3.12.06

¿Bajo el signo de la traición?

Es sabido que en su catálogo de "ficciones fundacionales", es decir, en su nómina de novelas canónicas que emblematizaron e impulsaron la fundación de las nacionalidades latinoamericanas durante el siglo diecinueve y principios del veinte, la crítica Doris Sommer no incluye ningún libro peruano.

En cierto sentido, la nación peruana (cualquier cosa que eso signifique) queda huérfana en ese canon. En un artículo (en el que creo haber explicado por qué no he confiado nunca en la teoría de Sommer), planteé hace un tiempo la posibilidad de que lo más cercano al rol fundacional de esos romances decimonónicos, en el Perú, lo hayan cumplido las
Tradiciones de Ricardo Palma, y que su carácter fragmentario sea una de las razones de su éxito: ¿qué mejor que trizas de relatos para representar a una nación que es las trizas de muchas naciones?

Es curiosa la forma en que el azar puede incidir en asuntos así de complejos. Ricardo
Palma sí escribió una novela en el tiempo en que los demás países latinoamericanos veían aparecer sus "romances nacionales": se llamaba Los marañones, y contaba la historia de Lope de Aguirre, el rebelde español, traidor a su rey, que quiso desde la selva amazónica iniciar un imperio propio.

Pero el único manuscrito de Los marañones desapareció en un incendio de la biblioteca de Palma, y el escritor nunca rehizo su obra, que, de ese modo, jamás se hizo pública.

La historia de Aguirre, después, la han contado en ficciones, entre otros, Ramón J. Sender (La aventura equinoccial de Lope de Aguirre), Miguel Otero Silva (Lope de Aguirre, príncipe de la libertad), Abel Posse (Daimón), e incluso, en el cine, Werner Herzog (Aguirre, la ira de Dios, filmada en la selva peruana).

Algunos han subrayado la traición como el rasgo definitorio de Aguirre. Otros, la locura rebelde, la pasión individual, el ensueño de la libertad. ¿Cuál habrá sido el elemento recogido por Palma?

Si esa novela, que jamás nadie más que su autor leyó, no se hubiera perdido en el incendio; si hubiera llegado a ser leída, acaso muy leída, acaso admirada; si se hubiera convertido en nuestro "romance nacional", ¿estaríamos ahora explicando al Perú como un intento de nación fundado bajo el signo de la traición o bajo el signo de la locura idealista?

Imagen: Klaus Kinski, el extraordinario Aguirre de la cinta de Herzog.

1 comentario:

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

Bueno, con respecto a la opinión de Palma sobre Aguirre, aunque la novela se quemó, nos queda la tradición "Lope de Aguirre, el traidor". Aunque el título parece indicar que Palma opta por la primera interpretación, mi recuerdo del texto es que la idea de pasión individual no está excluidad, pero, creo, sí la de "ensueño de la libertad"; más bien diría que en esa tradición Lope es una especie de víctima de la libertad---también la estupenda novela de Miguel Otero me da esa impresión (en marcado contraste con la película de Herzog, donde es una entidad irracional, casi una fuerza de la naturaleza, parte de la selva).