12.1.07

Reconstruyendo a Smisek

Enrique Prochazka me cuenta vía email cómo anduvo el recital de poesía de este miércoles en Mochileros, donde compartió la mesa con Kenneth O´Brien. Copio a continuación un par de párrafos de su mensaje y uno de los poemas leídos.

(Como se sabe, sigue la duda constante sobre la autoría de esos versos: ¿Enrique Prochazka o Daniel Smisek ? Y como si no fuera suficiente con esa duda, les recuerdo que también sobre el poeta y fotógrafo Óscar Limache cae parte de la sospecha... Si se preguntan por qué, revisen con cuidado, en este enlace, su poemario Viaje a la lengua del puercoespín y noten en particular las referencias explícitas, con nombre y apellido, que hace Limache a la obra --y la persona-- de Smisek. Y también, claro, las numerosas referencias veladas...)

Por ahora, los dejo con el email y el poema que me envía Enrique:

Querido Gustavo,

La iniciativa de Kenneth O'Brien en la promoción de estas cosas siempre me parece admirable, y más todavía que se salga con la suya. Kenneth es noctámbulo, expansivo y muy directo (una vez me lo he llevado a escalar, con divertidos resultados) y su poesía, pues, se parece mucho a eso. Lo que inicialmente me llamó la atención cuando lo conocí es que este poeta semijoven (acaba de cumplir 30 años) manejaba un léxico que solo atino a llamar smisekeano, sin haber participado de las sensibilidades y circunstancias del Patio de Letras PUCP en los tardíos 70 - tempranos 80.

Tanto DS como KOB utilizan, por ejemplo, el verbo "arrecifan"; ambos leyeron poemas donde osos polares instituyen desiertos; en ambos está presente un juego cantarín de sílabas sueltas que pienso que remite a Luchito Hernández y a Eielson conjugados. Y la disposición juguetona -y a veces angustiosa- de palabras y signos varios por toda la página debe, por supuesto, a Oquendo de Amat... yo no he leído lo suficiente a los poetas que crecieron al mismo tiempo que DS, pero recuerdo las críticas y sí pues, todos bebiamos de lo mismo -Chirinos, Mazzotti, mezclando las ganas de 'jocare' con esa 'poesía para poetas' que era más la marca de la promo anterior, Mario Montalbeti, y antes Lauer... Felizmente de esto yo no sé casi nada.

Resta decir que quise leer mucho más de lo que finalmente pude: la falta de tiempo, el ritmo y tono de narración deportiva que le imprime Kenneth a su propia lectura, y el hecho de que hubiera tres mesas de amigos con jarras de cerveza esperándonos hicieron que el segmento poético se acortara en favor de otros esplendores barranquinos. De cualquier manera, Smisek está de vuelta y al menos la gente de Matalamanga piensa que puede ser interesante escucharlo ahora, un cuarto de siglo después de su caída.

SAUROPELTA

Subías
Y una atmósfera de barro en tus pies
Levantaba tres dedos mi mirada pantanosa.
Dos enjambres de planetas, uno solar,
el otro muy, muy ajeno.
Treinta y seis miles de años,
una coneja,
y tendríamos un hijo cósmico que nacería de tu vientre
con mente,
completa
con mitra y paramentos
neuronales,
y moriría saturado de música
y lo lloraríamos bajo la avalancha
y lo soltaríamos a la libertad
de la radiación de fondo del universo.

Un planetoide mientras subías.
(Un infiernoide mientras bajabas).
Gas interestelar entre tus pies palmípedos
y fangosos.
Órbitas desaceleradas,
impulsos tremebundos,
nubes de azúcar,
vivientes partes de este cosmos
y murientes trozos del anterior
rodaban por tu nombre
otra vez y siempre
por tu nombre.

Otra coneja,
otros treinta y seis miles
de hijos muertos,
petrificados en el centro del Ylem nonato,
prietos de dientes
de leche subatómica,
de gases frustrados
de no ser estrella,
planetoide,
enjambre,
novela,
mente completa con mitra y paramentos,
notorio Ylem definitivo,
ausencia de dos conejas,
tremebundo alud de melodías,
vientres tuyos sucesivos
que serían libertades,
aterrizajes en las magnolias,
dos litros de cosmos gélidos
en una carie,
mi mirada otra vez mientras subes,
tu infiernoide haciéndose isla, por fin
tu nombre fundando dinastías:
y yo esperaba
mientras subías.

Ninguno te había detenido, hasta entonces.
Sin cuaderno, almorzabas significados
(tu dieta en una bolsita de plástico).
Y seguías tan para adelante,
tan siempre subías,
tan nunca aparecías los martes sin zapatos,
tan a veces echabas tu maldita mirada para atrás.

"Matricúlate en mí de inmediato" -grité.
"Haz de mi piel tus pijamas.
Sé un adverbio en mi página blanca.
Sé el oso polar de mi desierto.
Sé que no puede hacerte daño".

Y en tus botas agrestes
y en tus labios feroces
y en tus nudillos puntiagudos
me ignorabas.
Yo, tu fantasma: y en mi oreja tu soplido antropófago.
(Era bueno, eso).

Sauropelta:
Tenías tantos nombres
Que tu chompa se arrastraba gris por el patio,
Y en las curvas de las más derechas esquinas
Aparecías con corazones innominados,
Recién baptizos,
Llenos de anfíbracos,
Yámbicos,
Trocaicos,
Épicos rincones de tu propio y mismo nombre,
El de siempre:
Dinosaurio atroz de los sábados,
Sauropelta hecha de cuernos,
Puntas coriáceas erizadas
Del triásico,
Forma antigua de la brujería
Merienda semántica en una loncherita
de vinilo,
certezas envueltas en un derivado
del petróleo: eres tres,
o más,
eres triásica
cuaternaria,
y más;
eres oblicua, y directa,
jamás:
eres casi todos los sábados,
mueres casi todos los lunes,
siembras una escalera de fuego
en mi juego
mientras hallo
mi últimas muertes.

Marisco.
Eres un crustáceo notable cuando no subes
Un ser infernal y cristalino
Una cosa articulada
Llena de patas
Bastante muerta
Un color pardusco que se expande
Hacia el olor del horizonte

Tóxico. Fúnebre y funesto.
Me ahogué en tus alegrías.
Ya me basta, ya no quiero.
Ya me pudro de frío en el Sahel de tu bufanda.

¿Qué quieres, pues, que haga?
¿Qué, confiese que me atora?
¿Cuánta palanca en mi tormenta?
¿Cuánta pata en ésta, mi fundamental,
pretérita cucaracha?
Si tú no sabes quién eres:
A quién incendias los martes.
Si tú no sabes dónde terminas,
A quién intoxicas los gaznates.

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