Bruno Schulz: el genio y la otra metamorfosis
Como sabemos desde Borges, cada escritor engendra a sus precursores, y así Kafka, DeQuincey, Kipling, Chesterton o incluso Cervantes pueden ser profundamente y prospectivamente borgianos.
Siguiendo la misma senda, es posible decir que Franz Kafka y Robert Walser fueron "schulzianos", si uno entiende que algo hay en la literatura de Bruno Schulz que se apropia de la de esos dos, y la de otros que vienen de esa misma familia, y la modifica y la hace propia.
Schulz (1892-1942), judío de Drohovicz, en el Imperio Austrohúngaro, que hablaba yidish y alemán pero prefería escribir en polaco, fue arquitecto y pintor de profesión, y casi un ermitaño por vocación, y, en su interminable timidez, escribía unas cartas tan fantásticas e imaginativas que una amiga novelista tuvo poco menos que obligarlo a transformarlas en relatos y reunirlas en un libro, en 1936, y para 1938 el hombre se había vuelto una celebridad nacional y un respetadísimo nombre en la intelligentsia polaca.
Una traducción suya de El proceso, de Kafka, en 1938, y un segundo volumen de relatos en 1939, fueron suficiente para convertir esa fama en perpetua. Para cuando los nazis lo mataron a balazos, en las calles de su pueblo, en 1942, y dejaron su cadáver tendido junto a los de otros ciento cuarenta judíos locales una tarde y una noche antes de arrimarlos a tumbas sin nombre, Schulz (a quien colegas escritores de toda Europa habían tramitado pasajes y salvoconductos, pero que se había negado a abandonar su tierra natal) era ya uno de los centros indudables del canon polaco.
Por ese tiempo, andaba escribiendo una novela, que según dicen se iba a llamar El Mesías, y que se extravió, al parecer para siempre, durante los años de la guerra. Se perdieron también buena parte de sus dibujos, de un expresionismo humorista y a la vez oscurísimo, como solía serlo el expresionismo germánico (las imagenes que ilustran este post son suyas). La reedición de los libros de Schulz, ilustrados con dibujos y grabados suyos, en los años cincuenta, no fue tanto una resurrección como una confirmación de su importancia en las letras y la plástica centroeuropeas.
De Kafka, Schulz no sólo había leído El proceso. Revisando su primer libro, que yo he leído en inglés como The Street of Crocodiles, se encuentra uno con innumerables pruebas de que Schulz había devorado, fagocitado y reelaborado cuanta cosa de Kafka hubiera llegado a la imprenta. La huella más evidente, sin embargo, es la de los relatos del trauma filial, y sobre todo La metamorfosis.
Uno de los cuentos más delirantes de The Street of Crocodiles es el llamado "Cockroaches": "Cucarachas". El planteamiento es kafkiano sin duda: en una casa que parece demasiado pequeña para la familia que habita en ella, conviven un padre omnipresente, una madre poco menos que invisible, una hermana emprendedora y un hijo tan disminuido ante la fuerza del padre, que resulta casi inexistente, poco más que una mirada y una voz narrativa.
Comienza entonces en la casa una invasión de cucarachas, aunque el lector sospecha siempre que no se trata de una invasión real, sino de una suerte de paranoia compartida por todos los miembros de la familia. Y cuando algo en el ambiente lo alerta a uno acerca de la inminencia de una metamorfosis, Schulz hace la variación sobre el tema kafkiano: no es el hijo, sino el padre el que se transforma en cucaracha: y la conversión es estremecedora: primero adopta los movimientos del bicho, el temblor cilíndrico del tórax, la animación asquerosa de las patitas, luego sus desplazamientos, más adelante se le borran los rasgos de la cara y finalmente adquiere los del animal y se pierde entre el ejército de invasores. La hermana se levanta cada mañana a matar cucarachas y acaba por despreocuparse de la posibilidad de que uno de los cadáveres crujientes y deshechos sea el de su padre.
El narrador lo cuenta todo desde una especie de reblandecimiento de sus emociones. Uno tiene la sensación de que Schulz ha querido vengar a Kafka sometiendo al padre a esa envilecida mutación.
[El primer libro de Schulz, llamado en español Las tiendas de color canela (en inglés Cinnamon Shops, aunque la traducción más conocida a este idioma lleva el título The Street of Crocodiles), existe en edición de Montesinos, así como el segundo libro, Sanatorio bajo la clepsidra. También hay, gracias a dios, un tomo con su Obra completa, en Siruela].
Imágenes: la fotografía es un retrato de Schulz; la primera y la última imágenes son autorretratos, quien también es autor del dibujo restante.
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10 comentarios:
Bruno Schulz es un genio que rie cuando Kafka esta sombrio. La vitalidad plastica, pictorica, del primero, es la contraparte del ceno adusto, y a veces travieso, del juego con la solemnidad burocratica de la escritura reelaborada por Kafka. Kafka es pura narracion, Schultz es pintura en palabras. Ambos geniales, sus problemas de filiacion tal vez puedan rastrearse mas que entre la filiiacion entre ambos-tipo lineaje borgiano como postulas- en la de cada uno respecto a sus problemas de identidad judia amenazada/amenazante, en medio del nazismo.
Caramba Gustavo! No es la primera vez que me pasa que yo estoy pensando en algo, o digo algo a un amigo, y luego veo un post tuyo sobre el mismo tema.
Justo ayer estuve acordándome mucho de Bruno Schulz, uno de mis escritores favoritos. Nunca olvidaré la imagen del padre encerrado con sus maniquíes -el tratado sobre los maniquíes fue el arte poética que más me influyó de joven- o la casa llena de pájaros (que incluía un cóndor, si no me equivoco). Bueno, es muy extenso resumir lo que pensé ayer sobre Schulz, ya hablaremos sobre eso (ya me resigné a pensar solamente, sabiendo que jamás podré escribir sobres esas cosas mientras no tenga un ritmo menos exigente de pluriempleado).
Sin embargo, tengo una duda. A mediados de los 80, en que los dos estudiamos en la PUCP, daba vueltas por librerías de viejo y la avenida Grau un ejemplar de "Las tiendas color canela" editado por Barral y cuya traducción me parece, al menos en la memoria, muy superior a la de Montesinos -que luego adoptó Siruela-. Yo la tuve, prestada por Xavier Echarri, y la perdí en manos de alguien que me la pidió. Es inhallable. ¿Tú leíste a Schulz en esa traducción? ¿La tienes? ¿Me sacarías una fotocopia?
saludos
IVAN
Por un momento pensé que me ibas a preguntar si yo fui el desgraciado que te pidió el libro y nunca lo devolvió... Quizá Xavier ya tenga otra copia que quiera compartir amablemente...
Yo nunca he leído a Schulz en español, porque no le presté atención hasta que ya estuve viviendo en Estados Unidos. Sé lo de las ediciones hispanas sólo por internet. Con Schulz me pasa lo que con otros autores en los últimos años: que los he leído en una lengua que no es ni la de ellos ni la mía, lo que me deja un poco la sensación de una relación muy frágil. Lo mismo me pasa con Sebald y Joseph Roth y un montón más.
Y bueno, escribiendo el post se me ocurrió que tú serías uno de los interesados en el tema (y no me equivoqué), porque Schulz es muy afín a Walser, que entiendo que es uno de tus autores preferidos.
Recórcholis, Faverón, Iván, pero si yo también andaba pensando en lo mismo, mientras me empujaba mis tres hamburguesas y cuatro coca-colas de desayuno. Lástima que mi blog no sea exclusivamente literario, sino más bien informativo, pues de inmediato postearía esto. Escucha: durante la guerra popular yo, aunque estaba en el extranjero como tú, me sentía un personaje shulziano por cómo me hería y reblandecía el dolor de los más vulnerables en nuestro país. Realmente el frío del Norte no me afectaba tanto como no poder hacer algo por mi pueblo. Ahora que tengo mi blog siento que hago algo por mi gente y además les doy, menudita y muy objetiva, la información que necesita nuestra inteligentsia peruana residente en Canadá, EE UU, España y demás países. Gracias por tu post, AMIGO.
Todavía no consigo mi libro de Klima y ya tengo que echarme a buscar uno de Schulz! Hay que darle más tiempo a los lectores!
Yo leí a Schultz en una edición que vendían en El Virrey. Se la presté a un amigo y nunca más la vi. Y no soy Xavier Echarri por si acaso. ¿Será que todos estamos hablando del mismo ejemplar?
¿Y nunca se ha publicado nada más de Schulz aparte de esos dos libros de cuentos? Entonces es una especie de Juan Rulfo, que conmovió a la literatura con solo dos pequeños libros.
Que pero que curioso, porque yo recuerdo hace como veinte años, estar en una reunion de amigos en una casa de la avenida la Paz en Miraflores y el dueño de casa -de quien no recuerdo el nombre- un lector empedernido, hablaba y hablaba de un tal Schulz... Sobre una de las mesas de esquina de su amplia sala repleta de estanterias de libros que iban desde el piso hasta el techo y cubrian practicamente las cuatro paredes de esa habitacion, encontre uno de los libros del tal Schulz en castellano, no recuerdo la editorial, solo recuerdo letras negras y el nombre Schulz. Yo me lo tire conchudamente, siguiendo o mas bien reiterando fielmente una conducta desviada y en aquellos tiempos no entendida, de robarme cuanto libro viera y estuviera al alcance de mis manos. (Con el pasar de los años y gracias a una serie de ejercicios de autoreflexion, co-dirigidos y con mucha palabra de por medio, pude enderezar esta conducta)
A las dos semanas hubo una mudanza en mi casa, y luego de terminar con todo ese trajinoso traslado, me puse a ordenar los libros de la biblioteca. Nunca encontre el libro del tal Shultz y con el me pelaron otros mas, sobre todo desaparecieron en esa pervertida mudanza, mis libros de geografia que Padre solia regalarme para mis cumpleaños, entre estos el inolvidable y maravilloso libro titulado AFRICA lleno de fotos y notas sobre las costumbres y las geografias del llamado continente salvaje, y lo mas triste de todo, desaparecio mi librazo de Poesias de Cesar Vallejo (Moncloa Editores) que tenia casi toda o toda la obra poetica en castellano y ademas -aqui lo original del libro- traducida a varios idiomas y alguno de ellos muy ajenos como el japones, chino, sueco y/o finlandes ademas del frances, aleman, e italiano; no se, la memoria, o me puede estar fallando, o me puede estar sacando la vuelta como dicen...,
Al final de esta breve historia, fue como que el destino se encargara de hacer cumplir el dicho que reza:
Ladron que roba a ladron, tiene cien (¿o mil?) años de perdon."
"Las tiendas de color canela" se vendió en Lima hace unos añosen una edición baratísima por Expreso. No se los presto ni a balas.
La edición que salió en Expreso sigue la traducción de Siruela y no es completa. La edición de las obras completas editada por Siruela sí se encuentra en Lima.
La que no se encuentra es la de Barral, traducido por Salvador Puig según me he enterado.
Saludos
IVAN
PD.- Yo recomendaría también y con mucha insistencia, y sólo para seguir con los polacos, leer a Gombrowicz.
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