Nilton Torres, periodista de La República, me escribió hace unos días con unas cuantas preguntas para un reportaje sobre la literatura peruana de la violencia política.
Veo en Domingo de La República que ha aparecido ya su artículo, que recoge centralmente declaraciones de Víctor Andrés Ponce y Alonso Cueto, dos de los narradores que con más frecuencia e interés se han aproximado al tema.
Torres insiste varias veces durante el artículo con la idea de una "literatura de postguerra", y parece hallar sustento en las declaraciones de Ponce, que yo encuentro por momentos contradictorias:
"Las obras más importantes sobre la guerra, ya sea en literatura, en el cine o en teatro, se dan algunos años después de terminado un conflicto", dice Ponce, y continúa: "es como si la sociedad y sus actores deb[iera]n tomar distancia. Mira lo que pasa en Chiapas, la guerrilla en Centroamérica y en Colombia, el conflicto en Medio Oriente. Muchos aún continúan, pero ya se presentan intentos de contar esas historias de desencuentros en una sociedad que lleva a sus hombres y mujeres a matarse entre sí".
Cueto, por su parte, es más reacio a la etiqueta de "literatura de postguerra" y prefiere ver el fenómeno como un avatar de la relación constante entre nuestras letras y nuestros problemas sociales, en un país que vive "en estado de guerra permanente".
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