Hace unos seis años, quizá más, cuando apareció La fiesta del chivo, le pregunté en una entrevista a Mario Vargas Llosa por qué había elegido la historia del dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo para regresar a la novela de dictadura, tantos años después de Conversación en La Catedral, y por qué no, por ejemplo, escribir sobre Fidel Castro.
Resumiendo, MVLl me dijo que, en realidad, él había querido narrar una historia redonda, que se centrara en la figura del dictador (recordemos que Odría es el gran personaje ausente en Conversación) y que llegara hasta su desaparición: la terca sobrevivencia de Castro en el poder le estaba escatimando la oportunidad de hacerlo, así que decidió arriesgarse con la historia de Trujillo (que ya había tenido en mente hacía años, a raíz de ese mítico pacto tomado por ciertos autores del boom de escribir simultáneamente novelas sobre dictadores).
¿Se decidirá alguna vez MVLl a escribir una ficción sobre Castro, ahora que parece claro que su régimen se aproxima al final? Por lo pronto, los últimos cables internacionales que recogen la atmósfera cubana actual parecen dar por hecho que Castro está viviendo sus últimos días, y que su enfermedad de ahora es la última.
Yo (salvo por la descripción cuasi ficcional de Castro hecha por Carlos Franqui en Retrato de familia con Fidel, la idealización de Oliver Stone en un documental reciente, y la aparición de cierto dictador caribeño, anónimo pero barbado y de uniforme verde, que protagonizaba un episodio de The Twilight Zone), no recuerdo a Castro como personaje narrativo, pero no dudo que daría, que dará, para mucho.
(Buscando una fotografía de Castro, me encontré de casualidad con esta entrevista de Jesús Hernández Cuéllar a Guillermo Cabrera Infante, alguien que salió de Cuba debido a Castro y no volvió jamás. Es interesante; sobre todo sus declaraciones acerca de "los quedados" y Zoé Valdés).
Foto: la célebre caída de Fidel Castro, años atrás.
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6 comentarios:
sin parecer pesado, pero en comparación a "conversación...", la "fiesta del chivo" es una parroquia de barrio (y no es que sean feas tampoco).
La fiesta del chivo es una novela extraordinaria, y debe de ser, probablemente, la mejor novela peruana de los últimos diez o quince años. Lo que pasa, Roberto, es que eso de "en comparación con Conversación" es tremendo paralelo. Es como decir que en comparación con la Ulises, Retrato del artista adolescente es una cabañita. Probablemente, pero incluso si VLL no hubiera escrito Conversación, igual sería nuestro mejor novelista.
Ojalá que el fin de estos dos íconos arcaicos (Castro y Pinochet) sirva para que tanto la derecha como la izquierda lationamericanas se modernicen y se sacudan de estas figuras impresentables. Es un deseo, claro, pero nunca se sabe.
Tengo presente la presencia de Castro en "Y Dios entró en La Habana", de Vásquez Montalbán, aunque, ciertamente, no lo convierte en personaje de ficción, como si lo hizo, de manera muy interesante, con Franco en "Autobiografía del general Franco".
Sobre Conversación y La fiesta, hay mucho que decir. Se me ocurre lo siguiente. La segunda tiene, en realidad, una composición tan compleja, o casi, como la primera. Pero no lo parece. Tal vez es por eso que muchos la ven como inferior, pero quizá sea por eso mismo que habría que ver en ella un logro artístico mayor, si eso cabe después de La Guerra del Fin del Mundo, que ya había sido todo un hito en eso de usar técnicas muy complejas sin hacerlas ostensibles. Ahí se aplica bien eso de que el mayor triunfo del demonio (del daimon) es hacernos creer que no existe.
Félix
Puede ser que La fiesta del Chivo tenga una construcción con una complejidad cercana a la de Conversación en la Catedral. Sin embargo, sospecho que como han pasado tantos años desde una y otra, ya la pericia de Vargas Llosa es algo esperable. Además, varios otros han imitado sus técnicas, por lo que resultan menos sorprendente hoy en día.
Como personaje narrativo, Castro aparece y desaparece en la segunda parte de "Permiso para vivir" de Alfredo Bryce Echenique, llamada "Cuba a mi manera" muchísimo más interesante que la primera parte de ese libro cuyo título ya olvidé
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