12.12.06

Sub-terra

Recomendar lecturas que a uno le parecen imprescindibles --libros de esos que todos deberían leer pero que, por lo común, pasan desapercibidos para muchos-- es acaso el placer más grande de cualquier lector frecuente. Un placer que se potencia cuando uno tiene un blog.

A los chilenos que pasen por aquí les parecerá extraño, quizá, que, tras esta introducción, yo recomiende la lectura de Baldomero Lillo. Después de todo, Lillo (1867-1923) es un autor canónico en la historia chilena, quizá el iniciador del cuento moderno en la tradición de los vecinos australes.

Pero la verdad es que, fuera de Chile, los cuentos postnaturalistas de Lillo, sus crudos retratos del país provinciano, de las minas y la pobreza rural, son virtualmente desconocidos, sobre todo más allá de círculos académicos.

Lillo es un cuentista notable, agudo, y sus relatos son tan tensos como sea posible imaginar: nada en ellos sobra, todo en ellos apunta a la creación paulatina de un gran efecto final, emotivo pero también racional.

Es difícil pensar en muchos otros autores latinoamericanos tan claramente llevados por un afán de denuncia social y que, sin embargo, sean capaces de no desequilibrar sus textos ni volverlos panfletarios o ancilares (miren si no, la mitad de la poesía de Benedetti, o casi toda la obra de Galeano).

Quizá las mejores virtudes de Lillo estén condensadas en el cuento que se llama La compuerta número 12 (parte de su célebre colección Sub-terra), pero, si tienen tiempo, les recomiendo que le den una mirada a algunos otros en esta página.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Gustavo: estaba dándome una re-vuelta virtual por estos espacios y heme topo que me encuentro con tu post sub-terra sobre ese estilista que es Baldomero Lillo. llegó a mí hace un tiempo el libro que comentas a través de un poeta ( Walter Espinoza) que conocía mi vocación narrativa, aún estoy paladeando esa poesía que fluye como bien dices racional sin desmedro de los cinco reinos de las emociones. La publicación que tengo a la vista y al gusto data de 1969,- su olor antiguo es persuasivo-, de la chilena editorial Nascimento;
y más bien el título aparece como Sub Sole, ¿el autor varió el nombre luego? Para muestra un joyón: "... Descendió el rayo como una estrella filante, chocó contra la tierra, se levantó y volvió a caer. Como una luciérnaga mararvillosa erró a través de los campos y su brillo, infinatemente más intenso que el de millones de diamantes, era visible en la mitad del día, y de noche centelleaba en las tinieblas como un diminuto sol.
Los hombres, asombrados, buscaron mucho tiempo la explicación del hecho extraoridinario, hasta que un día los magos y nigromantes descifraron el enigma. La errabunda estrella era hebra desprendida de la cabellera del sol. Y añadieron que el que lograse aprisionarla vería trocarse su existencia efímera en una vida inmortal; pero, para coger el rayo sin ser consumido por él, era necesario haber extirpado del alma todo vestigio de piedad y amor..."

de El oro.

Me has recordado que tenía un pendiente con este narrador exquisito.
Parabienes,
Gustavo Reátegui O.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Lo que pasa con los títulos es que el mismo Lillo dividió su obra en dos partes: los cuentos subterráneos (Sub-terra) y los de la superficie (Sub-sole). Si no recuerdo mal, ese último es también el título de uno de sus cuentos.