o Julio Ortega- pero resulta difícil pensar en ellos como exiliados. Mantienen formas activas de presencia en el país, y el Perú mismo tiene maneras de afirmar su presencia literaria en otros países.

Pero algo, y probablemente mucho, se pierde con estas ausencias transitorias o definitivas. La distancia geográfica no deja de ser un comentario, sobre el poeta transterrado y sobre el medio local. Como si en el fondo no hubiéramos sido aquí más capaces de hacer algo más amable y acogedor de nuestra república de las letras.

Fernando Velásquez dijo...

dos cosas. hay también exilios interiores, que son, si no más, tan difíciles como los exteriores: pienso en eguren, en martín adán, en francisco bendezú. la literatura en el perú ha sido siempre una lucha triste. por eso, llama la atención (lo que no quiere decir que sea inexplicable) la vocación caciquista y de banderías de muchos que se dedican o dicen dedicarse a ella. no se pelean por migajas del pastel, sino por migajas de migajas. ¿no son los silencios no solo más auténticos sino también más valientes?

lo otro es acerca de lo que significa ser poeta. ¿es lo mismo que escribir poemas? ¿escribir versos te convierte automáticamente en "poeta"? en estos días, ¿quién puede decir de sí mismo "soy poeta" sin sonar un poco ridículo? no es un trabajo, como médico o carpintero. yo creo que eso de poeta hay que decirlo de otros, no de uno mismo.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Justamente Mirko Lauer, no hay que olvidarnos, es autor del libro "Los exilios interiores: una introducción a Martín Adán".

Miguel Rivera dijo...

Tal vez migración sea una palabra más adecuada (pero no tan prestigiosa), que exilio para hablar de los escritores peruanos que se van del país en los últimos años. Su decisión no nace de motivos muy distintos a los de tantos otros peruanos, y latinoamericanos en general, que hemos dejado el Perú.
Claro que ahora se puede estar y no estar en el Perú. De la misma manera en que, cada fin de semana, Pizarro, Solano y Guerrero siguen jugando bajo la mirada de los hinchas peruanos.
Cosa curiosa: Lauer habla de poetas, no de escritores en general. Si no me equivoco, la idea más habitual, respecto al exilio, ha sido la de escritores peruanos, no solo poetas: la imagen de Garcilaso escribiendo los Comentarios Reales en Montilla parecía presagiar la de Vallejo escribiendo Poemas Humanos en París.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Mucha gente habla románticamente del exilio de Vallejo, del exilio de Eielson o el de Ribeyro, pero jamás del de Vargas Llosa: "exiliado", creo, se ha vuelto una medallita de cariño que se le coloca en el pecho sólo a los escritores más queridos.

José Antonio Galloso dijo...

Yo hablaría, aunque suene un poco loco de "exilio voluntario"