1.11.06

Prohibidas las máquinas del tiempo

Christopher Nolan es un notable director, uno de esos cuya carrera vale la pena seguir. Su paso del cine inglés al norteamericano ha marcado una paulatina aproximación al lenguaje del cine comercial, pero, curiosamente, eso no ha señalado un empobrecimiento en su propio universo creativo.

Su primer largomentraje, Following (su único largo inglés), es una de esas joyas indie que no se pueden pasar por alto: una apropiación del
film noir para la construcción de una fábula de ribetes kafkianos sobre la búsqueda de una identidad individual.

Si uno comprende esa premisa como el punto de inicio de su cinematografía, descubre que el tema sigue siendo una obsesión de
Nolan incluso en sus cintas más innegablemente comerciales: lo mismo que he dicho sobre Following se puede decir sobre Memento, Insomnia e incluso Batman Begins. Y ciertamente sobre la más reciente de sus cintas, estrenada aquí esta semana, The Prestige.

(Es impresionante, de hecho, la capacidad de apropiación de
Nolan con respecto a historias que no siempre le pertenecen: Followin, Memento y The Prestige son coescritas con su hermano Jonathan, pero Insomnia es un remake de una cinta noruega y Batman Begins es, obviamente, un proyecto construido antes de que Nolan fuera convocado para dirigirlo; sin embargo, todas las cintas comparten visiblemente el tono del noir y el tópico de la búsqueda autodescubridora).

The Prestige es una cinta divertidísima e inteligente, repleta de guiños metafílmicos y con un guión que entreteje hebras históricas e hilos fantásticos, referencias fácticas y vuelos de la imaginación, con una fluidez brillante: es un giro sobre la historia de
Caín y Abel, pero es varias otras cosas a la vez. Y sin embargo es en cierta forma una película fallida.

Y fallida de una manera elemental. La cinta cuenta la historia de dos magos extraordinarios, amigos entrañables, que en un momento se vuelven cada uno la némesis del otro, y dedican el resto de sus vidas a intentar destruir al rival). Ambos son inmensamente ingeniosos y capaces de crear casi cualquier ilusión sobre un escenario. Obviamente, detrás de todos sus trucos hay explicaciones físicas concretas, respuestas racionales que sostienen la ilusión.

La cinta demanda, para cada nuevo truco, una explicación cada vez más sofisticada, más original. Pero los dos grandes trucos finales son explicados de modo incoherente: uno con el recurso a la existencia de un personaje que hasta entonces ha estado oculto por completo; el otro echando mano de una explicación seudotecnológica, del tipo de las novelas de ciencia ficción decimonónicas y de principios del veinte.

Un prolegómeno fantástico para un desenlace de ciencia ficción: como si
Borges quisiera explicar "El milagro secreto" diciendo que el protagonista al final se trepó en una máquina del tiempo. No funciona. Mal paso.

2 comentarios:

Daniel Salvo dijo...

"The prestige" está basada en la novela homónima del escritor británico de ciencia ficción Cristhoper Priest, que, a juzgar por esta reseña publicada en la página web "Bibliopolis", lleva implícita la explicación seudocientífica. Ojalá que Planeta vuelva a distribuir los libros de la colección Minotauro en Perú, la novela parece interesante.
Aquí enlace de la reseña: http://www.bibliopolis.org/resenas/rese0225.htm

Anónimo dijo...

y la maqina del yiempo pe invesil