6.1.07

Anus mundi

Curioso que dos expresiones tan parecidas a primera vista puedan cobrar sentidos tan distintos: anus mundi y el culo del mundo.

En español coloquial, el culo del mundo alude a un sitio olvidado,
remoto y ajeno, al que sólo se puede llegar por causa de un extravío.

Encuentro en un libro de relatos del italiano Primo Levi la expresión anus mundi, referida al lugar más sucio y vil del planeta, Auschwitz (y por extensión cualquier campo de concentración), que era, además, el conducto por el cual el mundo rebajado del nazismo expulsaba de sí a aquellos a quienes convertía en detritus: judíos, comunistas, socialistas, anarquistas, etc., y expulsaba con ello, también, los residuos de su propia humanidad.

Dice Levi (sobreviviente de Auschwitz a quien, si no recuerdo mal, Italo Calvino juzgaba el mejor prosista italiano de su tiempo), en su cuento "Historia de una moneda":

"Decenas de miles de hombres y mujeres que hasta entonces habían sido capaces de soportar el hambre, el trabajo agotador y la enfermedad, eran deportados a Auschwitz, anus mundi, el punto de drenaje por excelencia del universo alemán, y casi todos ellos morían allí, en las cámaras de gas".

Una cosa tienen en común ambos espacios, el anus mundi y el culo del mundo: en el imaginario de quienes no han debido habitar un lugar como el primero, ni han sido sus prisioneros, el anus mundi se supone situado en un extremo tan lejano del universo que parece no formar parte de él, parece no haber existido nunca.

En el sitio en el que funcionó el campo de Auschwitz, en Polonia, quedan hoy muchos restos, no todos en ruinas, y en los alrededores hay casas de gente común, un barrio no muy poblado, edificios de ladrillo rojo ceniciento que parecen negar la anterior existencia en ese lugar de la fábrica de la muerte nazi. Salvo por el hecho de que esas casas y esos edificios han sido levantados con los ladrillos rojos que formaban las paredes de las cámaras de gas: el anus mundi.

Imagen: entrada de Auschwitz con su infame lema: "el trabajo libera".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ciertamente un prosista excepcional. Basta leer ese gran libro titulado La Tabla Periódica. Hace unos años, cuando la revista Harpers celebró su aniversario, publicaron un ensayo corto de Primo Levi. Una verdadera lección de cómo construir un ensayo breve, contundente y con vuelo poético... el tema, por increíble que parezca, era una especie animal de cierta isla cuyo nombre no recuerdo.