En el último libro del periodista alemán Rainer Schmitz hay un capítulo dedicado a Ernest Hemingway.
Su contenido no es para pasarlo por alto: mostrando documentos --entre ellos una carta escrita por Hemingway a un amigo suyo profesor de Cornell University--, Schmitz afirma que es altamente posible que Ernest Hemingway fuera un criminal de guerra. Y uno temible.
La carta lo dice textualmente: "he hecho el cálculo y puedo decir con precisión que he matado a ciento veintidós prisioneros". Hemingway se refiere a soldados alemanes cautivos de las tropas americanas en 1944. Prisioneros ejecutados por Hemingway sin ningún tipo de proceso previo.
El diario italiano Corriere della Sera, ayer, se permitió bromear sobre el asunto: "En medio de todo a Gunter Grass le fue bastante bien. Si, en ese día de 1945 cuando lo capturaron los americanos, la suerte le hubiera puesto en frente a Ernest Hemingway, probablemente habría encontrado el mismo destino fatal de tantos de sus compañeros de armas".
A estas alturas, lo único que salva a Hemingway de la condena universal es su fama de mitómano y exagerado y la frecuencia con que inventaba historias destinadas a hacerse ver más bravo y valentón.
Imagen: Castro está refaccionando la Casa-Museo Hemingway en Cuba, como parte de sus homenajes al escritor que, aparentemente... habría asesinado a 122 prisioneros alemanes en 1944 él mismo.
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