23.7.07

¿Dónde están los monos?

Un dato curioso sobre best sellers y long sellers

En vista de que los comentarios del post anterior han derivado al tema de los "long sellers" y los "best sellers", se me ocurre compartir con los lectores algo que encontré hace un rato, ojeando uno de los muchos números especiales con que la revista Rolling Stone celebra sus cuarenta años.

El caso es interesante porque nos da una oportunidad de ver la dinámica de la relación entre "long sellers" y "best sellers", y recordar una de las formas en que ambos se vinculan.


Se trata del
chart de ventas de discos del año 1967 en los Estados Unidos: el puesto número diez del balance anual lo ocupó el Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band, de los Beatles, uno de los más innovadores álbumes de música popular de cualquier época, y, de hecho, uno de los cimientos más interesantes para la construcción del eclecticismo musical que caracteriza a nuestros tiempos.

Aquí viene lo interesante: el puesto número dos de esos mismos
charts lo ocupaba en ese instante el álbum The Monkees, disco epónimo de un grupo de opacos imitadores de los Beatles. Y el puesto número uno lo alcanzaba la segunda producción de esa mismísima banda, el álbum More of The Monkees.

The Monkees se vestían igual que los Beatles, se peinaban igual, tocaban instrumentos similares, esquematizaban su música, fingían su humor, copiaban su aire de buenos niños malos y posaban igual que ellos para las fotos. Incluso su nombre era, como el de los otros, el nombre de un animal con una vocal cambiada.

Los
Beatles habían pasado los cuatro años previos transformando de a pocos el gusto popular: para 1967, sin embargo, una parte significativa de su propio público era incapaz de distinguir entre the real thing y una banda de copistas sin orginalidad. En ese momento, la obra innovadora del grupo británico resultaba ya, al menos a corto plazo, incapaz de competir en el mercado con sus propios epígonos (recuérdese que The Monkees fue uno de los primeros casos en el rock de una banda nacida de un casting, planificada por un productor e impulsada por un programa de tv).

Se suele decir que toda obra de arte importante engendra géneros y escuelas. No sé si eso es verdad siempre. Lo que parece más cierto es que tales obras de arte suelen engendrar, esto casi irremediablemente, versiones chatas, latas, vacías, edulcoradas o emasculadas de sí mismas: los best sellers, que llegan a más partes que los long sellers en menos tiempo, pero no llegan a ninguna parte a la larga.

Decían Jimmy Page y Robert Plant: "There are two paths you can go by, but, in the long run, there is still time to change the road you´re on". Allí están todavía Zeppelin y los Beatles, que eligieron el camino difícil (the long and winding road) cada vez que las cosas se pusieron demasiado fáciles para ellos. ¿Y dónde están The Monkees?

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero igual te "long-sellers" son la Biblia y Mi Lucha, como ha hecho notar alguien...

Anónimo dijo...

En defensa de los Monkes, dire que su programa de television era muy divertido, con secuencias bastante originales, visualmente creativas y con situaciones extrañas.

Anónimo dijo...

Miren esto> the monkees y frank zappa

Anónimo dijo...

Es un buen punto, pero ¿no consideras que los bestsellers complementan y mantienen a la industria literaria y a un público lector, y, a su vez, esto permite a las editoriales tener capital para arriesgar por textos más experimentales y, así, el público acercarse a los mismos?

Es decir, el oyente de los Monkees pudo luego haber pasado al "Sgt. Pepper's" y ya a fines de los 70s e inicios de los 80s escuchar las versiones de "Stepping Stone" de los Sex Pistols o los Minor Threat. Por otra parte, las disqueras han podido con el capital acumulado fichar a más bandas beneficiando a los músicos, en general, y ya no a bandas pre-fabricadas.

Sobre lo anterior, hay perspectivas que consideran excluyentes estas opciones (la industria sólo se interesa por sí misma y jamás difundirá y estimulará adecuadamente el arte). Otras, en cambio, sí establecen cercanía entre estos espacios: industria y arte.

Eso sí, coincido contigo en que es un problema si la "academia" (llámese críticos) confunden los criterios y nos hacen pasar a los Monkees como la mayor banda de rock, aunque eso no quita que tengan temas geniales como "Last train to Clarksville", el "I'm a believer" o "Stepping Stone"... je


Raschid

Anónimo dijo...

cómo puede permitirse un blogger recomendar libros piratas y llamarse periodista????????????????????????????????????????

"1. Una vez más confirmé que la FIL, salvo honrosas excepciones, sólo sirve para ver qué pirata compraré la próxima vez que vaya al Centro de Lima y qué edición me pediré en mi próximo pedido a Amazon. Qué precios más caros… ¡y dicen que son de Feria! Ay, los impuestos. Blame PPK."

Anónimo dijo...

Ya que ha puesto un pie en la música, me gustaría saber su opinión sobre Bob Dylan, a quien se considera una artista de primera línea. Creo que lo más valioso de él es su influencia, ya que llevó los conflictos y el lenguaje de la poética moderna a la música, lo que mostró a los demás lo que se podía hacer en ese aspecto, sin por eso él mismo ser un gran expediente musical. Se acepta que su valor básicamente reside en sus letras, y lo que en ella encuentro es la obra de un buen seguidor de dylan thomas, rimbaud y otros grandes poetas, pero sólo un buen seguidor. Se dice que no se debe observar la música en el plano literario. Pero si un artista puede traficar con un arte y otro en su obra, por qué no la apreciación que de él se haga. En cuanto a su alteridad, la otredad de Zimmerman en Dylan, no sé si me convenza. Hacer canciones de paz en tiempos de guerra, tan piadosas como una plegaria del viento, no sé si sea lo más revolucionario, y crearse un Otro para ello y luego desvincularse de él cuando te sea sofocante, tampoco me parece lo más arriesgado. He leído que ha dicho que no creía en lo que hacía. Lo que no tendría que tomarse muy en cuenta para avaluar su obra si no fuera porque es un artista cuyo culto se funda en su honestidad y espíritu revolucionario allá en los sesentas. En todo caso, sería necesaria otra perspectiva y otro concepto de honestidad, más complejo, del que no necesariamente saldría mejor parado. También leí que hace unos años participó de un concierto gratuito por la paz. El que la gente no pagase no significó que el no cobrase 300 000 euros. Si eso es cierto, la situación es aún más compleja.
No creo que sea justo minimizar hasta el subsuelo la obra de Dylan por todo esto, pero sí que se desinfle siquiera un poco su valor. Su obra no me parece ni tan brillante ni rica ni tan genial como la de los beatles, con quienes se le pone en un mismo nivel, por ejemplo. Acepto, por otro lado, que es un caso interesante, lo que no podré negar si usted se anima a ofrecernos su opinión.

Anónimo dijo...

La polémica acerca de si las canciones son poesía fue hace un tiempo, los poetas y literatos no reconocen valor poético total a las canciones, es decir, son cojas, mancas, tullidas y no sé que más, incluso el premio que recibió Dylan, según algunas explicaciones, fué por su contribución al arte y se argumenta que ese mismo premio lo han recibido arquitectos, pintores etc....claro que si a un arquitecto lo premian por componer canciones o a un pintor por bailar sería bacán no?...las canciones de Dylan deben tener letras buenas, con mi pobre inglés lamentablemente no las disfruto totalmente, melódicamente recuerdo a lo más dos, y en eso se diferencian totalmente de las canciones de Los Beatles que aunque admiradores de él, supieron descubrir un mundo nuevo de melodías y letras, que sí gozo, como esta que escucho "TAXMAN" y justo me llega una notificación de la SUNAT...amigos literatos no se molesten pero la poesía tiene su melodía, no la escuchan en los versos de Vallejo, Eguren o Martín Adán? no hay ahí huayno, jazz, rock? y no es la métrica ojo, en fin, ojala me publiquen, uf, está sonando "Eleanor Rigby", llueve en Lima...