Sobre una leyenda urbana y su reproducción infinita
Recuerdo perfectamente haber escuchado, de chico, más de una vez, a algún adulto referirse a los mendigos como si fueran millonarios secretos: una antigua leyenda urbana limeña, y seguramente de muchos otros lugares, sostiene que, con las limosnas que recaban durante el día, los pordioseros viven las noches a cuerpo de rey, en departamentos de lujo donde guardan pilas de dinero ganado sin mayor esfuerzo.
Pensaba que ese era el tipo de historia que había tenido su auge con las grandes migraciones de mediados de siglo, con la primera sensación de los limeños temerosos de verse invadidos por la llegada de mareas de provincianos; pensaba que, pasadas las décadas, hecha endémica la miseria de la ciudad, ese tipo de relato dickensiano habría caído en desuso (¿por qué sigue habiendo tanto pobre si el negocio de la miseria es tan rendidor?). Pero no, la leyenda no ha muerto: oí una versión de esa historia hace unos días, contada por una persona bastante más joven que aquellos a quienes se la escuché hace muchos años.
La utilidad que tienen esas historias para quienes las engendran no es ningún misterio: si los miserables tirados en las veredas, en las puertas de las iglesias, los que lavan las ventanas de los autos en los semáforos, los que arrastran a sus bebes en las esquinas pidiendo monedas, los que hurgan en tachos de basura o trepan a los buses a cantar a cambio de un sencillo, no son pobres, sino ricos encubiertos, burgueses asolapados y criptomillonarios, entonces nada está demasiado mal en el mundo, no tengo que preocuparme por ser solidario, no es necesaria mi compasión ni es imprescindible mi empatía, y, sobre todo, mi consciencia puede estar enteramente tranquila.
En principio, la noción de que los pobres no son pobres se nos antoja tan absurda que pensamos que una leyenda como la de los mendigos adinerados no se la puede creer nadie. Pero el hecho es que la idea florece en muchas otras formas (las historias sobre el legendario Rey de la Papa, la creencia en que nadie tiene más dinero que los ambulantes, la seguridad con que la gente de las clases medias y altas tradicionales afirman que los Conos son mayoritariamente barrios de nuevos ricos: antes, muchos limeños acomodados tenían consciencia de que fuera de su burbuja había mucha miseria; ahora parecen creer que San Isidro y Miraflores son los barrios más pobres de la capital).
Junto a la leyenda de que los pobres no son pobres, hay otra que debe ser incluso más antigua, que goza de plena salud y que complementa a la primera: la idea de que quienes son pobres lo son porque quieren, porque no se esfuerzan, porque no luchan, porque son holgazanes e indolentes. Hace sólo unos días, un columnista ad honorem del diario Correo, llamado Mario Saldaña, publicó en dicho periódico una variante de esa leyenda, en un artículo titulado La hormiga y la cigarra en peruano. Su argumento es tan breve como despatarrado: los pobres del Perú son los flojos y los haraganes --las cigarras-- que no quisieron trabajar para vivir cómodamente como sus contrapartes, las hormigas.
Ya Silvio Rendón, en el Gran Combo Club, se ha dado el trabajo de comentar el texto y tratarlo como lo que es: una tontera que no resiste el menor análisis. Y Susana Frisancho ha vuelto a mencionar, a raíz de la inverosímil falta de calidad del texto, el asunto de los estándares cada vez más bajos con que se mide la inteligencia en la prensa peruana.
Yo quiero hacer notar otra cosa, que en el blog del GCC se ha mencionado también pero más lateralmente: el señor Mario Saldaña no escribió esa columna, sino que la tomó de internet, la resumió, la hizo un poco más tonta y peor concebida que la versión original, le malogró aun más el poco estilo y el peor fraseo, y mandó a que la imprimieran en las páginas del diario. Y Mario Saldaña es un columnista de opinión. Un columnista de opinión que, precisamente en un texto en el que quiere hablar acerca de lo decisivos que son la industriosidad, el ingenio y la laboriosidad para salir adelante, no encuentra mejor método de escritura que el cut and paste, el puro tijeretazo, y sin mencionar al autor original, para colmo de males.
Tamaña barrabasada acaba por ser ilustrativa, porque es la prueba indudable de que --en contra de lo que dice el mismo Saldaña, copiando a una blogger que, a su vez, parafraseaba a otros-- los seres de este mundo no se dividen en laboriosas hormigas y cigarras haraganas. Porque, si fuera así, ¿a qué grupo pertenecerían, por ejemplo, los que por todo trabajo se apropian del trabajo ajeno (los copiones, los imitadores)? Tendrían que ser, supongo yo, extraños mutantes a medio camino entre la hormiga y la cigarra; mutantes que piensan en guardar para el invierno, como la primera, pero sin hacer el menor esfuerzo, como la segunda.
Una cosa me sorprende por encima de cualquier otra en este asunto. Que un columnista de opinión tenga que recurrir a la copiandanga para llenar las dos cuartillas de un artículo ya no es un hecho tan inusual en la prensa peruana; pero que tenga que tijeretear vaguedades, copiar lugares comunes e imitar textos que no soportan el menor análisis resulta sintomático: la prensa en el Perú, y sobre todo la prensa de derecha cuyo baluarte más lamentable es el diario Correo, ha perdido de vista el valor de orientación, reflexión y cuestionamiento que debería ser propio del oficio, y lo ha perdido de vista hasta un punto tal que, en efecto, cualquier chiste sin gracia de internet puede pasar perfectamente por columna de opinión, y cualquier muestra de la superficialidad del "sentido común" burgués puede llegar a las páginas de los diarios como si fuera el intrépido producto de la mente de un lúcido pensador.
Fotomontaje gfp.
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13 comentarios:
hola gustavo. esto me suena a golpear el techo del vecino de tu amigo para que tu amigo se dé cuenta de que puedes golpear también su techo. hace un mes tú celebrabas que haya tomado la columna de crítica literaria de "Correo". pero ahora, cuando ha publicado el domingo una reseña honesta y acertada sobre El susurro de la mujer ballena, te haces el loco de esta manera.
Hola Gustavo:
Creo que ya para todos está bien claro que mi post era de puro y simple HUMOR. Frívolo y tirado de los pelos si quieres, OK, pero yo no escribo una columna de Economía sino un blog personal.
He allí la diferencia. Eso es lo que alguien en cierto diario no comprende.
Que cierto columnista con costumbres de cigarra se la tome (mi "fábula") en serio y se la crea... ese es su problema, no mío.
Respetuosos saludos.
He leído la columna de Saldaña y la de Danza, y si no hay plagio por parte del primero pues ¡vaya coincidencias! Asimismo, el post de Danza va en vena de humor. He leído algunos de sus textos (laxos en la forma pero no tontos en el contenido) y me parece demasiado inteligente como para tomarse en serio esa fábula tan burda. En cambio, el problema con Saldaña es no tanto si plagió o no (finalmente la historia tampoco la inventó Danza). El problema es que él sí parece tomarse en serio esa fábula.
¿Nadie se anima aún a hacer un blog - galería de plagios?
Hola Gustavo,
Le sobra una n a mi apellido...:). No me habia dado cuenta, Jorme me paso la voz.
Saludos.
Es una suerte que no habiendo leido en mi vida algo de Faverón (ni siquiera la placa de su carro), tenga el honor de recibir de una las promesas literarias del Perú, tantos halagos respecto de un simple chiste político antiizquierdista (del cual sólo me creo, porque así pasa en la realidad, la parte que va desde la conferencia de prensa de la cigarra en adelante)
Te prometo esforzárme mucho más para la próxima, Oh Faverón que estás en el Olimpo!!. De repente soy merecedor de mayores halagos.
Y a todos ustedes, sigan leyendo Correo,
Saludos,
Mario Saldaña
O sea que ahora ni tú te crees lo que escribes. Entonces no lo escribas, pues. O no lo plagies. Ese será tu mejor esfuerzo.
del cual sólo me creo (...) la parte que va desde la conferencia de prensa de la cigarra en adelante
Bien ahí, señor Saldaña, si ahora reconoce que SOLO CREE en la parte que va desde la conferencia en adelante, es que ya reconoce que su fábula no se aplica al mundo real. Poco a poco lo haremos entrar en razón, no se preocupe.
¿Debo pedirle ahora que me ponga un ejemplo REAL en el que lo que se dice en la conferencia de su fabulita sucede tambien en el mundo real?
Si quiere hacer bromas, hágalas, nadie le dice que no, pero no con cosas tan serias que incluso han llegado a cobrar la vida de algunas personas. Escribir bromas en tono serio, sobre cosas serias, arrastra consecuencias como las que usted está sufriendo.
Me alegra que haya reconocido que la mayor parte de su "fábula" es una burda mentira que no se debe tomar en serio.
¿No cree que estaría bien que su próximo artículo en Correo sea un reconocimiento a ese error? Sería loable.
Saludos
ya pues faveroncito, tú también te haces el loco, y de todo lo dicho o lo escrito qué es lo más puro que te pertenece, o qué ideas propias has desarrollado para estar pregonando que tal persona copia y tal no. Ten en cuenta que las "peores" copias -o las mejores- son las que no corresponden a lo literal y ahí sí eres un maestro. Llámalo como quieras pero a los viejos no nos vas a engañar, y postea esto y no te hagas el cobarde.
Bueno, si ya hablaron las hormigas y las cigarras, tarde o temprano tenían que llegar los mutantes. Discúlpenle la falta de claridad y la escasez de ideas: parece que en su proceso de mutación lo último que aparece es la materia gris. Y claro, el gen de la matonería se impone.
Saludos, hace tiempo comenté en este blog que en la mayoría de diarios no se escriben artículos sino más bien se trata de llenar espacios con cualquier cosa.
El editor se hace el loco y publoca cualquier cosa, al diablo la calidad.
Eso que ha "escrito" saldaña lo hace cualquier chico de segundo de secundaria. No se supone que los lectores de Correo que pagan su china deberían de recibir un buen producto??
Lamentablemente aquí se impone la flojera, el discurso facil, el hueveo... y cuando se los hacen notar se engorilan, se hacen los desentendidos, "pero si era una broma", dicen. Ese recurso lo usaba yo cuando tenia 10 años y quería conseguir algo de mi viejo, si él se asab yo le decía que no se tome en serio, pues era una broma.
Cuando te dicen la verdad suena a "matonería" no faveroncito o faveroncillo, como te dije a los viejos no nos vas a tomar de lorna, eso es para los chibolos y los sobones, ahí tu caldo de cultivo.
Recuerdo claramente a Saldaña.Una vez lo ví con otros dos periodistas recorridos almorzando en un restaurante de San Isidro y vociferando a grito pelado sobre lo que había que hacer "para manejar a esos comunistas de mier...que se quieren tirar abajo a la mina".
A eso se dedican estos plumíferos, a vender su pluma y sus contactos periodísticos a la causa que este mejor engrasada.Y claro, a hacer "copy and paste".
Saludos
Jorge
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