Hace un par de días terminé de leer Travesuras de la niña mala, y he escrito una reseña que aparecerá este sábado en Somos, la revista del diario El Comercio. Como, increíblemente, Somos sigue sin tener una versión electrónica dentro del sitio web del periódico, el sábado mismo, o el domingo, colocaré esa reseña en este blog.
Por ahora, quiero comentar un par de cosas: la primera es que luego de un inicio dubitativo, la novela consigue una altura insospechada: es un gran libro, y uno verdaderamente complejo pese a la apariencia de sencillez. Un nivel de lectura es claramente metaliterario: los personajes son densamente ficticios, hechos ellos mismos de ficciones; la niña mala del título asume personalidades librescas (salidas de las páginas de Mishima, Flaubert o Richardson, como ha hecho notar Ricardo González Vigil en reseña duramente respondida por Iván Thays) y el narrador mismo, su enamorado perpetuo, es un traductor de literatura rusa que en algún momento le entra también a la novela contemporánea (traduce a Auster) y acaba convertido él mismo en escritor: el libro que leemos es su obra.
Pero, en esa línea, el homenaje central de la novela se lo rinde Vargas Llosa a Gustave Flaubert, uno de sus faros guías, y el homenaje tiene la forma que cabe esperar de un creador original e inteligente: es una reformulación de la naturaleza de varios personajes flaubertianos, y de las relaciones entre ellos. Por lo menos, allí están Madame Arnoux y Frédéric Moreau, de La educación sentimental, y, por supuesto, Madame Bovary.
Quienes, pesimistas como yo, esperaban que esta novela fuera un peldaño escalera abajo en el camino de Elogio de la madrastra y Los cuadernos de don Rigoberto, se equivocaron: esta novela de amor es completamente original en la obra de Vargas Llosa, es una nueva reinvención de un escritor siempre sorpresivo y, ahora más que nunca, conmovedor.
Pero, en fin: estas son opiniones sueltas. Mi reseña, como digo, sale el sábado en Somos.
Imagen: el maestro y el maestro. Fotomontaje gfp.
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5 comentarios:
Las reseñas y los comentarios me han despertado el deseo de leer la novela (que tiene un título tan malo, es verdad, como la última de García Márquez). He leído la reseña de González Vigil y el comentario a la misma de Iván. RGV es -como suele ser- informativo. Es además entusiasta como un fan, lo que en sí mismo transmite su emoción casi infantil a los lectores. Sin embargo, me parece que el comentario de Iván es duro pero justo. No le haría daño a RGV ser menos superlativo, porque siéndolo termina repartiendo desfavores a quienes pretende elogiar. (Pero a pesar de todo esto, a veces es divertido ver cómo se le va la mano a un hincha, no?)
En específico el encuentro del protagonista con el padre pescador de la Niña Mala se me quedó grabado. Sorprende el manejo del narrador de un registro popular, algo jerguero, muy distinto a lo desarrollado al inicio de la novela, con las descripciones de la vida intelectual en Londres y París.
Ese diálogo con el pescador sobre su hija malagradecida creo que queda. Te parece, Gustavo?
Ese capítulo en notable, de los mejores, y especialmente por ese episodio con el padre de la mujer.
De hecho es tan conmovedor como (o más que) el célebre pasaje del encuentro de Mario niño y su padre en El pez en el agua.
En mi caso, como sucederá con todos los punteños, el asunto es más vívido porque ocurre en La Punta, a unos metros de la casa donde pasé la mayor parte de mi infancia (y, como si eso fuera poco, incluye un merecido elogio al Sport Boys).
Si incluye un homenaje a nuestro querido Sport Boys entonces estamos ante lo mejor de Vargas Llosa en muchos años. Con ese detalle me parece que se está ganando el Nobel. Todavía no le he podido meter diente a Travesuras...(estaba acabando un libro sobre Billinghurst para mi tesis) pero ya me picaste la curiosidad con tu comentario.
Ernesto
Sólo he leído los dos primeros capítulos. Y me parece que Vargas Llosa está escribiendo muy bien. Está escribiendo como Bryce.
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