16.11.06

Putin y Solzhenitsyn


Apenas ayer hablábamos del caso de La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera, y su primera edición legal en la República Checa. Hoy se anuncia la próxima publicación de los treinta tomos de la obra completa de Alexander Solzhenitsyn en Rusia.

A los ochenta y ocho años de edad, Solzhenitsyn --al menos ésta es mi impresión-- forma parte de ese club de intelectuales que uno jura muertos cuando aún están con vida y, al menos hasta hace poco, produciendo. (Otro miembro ilustre, diez años mayor, es Claude Lévi-Strauss, salvo que se haya ido sin que yo me entere, lo que tampoco sería raro).

La edición de la obra de
Solzhenitsyn trae cola, políticamente hablando. Y no me refiero sólo a la reivindicación local de la obra de un disidente, feroz crítico del régimen soviético, y en particular del estalinismo, sino a implicaciones más coyunturales: Solzhenitsyn ha dicho más de una vez estar en favor de las políticas del presidente Vladimir Putin en Rusia, y los treinta volúmenes de su obra completa saldrán gracias a la inversión de un banco estatal.

Eso último está dando pie a que muchos caractericen esta aventura editorial como una maniobra en la que Putin afianza el prestigio canónico de un intelectual que devuelve el cumplido con el capital simbólico de su apoyo. Solzhenitzyn, hay que recordarlo, es un nacionalista y un conservador, como Putin, pero, mientras sobre el presidente flota el halo oscuro de su antigua pertenencia a la KGB, Solzhenitsyn tiene en torno a sí el aura del ex prisionero que pasó una década de su vida en un campo de trabajos forzados por criticar a Stalin.

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