Hace años se viene escuchando lo mismo con variantes distintas: Alberto Fuguet ha dicho mil veces que su grupo virtual, McOndo, surgió como respuesta a la pesada tradición latinoamericana de lo real maravilloso, que asfixiaba y entorpecía las posibilidades de nuestra literatura de representar a una América Latina distinta, a años luz, como suele decir Alberto, de las vírgenes voladoras y los ancianos alados de García Márquez.
También Jorge Volpi y los muchachos del crack mexicano han señalado algo similar más de una vez, y Jorge lo repite ahora en una entrevista hecha en Lima y publicada por Peru.21.
Con el Crack y sus lineamientos universalistas, dice Jorge, "quisimos escandalizar al medio literario. Entonces existía el prejuicio de que la literatura latinoamericana era --y debía ser-- una sola y enmascararse en el realismo mágico".
Por supuesto que existió y existe una crítica, miope y pobre, que desde Europa y los Estados Unidos inciste en querer ver la literatura latinoamericana como siempre producto del realismo mágico, o siempre lindante con lo real maravilloso.
Pero como Volpi y Fuguet se refieren a la crítica y al ambiente literarios que ellos lograron escandalizar, queda claro que no están hablando de Europa y los Estados Unidos, donde su obra apenas empieza a ser conocida ahora (y ojalá lo sea más), sino de la crítica en América Latina. Y creo que a nadie sorprenderé si digo que la crítica latinoamericana nunca ha confundido al realismo mágico con el resto de nuestra literatura, y que siempre ha estado bastante claro para nosotros que se trata sólo de un modo literario, temporal como cualquiera, cuyo momento cumbre fue de hecho fugaz y queda hoy lejano.
Cuando Volpi y Fuguet, el Crack y McOndo, aparecieron en la escena literaria, es justo decir que los escritores que dominaban el paisaje eran en su mayoría absoluta y radicalmente ajenos al realismo mágico y lo real maravilloso. A principios de los noventa, sobrevivía la enorme lectoría de García Márquez, pero estaba él mismo ya bastante distanciado del realismo mágico.
El otro gran monstruo librero era Vargas Llosa, que jamás se aproximó a las etiquetas "r-m", como no lo hicieron tampoco Cortázar, ni Borges, ni Sabato, ni Fuentes, ni Donoso, ni Cabrera Infante, ni Ribeyro, ni Bryce, ni Bioy, que eran los nombres dominantes en el canon que todos leíamos en esos años. Carpentier había reducido su lectoría sumamente y de Rulfo quedaba el culto por Pedro Páramo y el virtual olvido de sus cuentos; del llamado boom junior habían alcanzado estatus icónico otros escritores ajenos también al realismo mágico, como Severo Sarduy y Manuel Puig.
Para cuando aparecieron los primeros libros de mcondinos y crackenses, bueno es recordarlo, tenían mucho tiempo de publicadas las obras de otros escritores que se habían encargado ya hacía rato de dibujar el nuevo panorama de la narrativa latinoamericana, una suerte de mapa que empezaba a asomar por entre las quebrazones del anterior, el diseñado por el boom: ya estaban allí los libros de Saer, Piglia, Castillo, Valenzuela y Fogwill, y los de Taibo II, Monsiváis, Poniatowska, Pitol y Revueltas, por ejemplo, para citar solamente a argentinos y mexicanos que poco o nada tienen que ver con el realismo mágico ni con lo real maravilloso.
Habían despertado y llegado a la fama, eso sí, los hijos ilegítimos de García Márquez, como Isabel Allende, en libros que la crítica demolió rápidamente, aunque el público los favoreciera con largueza; libros que transformaron el realismo mágico en receta de best sellers, ya desescamado y deshuesado. Pero al hacer eso, en verdad le estaban tirando una lápida, acaso prematura, a ese modo literario.
Ahora bien: ¿contra Isabel Allende es que se levantaban McOndo y el Crack? Difícil creerlo.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
5 comentarios:
Cualquier movimiento que se levante contra Isabel Allende es loable por esa sola razón.
Sin embargo, no estoy de acuerdo con su apreciación de que "Cortázar, ni Borges, ni Sabato, ni Fuentes, ni Donoso, ni Cabrera Infante, ni Ribeyro, ni Bryce, ni Bioy" se aproximaron a la etiqueta de r-m, es decir, esto de acuerdo en que nunca lo hicieron pero si uno escucha a la mayoría, por lo menos en México, parecería que sí. Hay una percepción bastante fuerte de que la literatura latinoamericana es el Boom, y que Boom y realismo mágico son la misma cosa.
En cuanto a "los libros de Saer, Piglia, Castillo, Valenzuela y Fogwill, y los de Taibo II, Monsiváis, Poniatowska, Pitol y Revueltas" te recomendaría La generación de los enterradores, escrita por uno de los miembros del Crack, para entender el porqué este movimiento mexicano parece ignorarlos. Básica y metafóricamente, la generación de los enterradores pacta con los abuelos (GM, Fuentes...) la muerte y entierro de sus padres, que resultan penosos para ambos.
Yo creo que sí hay una idea del r-m contra la cual ir en América, porque ese r-m mágico sigue teniendo un peso y una fuerza que las generaciones siguientes nunca lograron destronar, razón por la que grupos como McOndo y el Crack se revelan contra éste.
Si desde hace 20 años se viene escuchando lo mismo es porque desde entonces el mundo sigue pensando (qué bueno que usted no) que Cien años de soledad es todo lo que vale la pena en la literatura latinoamericana.
Creo que en el último párrafo del comentario anterior (el del amigo René López Villamar) se encierra todo el problema del crack y de McOndo: su discurso está armado para "el mundo" y no para sus propios connacionales ni para América Latina en general, lo cual no sería problemático si no fuera por el hecho de que ellos sólo son oídos en sus países y en América Latina.
Por otro lado, hay que hacer notar que ambos movimientos, sobre todo McOndo, se proponen como casos adosables a todo el ámbito de lo latinoamericano, lo que hace sus discursos sobre el r-m absoluta y radicalmente erróneos: en tradiciones tan importantes como la peruana, el r-m nunca fue el padre a derrotar, JAMÁS. Ni Arguedas ni Alegría, ni Vargas Llosa, ni Bryce ni Ribeyro: nadie de importancia canónica estuvo en el r-m. Apenas si Scorza se aproximó, pero es un escritor bastante marginal al canon peruano, pese a su fama relativa a nivel académico en otros ámbitos.
Residente na Córdoba argentina em 1973 e morador de Lima em 1975, naqueles chamados anos jovens dos sonhos e das utopias, prossigo sempre perguntando, sempre com a mesma pergunta: até quando, nós, escritores latino-americanos (e sendo latino-americanos, nisto incluo obviamente o Brasil), ficaremos separados entre os que escrevem em espanhol e os que escrevem em português?
¿Cuanto es autentico y cuanto es mercadeo?
De McOndo creo que se un poco.
Durante los 90’s recuerdo haber leído con mucho gusto Mala Onda. Al poco tiempo leí un artículo de Fuguet en que daba cuenta de la creación, fruto de una serie de pequeñas coincidencias temporales y espaciales (¿y de otros tipos?, no recuerdo bien) con Bayly y otro escritor, de la creación de McOndo. No recuerdo mayores detalles pero si que me entusiasmó mucho. Prometía más relatos fáciles de leer y la frescura de moda del momento.
Un par de años mas tarde Fuguet visito la Universidad Católica en Lima. Fue para una discusión de su obra con una mesa que incluía a Gonzáles Vigil y Mavila. El asunto se presentaba bastante acartonado y académico. Un tanto alejado del artículo-manifiesto McOndino que había leído un tiempo atrás. El auditorio estaba lleno y, como para romper un poco el acartonamiento, durante las preguntas le recordé a Fuguet el asunto de McOndo, de como es que había surgido con un articulo con tanto entusiasmo en el articulo de un par de años atrás. Bueno, la pregunta hizo todo menos romper el acartonamiento. Respuesta de Fuguet, además de una carota y un ceño fruncido fue (cito a varios años de distancia, claro): “Fue el peor error que he cometido en mi vida! a donde voy me sigue el asunto este de McOndo… blah, blah… un entusiasmo pasajero que no tenia posibilidades de concretarse en nada.. blah, blah, mejor dejarlo en el pasado y el olvido pero estoy seguro que me va a seguir por mucho tiempo”
Mi bien intencionado intento de romper el acartonamiento lo único que logro fue la sonrisa -siempre cachacienta, pero acartonada al fin y al cabo- que se dibujo en la cara de Gonzáles Vigil. Ahora que recuerdo además nunca la vi tan cachacienta como en ese día. Resulta gracioso haber generado sin quererlo un momento de tanta felicidad en alguien… en fin.
La siguiente pregunta la hizo cachimbo feliz, al rescate de la felicidad y de que todo quede como estaba: “la música, el rock, esta siempre presente en tus libros, ¿que nos puedes decir de eso?...” generó una respuesta acartonada pero no el ceño fruncido y por fin un poco de distensión. Pero que por cierto su nueva respuesta no logro quitar la sonrisa cachacienta y felicidad absoluta de la cara de GV.
En fin. Unos años mas tarde veo que luego el asunto de McOndo si lo movieron. Y vendió muy bien. ¿Cuánto le duraron las ganas de legitimación académica a Fuguet? ¿Es acaso que ese “cuánto” en mi pregunta debería ser respondido en términos monetarios y no temporales? ¿En que términos fue que retomó McOndo?
En todo caso si legitimación académica era lo que Fuguet buscaba creo que se acerca más por la vía de aceptar lo que es su obra, esto es, su McOndismo. Supongo que ahora esta más por el camino que para sus intenciones es el correcto, peleándose con el realismo mágico…
Después de más de medio siglo de aparecidas las categorías de Realismo mágico y lo Real maravilloso (1949), cabe preguntarse si la etiqueta de las mismas siguen afectando a la literatura latinoamericana. Para Gustavo Faverón, estas categoría fueron ya superadas por la obra de autores como Piglia, Pitol, Monsiváis y Potianowska; incluso dentro del Boom, autores cmo vargas Llosa Y Julio Cortázar se desmarcaron de estas categorías. Entonces, mal haríamos en señalar a los integrantes de McOndo y del Crack como los verdaderos destronadores del R-M, con lo cual el análisis de Faverón es correcto. Sin embargo, también es cierto lo que afirma màs adelante: la crítica miope a reducido la literatura latinoamerciana a estas categorías y lamentablemente, es esa crítica miope la que ha prevalecido en el gran público lector y la sombra de García Márquez y de su epígono, Isabel Allende, han oscurido el panorama de la nueva narrativa latinoamericana, al menos a nivel editorial. Me comentaba un amigo escritor (que había participado en la Feria de Guadalajara), que cuando se reunió con dos agentes literarios españoles para presentarles sus proyectos, estos le dijeron: estamos buscando algo como el realismo mágico del Boom. Este tipo de actitudes obligan a los jóvenes narradores a un actitud de rebeldía frente a esta simplificación de la literatura latinoamericana. Si bien, la nueva narrativa es heredera del Bomm y el R-M, también es licito marcar distancias con respecto a estos fenómenos y aportar, con el desarrollobo de una nueva narrativa, a una nueva imagen de nuestra narrativa latinoamericana, que permita agrupar las diferentes propuestas que van desde Pitol y Piglia, hasta Bolaño Y Jorge Franco.
Publicar un comentario