El famoso email
Comenzando por lo menos importante, debo decir que, en su artículo, Mark Cox se queja de que yo no haya respondido un email suyo de semanas atrás, y dictamina que, si no lo respondí, eso se debe a que yo estoy "molesto con él", debido a una crítica que hizo en un libro suyo a un artículo mío publicado en Quehacer.
Dice Cox estar "sorprendido" de que yo no haya contestado al email que él me envió "preguntando" por la antología. Cualquier desavisado podría pensar, a partir de esas palabras, que Cox me envió un email entablando una conversación intelectual sobre el proyecto, y que yo, en medio de mi "molestia" por haber sido criticado, lo desairé.
Ya que Cox hace público el tema, yo haré público su email, que decía literalmente:
"Me enteré que vas a sacar una antología de cuentos sobre la época de la violencia política en los años 80 y 90. Cuando salga me gustaría poder conseguir un ejemplar. Trabajo en South Carolina en Presbyterian College. De lo que sé, hasta la fecha han salido tres antologías, la que saqué en 2000, otra en Lima y una en Ayacucho".
Nada más. No veo que ese mensaje pida, exija o provoque una respuesta. Entendí, sí, que Cox quería un ejemplar del libro. Pero el libro no existió hasta tres meses después: su email era del 13 de julio y el libro apareció el 19 de octubre. El 20 de octubre yo iba a poner una copia en el correo en dirección a la oficina de Cox.
Pero ese mismo día, 20 de octubre, Cox publicó un artículo en El Peruano quejándose de que yo no hubiera respondido su email. Es decir, no sólo no me dio ni un día para cumplir con su antojo de recibir un ejemplar, sino que además se quejó en público, por escrito, en un artículo redactado antes del lanzamiento del libro.
Ahora no me queda sino decirle al profesor Cox que, gracias a la estupenda labor de Matalamanga, el libro está en todas las librerías de Lima.
Las críticas
Pero Cox no se conforma con editorializar su molestia por no haber recibido rápida respuesta a su prematuro pedido. También decide criticar los criterios de selección de un libro que jamás en su vida ha visto. Llevándose por el índice
¿Y cuáles son sus críticas? Todas sin excepción tienen que ver con cantidades y estadísticas, que son siempre las únicas ideas subyacentes al trabajo de Cox: cuántos escritores de provincia, cuántos capitalinos, cuántos hombres, cuántas mujeres. Me niego a una discusión planteada en términos tan insoportablemente vacuos, pero sí quiero hacer notar una estadística curiosa, para que el profesor Cox la añada a su nómina de cifras llamativas: mi antología tiene dos escritores de provincia por cada escritor de la capital, y esa es, curiosamente, la misma proporción poblacional del Perú.
Cox se pregunta por qué hay más limeños que ayacuchanos, si los escritores de provincia han escrito más sobre el tema que los capitalinos. Él mismo se responde: "imagino que la respuesta será que la calidad es más importante que la cantidad"...
Curiosamente, parece decirlo como una ironía; cómo si esa fuera una idea inapropiada... Es que, para Cox, que es capaz de decir con exactitud la cantidad precisa de cuentos y novelas peruanos referidos a la violencia política, aunque nunca diga nada sobre su contenido, nada es más importante que la cantidad.
Los peligros del malabarismo estadístico
Cox defiende la idea de que haya que reunir en antologías de este tipo muestras grandes y representativas de lo hecho en provincias. Pero cuando se refiere a mi antigua crítica de que su antología, publicada seis años atrás, excluyó sistemáticamente a muchos autores limeños representativos, entonces se saca este gracioso conejo de la galera:
“Faverón dice que ignoro a los escritores limeños y sólo incluyo a tres de ellos: Walter Ventosilla, José de Piérola y Pilar Dughi. Diría que Dante Castro, aunque es del Callao, cuenta como limeño. Además, Julián Pérez, Óscar Colchado y Sócrates Zuzunaga viven ahora en Lima. Zein Zorrilla vive en Chaclacayo”.
El problema, mi estimado profesor Cox, es que eso haría un total de ocho “limeños”. Y su antología reunía sólo a quince autores. O sea que, por exagerar sus propios argumentos, ahora cualquiera lo podrá acusar de haber marginado a los provincianos… Esos son los peligros del malabarismo estadístico.
Miopía
Que el profesor Cox lo conozca todo sobre estadísticas referidas al tema de la violencia política no es algo que deba ponerse en duda. Que entienda algo del fenómeno es ya bastante más cuestionable, como lo es la sutileza de su aproximación. Una de sus críticas más directas a mi antología es que ella incluye "dos cuentos que no tienen nada que ver directamente con la violencia política de los años ochenta, sino de años anteriores". Se refiere a los cuentos de Miguel Gutiérrez e Hildebrando Pérez Huarancca.
A mí, su comentario me deja perplejo, porque implica una cortedad de visión asombrosa. ¿Nada tiene que ver Los ilegítimos de Pérez Huarancca con el estallido de Sendero Luminoso en la región de Ayacucho? ¿Nada tienen que ver las escisiones y pugnas de la extrema izquierda en los años formativos de Sendero Luminoso (escisiones y pugnas reflejadas en el relato de Miguel Gutiérrez) con la violencia desencadenada años más tarde?
Un crítico se puede permitir muchas excentricidades. Puede sufrir el devaneo de las cuentas y las precisiones estadísticas si ese es el caso. Puede preferir incluso trabajar con cantidades antes que con calidades, si algún objetivo lo justifica. Pero nunca puede permitirse esa estrechez de miras. ¿Cree Cox que Sendero Luminoso apareció de la nada en una madrugada del año 1980? Si es así, hay que pedirle un poquito más de reflexión.
Promesas, promesas
Al inicio de su artículo, Cox promete que va a habar “de las varias antologías que tocan el tema de la violencia política”. No lo hace. Habla solamente sobre la mía y la suya. De hecho, habla en el fondo de la suya tomando la mía como excusa.
Al final de su artículo, Cox escribe: “Espero poder leer el prólogo de la antología pronto para aprender qué ha podido encontrar Gustavo Faverón sobre un tema fundamental para el Perú”.
Yo también espero que el profesor Cox pueda leer ese prólogo pronto; hubiera sido deseable que lo hiciera antes de opinar sobre los criterios de selección de la antología, pues esos criterios están aludidos en ese prólogo y no se desprenden de las sumas y restas estadísticas que parecen presidir cualquier aproximación de Cox al tema.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario