20.11.06

Fernando Iwasaki / Carlos Franz

Desde España, Ernesto Carlín envía a El Peruano una entrevista con el narrador chileno Carlos Franz (ganador el 2005 del Premio La Nación de novela).

Franz, curiosamente, usa, para hablar de las peleas entre escritores chilenos, la misma metáfora que usé yo hace un par de días para referirme a la índole de las broncas literarias peruanas: la de la antropofagia.

Más interesante que eso es lo que Franz dice sobre las posibilidades de éxito en España de los escritores latinoamericanos que escriben sobre temas como "Pinochet o Sendero Luminoso". Básicamente dice que quienes pretendan seguir ese camino "andan muy perdidos".

Las declaraciones de Franz parecen diametralmente opuestas a las dadas días atrás por el escritor peruano Fernando Iwasaki (cada vez más exitoso en España, donde reside, y cada vez más conocido en el Perú, con un reconocimiento demorado pero que por fin llega).

Dicho sea de paso: las declaraciones de Fernando (en la foto) me dejaron una impresión equívoca: como que, en la mirada que ofrece, la literatura peruana (especialmente el futuro de la literatura peruana) parece determinada por lo que pueda o no resultar atractivo en el extranjero, más que por sus propias orientaciones, sus propios reflejos o sus propias necesidades.


Ya que resulta difícil enlazar las páginas de El Peruano, transcribo la entrevista de Carlín a Franz aquí debajo:

¿Los escritores latinoamericanos tienden a situar sus ficciones dentro de un determinado contexto político?
–Es inevitable y, hasta cierto punto, una suerte. Lo que resulta una desgracia para nuestras sociedades es una fortuna para los escritores y creadores en general. Tenemos ambientes históricos que alimentan la imaginación poderosamente. Por las experiencias traumáticas de nuestros países todavía podemos escribir tragedias. Un artista consciente, pero también un artista a secas, no puede dejar pasar esas oportunidades.

¿Esto crea problemas a los latinoamericanos para vender fuera cuando no quieren tratar asuntos políticos?
–Se pueden usar o no los temas políticos, el punto es que no haya atadura en el acto. Es legítima la actitud borgiana de hacer una literatura universal y atemporal con marca local, pero también es legítimo tratar temas locales con perspectiva universal. Ahora pasa algo paradójico. Los temas de América Latina en Europa importan muy poco, por lo que quien pretenda vender por escribir sobre la dictadura de Pinochet o el conflicto peruano con Sendero Luminoso creo que anda muy perdido.

¿Ya pasó la época en que el tópico de la América Latina revolucionaria podía interesar a Europa?
–Siempre hay una literatura demagógica y simplista que seguirá usando los clichés culturales de la revolución o la represión para vender más de lo mismo. Pero no estamos hablando de eso, sino de literatura y arte de calidad.

¿Vivir fuera del país ayuda a escribir?
–Tomar distancia ayuda a escribir. Sobre todo cuando llegas a una etapa media en tu carrera. Suceden dos cosas: por un lado, mezclas tus temas, tu país, con otras realidades. Por otro, las sociedades literarias latinoamericanas son tan caníbales que se pierde demasiada energía en tu propia nación. Se viven guerrillas intestinas absurdas y es mejor estar fuera.

¿Han destacado más los escritores que emigran?
–Creo que sí, pero es una desgracia que eso sea así. Los artistas se sofocan por el medio cultural y literario que tenemos.

¿Qué opina acerca de que los autores latinoamericanos no se conozcan fuera de sus naciones si no son auspiciados por editoriales españolas?
–Es algo bastante triste. Pero de eso, como en otras cosas, la culpa es de nosotros mismos y de nadie más. Es consecuencia de nuestras propias divisiones y falta de proyectos conjuntos.

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