11.7.07

La última mudanza de Eduardo Adrianzén

Libros buenos que se vuelven malos: un caso de crítica retroactiva

Los embrollos recientes de Alfredo Bryce han ocasionado todo tipo de opinión, incluyendo algunas de una bajeza intelectual y una vileza moral inverosímiles (qué derecho tiene nadie a llamarse amigo de Bryce, por ejemplo, y de inmediato especular en (o ante) la prensa sobre posibles enfermedades mentales; qué derecho tienen personajes como Hugo Neira, hoy avalador de censuras, a decir vulgaridades sobre la vida privada de Bryce).

Desde escribidores de cantina hasta aprendices de vedette literaria han decidido, al ver a Bryce caído y defendiendo malamente lo indefendible, que esta era su oportunidad para sumarse al callejón oscuro y lanzar ellos también un puntapié, entre risas oblicuas y malestares hipócritas (y más de uno ha dicho qué pena, pobre Bryce, yo que lo quiero tanto, antes de meterle el siguiente pisotón).

Pero, incluso más que la mediocridad moral implicada en esos coscorrones de gaznápiro acobardado, me resulta irritante la actitud de los otros, los que ahora dicen que
Bryce es un mal escritor, aunque hasta ayer dijeran que era lo máximo.

Siento mucho no comprender ese tipo de vaivén: tengo entendido que los textos de
Bryce escritos a lo largo de las últimas décadas siguen exactamente iguales, no se les ha caído una coma, no se les ha desvanecido párrafo alguno, y ni los dislates y desventuras recientes de su autor, ni absolutamente nada que haga en este mundo o en el otro, los han modificado ni los modificarán.

Entre ellos sigue habiendo novelas clave de nuestra tradición, como la extraordinaria e irrepetible Un mundo para Julius, junto a experimentos narrativos de gran riesgo e imaginación desbordada, como Tantas veces Pedro y La vida exagerada de Martín Romaña; libros de cuentos que se incluyen entre lo más depurado y emotivo en la historia del relato breve peruano, como Huerto cerrado y La felicidad ja ja, y, aunque se nieguen a admitirlos quienes ahora creen descubrir que Bryce es incapaz de escribir fuera de los límites de la ficción, también queda en su corpus creativo la fascinante colección de crónicas de A vuelo de buen cubero y una larguísima serie de notables ensayos sobre literatura recogidos en libro en los años noventa.

Que alguien me explique qué es lo que ha querido decir ayer en La República el dramaturgo Eduardo Adrianzén (el recordado esclavo de la película La ciudad y los perros). Lean su artículo. Adrianzén hace lo inimaginable: decide que, en vista de los plagios y las acusaciones inusitadas, de las entrevistas lamentables y los escándalos recientes, la obra de Bryce ya no es buena.

Pero hace más que eso: da un ejemplo transparente de cómo, cuando un grande cae, los enanitos suspiran y sienten que por fin es tiempo de decir lo que nunca se atrevieron a decir: "hoy puedo confesar que abandoné la Admigdalitis de Tarzán a la mitad", escribe Adiranzén.

Pregunto: ¿por qué no lo podía confesar antes? ¿Quién le puso un cuchillo en la garganta? ¿Anda siempre
Adrianzén por el mundo diciendo que le gusta lo que no le gusta? ¿Y qué culpa tenemos los demás?

Vean este párrafo notable:
"Solo unos pocos, como el ácido Marco Aurelio Denegri, se atrevían a dudar de sus méritos literarios... hasta el episodio de los plagios y todo lo que ya sabemos que, a mi entender, tiene un tristísimo colofón en la entrevista del último Caretas".

¿Qué? ¿O sea que ahora, a causa de los plagios y las entrevistas, ya es posible dudar de los méritos literarios de Alfredo Bryce? (¿Y por qué no se podía antes?). ¿Se puede saber cuál es la relación entre una cosa y la otra? ¿Cuál es el mágico mecanismo de devaluación retrospectiva que Adrianzén ha puesto en marcha para sacar estas conclusiones?

¿Y qué hará Eduardo Adrianzén el día en que le sea revelado que T.S. Eliot era un esposo explotador, que Ezra Pound era un fachista irremisible, que Alejo Carpentier era profidelista por conveniencia, que a José Saramago lo acusan por plagio en varios países, que Jorge Luis Borges hablaba con desprecio de los negros, que Camilo José Cela firmaba a diestra y siniestra artículos escritos por sus empleados, que Francois Villón era ratero y vagabundo, que José Santos Chocano fue un homicida, que Félix Lope de Vega asistía con unción y recogimiento a autos de fe, y que Felipe Huamán Poma escribía porque soñaba con el poder? ¿Pensará entonces que las obras de esos autores son mediocres y no son dignas de admiración?

El hecho de que Eduardo Adiranzén, y como él varios otros, crean que sólo pueden decir que un libro no les gusta una vez que el autor haya caído en desgracia, no debe llevarnos al error de suponer que ese es un ejercicio permisible: no es honrado y no es honorable. ¡Y qué decir del párrafo final, en el que Adrianzén pide que los medios no le den más tribuna a Alfredo Bryce! ¿Es que ahora ya no queda nadie sin ínfulas de censor, nadie que no tenga en mente a quién hay que vetar y a quién hay que silenciar?

Imagen tomada de Caretas.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

bien dicho

Anónimo dijo...

Bryce no escribe al nivel de antes desde hace tiempo pero es absurdo afirmar que ahora sí se puede decir eso y antes no. No hay que mezclar papas con camotes.

Anónimo dijo...

Comprendo los ejemplos referidos de autores cuya vida personal podría deslucir su calidad literaria en la percepción de algunos lectores, pero qué tiene que ver el hecho de que Lope de Vega asistiera a autos de fe? Él era familiar del Santo Oficio, un empleo nada desdeñable que muchos otros escritores ya hubieran deseado (el gran obstáculo era el de la limpieza de sangre, que Lope, por sus orígenes vascos, pasaba sin problemas). Además, recuerda que la España del XVII es un estado monárquico de antiguo régimen, donde impera la ortodoxia religiosa. En esa época trabajar para el Santo Oficio no era ni siniestro ni censurable, por el contrario, se consideraba que a través de ello te ganabas el cielo, además de solucionarte la vida económicamente hablando, por supuesto. Aunque te suene ridículo, ser "familiar" a inicios del XVII era un oficio digno y loable, "políticamente correcto" (tanto como lo es ahora ser comisionado de derechos humanos). Que ahora los métodos del Santo Oficio (bien parecidos a los admitidos en los sistemas judiciales del resto Europa) y su intolerancia nos parezcan abominables no debe llevarnos a perder la perspectiva histórica.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

También en la Alemania nazi era mostro ser soplón contra los judíos, estaba bien visto, era patriótico y se ajustaba a las enseñanzas del establishment político. ¿Justificar a los asesinos nazis sería lo que llamas "tener perspectiva histórica"?

Perspectiva histórica es lo que te falta para comrprender que el antisemitismo español de los tiempos de Lope era un evidente retroceso con respecto a, por ejemplo, la pacífica convivencia cordobesa y granadina de siglos anteriores entre cristianos, musulmanes y judíos. Lope de Vega, en efecto, era familiar del santo oficio. También era paciente de un médico cuyo criptojudaísmo era conocido por muchos. Lo llamaba su amigo. Pero también asistía a autos de fe donde se condenaba el criptojudaismo, y componía canciones sobre los judíos que asesinaban niños para comérselos en los caminos de Castilla (qué pena que no esté en mi casa para colocar la cita). Para reconciliar todas esas cosas, no importa cuánta "perspectiva histórica" quieras tener al respecto, había que ser, ante todo, un perfecto miserable o un perfecto cobarde. ¿Gran poeta? Sí, obvio, gran poeta.

¿Por qué tu interés en justificar sólo ese caso?

Anónimo dijo...

¿De quien hablas aqui? "(qué derecho tiene nadie a llamarse amigo de Bryce, por ejemplo, y de inmediato especular en (o ante) la prensa sobre posibles enfermedades mentales;

Cuándo ha hablado Hugo Neyra de la vida privada de Bryce, si fue este quien salio en estado totalmente etilico en la tv nacional?

En las Crónicas perdidas de Bryce hay un ensayo plagiado que es sobre Cortazar.

Anónimo dijo...

Bryce es un plagero

Anónimo dijo...

Sería bueno que explicaras, Gustavo, lo de los sueños de poder de Huamán Poma... ¿Es que creía, en tu opinión, que por su obra lo iban a nombrar virrey?

En todo caso, el pretender mejorar socialmente mediante el ejercicio de las letras es, como sabemos, algo que ha estado allí casi desde el inicio de la literatura.

Lo interesante (e históricamente importante para nosotros)es que alguien pudiese ilusionarse con la
creación y el reconocimiento de un discurso abiertamente crítico frente a las instituciones.

Anónimo dijo...

El contraejemplo de los nazis no funciona: estás hablando del siglo XX.
Lo del "evidente retroceso" que señalas, recogiendo algunas de las ideas de Américo Castro que tienen más de cincuenta años en circulación, depende de la mirada que adoptes. Personalmente, no me interesa analizar la historia como una vía ascendente en función de los derechos humanos (que son un invento de este siglo).
Sobre la hipocresía de Lope, que le permitía tener un amigo criptojudaizante y al mismo tiempo tomar partido oficialmente por el antisemitismo en sus obras, es una actitud propia del absolutismo, o más bien de la sociedad cortesana vigente que te exigía ser un camaleón. Ejemplos tan chocantes como el de Lope sobran. Para ser caballero de Santiago, Velázquez tuvo que pedirle a sus amigos pintores que negaran el hecho por todo el mundo conocido: que Velázquez pintaba desde hacía más de 30 años. Y papel aguanta todo, pues. Los reyes y validos, ídem, se golpeaban el pecho y cometían muchísimos excesos. Cervantes tenía dos hermanas que ejercían la prostitución encubierta en la misma casa donde él vivía y me imagino que ser un hermano complaciente y silencioso no le impedía exaltar la virginidad. Otra perlita de Lope es que el duque de Sessa le pedía le escribiera cartas para sus amantes e inclusive pedía a leer las cartas amorosas del propio Lope, en un plan casi de voyeur. ¿Era censurable el duque? Desde el 2007, sí, a ningún jefe se le toleraría eso, pero estamos en el siglo XVII, en una sociedad estamental rígida, el duque no pasaba de ser excéntrico. Y Lope? Nada, pues, tenía que soportarlo porque el duque le daba de comer.
Lo que quiero decir con todo esto, finalmente, es que tú exiges (con altos valores morales, no lo niego) que todos los individuos actúen como si vivieran en una sociedad post-revolución francesa y te cuesta entender otra subjetividad que no sea la moderna. Me haces recordar, salvando las distancias, a la gente que quiere psicoanalizar libros de Cervantes como si se tratara de personas de carne y hueso. Eso es falta de perspectiva.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

1. El siglo veinte es parte de la historia, no es un bloque monolítico, no tiene ningún sentido que exijas historizar el siglo XVII y te niegues a historizar el XX.

2. Nadie ha hablado del concepto de derechos humanos (el único anacrónico que mencionó la "corrección política" fuiste tú).

3. El antisemtismo español de esos siglos fue un retroceso ético, fue extender la guerra y la destrucción allí donde había sido neutralizada. Y no necesitas ser teleológico para saber que aniquilar a un pueblo es peor que no aniquilarlo.

4. También en esos años hubo gente que ayudó a los judíos y los salvó de penas irracionales. Lope no fue uno de ellos, y por tanto fue peor que ellos. Eso no es difícil de entender.

Anónimo dijo...

El rollo judío de Faverón, francamente ya aburre.

Anónimo dijo...

A pesar de lo mucho que digan,NADIE le quitará a Bryce que es un escritor de primera. Podrán decir que hace tiempo su nivel bajó y no pudo mantener la calidad de antes, pero ¿alguien podría nombrarme a un literato cuya calidad se haya mantenido pareja o en constante ascenso? NINGUNO. Ni García Márquez, ni Vargas Ll.Saramago o cualquier otro.Todos muestran altibajos en su producción. Si fuera de otra manera, no serían humanos sino máquinas y creo que todos estamos de acuerdo en que las máquinas no pueden crear belleza y de eso, para mí al menos, se trata la literatura. Por otra parte no le concedo ningún crédito a Adrianzén ni a ningún otro escritor para menospreciar a Bryce y que conste que no lo conozco ni es mi entrañable amigo, pero lo admiro como escritor. Pienso que es un genio de la literatura universal y me parece indigno pretender desmerecerlo. Por dar un ejemplo confesaré que yo dejé a la mitad la obra de Vargas Llosa, "El Paraíso..."porque la encontré tediosa, lo que de ninguna manera descalifica a Mario ni lo hace menos genio de lo que es.
Espero que esta vez sí sea publicada mi opinión.

LINO SANGALLI

Anónimo dijo...

Ojalá alguien se atreva a proyectar slides en tu nuca, para que así hagas más ridículo del que ya haces.

Anónimo dijo...

No se trata que libros "buenos" se conviertan en "malos", pero yo si creo que la prensa y los medios convierten a mediocres escritores en "grandes" creadores. Vivimos en el sXXI y los medios son la noticia que a su vez es como la verdad absoluta. Me pregunto ¿porque no puede haber una obra literaria que con el tiempo y luego de la histeria mediatica se convierta en nada y quede en el olvido eterno?
En una entrevista, se le hace la siguiente pregunta al escritor Roberto Bolaño:

"¿Qué le produce el hecho de que Arturo Pérez Reverte sea actualmente el escritor más leído en lengua española?"

Y su respuesta es como sigue:

"–Pérez Reverte o Isabel Allende. Da lo mismo. Feuillet era el autor francés más leído de su época."

No estoy hablando de Bryce, ni estoy diciendo que Bryce quedara en el olvido, la verdad es muy dificil arriesgar semejante pronostico, pero la entrevista que otorga a Caretas me parece deplorable, no creo en la excusa que este mal de la cabeza o que se este volviendo loco, pero si hubiera sido muchisimo mejor para el escritor, como dicen "guardarse", quedarse callado y solo hablar de literatura y de su obra literaria, que todos sabemos es lo mas valioso y rescatable en Alfredo Bryce.
A proposito de la respuesta de Bolaño, ¿quien era Feuillet?

Colifloressecas dijo...

"pero ¿alguien podría nombrarme a un literato cuya calidad se haya mantenido pareja o en constante ascenso?"

Phillip Roth

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Gustavo, he leído con detenimiento el artículo del dramaturgo Eduardo Adrianzén (a quien llamas "el recordado esclavo") y no dice nada de lo que tu sugieres en tu post.
No encontré esta afirmación en el artículo: "en vista de los plagios y las acusaciones inusitadas, de las entrevistas lamentables y los escándalos recientes, la obra de Bryce ya no es buena". Esto es una manipulación tuya.
Pero no me sorprende. Hace tiempo empezaste a perder credibilidad por manipular informaciones y distorsionar opiniones. Estoy seguro que ese oficio, te rebotará en algún momento.