30.10.07

Libertad de qué

Sobre la mal llamada censura a un libro de Carrillo

Si soy dueño de una librería, ¿estoy obligado a vender todos los libros que lleguen a mis manos? Yo, que muchas veces he tenido la fantasía, jamás hecha realidad, de dedicarme a librero, sé que el oficio dejaría de llamarme la atención si así fuese.

Si yo hiciera una librería no sería para vender todos los libros que apareciesen en el mercado, sino para vender los libros que juzgara mejores y más interesantes. Es un asunto simple: hay librerías que atraen por sus dimensiones (esas son casi insostenibles en el Perú) y hay otras que atraen por la calidad de su selección (allí está, por ejemplo, El Virrey). Yo prefiero las segundas.

Digo todo esto con un poquito de estupor al ver la facilidad con que el escritor Carlos Carrillo
viene acusando a los propietarios de la excelente librería La Casa Verde de haberlo censurado al negarse a vender la tercera edición de su libro de cuentos Para tenerlos bajo llave. No puedo concebir que se acuse a un empresario privado de no aceptar hacer negocios con todo el que se lo proponga: y en el negocio del librero en particular el capital mayor es el criterio de selección.

¿Podríamos acusar a un cine de no querer exhibir todas las películas del mundo? ¿O a un galerista de no colgar en sus paredes todos los cuadros que se le hagan llegar? ¿O acusaríamos acaso a un editor de no publicar todos los manuscritos que se le envíen? ¿Bajo qué principio podríamos obligar, entonces, a un librero a vender cualquier libro?

Sin embargo, la protesta contra los dueños de La Casa Verde ha sio respaldada por un número considerable de escritores, que han suscrito una carta de protesta. (Aunque al menos en un caso se sabe ya que uno de los nombres colocados entre los de los suscriptores fue puesto allí sin consultarle al supuesto firmante).

La carta en cuestión es un texto bastante desorientado: leyéndola da la impresión de que los dueños de La Casa Verde hubieran hecho algo atroz, hubieran encadenado al autor para que no escribiera, o le hubieran dicho sobre qué podía o no podía escribir.

No citaré sus pasajes porque pueden leerla íntegra aquí, pero baste decir que el primer párrafo alude a la libertad de expresión y creación del autor, ninguna de las cuales ha sido agredida, y en cambio olvida el elemental derecho a la libre empresa de los dueños de La Casa Verde, que claramente está siendo desestimado por quienes protestan.

El segundo párrafo afirma primero un desatino ("el acto creativo de escribir tiene un carácter ficcional") y luego repite lo anterior. El tercer párrafo dice que para apoyar al arte, los libreros deben suspender sus juicios críticos, es decir, deben volverse cretinos, no juzgar, sólo aceptar pasivamente lo que se les dé. Y dice que lo mismo debería hacer la sociedad toda ("
si la sociedad no apoya el arte y la creación, lo menos que puede hacer es no convertirse en juez de la actividad creadora de los artistas"). El cuarto párrafo se va del tema demagógicamente.

Carátula del libro editado por Bizarro Eds.

96 comentarios:

Anónimo dijo...

Otras razones que he escuchado por ahí (y que es algo parecido a lo que se dijo sobre Thays) es que si esa librería se las da de culturosa, ¿con qué argumentos no pone esta obra en sus estantes? Si el argumento es moral, eso desemascararía a la librería, no sería una institución que trabaja en favor de la cultura, sino el capricho de una persona para darse "caché".

Este argumento tampoco me parece válido. Si esa librería es una farsa, pues chévere, pónganla en evidencia, pero no exijan que abra sus estantes, porque es una empresa privada. Mas bien, esta censura (o como sea correcto llamarla) favorece al libro. Pónganle un sticker que diga "¡La obra expulsada del famoso lupanar!", etc.

Anónimo dijo...

Muy cierto lo que dices, a mi tambien me llamó mucho la atención el enfoque que le dieron el autor, editor y seguidores a este asunto, toda vez que no se puede hablar de censura si no se trata de una medida impuesta por el Estado, ya que la censura de por si es una sanción oficial. En todo caso pudieron hablar de un caso de discriminación para con el autor, pero no estoy muy seguro tampoco de que sea el caso, pues es muy cierto que las librerías son libres de tomar libros para exhibirlos y no se les puede imponer gustos o estilos.

Félix Reátegui dijo...

Coincido contigo, Gustavo. Creo, por lo demás, que este reclamo se integra en un género más amplio de confusión que se ha difundido mucho últimamente: proyectar a la esfera de lo privado las protecciones legales que funcionan y tienen pleno sentido para el ámbito público. A veces, esto cobra la forma de un cinismo legalista: los políticos creen, por ejemplo, que porque alguien no ha recibido sentencia judicial ello es suficiente razón para nombrarlo ministro o viceministro o asesor aunque sea evidente que se trata de un forajido: «no puedo adelantar opinión», dicen, como si la única forma de actuar contra la inmoralidad fuera la vía judicial. Al mismo género pertenece este embrollo mental en que han metido ciertos «bloggers» que alegan haber sido «censurados» en «El Gran Combo Club»: razonan como si ese fuera un espacio público y, por tanto, sujeto al principio del acceso irrestricto. Les es difícil diferenciar entre una administración de blogs que no acepta ciertos comentarios porque el tipo de opiniones que estos traen le parece irrelevante y, por ejemplo, el hecho de que un director de periódico proscriba (eso significa el neologismo “banear”, supongo) a un columnista que ya era colaborador de su diario porque criticó a un allegado suyo (el recordado caso de Miguel Santillana en Correo).

Por lo demás, sorprende que un grupo de escritores entre los cuales figuran algunos de calidad indudable suscriba un texto compuesto de manera deficiente y, por si fuera poco, escrito de forma un poco ramplona. (¿Qué significará, por ejemplo, «El acto creativo de escribir tiene un carácter ficcional y todo se circunscribe en base a la ficción»?).

Saludos.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Félix:

La frase "el acto creativo de escribir tiene un carácter ficcional y todo se circunscribe en base a la ficción".

Dice que toda escritura creativa es ficcional (error evidente).

Dice que el acto de la escritura es parte de un mundo de ficción (cierto solo si el escritor es un ser ficcional; falso para todo escritor de carne y hueso).

Inventa la noción de las cosas que se circiunscriben en base a otras cosas. Eso no parece significar nada.

Salvo que "circunscribir" en este caso signifique escribir en círculos, en cuyo caso el guiño metaliterario sigue siendo arcano, pero al menos se le da al lector la esperanza de una futura comprensión.

Anónimo dijo...

No creo que haya habido censura, aunque sí una práctica no muy transparente de la librería.

Si las reglas están claras desde el saque, no hay lugar a reclamo. Es decir, si la librería tuviera una política clara para reservarse el derecho de vender los libros que quiera, Carrillo no podría quejarse.

Pero al parecer la cosa no fue así: le recibieron los libros en consignación (con lo cual podría entenderse que la política es "cualquiera me puede dejar su libro" pues no pierdo plata si es en consignación) y luego de algunos días se los devolvieron, al parecer porque a la dueña no le gustó el contenido de la obra.

No creo que haya habido una censura pero sí una mala práctica empresarial que eventualmente podría constituir un caso de abuso de posición de dominio sancionable legalmente si la librería o librerías involucradas tuvieran una posición monopólica u oligopólica (en este caso, me queda claro que no es así).

Si bien se puede sostener que cada librería (o cada cine) puede vender lo que se le da la gana, el tema no es tan sencillo. Acaso no protestaríamos si las principales librerías de Lima vendieran sólo libros de autoayuda? y si La Casa Verde no quisiera vender a Vargas Llosa?

En el campo del cine, hay varios críticos como Ricardo Bedoya e Isaac León Frías que han denunciado abusos por parte de las grandes distribuidoras americanas dirigidos a relegar las películas de distribuidoras independientes o producciones de cine peruano.

Anónimo dijo...

Es curioso que este sea el único tema que he visto hasta ahora, en el que este blog y los llamados "blogs basura" coinciden en la forma, es decir, es incorrecto llamarle "censura" al hecho de quitar el libro de La Casa Verde, pero no en el fondo: los dinthilacos aluden a la escasa calidad del libro y dejan relucir una enconada animadversión respecto al editor, Max Palacios.
Yo, por mi parte, coincido con a posición del presente blog: no se puede obligar al multicine El Pacífico a pasar "Colegialas calientes...", ni a Radio Sol Armonía a tocar "La culebrítica",
por colocar sólo un par de ejemplos.

Félix Reátegui dijo...

Déjalo ahí, nomás. No vaya a ser que lleguemos a la insuperada gaffe ochentera de Rulito Pinasco: "vean las magníficas montañas circuncidando el estadio".

Anónimo dijo...

aahhhhhhhhhhhh por fin una voz lucida entre tanto mamarracho que ya lo comparaba con el mismisimo baudelaire o con joyce!!! me parece que ultimamente no se piensa mucho ,hay un facilismo tremendo en muchas de las ultimas cosas de este tipo que he visto por ahì, desde rosa montero acusando a un pobre chico por no poder hacer nada hasta la doctora santisteban viendo cosas donde no las hay , es como volver a respirar oir que alguien piensa con alguito de lucidez

Anónimo dijo...

ESTOY DE ACUERDO EN QUE NO SE PUEDE OBLIGAR A UNA EMPRESA PRIVADA A HACER ALGO QUE NO QUIERE. PERO SI MAÑANA EL COMERCIO VETA (NO CENSURA) A UN ESCRITOR O A UN POEMARIO HACIENDO USO DE SU LIBERTAD Y DE SU DERECHO, ¿ACASO ESOS DERECHOS HACEN DESAPARECER LA CALIDAD DE VETO DEL ACTO?
SI JUSTIFICAMOS CADA VETO QUE ALGUIEN QUIERE HACER EN SUS PREDIOS, PRONTO ACABAREMOS CON MÁS VETADOS QUE PERMITIDOS, O ENGREÍDOS, EN LOS MEDIOS.

Anónimo dijo...

Los derechos de libre empresa no pueden ser irrestrictos, porque en ese caso la empresa privada abusaria de su poder de veto o seleccion. Es claro en el cine: hay paises que obligan a los cines a exhibir cine nacional, ademas de darles libertad a los duenos del cine de escoger cualquier mamarracho de Hollywood. Tal vez una ley similar respecto a novelas de autores nacionales deberia ser implementada: favoreceria la distribucion de narrativas nacionales, lo cual es positivo mas alla del discutible valor de la novela en cuestion.

Anónimo dijo...

Si yo hubiera tenido una librería a fines de los setenta, al día siguiente en que Borges recibió el premio de Pinochet habría retirado todos sus libros en señal de protesta. ¿Alguien puede decir que no habría estado en mi derecho?

Tanque de Casma dijo...

Gustavo

No quería comentar en tu blog por un tiempo para no parecer cargoso después de tantos comments cruzados en estos días, pero este tema me interesa bastante.

Por lo que conversé con Carrillo, el motivo de su queja es que, después de haber aceptado en un primer momento sus libros, se los hayan devuelto quejándose por la temática que toca en ellos. Su reclamo iba por el lado de que otros libros de temática similar (erotismo, sadomasoquismo, etc) se podían encontrar en los estantes de la librería. Él me señaló que no quería obligar a nadie a vender sus libros pero le molestaba la discriminación. Cuando indagué con la librería, no dieron muchas explicaciones, lo cual es su derecho. Pero al igual que la librería tiene el derecho de escoger según su criterio qué vende, Carrillo está en el derecho de quejarse de lo que considera una discriminación. Supongo que si la librería explicara que por x razones no desean vender el libro de Carrillo distintas a la temática, nadie le reclamaría nada. Claro, se puede alegar que es un negocio privado. Pero con la misma lógica que se reclama por la poca oferta en el cine (como lo señala un anónimo hace poco) también se puede pedir algo de reglas claras en la oferta de las librerías. En todo caso, se puede y debe discutir ese tema.
Slds

Anónimo dijo...

era de esperarse, una vez más Gustavo Faverón se va por las ramas. ¿Alguien ha leído, en la defensa que hace faverón, en relación a las justificaciones que dió la dueña de la librería para retirar los libros de su estand?. Heyy Gustavito, ese es el tema y no la alambicada defensa que tú construyes.

Max Palacios (Lima, Perú) dijo...

Hola Gustavo:

He leído tu post con mucha sorpresa y estupor, y a lo único que apelo para poder justificar el mismo es a la falta de información sobre lo que verdaderamente ocurrió.

Los hechos son los siguientes: Carlos Carrillo ingresó el libro "Para tenerlos bajo llave" en La Casa Verde sin ningún problema. Días después, la administradora (o dueña) lo llamó para decirle que retirará los libros, afirmando que su libro era "pornográfico, satánico y pedófilo" ¿!?. Hasta ahi el asunto podría tratarse de la libertad de una empresa para seleccionar los productos que vende. Sin embargo, grande fue la sorpresa del autor cuando entre los estantes de la librería pudo distinguir algunos ejemplares del Marqués de Sade, de Apollinaire, de Henry Miller y la colección de la Sonrisa Vertical de Tusquet.

Cuando algunos periodistas se comunicaron con La Casa Verde, se negaron a contestar y ante la insistencia de los mismos, la dueña atinó a decir: "Eso lo decido yo, es mi librería". Este tipo de repuestas resume la prepotencia de algunas personas de creer que cada negocio que emprenden se convierte en un pequeño feudo y trabajan como si estuvieran en su chacra.

Por otro lado, en el post se cuestiona el termino de "censura" con respecto a lo sucedido. ¿Con qué otro nombre podemos señalar a una actitud arbitraria, prepotente y castrante? La RAE no puede ser más clara:

censura.

(Del lat. censūra).


1. f. Dictamen y juicio que se hace o da acerca de una obra o escrito.

2. f. Nota, corrección o reprobación de algo.

3. f. Murmuración, detracción.

4. f. Intervención que ejerce el censor gubernativo.

5. f. Pena eclesiástica del fuero externo, impuesta por algún delito con arreglo a los cánones.

En todas las librerias en las que figura el libro no hemos tenido ningú problema, léase Crisol, El Virrey o Íbero. ¿Qué se puede pensar? ¿Qué los administradores de las otras librerías tienen un criterio literario más amplio y de apertura?

En uno de los comentarios se dice también que se confunde la esfera privada con la esfera pública. Un libro está destinado a la esfera pública y la figura del escritor también circula dentro de esa esfera. ¿De qué esfera privada se habla? O acaso el comentarista prefiere que se guarde un silecio complice. Como decía González Prada, en el Perú la gente está acostumbrada a hablar en voz baja cuando se les atropella sus derechos, y es por ello que las cosas están de mal en peor. Los escritores que han firmado la Carta de Protesta están en todo su derecho de levantar su voz y llamar la atención ante un atropello de esta magnitud.

Por otro lado, cuando se afirma en la carta que todo acto creativo tiene una carácter ficcional se refiere al ámbito narrativo, que es el género del libro en cuestión. Aquellas personas que han llevado al menos un curso de Teoría Literaria saben a lo que se refiere. Por ejemplo: Cuando Nabokov crea el personaje de Lolita no podemos creer que el escritor ruso haya tenido inclinaciones pedófilas ni mucho menos. Lolita es una trágica historia de amor que se sotiene por el carácter ficcional de la misma, mal hacemos si juzgamos la obra desde un punto de vista moral. Todo se circunscribe en torno a la ficción.

La actitud tomada por los señores de La Casa Verde está muy lejos de lo que se puede esperar de una librería abierta a la pluralidad, la tolerancia, el respeto a la creación y a los autores peruanos, como sí se da en otras librerías limeñas, como las señaladas líneas arriba.

Un abrazo y gracias por permitirnos la réplica y el inicio del debate.

Anónimo dijo...

Nadie parece entender algo bastante simple: así las razones de La Casa Verde estuvieran relacionadas al tema del libro de Carrillo, piña pues, lo que está en juego es otra cosa: no se puede obligar a un librero a vender tal o cual libro. Eso, en inguna parte del mundo es censura. Mejor que revisen su diccionario los que protestan antes de alzar la voz. Me pregunto si un laboratorio farmacéutico podría quejarse de censura cuando una cadena de farmacias no compra, exhibe u ofrece sus productos. Eso ocurre en la vida real, en miles de negocios, pero el problema de este argumento (la queja de marras) es que puede estirarse como un chicle y llegar, así de fácil, al absurdo.

Anónimo dijo...

Tanque de casma, estás perdidazo, la dueña de la casa verde dió las explicaciones del caso, y le comunicó al escritor (luego de que en un primer momento aceptara vender sus libros, claro está) que retirara su obra porque era "satánica, pornográfica, y pedófila". Nadie ha puesto en cuestionamiento el derecho de la seudo librera de decidir qué libros vende y cuál no, lo que se cuestiona son los argumentos risible que da. En ese sentido la defensa oficiosa de Gustavo Faverón es conservadora y superflua.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Max,

Nada de lo que dices modifica la situación ni mi opinión sobre ella: los dueños de La Casa Verde tienen todo el derecho del mundo a negarse a vender un producto por los motivos que juzguen apropiados.

Suponiendo que sus razones fueran las que indicas, La Casa Verde tiene derecho a no vender las cosas que juzgue pornográficas, y tiene derecho a juzgar que Sade, Apollinaire, Nabokov y Miller no son pornográficos y también tiene derecho a pensar que Carrillo sí lo es.

Y si bien viene al caso discutir el límite y la diferencia desde el punto de vista crítico, no viene al caso discutir su pertinencia como norma dentro de un negocio privado.

¿Por qué?

Porque tú no tienes derecho a obligar a los dueños de La Casa Verde a actuar según tu moral y no según la de ellos.

Es muy simple. Si quisieras ser un poco más comprensivo con la librería te bastaría ponerte por cinco segundos en el lugar de alguien a quien se pide que venda un producto que le parece moralmente repudiable.

(Y ojo que no estoy juzgando el libro, que desconozco; sino evaluando la información de que se dispone, así de simple).

Es sólo por afán de escándalo y victimismo que se puede acusar a alguien de censurador por el simple hecho de ejercer su criterio y su libertad en un negocio privado.

Si te sigue pareciendo que mi opinión es desinformada, te pido que me proporciones información nueva.

Anónimo dijo...

Tal vez la diferencia entre Sade y Carrillo es que Sade lleva muerto un par de siglos en Europa y Carrillo sigue latenado por acá (con las consecuencias que ello podría implicar -supongo que piensa la librera- para la población infantil limeña). Nadie saca a "Mi Lucha" de los estantes, pero ¿aceptarían el último anuario del KKK?

Anónimo dijo...

No entiendo cómo el señor Palacios puede citar el diccionario de la RAE para calificar negativamente la actitud de La Casa Verde.

Si la dueña de La Casa Verde emitió (i) un dictamen o juicio acerca del libro, (ii) una corrección o reprobación del libro, o (iii) una murmuración o detracción sobre la obra, ¿es acaso ello "arbitrario prepotente y castrante"? ¿No todos hacemos lo mismo de vez en cuando si no nos gusta un libro?

Una cosa es la censura que proviene del Estado ("Intervención que ejerce el censor gubernativo" según la RAE) y otra la libertad que tiene cualquier particular para opinar sobre sobre una obra (o para venderla o no venderla).

LuchinG dijo...

Correcto, pero si se trata de una discriminación tipo "a mi discoteca no entran estos", entonces sí es válida la pregunta y la protesta.

Tal vez la diferencia entre Sade y Carrillo es que Sade lleva muerto un par de siglos en Europa y Carrillo sigue latenado por acá (con las consecuencias que ello podría implicar -supongo que piensa la librera- para la población infantil limeña). Nadie saca a "Mi Lucha" de los estantes, pero ¿aceptarían el último anuario del KKK?

RODOLFO YBARRA dijo...

Cualquier librero puede vender el libro que quiera y está en todo su derecho en una economía -que se reclama- de mercado. Creo que el problema y el debate aquí
pasa por el hecho de cómo se puede opinar sobre un libro que no se ha leído (o es que muchos tienen habilidades de pitoniso).
Así como se reclama a un entrevistador leer el texto sobre el que se va a formular preguntas, es menester
también estar enterado sobre qué es realmente lo que se discute o qué contenidos reales tiene el "objeto" o libro en consideración, más si lo que se quiere es "justificar" o "avalar" un "veto" (aunque yo me inclinaría por quitarle las comillas a esta última expresión).

Dejo una breve reseña hecha a "modo familiar":

Para tenerlos bajo llave, de Carlos Carrillo


x Rodolfo Ybarra


Desde lugares de ultratumba retorna con cabezas decapitadas y mandíbulas salientes nuestro recordado escritor gótico Carlos Carrillo (Lima, 1967), seguidor del escritural H. P. Lovecraft, del escultural Gunter Von Hagens (“Los mundos del cuerpo”), del pictórico, asesino y descuartizador peruano Lu.Cu.Ma., que ahora expone con éxito en Europa y del cinemero Gordon Lewis, quien con su iniciático “Bloodfeast” (“Fiesta de Sangre”) dio rienda suelta a sus bajos instintos y manchó con litros de sangre el ecran pusilánime de los años sesenta. Carrillo nos regurgita (idem) su libro de cuentos “Para Tenerlo bajo Llave”, el cual nos llega por aire, mar y tierra, es decir con un corto, espectáculo teatro o vernisagge y el texto mismo, al cual ha agregado un par de cuentos nuevos y quitado lo que era el adelanto de novela sobre “El Pitufo Sodomita” que aparece consignado en la novela de Manuel Rilo “Contraeltráfico” (pgs 164 y 199) quien celebra el trato contranatura y la relajación de los esfínteres, aparte de las noches con alcohol y drogas necesarias.


Hay en Carrillo una tradición y una influencia clara del romanticismo, in estricto de la temática escabrosa de Nerval, Baudeliere o del deicida Vigni y de modernistas como Leopoldo Lugones con sus “fuerzas extrañas” y Quiroga con su cuento corto “El Vampiro”. Esta onda del “mal” es lo que seduce a Carrillo para guiarnos con su pluma como la cámara de “Las Brujas de Blair” (I y II), por esos vericuetos de sus textos embrujados, su pacto en misa negra, sus códigos a lo Zodiac -que azotó Norteamérica, en los años setenta- y donde asesinato y teoría se juntan para puro divertimento o la satisfacción de deseos oscuros.


Así se suceden los cuentos como “El Coleccionista” que no sé por qué lleva el subtítulo de “Danza de la Decadencia” cuando más bien es el triunfo de la erotomanía, la posesión material del sexo opuesto que pasa, por supuesto, por la castración y/o ablación; aquí dos “cazadores” se juntan y las apariencias físicas juegan a favor de la niña-mujer quien atrapará al lobo feroz, la imagen nos remite por volución no pretérita a la película “Hostel” II, donde la mujer -atrapada y vendida para una tortura lúdica- logra evadirse y cortarle de cuajo el pene a su ejecutor, el cual lanza luego a unos perros. Esa imagen que definitivamente es difícil que tenga como propiciador a Carrillo nos remite a la fobia natural del hombre de perder el miembro viril, que si mal no recuerdo es llamado corafobia -aunque a veces se confunde con medomalacufobia que es el miedo a perder la erección del pene-, he ahí el triunfo del cuento, la perversión de lo natural, la destrucción de la sexualidad tradicional donde el placer no solo también es la búsqueda del dolor sino de la perversión y la religión del mal, recuérdese el ensayo de Bataille “La Literatura y el Mal” donde el ensañamiento o el baile sobre el cadáver fresco o sobre las añejas osamentas es realmente la manifestación sincera de la maldad, no en el sentido religioso sino epistemológico, no en el sentido axiomático sino biológico: la maldad carnal del ser humano.

Esta última idea nos remite a su segundo cuento “Cristales Rojos”, donde César y Domenika, una pareja de depravados y asesinos, terminan sus andanzas (en el cuento) matando o construyendo el asesinato con la botella de vodka que la fémina lanza sobre su madre, para luego fornicar encima “mientras unos cristales se incrustaban en su cuerpo”, es decir la radicalización del complejo de Electra que aquí en Perú tuvo en la Llamoja un claro ejemplo de las disputas entre una joven adolescente y una madre conservadora que acabó con el fatal asesinato y la sentencia popular y el claustro a quien eso acomete.



En “Mujer de las 4:00 Am”. la licantropía, o sea la transformación lunática de una mujer en lobo convierte a una bella pelirroja no solo en una literal devoradora de hombres, sino en una insaciable nínfula a expectativas de su doberman, el cual ejerce el papel de amante y titular de la bestialización, como colofón nos revela a una descendiente de Lucille Leonhardt Bator.
En “La Gorgona en el Lienzo” hay una reminiscencia directa con “El Retrato de Dorian Gray”, nada más que aquí Carolina, La Guardiana de la Noche, es el nombre de un retrato que asesina a integrantes de una genealogía: Los Saldívar. Cabe anotar que en la adaptación para video hecha por Christian Cancho, el lienzo se transforma en una estatua, lo que le da más plasticidad e impacto al personaje, en realidad me parece que el video equipara al cuento, hay una correspondencia y una calidad notoria en el trabajo de los personajes hecha por Cancho, finalista también en el concurso “1 minuto” hecho por Fundación Telefónica el presente año, ya se había visto antes su película #####-comedia en animación artesanal de más de una hora de duración en la que nos introduce en el mundo de “La Farándula” con muñecas Barbie y el plástico Ken (de Mattel) con muchas fiestas, licor, drogas y por supuesto penetraciones de todo tipo, he ahí la identificación con la sierra eléctrica de Carrillo.



En “Euforia Permanente” la pederastia y el asesinato de los niños con el consumo de ácidos nos entrega un cuento bastante motivador que acaba con una epístola donde el tiempo no puede detener la naturaleza del ser humano: “Sí, noquearse en una morgue. Ya lo haremos René, ya lo haremos. Y también cogeremos a ese chico, el asistente, y lo abriremos y desparramaremos sus entrañas y bailaremos sobre esa masa roja y viscosa y nos reiremos y nos noquearemos entre sus tripas. Lo haremos muy pronto, René. Tengo que mudarme de prisa. Esta ciudad sospecha que el nuevo profesor de la escuela primaria está relacionado con la violación y mutilación de las alumnas. Así que muy pronto me reuniré contigo, René.”



“Invoca la Desgracia” es un cuento de la oscuridad donde la hechicería convierte a una “sopa de lorbiones” en el combustible perfecto para la fornicación, sobre todo si la partner es una copromantia de vulva azul, la zoofilia aparece bien representada con un chivo de ojos negros y lujuriosos y donde un cerdo con lengua cilíndrica en forma de miembro viril “copula” con la clamante mujer, lo que sigue no es apto para menores: “El cerdo metió entero ese grasoso pene en la primera acometida logrando que Úrsula gritase con todo el aire de sus pulmones. Roncos rugidos indicaban el goce obtenido por el cerdo con el ano rosado y terso de la dulce Úrsula. Ella lloraba y gritaba de placer. Lloraba por el increíble placer que la envolvía. Sus gritos acompañaban cada salvaje arremetida de ese cerdo infernal”. La relación contranatura no es pues ejercida por el hombre sodomizando a una mujer, sino lo contranatural es digamos la relación sexual del cerdo –animal inmundo detallado en el Antiguo Testamento y receptáculo de espíritus nefastos en el Nuevo Testamento- con una bella mujer, deseosa a su vez de las delicias animales.



En “Si a trece le quitas cuatro tienes nueve” la pederastia toma otra connotación en la maduración casi espontánea de una niña aparentemente “ultrajada” por el novio de la hermana y quien la convierte en “Wendi, mi sensual puta rubia de nueve años”. La corrupción de una menor se convierte en la seducción facinerosa que despierta a su vez una lujuria escondida en el interior de la niña, aleatoriamente nos hace recordar a la “Lolita” de Nabocov y las locura a las que arrastra a Humbert-Humbert.



“Soplo en el Cerebro” narra las peripecias de un junkie, del sexo fácil y el consumo de ácidos, la trastocación del cerebro y la personalización del pene que habla y se queja: “¡Yo no entro! Esa tipa está podrida por dentro –pareció reflexionar, y continuó- ¡No señor, yo no entro! Puede tener gusanos, moluscos, herpes, ladillas, chancro. Recuerda la última vez. La penicilina, los antibióticos, el dolor. ¿Te acuerdas?”



“Legado de los Cárpatos” se mezcla una suerte de clasicismo gótico, o sea maldiciones y muertes escabrosas con una modernidad urbana y deletérea y desapariciones de niños que es más que nada una imagen bíblica acometida por Herodes en el siglo primero de nuestra era y de la cual se vale nuestro autor para dar fuerza y vitalidad a su cuento. Recuérdese también el II y III capítulo de “La Profecía” y su tierno Damián.



Esta edición de “Para Tenerlos Bajo Llave” trae dos cuentos nuevos en la sección “Bonus Track”: “Hija de Hefesto” que narra una obsesión o como dice el narrador: “Esa fuerza recibió, en otras épocas lejanas, el nombre de súcubo o íncubo” y donde aparece inmiscuido el “correcto” carnicero Joseph Méngüele y una creación a lo Frankenstein de una bella mujer como las que adornan todo el libro, o sea pelirroja, ojiverde, de cuerpo exuberante y deseosa de un falo ardiente. Y por último “La Invitación” donde un conjuro mal hecho devuelve el mal a su ejecutante, he aquí el conjuro para hechizar y facilitar el desvirgamiento a una joven mujer: “Consigue una foto nítida de la cara de Susana. Captura un gato negro. Viaja al abandonado cementerio de Cieneguilla. Escribe lo que quieres de Susana en la parte de atrás de la foto mientras recitas en voz alta este hechizo, sólo las primeras tres estrofas. Luego, abre el pecho del gato y coloca la foto en la cavidad. Moja tu cara con la sangre y recita las siguientes tres estrofas del hechizo mientras te masturbas sobre la herida. Termina quemando el gato y recitando las tres últimas estrofas. ¡Así tendrás a la virtuosa Susana como perra en celo!”. Curiosamente este hechizo es parecido al anotado en el “Libro de San Cipriano” y al que ejecutan los chamanes y brujos de las Huaringas, lo que nos hace pensar que el autor ha indagado directamente en este tipo conocimiento marginal y a veces folklórico.Quiero anotar que conocí a Carrillo en una Reunión en casa de Rilo, posiblemente el año 95 ó 96 en la que Oswaldo Reynoso había cocinado unos frijoles con carne y tocino ahumado y nuestro amigo Carrillo había llevado a su compañera dominatrix, vestida totalmente de negro en la que resaltaba un cabello esponjoso con hermosos bucles y una figura bastante esbelta que se lució en toda su dimensión cuando se encaramó en la mesa para mostrarnos el tatuaje que llevaba en la nalgamenta y en la parte baja del derriere, pero eso no fue lo más interesante, ahora pasado el tiempo –que de hecho lo fue en su momento- sino que Carrillo y la dominatrix hablaban del pentagrama (símbolo satánico impuesto por Antón Lavey, el “Papa Negro”) y de cómo se podría crear a un hijo cuya procedencia sería del lado oscuro.


Carrillo era ya desde esos años un escritor-élite conocido sólo por un reducido grupo de lectores y amigos amantes de la sangre con rastros de esperma y del látigo de cilicio, los candados y el baúl de torturas. Cabe recordar que en esta reunión también estaba la poeta Victoria Guerrero apuntando con su cañón fotográfico, el narrador y segundo puesto del Copé de cuento 2006 Sergio Galarza con su timidez tartamudeante, radicado actualmente en España y la ahora reportera sensacionalista de ATV, Lorena Ormeño.



Carlos Carrillo, a sus cuarenta años, licenciado en Economía y Magíster en Finanzas es, salvo mejor parecer, una rara especie de escritor y casi único y solitario en este subgénero literario del horror; se deja ver a veces en conciertos metal y en algunos lugares sórdidos rodeado por personajes salidos de algún lugar de tortura. Saludo este libro y lo recomiendo, pues no solo son los textos lo importante, sino que hay una bella edición multimedia cuyo tiraje de 666 ejemplares nos puede dar un indicio de las infectas y luciferinas búsquedas de nuestro autor.

Daniel Salvo dijo...

Entonces es cierto que no se trata de censura, sino de algo más tenebroso: la dictadura de las buenas conciencias, de los lectores decentes que no leen "eso" tan feo.
Los dueños de la librería tienen todo el derecho de vender o no vender lo que les plazca, asi como los demás tenemos todo el derecho de cuestionar sus criterios de selección.
Espero no abusar del espacio de tu blog, Gustavo, para añadir un texto del escritor norteamericano Robert Bloch (autor de "Psicosis"), que parece muy adecuado para el presente caso. Bien podría haber sido escrito por Carrillo...


“Entonces yo escribía relatos cortos para revistas pulp . Ni las publicaciones ni el material que les enviaba eran lo que se dice una gran contribución al estatus de la literatura norteamericana, pero gracias a ella podía reclamar el título de escritor. Hoy en día podría decir lo mismo (y probablemente conseguiría más atención de la crítica y los medios de comunicación) si hubiera ido por ahí pintando grafitis. En cualquier caso, aunque no gocé de tales oportunidades, era un escritor al que habían publicado. Algunos de mis colegas, igual de orgullosos que yo de su posición, estaban menos satisfechos con su salario. Bajo varios seudónimos conseguían ingresos extra produciendo guiones y argumentos para cómics. Pero eso no era algo de lo que se hablara sin tapujos en sociedad, ni siquiera en privado. Incluso en aquellos días había límites para admitir las ligerezas que uno cometía: cualquiera podía proclamarse cristiano renacido, pero pocos admitirían ser satanistas “recocidos”.

Y los cómics, para algunas personas, eran satánicos. Eran vehículos burdos y sórdidos de la violencia, y sus creadores, el tipo de gente que al lado de un pederasta, salía perdiendo.

(…)

En aquella época era fácil encontrar las raíces de las historietas en las revistas pulp, desde las que se transportaron y transplantaron numerosos personajes de las series hasta las viñetas. El material gráfico mostraba la influencia de las tiras de los periódicos, de los dibujos animados, de las ilustraciones de las revistillas y de las películas de entonces. Mucho de lo que ofrecían aquellos cómics estaba ya muy manido y algunos, por lo menos en parte, merecían las críticas de las almas bienpensantes que temían que sus hijos se convirtieran en “mal-leyentes”.

Y los cómics eran una influencia, de eso no cabía duda alguna. Los jóvenes que sucumbieron a esa influencia crecieron para convertirse también ellos en influyentes: se convirtieron en escritores, artistas o directores de cine."


Robert Bloch (Introducción al cómic Hellboy, episodio “Semilla de destrucción”)

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Luching: estás confundiendo a un discotequero que discrimina por racismo con un librero que elige los libros que le parecen mejores. Eso no tiene ni pies ni cabeza.

Ybarra: tu argumento es el más torpe de los que he escuchado hasta ahora como defensa de Carrillo, y el mejor que puede haber como defensa de La Casa Verde: si es válido no vender un libro porque se juzga que es malo, pues entonces es enteramente válido lo que ha hecho la librería, que es precisamente eso. Gracias por darme la razón.

Daniel Salvo: ¿ahora resulta que un lector que elige no leer algo porque no le gusta o un librero que elige no venderlo son unos tenebrosos dictadores? Ya pues. En efecto, tienes derecho a "cuestionar el criterio de selección" de La Casa Verde, pero lo que has hecho no es eso: lo que has hecho es firmar una carta en la que se acusa a los dueños de la librería de censurar algo.

Aquí todo el razonamiento necesario se reduce a esto: ¿eres capaz de pensar en un libro que los dueños de La Casa Verde tengan derecho a rechazar sin que los acuses de censura? Porque si la respuesta es sí, entonces todo el resto de la discusión no viene al caso.

Anónimo dijo...

A ver, oficiosos promotores de la idea de la censura en La Casa Verde. ¿Se han puesto a pensar en la enorme cantidad de libros que no llegan a La Casa Verde? ¿O es que La Casa Verde está obligada a exhibir y vender todo lo que se publica en el país? ¿No es derecho de cualquier comerciante fijarse unos parámetros para decidir qué vende y qué no? Si el amigo Carrillo fuera a la Librería San Pablo a ofrecer su libro seguramente lo sacarían a patadas de allí, previo baño de agua bendita y pasada de rosario. Lógico: San Pablo es una librería dedicada a vender libros de religión y nadie que no escriba sobre religión podría pitear por eso. Sin embargo, en San Pablo no venden la Teología de la Liberación, del padre Gutiérrez. ¿Alguna vez se le ha ocurrido a este peruano brillante decir que San Pablo lo censura? No, porque sabe que sería una necedad, una estupidez. Pero vayamos más al fondo del asunto. La movida de Carrillo es peligrosa porque promueve una idea autoritaria: "yo escribo un libro, La Casa Verde lo considera inmoral o lo que fuera, ergo, me censuran". Esa sería, en resumen, la lógica de Carrillo. Pero esa lógica es irrespetuosa, porque no se puede imponer aquello que depende única y exclusivamente de la voluntad de las personas, en este caso los dueños de La Casa Verde. Si yo fuera librero, haría primero una lista de los libros que no quisiera ver nunca en mis estantes, porque es mi derecho y eso se aplica a cualquier negocio. Si un periódico decide comprar su papel en Sudáfrica y no en Chile, la fábrica de Chile no puede decir ni mú: el periódico sabe lo que hace, está convencido de ello y elige. Si alguien pone un bar y decide ofrecer ron Baccardi y no Pomalca, es algo absolutamente legítimo y Pomalca no tiene nada que reclamar. Si una farmacia decide que venderá solamente talcos Johnson o Huggies. los demás fabricantes no tienen ninguna razón para sentirse marginados por ello. Uno, simplemente, elige qué vender, qué ofrecer a sus clientes. Pero no, para el señor Carrillo es más fácil victimarse y armar un escandalete que otros, como borregos, aplauden. Preguntas para el señor Carrillo:
1.- Si hubiese entregado su libro a Peisa y esta lo rechazara, ¿Peisa lo censura?
2.- Si le piden al señor Carrillo presentar un libro que después de leído no le gusta o le parece malo, ¿se sentiría obligado a presentarlo?
Creo, señor Carrillo, que debe usted dejar de mirarse el ombligo y abandonar una posición que es, a todas luces, más narcisista que de derecho.

Anónimo dijo...

saben con que tiene que ver todo esto???? con una falta espantosa de seriedad , porque se alucinan artistas creen que todo aquel que no opina o piensa como uds lo hace en desmedro de su supuesto libre albedrìo artistico o de sus sacrosantos derechos de legisladores de la libertad con mayuscula, se creen que son los guardianes , los custodios de la libertad de expresion cuando lo que hacen es exactamente lo contrario , solo demuestran que son una sarta de niñatos jugando alos artistas , no hay seriedad, etica real , como dirìa kierkegaard no viven "en la idea" sino que sus supuestos actos los realizan como viejas ridiculas y escandalosas por el simple afan de generar revuelo en el gallinero ,porfavor!!!!! aclarense un poco a uds mismos , tanto cuesta pensar ??? ser verdaderamente consecuente??? hasta las hormigas tienen etica decia jorge luis , bueno pero eso no se consigue con un par de horas ala semana sino primero y sobretodo con humildad , què escandalo seria si el pobre cesar abraham viera los poetastros que tenemos, los seudonovelistas , los blogs en los que unos y otros se agreden simplemente por puro afàn pavoneril , ay estamos cansados de tener intelectuales de medio pelo!!!

Anónimo dijo...

Si los pocos duenos de la distribucion de los productos culturales -y sus ayayeros criticos- tienen el irrestricto derecho de aceptar/rechazar lo que les plazca -siguiendo tu idolatria de la propiedad privada- la mayoria estara siendo manipulada sin termino. Dicho de otro modo, si no se regula el poder economico este aplasta descontrolado. Por eso se legisla contra los monopolios, y, sin embargo, mientras para controlar el abuso de poder se lo divide (ejecutivo, legislativo, judicial), el mayor poder, el poder economico, se deja "libre", es la supuesta "mano invisible" del "libre" mercado. Ave Bolsa de Valores, genuflexion ante la propiedad privada (privada de sociedad, aislada, instrumentalizada)

Anónimo dijo...

osea que si yo soy propietario de una libreria y decido devolver un titulo porque considero que no tiene ningun valor literario, ello significa que soy un censurador, un dictador????? Increible la carta esa de protesta.
Quien es el propietario de la Casa Verde? El estado peruano?
Estoy totalmente de acuerdo con lo señalado con el Sr. Faveron. Y le diria a Max Aguirre que yo como propietario de una libreria no estoy ni obligado a aceptar ni a vender las obras de Arguedas, de Vallejo, ni de Borges o Cervantes etc, etc.
(claro que seria pues una bestia de librero...... pero asi funcionan las cosas y una libreria no es de ninguna manera un bien publico, sino por el contrario es como una embarcacion privada y como tal, autonoma; alla pues el librero que solo quiera "acoderar" en los puertos de la Antartida o de la cochinchina....su problema.)

Juan Arellano dijo...

Para mi toda esta movida sólo es marketing disfrazado. Hace días publiqué un post al respecto: ¿Censura a libros en Lima? y aunque no hay tantos comentarios como acá, parece que a la gente en general no le cuadra la diferencia entre discriminación, censura y libre elección.

El Chato Heston dijo...

"¿eres capaz de pensar en un libro que los dueños de La Casa Verde tengan derecho a rechazar sin que los acuses de censura?"

Por favor, Gustavo, no puedes entender la diferencia? Ellos habrían tenido toda la razón del mundo en retirar o no aceptar el libro, porque no se venda, porque no es de los mejores como tu dices, o sin dar explicación alguna. Solo a un idiota se le ocurriría obligar a las librerías a vender tal o cual cosa.

Lo que no quieres entender es que la razón que esgrime la dueña es lo criticable: que rechace la novela por "pornográfica, satánica y pedófila".

Vamos, si mañana la Casa Verde retirara todos los libros de autores judíos, solo por ser de judíos, te animarías a defender su derecho a vender lo que les da la gana?

Y que ocurriría si un cine decide no mostrar la Ultima Tentación de Cristo? Si la levanta de cartelera porque no va nadie, bien. Pero si decide hacerlo porque es 'satánica', pues es obvio que está ejerciendo censura. No se necesita ser parte del Estado para ejercerla.

Los escritores que firman esa carta estan denunciando ese criterio.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

¿O sea que el cine de Larcomar, digamos, estaría obligado a pasar películas que considere pornográficas? Absurdo.

Explícame cómo puedes comparar "satánico, pedófilo y pornográfico" con "judío", por favor, ya que aparentemente te resulta tan natural pasar de una idea a la otra como si estuvieran en un mismo plano. Es evidente que "satánico, pedófilo y pornográfico" son juicios morales. ¿"Judío" te parece una categoría moral?

(Y por si acaso: los dueños de la librería SON judíos. ¿Los obligarías a vender un libro de Hitler, por ejemplo? Y si se negaran, ¿los acusarías de censuradores?).

Aquí lo único que es lamentable es que la gente crea que la Casa Verde tiene derecho a rechazar el libro bajo cualquier tipo de razón excepto por una razón moral. Como si, en efecto, la gente no tuviera derecho a actuar de acuerdo con su propia moral y su propia consciencia. En nombre de la libertad (pero con un afán evidentemente publicitario y escandaloso) se está pretendiendo atropellar el derecho de los dueños de esa librería a actuar según su moral.

Y qué bueno que se haya hecho notar varias veces que La Casa Verde sí vende los libros de Apollinaire y Nabokov y Miller y Sade y Bataille, etc., porque entonces queda claro que la moral de la Casa Verde no es la de la cucufatería. Quizá todo el problema sea que los temas de Apollinaire, Nabokov, Miller, Sade, Bataille, etc., en manos de Carrillo se convierten en otra cosa. Si es así, ¿¿por qué el resultado tendría que ser aceptable para todo el mundo??

Anónimo dijo...

ademàs , ya solitos quedaron al descubierto, si hubiera por ahì un historietista fàcil saca un par de tiras còmicas de todo esto :" no sino lo que yo decia es esto" " a ver , no ,no, por aqui yo veìa la censura , franco, franco" , "es que tu no entiendes gustavo no era censura : era que se asustan de.." por favor!!! si no pueden ponerse de acuerdo primero y segundo: sino pueden sustentar decentemente sin irse por las ramas sus puntos o su punto no sigan haciendo el ridiculo

Anónimo dijo...

Es curioso: el mismo argumento para validar las acciones de la señora dueña de la Casa Verde se lo escuche al Director de Estudios en la Universidad de Piura para tener libros prohibidos en su biblioteca. El problema no es si es válido o no el argumento. El asunto es que frecuentemente se le ha usado con mala voluntad para encubrir lo otro. De principio, si el asunto es el criterio del dueño, lo único que podría decirse es que pena por él, el problema es cómo evaluar el resultado de un libro x que no se quiere difundir cuando sabemos que es un libro importante y se tiene, por ejemplo, el monopololio de la distribución. El caso cambia. No se puede generalizar la expresión de que el dueño de la librería hace lo que desea y punto. ¿Podría tomarse esa expresión como un corolario de creer en el liberalismo -individualismo- salvaje?

Anónimo dijo...

gustavo, te envío de nuevo un comentario que no sé por qué me censuraste ayer. decía que es muy currioso que un escritor supuestamente maldito, cultor del snuff y del gore se preocupara tanto por la venta de sus libros en una librería sanisidrina tradicional como la casa verde. se supone que dentro de su carrera maldita este veto más bien lo beneficia, alimenta su imagen. sin embargo allí están él y su editor revolcándose como linda blair porque su "obra de arte" ha sido vetada en ese lugar. digo esto porque acabo de leer el libro de carrillo y la verdad me pareció que, aparte de los errores ortográficos, es solo un modesto conjunto de relatos con temas picantes y atrevidos para cierta gente, pero en cuanto a logros narrativos concretos es normal, demasiado normal. saludos

Carlos Sánchez S.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

(va sin tildes, porque no las encuentro en esta computadora)

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Una cosa mas: Max Palacios defiende su uso de la palabra "censura" apoyandose en el diccionario de la RAE. No estoy mu seguro de que esa sea la manera mas pertinente, pero, ya que recurre a ello, le dire que tambien el diccionario hay que saber leerlo.

Por ejemplo, hay que saber que las definiciones del diccionario no son acumulativas: cada definicion se refiere a un distinto uso posible de la palabra definida. En este caso, yendo de la ultima a la primera:

La definicion 5, la eclesiastica, no se relaciona para nada con lo que discutimos.

La definicion 4, la unica recogida en codigos legales laicos, tampoco, pues, como explico Felix, se refiere a censuras gubernamentales.

La definicion 3, obviamente no viene al caso: nadie ha esparcido rumor ni maledicencia alguna sobre el libro de Carrillo. Es mas, la Casa Verde se ha negado a hablar sobre el.

Las definiciones 1 y 2 son las unicas que quedan en pie por el momento.

Pero ocurre que las dos son definiciones neutras: nadie puede se ACUSADO de ejercer su juicio o sacar sus conclusiones sobre algo, ni nadie puede ser ACUSADO de reprobar algo. En caso contrario, para comenzar, todos los criticos del mundo y tambien todos los lectores comunes que expresen sus juicios sobre una obra cualquiera tendrian que ser denunciados por censuradores tambien.

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Por otro lado, Max, aplaudo que hayas llevado un curso de teoria literaria, pero dudo que te haya servido de mucho. En efecto, muchas teorias literarias te dicen que no puedes pasar de evaluar el contenido de una obra a evaluar la moral de su autor (muchas, pero no todas: alli tienes, por ejemplo, a la critica sicoanalitica, que hace exactamente lo contrario; a decir verdad, en la practica tienes alli a casi cualquier tipo de critica literia no formalista). En efecto, no tengo porque concluir, tras leer Lolita, que Nabokov sea un pedofilo. Tampoco puedo concluir que no lo fuera. Sin embargo si puedo especular. Pero eso, simplemene, NO viene al caso, porque NADIE ha acusado a Carrillo de ser ni un pedofilo ni ninguna otra cosa. Nadie lo ha sometido a el a ningun juicio, nadie le ha negado el ingreso a La Casa Verde y, lo que es mas relevante: La Casa Verde no rechazo el libro en primera instancia (lo que podria haber respondido a un prejuicio), sino luego de tenerlo y revisarlo, es decir de acuerdo a una valoracion del material. Lo que se le ha dicho, segun lo que ustedes mismos declaran, es muy simple: no queremos vender tu libro porque creemos que esta informado de valores cuya difusion va en contra de los principios de los duenhos de este establecimiento.

?Que clase de "libertad" triunfaria si La Casa Verde estuviera obligada a vender lo que no quiere vender y lo que va contra sus principios y valores, o incluso, sin ir mas lejos, contra su estetica?

Anónimo dijo...

Gustavo,te pareces a Lerner que a la mínima alusión saca la bandera (su verdadera)a relucir furiosa

Anónimo dijo...

ahorita van a decir: no sino que vives en el extranjero ydesde ahì no se entiende bien lo que pasa aquì , no si no que seguro ya se te aburguesò el alma y por eso no piensas como yo,no sino que no te di toditita la informacion, me explique mal, censura señores!!!! faveron nos censura porque no piensa como nosotros!!!!

Anónimo dijo...

buena con la publicidad gratutita, carrillo, choprove!!!!!!

escritor no vetado

Anónimo dijo...

COMUNICADO
Asociación de Escritores No Vetados

La AENOVE se pronuncia frente al abuso cometido por el escritor vetado Carlos Carrillo, quien ha recibido publicidad gratuita durante toda la semana sin merecerla.

los firmantes alzamos nuestra voz de protesta porque hay muchos escritores peruanos que escriben sobre cosas serias y publican en editoriales tanto prestigiosas como noveles, y no descienden, descendemos, a crear problemas para vender. Exigimos que esta sea una práctica más difundida y exigimos a Carrillo y a su editor que firmen un acta donde se comprometen a portarse bien y no aprovecharse de los beneficios del escándalo.

Por el bien de la literatura peruana.

Lima, 01 de noviembre de 2007
-día de los muertos-

Anónimo dijo...

¿"Choprove"?, mmm, he leído esa palabra en un mural muy conocido.

LuchinG dijo...

Dices: "Lo que se le ha dicho, segun lo que ustedes mismos declaran, es muy simple: no queremos vender tu libro porque creemos que esta informado de valores cuya difusion va en contra de los principios de los duenhos de este establecimiento."

Pero también se dice que en ese establecimiento se venden libros igual de reprobables (Max Palacios dice: "grande fue la sorpresa del autor cuando entre los estantes de la librería pudo distinguir algunos ejemplares del Marqués de Sade, de Apollinaire, de Henry Miller y la colección de la Sonrisa Vertical de Tusquet.")

Así que o ninguna de las obras que menciona Max Palacios se acerca siquiera un poco al nivel de suciedad de la obra de Carrillo (por la reseña de Ybarra veo que Carrillo ha sido diligente en este aspecto), o el criterio con el que se le rechazó es otro.

Pongámonos en los zapatos de Carrillo. El caballero se toma el tiempo y esfuerzo necesario para hacer una obra suficientemente malvada como para que figure en los anales de la literatura mundial como el Darth Vader de las letras, luego le dicen en la Casa Verde que se vaya con su música a otra parte, y de salida, con los docientos ejemplares en los brazos, ve que en los estantes están las obras que menciona Palacios. Seguramente se dijo: "Por malo, no me chotean; porque por ahí veo a Bayly; por malvado, tampoco, porque ahí veo a Sade; ¿me chotean porque no soy famoso? Esto es una discriminación injustificable."

Discriminación racial no es lo mismo que discriminar a la gente por su fama. No son igual de graves, pero son análogas. Eso es lo que yo creo que debe haber pensado Carrillo, si me pongo en sus zapatos, que es algo que he aprendido de las novelas: en las buenas novelas no hay malos, sino personas que creen tener la razón, como en la vida real.

Ahora, yo no creo que ese sea el motivo. Me repito: Tal vez la diferencia entre Sade y Carrillo es que Sade lleva muerto un par de siglos en Europa y Carrillo sigue latenado por acá (con las consecuencias que ello podría implicar -supongo que piensa la librera- para la población infantil limeña). Nadie saca a "Mi Lucha" de los estantes, pero ¿aceptarían el último anuario del KKK?

Hace falta que La Casa Verde explique sus razones.

Daniel Salvo dijo...

Daniel Salvo: ¿ahora resulta que un lector que elige no leer algo porque no le gusta o un librero que elige no venderlo son unos tenebrosos dictadores? Ya pues.


Hablamos de cosas distintas, pero con la misma raíz, esto es, las buenas conciencias, la idea de lo decente o indecente en la literatura. Y si, es tenebroso, por que no hay organización visible, no hay quien reivindique jamás su oscurantismo o su miedo, ni mucho menos, sus efectos. Por que nada queda completamente en el ámbito de lo privado. ¿Acaso no fue política del estado peruano la prohibición de los cómics por que se consideraban "alienantes"? ¿No cerraron el único cine al aire libre de Lima por temor a que la gente hiciera el amor en los carros? Seguramente todo ocurrió cuando una persona con esas ideas tuvo el poder suficiente para imponerlas.
¿Exageraciones mías? Un amigo de la SUNAT me contó que una librería importó una buena cantidad de cómics, entre ellos, los cómics eróticos de Milo Manara. En ese tiempo, la ley disponía que la importación de libros "culturales" estaba exonerada de impuestos. Bueno, a mi amigo esos cómics le parecieron culturales y los exoneró. Pero a sus superiores no, y desautorizaron la exoneración inicial. Claro, estamos hablando de la SUNAT, un organismo público, pero poco cuesta imaginar a algún desubicado gerente llamando por teléfono a alguna especialista (¿la dueña de alguna librería?) para preguntar qué libros eran culturales y cuáles no...

En fin, cada quien es libre de tener los miedos o gustos que desee. Pero no está demás recordarles que la mano de Dios crea, no esconde. (Umberto Eco en "El nombre de la rosa")



En efecto, tienes derecho a "cuestionar el criterio de selección" de La Casa Verde, pero lo que has hecho no es eso: lo que has hecho es firmar una carta en la que se acusa a los dueños de la librería de censurar algo.


Reconozco que la redacción pudo y debió pulirse más. Pero igual lo firmé y lo volvería a firmar tal cual, prefiero pecar por inexactitud que por inacción. Y los dueños de la librería tienen también toda la libertad del mundo de contestar la carta. Y quien te dice, la contestación sea más contundente que la carta original.


Aquí todo el razonamiento necesario se reduce a esto: ¿eres capaz de pensar en un libro que los dueños de La Casa Verde tengan derecho a rechazar sin que los acuses de censura? Porque si la respuesta es sí, entonces todo el resto de la discusión no viene al caso.

Para responder a la pregunta, deberías demostrar primero la existencia de dueños de librerías capaces de leerse TODOS los libros que están en sus estanterías en un tiempo razonable. Yo llevo ya tres meses leyendo "Eso" de Stephen King y hasta ahora no acabo.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Lo más gracioso de esta discusión es la manera en que se recurre a la mención de Sade, Miller y Apollinaire como si sus obras fueran dios sabe qué cosa terrible.

Es gracioso porque parece que quienes mencionan esos ejemplos quisieran decir que todas las narraciones en las que la sexualidad y sus complejidades aparecieran profusamente son analogables. No es así.

Cualquiera que quiera opinar sobre literatura debería saber que la forma estética de una narración es consustancial a su contenido ideológico o moral. Yo no puedo decir que el libro de Carrillo deba ser aceptado por una librería solo porque esa librería acepta los libros de Sade, Miller o Apollinaire.

Lo único que tienen en mente quienes meten a los cuatro autores en un mismo saco es que todos hablan sobre sexo; y --discúlpenme que se los diga--, si se tratara de eso entonces también deberían denunciar a La Casa Verde por no vender ejemplares de Hustler o Penthouse. No sé si se han dado cuenta, pero resulta que Carrillo, Sade, Miller y Apollinaire son cuatro autores distintos, y quien los quiera reducir a una misma cosa probablemente no los ha leído.

Sade, de hecho, ha sido interpretado mil veces como un moralista (allí está, por ejemplo, el famoso ensayo de Simone de Beauvoir), pero supongo que ese descubrimiento causará una conmoción cerebral a muchos de los que lo mencionan de oídas.

Daniel Salas dijo...

Los comentaristas que reclaman contra la supuesta "censura" parecen no darse cuenta de que están pidiendo que se obligue a un agente privado a poner un libro en su tienda. No parecen darse cuenta que allí sí hay una clara intención de fomentar una tenebrosa dictadura. Pronto van a pedir que las radios pasen tal o cual tipo de música. Esto es justamente lo que se hacía en los tiempos de Velasco, señor Daniel Salvo. Era el gobierno el que decidía qué era moral o inmoral, qué era nacionalista, auténtico y qué era alienante.

Los firmantes de esta carta no han notado que están reclamando que alguna entidad (supongo que el Estado, a través de una ley) obligue a una empresa a dirigir de tal o cual manera su negocio. Allí está la verdadera raíz de la censura: en que, en virtud de algún principio de protección, se imponga a la fuerza lo que un librero puede poner en sus estantes.

El juicio estético o ético de la dueña de La Casa Verde puede ser errado. Pero todo agente privado tiene derecho a la arbitrariedad; de otra manera, los negocios no podrían definirse de manera particular, según su propia idea de público y de servicio. Todos tendrían que ser iguales, todos tendrían que vender lo mismo. No habría competencia, ya que la calidad y la variedad estarían definidas por el funcionario estatal.

Esta carta me hace recordar a la propuesta de que se haga, mediante votación, una lista de libros que las librerías deberían exhibir en sus escaparates y que las secciones culturales deberían reseñar. Lo gracioso es que esta propuesta la hizo un "liberal" a quien le parecía que el mercado funcionaba injustamente.

Lo que está en juego aquí no es, como falazmente se ha argumentado, un endiosamiento del libre mercado. Lo que está en juego es un principio de libertad. Si reconocemos que debe haber libertad para el creador, debemos reconocer que debe de haber la misma libertad para el vendedor. Pero en la democracia que desearían algunos de los firmantes, algunos (normalmente ellos y sus amigos) tienen más derechos que los otros. No me parece justo.

Anónimo dijo...

ademàs eso de "prefiero pecar por inexactitud que por inaccion" es por lo menos lamentable porque hay una falta de seriedad evidente que lo unico que genera es confusiòn

RODOLFO YBARRA dijo...

Paso a explicar rápidamente lo que a boca de jarro has denominado "torpeza" y que -presumo- es por la velocidad periodística con que trabajas tu blog:

1.-La señora de "La Casa Verde" no quiere vender el libro de un narrador y (ella) no habla de calidad (he ahí el problema real, sino de ciertos prejuicios religiosos o vulgares moralinas, más no desde un punto de vista dicótomico en que lo planteas tú, o sea el del libro "bueno" que tiene venderse y el del libro "malo" que tiene rechazarse.

2.- tus conclusiones silogísticas en este caso son apresuradas, por decir lo menos: "si es válido no vender un libro porque se juzga es malo, pues entonces es enteramente válido lo que ha hecho la librería, que es precisamente eso", bajo este criterio muchas grandes librerias (vendedoras de verdaderos bodrios, libros infames y best sellers, libros de autoayuda... Og Mandino, Cornejo y compañía, doctor Wayne Dyer, etc.) hubieran quebrado hace mucho tiempo, lo cual en la práctica contradice tu teoría dicotómica el del libro bueno y el libro malo ¿? Y es que a los señores libreros no les interesa, en el fondo, si el libro es bueno o malo, sino que de alguna manera sea publicitado o que maneje temas de captación de audiencias y que venda, casos tienes a granel, sin contar los libros sobre chismes o novelas (malísimas) sobre personajes conflictivos o personajes históricos, etc.

3.-Lo que quise plantear -y que al parecer no se ha leído- es que muchos opinantes sólo conocen el título del libro o a lo mucho la carátula y ni siquiera se han preocupado en leer para poder su derecho a crítica, ese es el principal problema aquí, un problema de falta de lectura y de reflexión, un problema que arrastran buen porcentaje de los asiduos a blogs, acostumbrados sólo a leer reseñas o "consejos" de terceros.

4.-Ya que nadie lo ha mencionado, el libro de Carrillo ha sido editado -y creo yo es un acierto del editor- para vender. El CD que acompaña el libro y el libro mismo hacen un producto atractivo tangible -al margen de mi opinión- lo que se llama el "libro objeto". De otro lado los vídeos hechos en base a argumentos sacados del libro -y que conforman la edición- también tienen una calidad notable y, por ejemplo, el trabajo de Cancho, el videasta -a quien tengo el gusto de conocer- ha sido reconocido en varios concursos de vídeos entre las que está el 1 Minuto de Teléfonica, entre otros (acaso una integración de este tipo no hace atractivo su adquisición).
5.-A pregunta directa respuesta directa: ¿has leído el libro de Carrillo?, porque todo lo anotado arriba sólo son supuestos, nada in estricto que nos pueda hablar -o concluir- que el libro es realmente "malo", como afirmas, al parecer guiado por pequeños detalles que no logran explicar el problema real ya anotado arriba; he ahí donde, creo yo, está la "torpeza", de todas formas uno puede "pecar" por "error" o, por no tener bien afinados los espéculos, pero "pecar" por caja de resonancia es absurdo.
6.-Quiero terminar anotando unas palabras de tu factura, escritas en el lejano "Alfareros" pg. 41: "...El alcance, la difusión y la accesibilidad de la poesía (podemos reemplazar éste término por el de escritor y no cambia en nada la expresión) es la justa solo para quienes ya están metidos en esto, para ampliar una frontera hace falta trabajo en otro nivel", y justamente, estimado Faverón, ese nivel contradictoriamente no es avalar la censura, sino luchar por la difusión del libro o -por lo menos- debatir sobre el libro en base a una lectura. Y que sean los lectores al fin y al cabo los que se encarguen de censurar a quien sea.
R.Y.

LuchinG dijo...

Si lo que dices es que Carrillo es tan malo que su obra se convierte en pornografía, y que esa librería no acepta ese particular tipo de pornografía (no se sé si venda autoayuda -género en el que abunda lo porno, y no me refiero a sexo- pero no me sorprendería verla allí), me parece un criterio perfectamente valido. Pero esa es una explicacíón que le toca dar a la Casa Verde.

Anónimo dijo...

quièn le explica a ybarra que precisamente todititito el contenido de su post es precisamente de lo que no se trata aquì???

Anónimo dijo...

Ybarra:
En ningún momento se está poniendo en tela de juicio la calidad del libro. Lo que se está señalando es la "sin razón" de la protesta que levanta una "censura" que no es.
Te sugiero que leas la razón de ser del post, con el cual concuerdo en gran medida, porque en él no se pone en tela de juicio a Carrillo, sino la mal llamada protesta.
Si estás en una confusión nadie va a dudar de tu nivel intelectual, que lo tienes, pero hacer hincapie en un patente error de apreciación es meterse en un círculo vicioso donde nadie es capaz de aceptar que se equivocó.
Otra cosa: Paolo de Lima ha dejado en claro que él no firmó esa carta de protesta, la pregunta es: ¿no habrán otros a quienes se les haya incluido sin previa consulta ya que no todos tienen un medio como el sr De Lima para ofrecer su deslinde?
Saludos.

Félix Reátegui dijo...

La posición de Rodolfo Ybarra persiste en un error grande: si el libro del que se habla es bueno o malo es del todo trivial para lo que está en discusión (por lo demás, Gustavo no ha afirmado en ningún momento que aquél sea malo, ni que sea bueno). La cuestión es la libertad de un librero para vender los títulos que prefiera basándose en criterios de calidad, rentabilidad, amistad o lo que fuere. Si toma malas decisiones basadas en malos criterios, él debe ser quien pague las consecuencias. Esto lo explica Daniel con entera claridad. Diría inclusive que es irrelevante qué explicación --sólida o absurda-- pueda haber dado la librería sobre su decisión. ¿Hay algún caso en que la decisión de no vender ciertos títulos merezca el rechazo público y, eventualmente, la acción legal? Desde luego: por ejemplo, si se descubriera que el vendedor rechaza títulos de manera sistemática basándose en las características étnicas del autor. Pero no es eso de lo que se está hablando. Insistir en la cuestión de la calidad, buena o mala, del libro, conduce a callejones sin salida o, peor, a callejones con salida autoritaria: que una vez que un libro ha sido definido oficialmente como bueno, las librerías fueran obligadas a venderlo.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Ybarra: esta es una discusión sobre los derechos de los libreros a vender lo que ellos quieran, no una conversación sobre la obligación de los libreros a vender libros de Carrillo.

Y tampoco es una conversación sobre el libro de Carrillo. Para decir que los dueños de una librería deben tener siempre la libertad de elegir los libros que quieran es completamente innecesario referirse al contenido de un libro en particular.

Tanque de Casma dijo...

Gustavo

Tu punto de vista lo has explicado bien y claro, pero igual no me convence. Una buena razón para que no comparta tu opinión es lo que ha escrito Luching. Pongámonos en los zapatos de Carrillo. Me parece que tiene el suficiente derecho para sentirse discriminado, quejarse por ello y pedir solidaridad en quien lo quiera apoyar. Cuando he hablado con él me expresó que su deseo no es imponer que vendan su libro a la fuerza, sino señalar que lo discriminan por el tema del que escribe. Que consiga publicidad por este motivo es anecdótico. Dicho sea de paso, poca gente se ha enterado del asunto y no creo que se esté volviendo un best seller por todas estas movidas (y si lo fuera, bien por Carrillo).

Otra cosa. Tu ejemplo de Larcomar no creo que se aplique a este caso. Imagínate otra situación. Que estamos en los años sesenta y un poco conocido en ese entonces Oswaldo Reynoso tiene problemas en colocar Los inocentes en una buena librería. La razón: la temática de su obra. ¿Hay motivo para quejarse? Yo creo que sí, como lo hay de quejarse de la pobre cartelera de cine local. Creo que tienes algún post dedicado a este tema, pero tal vez recuerdo mal. Pero una cosa es quejarse y otra cosa imponer. Nadie ha pedido a Carrillo en el plan lector, sólo ha sido una queja contra una - según los indicios - discriminación.

De todas formas, acepto que tanto tu postura como la de quienes les ha mortificado el veto son debatibles. Sin embargo, yo me identifico más con el segundo grupo, por lo que he suscrito la carta. (Igual que Daniel Salvo, creo que debió pulirse la carta, pero además, no debió irse por las ramas y centrarse en el veto. De todas maneras, prefiero estar de ese bando que avalar una actitud que no comparto)
Saludos
Ernesto

Tanque de Casma dijo...

Felix
Acabo de leer tu comment y me surge una curiosidad. Tú señalas que es válido el rechazo del público ante una actitud discriminadora de índole étnico. Con esa misma lógica ¿no podría ser valedero el rechazo del público a una discriminación por la temática de la obra? Ojo que digo rechazo y no imposición de qué vender o qué no vender.
Saludos
Ernesto

Gustavo Faverón Patriau dijo...

En efecto no voy a explicar más mi posición porque está clara y si hay quienes no quieren entender razones, allá ellos. Nadie puede defender la libertad de atropellar la libertad ajena, así de simple. Si un día me dices que la Biblioteca Nacional ha rechazado los libros de Carrillo, yo voy a ser el primero en quejarse, pero si me dices que los dueños de una librería seleccionan los títulos que quieren vender, vas a tener que hilar muy fino para hacerme ver qué tiene eso de malo.

Max Palacios le ha dicho de todo a los dueños de La Casa Verde, incluso los ha llamado intolerantes, prepotentes, castrantes y no se qué otras necesades. Nadie es más prepotente que quien produce un objeto y me quiere obligar a venderlo. Nadie es más intolerante que quien no puede aceptar un no.

Daniel Salvo dijo...

Hola señor Daniel Salas, a los años. Cito un párrafo suyo.

"Pero todo agente privado tiene derecho a la arbitrariedad; de otra manera, los negocios no podrían definirse de manera particular, según su propia idea de público y de servicio."

Completamente de acuerdo. Nadie va a interponer una acción legal contra una empresa que ejerza su derecho a la arbitrariedad.

Será por eso que nadie debe quejarse si una empresa publicitaria sólo emplea modelos de ascendencia caucásica para sus spots, ¿no?. Tampoco deberían organizarse ridículos plantones frente a discotecas racistas, pues la empresa tiene derecho a reservarse el derecho de admisión.
Y menos, indignarse cuando uno ve un aviso de una empresa solicitando personal "de buena presencia".

Yo creía que el liberalismo era una doctrina humanista, no la excusa perfecta para la perpetuación de ciertas prácticas retrógradas.

En cuanto a las referencias a las prohibiciones velasquistas...¡claro que es cierto! Tengo copia de la resolución ministerial que prohibió la importación de los cómics Batman y Titanes interplanetarios, así como las novelas de terror. Humberto Santillán Arista, autor de mis textos de literatura de secundaria,
dedicó algunos párrafos a aplaudir estas medidas.

Es decir, es más o menos la misma historia con diferentes actores. En la primera versión de la historia, era imposible discrepar. Hoy, por lo menos, uno puede alarmarse ante un deja vu...

Tanque de Casma dijo...

Gustavo

Bueno, queda claro que nadie convence a nadie en este asunto, y cada cual tiene sus razones. Pero ya que te refieres a la Biblioteca Nacional, hay un tema relacionado a ella en la ley del libro recientemente propuesta y la reacción de los libreros que me ha causado un poco de preocupación y quiero compartir contigo. Dice lo propuesto por la congresista Luciana León que se exonera al depósito legal de cuatro libros a la BNP a todos los títulos importados salvo de autores nacionales. Los libreros piden que incluso los nacionales estén exentos. Yo sé que lo ideal es que la BNP compre toda publicación que llega al Perú e inclusive los títulos de interés que nadie importa, pero eso es utópico. ¿Qué hacer? ¿Está mal pedir este depósito legal pues afectaría la importación de libros? ¿No es lógico al menos pedir los libros de autores peruanos como una especie de impuesto? La verdad que yo me quedaría con la antigua ley que exigía ejemplares de toda importación para la BNP. ¿Tú qué opinas?

Disculpa que me desvíe del tema, pero ya que hablas de la entrañable Biblioteca Nacional supongo te interesará.

Un abrazo

Ernesto

Anónimo dijo...

Salaz: sinceramente crees que la "libertad" del creador es economicamente equiparable a la "libertad" del vendedor? En la "democracia" que tu propugnas se perpetua la injusticia, se la hace pasar por una abstracta "libertad".
Felix: asombra lo acomodaticio de tu postura, puesto que si aceptarias rechazo o accion legal contra la discriminacion sistematica de un autor por razones etnicas (y eso iria de frente contra la idolatria de la propiedad privada de Faveron/Salaz) te haces al de la vista gorda ante otro tipo de discriminaciones, en este caso de expresion religiosa o sexual (recordando los motivos que aduce la duena de la casa verde para no vender el texto en cuestion). Es decir, solo si la discriminacion fuera etnica y sistematica discreparias con las genuflexiones de Faveron/Salaz ante el mercado? Para ti parece que la discriminacion racial importa pero no otros tipos de discriminaciones.
Faveron: nada que decir a una persona impermeable, excepto revisar la excepcion cultural que se propugna en contra del irrestricto libre mercado.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

En el Perú hay librerías que se dan el trabajo de importar ellas mismas sus libros, en cantidades muy pequeñas. Gracias a eso en Lima se pueden conseguir ejemplares de libros publicados por editoriales que no tienen representantes o distribuidores en el Perú. Si una pequeña librería importa diez ejemplares de un libro para regalarle cuatro de ellos a la Biblioteca Nacional, entonces estará perdiendo su dinero y le convendrá más no importar absolutamente nada. Para mí la solución evidente es que se pida donar ejemplares de un libro siempre y cuando la importación sobrepase un cierto número más o menos elevado de ejemplares (digamos: donar un ejemplar si se importaron entre 100 y 200, donar dos si se importaron entre 200 y 500; donar tres si se importaron más de 500). De todas maneras, me parece evidente que nada de eso es lo ideal: el Estado debería dotar a la Biblioteca Nacional de los fondos suficientes para funcionar correctamente, en vez de tratar de vampirizar a los importadores privados. Y hay otra cosa: no puede ser que el fondo editorial de la Biblioteca Nacional dependa de qué sea lo que los libreros privados decidan importar. La BN tendría que estar libre de ese tipo de condicionamientos y para eso necesita un presupuesto decente.

RODOLFO YBARRA dijo...

Faverón: si más no recuerdas el título del post es "libertad de qué" y la primera llamada o subtítulo: "Sobre la mal llamada censura a un libro de Carrillo". Ahora resulta que -siendo este blog dedicado a la literatura- no interesan los contenidos ¿?,
ni -aunque el subtítulo y la carátula así lo indique- el libro de Carrillo, puesto -no solo- de ejemplo, sino de iniciador de un debate en el que se ven enfrentados las libertades de los libreros y los derechos de un escritor a ser promocionado.
Por otro lado, afirmas: "Para decir que los dueños de una librería deben tener siempre la libertad de elegir los libros que quieran es completamente innecesario referirse al contenido de un libro en particular". Podrías decirme, entonces, cuAles son los caracteres a los que hay que referirse y sobre los que se sostiene la susodicha "libertad de elegir" de los libreros. Creo que la fractura de la comunicación radica en intereses superestructurales -claramente- enfrentados.

Anónimo dijo...

Es cierto que esto no es una discucion sobre la calidad del libro de Carrillo, pero es increible ver como Felix Reategui, Salas y Faveron se cierran ante la posibilidad que una libreria pueda tener una actitud de censura o prohibicion, como lo quieran llamar.

Una libreria puede vetar a quien quiera pero eso no impide que el autor y especialmente los lectores reclamen y exigan una explicacion por esa actitud. Mas aun si la libreria acepto inicialmente vender el libro. Ademas, esto ultimo puede dar pie a una accion legal de parte del autor contra la libreria.

En particular a mi sorprende Felix Reategui, sociologo él pero tan obtuso en su analisis. Increible.

Este ejemplo les puede dar mas luces, es un caso algo distinto pero toca varios puntos de esta discusion:
Vetado por libreria Borders

Anónimo dijo...

El articulo enlazado arriba termina en:

"Note to Borders Executives: If, after this column is published, you retaliate by removing my book from your shelves, or hiding it in the "humor" section or underreporting its sales to the New York Times list, I will come at you with everything I've got..."

Si pues y despues dicen una libreria no puede vetar, censurar o prohibir un libro.

Anónimo dijo...

yo imagino a militares y terroristas disparando, macheteando, sadiqueándose con inocentes, pensando para sus adentros "prefiero pecar por inexactitud que por inacción"

antoniotamariz dijo...

Al margen de las posiciones, creo que es saludable encontrar en este espacio un debate sobre ideas y evitando los argumentos ad hominem. Hago un paralelo entre lo que se dijeron hace algunos Hildebrandt y Mariátegui y lo que estupendamente se dicen aquí Faveron e Ybarra, a quienes considero dos de los intelectuales más importantes del país.

Saludos

LuchinG dijo...

Tanque: Ojo: yo no estoy diciendo que Carrillo tenga derecho alguno a poner sus libros en esa librería, no lo tiene; lo que digo que si Feria da la imagen pública de una defensora de derechos humanos, tenemos todo el derecho del mundo a preguntarle cuál fue su relación con Sendero; y de la misma forma, si la dueña de la Casa Verde quiere dar la imagen pública de una difusora de la cultura, tiene que explicarnos por qué rechazó el libro de Carrillo, nada más. Pero si lo que la dueña de la Casa Verde pretende ser es simplemente una distribuidora de libros, tal como un tendero es sólo un distribuidor de abarrotes, pues no tiene que explicar nada.

Daniel Salvo: Sobre la publicidad de las megatiendas, creo que la cosa va por el mismo lado: ellos invanden el "espacio" público con su publicidad, eso justificaria los plantones. Yo creo que esa es una reivindicación muy pobre, como si alguien protestara para que el próximo capitán del Enterprise fuera un latino, aun si los consumistas son muchos más que los trekies.

Anónimo de las 11:22: Es dificilísimo demostrar que la raya de la moral debe trazarse en un determinado lugar. A ninguno nos cabe la duda de que discriminar a alguien por su raza o preferencias sexuales es inmoral, y tener sexo con menores es un tabú que no existe en otras sociedades (ver aqui), pero acá estamos hablando de violación de menores; si lo que quiere la librera es no darle tribuna a alguien que toma algo tan grave como un juego, la comprendo perfectamente. Pero hace falta que lo diga.

Ybarra: Esa pregunta la puedes responder tú mismo si tratas de imaginarte en la situación de la librera. ¿O es que acaso para ti todo es válido? ¿Eres un amoral?

schatz67 dijo...

Coincido al 100% contigo Gustavo y no deja de sorprenderme la tozudez de los que insisten en ver censura,discriminación y complots en el derecho que le asiste al dueño de la librería de elegir que se vende y que no en sus anaqueles.

La manera en la que los dueños esgrimieron su derecho fue algo torpe pero eso no da pábulo para que se le haga un cargamontón acusandolo de mil sandeces.En todo caso más torpe es la redacción de la carta de marras.

Saludos

Jorge

Anónimo dijo...

bueno pero creo que gustavo faveron y todos los demas estan hablando sobre algo absolutamente distinto de lo que habla rodolfo ybarra,

LuchinG dijo...

Me olvidaba:
Es comprensible que la sociedad le haga exigencias a Microsoft, que tiene el 90% del mercado de sistemas operativos y es prácticamente imposible para la mayoría funcionar sin él, o a MacDonalds, que en Manhattan tiene como cincuenta restoranes (según "Superzise me", con los únicos espacios a la mano de juegos para niños), o a Ripley y Saga, que invaden el espacio público con su propaganda, pero no creo que se pueda hacer eso con los ditribuidores de películas, porque la mayor parte del mercado está en la piratería (y ya localicé el puestito de clásicos en Polvos azules el fin de semana pasado), y tampoco a la Casa Verde, que tiene ¿dos tiendas nada más?, y a parte, los afectados son una pequeñísima fracción de los ciudadanos de este estado: los lectores frecuentes de literatura. Si La Casa Verde tuviera el 60% del mercado de la distribución de libros, yo también habría firmado la protesta (previa revisión de la obra, por supuesto, porque si efectivamente en un bodrio pornográfico, naranjas huando).

Anónimo dijo...

Sé tambien el caso que Miguel Ildefonso, que tampoco fue consultado para firmar esa carta de apoyo, y sale su nombre.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Ybarra: No puedes someter una discusión sobre derechos al dato accidental del contenido de un libro en particular. O bien La Casa Verde tiene derecho a seleccionar sus libros en función del criterio que prefiera, o bien no lo tiene. Yo pienso que sí y, de hecho, hasta ahora nadie en esta discusión ha sostenido lo contrario. Ni siquiera tú. Sé consecuente con ello.

Félix Reátegui dijo...

Estimado Ernesto: yo creo que para que la figura jurídica y social de la «censura» tenga un sentido y para que la denuncia de ella tenga fuerza como una forma de preservar una convivencia justa ―donde se respeten los derechos de la gente―, es útil delimitarla y no emplearla distraídamente. (Hago la analogía formal ―no de contenido― con el término «genocidio»: este es, como se dice, el más grave de los crímenes en el derecho internacional; para que tenga fuerza, hay que emplearlo con cierta delimitación categorial en lugar de decir que hay «genocidio» cada vez que se ha matado a un montón de gente). En el caso que discutimos, cuando yo pongo por ejemplo la discriminación étnica me estoy refiriendo a lo siguiente: hay que pensar en que hay bienes jurídicamente protegidos y socialmente apreciados, bienes cuya vulneración no debemos permitir a nadie: uno de ellos es el trato igualitario sin reservas de carácter étnico (o de género u otros que reclaman otros comentaristas: para ellos espero que ahora sea obvio que puse un ejemplo; no hice una reducción del problema a la discriminación étnica). La pregunta es: ¿ponemos en la misma categoría de bienes, digamos, la no discriminación sobre la base del «tema sobre el cual escribo»? No niego esa posibilidad teórica: después de todo, es también una convención ―una preciosa convención, conquistada o construida históricamente― nuestro rechazo a la discriminación étnica, de género u otras. Pero, en la práctica, y en el estado actual de nuestra civilidad, me parece que no estamos en ese punto y tendría muchos problemas para admitir que «etnia», «género» y «tema literario» son cuestiones del mismo orden.

Creo, también, que en esta discusión es necesario no perder de vista lo siguiente: que hay dos esferas, una pública y una privada; que la accesibilidad máxima es algo que tenemos que reclamarle sin concesiones a la esfera pública (se ha puesto el ejemplo, que viene al punto, de lo que esperaríamos y de lo que no aceptaríamos como política de la Biblioteca Nacional). Ahora bien, en la esfera privada ―de eso se trata el comercio de libros― lo que tenemos son agentes que ejercen su libertad: creo que esto es un consenso, incluso en esta discusión: aun quienes defienden la postura de que aquí hay una censura no se han declarado partidario de la regimentación estatal de la oferta comercial. Bien, si somos coherentes con ello ―y extremo adrede el argumento― entonces el que una librería no quiera vender un libro porque le resulta poco rentable o porque se proclama adherente de ciertos «principios morales» o por lo que sea, difícilmente configura un caso de censura. ¿Significa esto que quienes objetamos ese uso del término seamos unos partidarios del «capitalismo salvaje»? Desde luego, no. Esa actividad privada tiene, ciertamente, límites: no puede atropellar esos bienes de los que venimos hablando; por eso, reconocer la libertad de contrato de los agentes privados, no impide condenar la marginación racial en las discotecas y no impediría, tampoco, denunciar moralmente y legalmente que un autor sea excluido de los estantes de una librería en razón de su condición étnica o de género u otras que pertenezcan a ese mismo orden de bienes.

Dicho esto, hago una última precisión, aunque ella no atañe a la pregunta que me planteabas. Se está generalizando una confusión entre criticar y prohibir. Encuentro que en estas discusiones, a menudo, cuando alguien dice «X no tiene razón cuando dice Y» salta como por un resorte la acusación de autoritarismo. Todo el mundo tiene derecho a reclamar si se siente afectado por algo. Y, que yo sepa, nadie aquí ha dicho que el escritor Carrillo u otros deberían ser reprimidos por reclamar. Cosa distinta es aclarar si aciertan o no en sus argumentos.

Saludos.

Daniel Salvo dijo...

El anónimo de las 9:19 dice

yo imagino a militares y terroristas disparando, macheteando, sadiqueándose con inocentes, pensando para sus adentros "prefiero pecar por inexactitud que por inacción".

Creo que el que se está sadiqueando es otro. Me parece que en psicología eso se llama transferencia, cuando atribuimos a otros impulsos y sentimientos que en realidad son los nuestros.

En todo caso, quien acaba de proporcionarles a militares y terroristas una excusa para una matanza eres tu, no yo.

LuchinG dijo...

Puse este comentario después de mi anterior intervención, pero parece que no pegó:

Es comprensible que la sociedad le haga exigencias a Microsoft, que tiene el 90% del mercado de sistemas operativos y es prácticamente imposible para la mayoría funcionar sin él, o a MacDonalds, que en Manhattan tiene como cincuenta restoranes (según "Superzise me", con los únicos espacios a la mano de juegos para niños), o a Ripley y Saga, que invaden el espacio público con su propaganda, pero no creo que se pueda hacer eso con los ditribuidores de películas, porque la mayor parte del mercado está en la piratería (y ya localicé el puestito de clásicos en Polvos azules el fin de semana pasado), y tampoco a la Casa Verde, que tiene ¿dos tiendas nada más?, y a parte, los afectados son una pequeñísima fracción de los ciudadanos de este estado: los lectores frecuentes de literatura. Si La Casa Verde tuviera el 60% del mercado de la distribución de libros, yo también habría firmado la protesta (previa revisión de la obra, por supuesto, porque si efectivamente en un bodrio pornográfico, naranjas huando).

Anónimo dijo...

ybarra si sigues insistiendo en algo que no tiene razòn de ser en este debate sì vamos a empezar a dudar seriamente de tu capacidad de razonar màs allà de tus piruetas verbales ,daniel salvo perdòname pero un comentario tan desacertado como "prefiero equivocarme por inexactitud que por inaccion" es como ya lo dijeron muy lamentable porque entonces ahì sì se ve clarito la falta de seriedad para emitir una opiniòn , cosa que por lo visto abunda en cantidades industriales por aquì , còmo es posible decir: sì, creo que la carta estaba mal escrita, y entonces còmo firmaste??? bueno, esa , entre otras perlas como que prefieren estar en ese bando aunq el mamarracho sea impublicable , hayan firmas que nadie firmo, acepten de manera tàcita los puntos generales de lo que aqui se viene discutiendo ,en fin, còmo se llaman intelectuales si no se dan aunque sea 15 minutitos al dia para pensar un poco ???

Anónimo dijo...

Efectivamente, en psicología eso se llama transferencia. Cuando un razonamiento tan impresentable como "prefiero pecar por inexactitud que por inacción" es considerado una "excusa" en la boca de otro, cuando en realidad sólo puede ser "excusa" para uno mismo. No era una "excusa", tu lo estás "transfiriendo" así. Era un comentario indignado.

Venga, de verdad te pareció que eso podría servir de excusa para militares y terroristas?

Digamos que eso puede ser una excusa, pero de ahí a que sea aceptable (o inteligente...).

Nada personal, todo el mundo dice un disparate en algún momento de su vida (incluido tu e incluido yo), sólo me llamó mucho la atención aquello que consideré un disparate y que -según veo- tu consideras una excusa. No era mi intención molestarte, ni asociarte a militares abusivos o terroristas igualmente abusivos, entiendo que el comentario te haya resultado molesto, mis disculpas, otra vez.

Saludo el diálogo que hay por aquí.

Anónimo dijo...

era de esperarse, félix reátegui, jorge riveros, daniel salas y gustavo faverón justificando el prejuicio de los entes privados. señores, nadie tiene derecho ganado al prejuicio, nadie debería arrogarse el derecho a la exclusión, mucho menos una librería, que no es lo mismo que un sitio de expendio de tomates. alguien se acuerda de esta vieja palabra: humanismo?

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con Reátegui.

XIGGIX dijo...

El debate muy interesante, solo quisiera agregar, con el animo de exorcisar el numero pornografico en el que han quedado los comentarios, que si bien no conozco al señor carillo, si me parece que el tema pasa por la falta de pluralidad que debe de existir en todo ambito cultural y eso, me parece, es lo que la ha faltado a la libreria

Fernando Velásquez dijo...

en todo caso, los responsables del libro en cuestión están aprovechando muy bien este asunto en términos publicitarios. la negativa de la casa verde de vender el libro ha generado un pequeño escándalo que le ha dado bastante visibilidad a la obra, ¿no es cierto? una visibilidad mucho mayor de la que hubiera tenido si el libro se hubiera perdido en los estantes de la librería. las ventas en la casa verde no hubieran convertido al libro en un éxito de ventas, su negativa finalmente los favorece. así que, visto desde la perspectiva del negocio, el libro "vetado" sale ganando. yo supongo que en su fuero interno, autor y editor deben estarle agradeciendo a la gente de la casa verde esta celebridad tan inesperada, a la que se han subido como si fuera un tsunami y ellos felipe pomar. ¿qué van a hacer si no?

Max Palacios (Lima, Perú) dijo...

Gustavo:

Siempre he disfrutado de la ironía como un recurso persuasivo y de defensa, pero de la ironia sutil, inteligente y refinada; sin embargo, cuando la ironía es burda, grosera y desubicada se convierte en algo de muy mal gusto.

Los lectores que revisan tu blog, que son miles, respetan tu opinión porque piensan que eres una persona inteligente y lúcida; sin embargo cuando te dejas llevar por el impulso pierdes mucha objetividad (y lectores, de paso).

Cuando hable sobre el curso de Teoría Literaria me estaba refiriendo a que si una persona realiza un análisis literario de un tema estrictamente literario, tiene que tener ciertas competencia que convaliden lo que refiere. De no serlo, su afirmación puede ser arbitraria e incompetente. Y si quieres ser académico y exquisito, en San Marcos llevamos 4 Teorías Literarias, estudiando a Bajtin, Lacan, Mignolo, Foucault, Derridá, Fontanille, Eco, Zizeck, y una lista interminables de autores. No se trata de ver quién ha leído más, sino de defender un derecho legítimo y justo.

¿Cómo puedes poner en cuestión que tus lectores hayan leído a Sade, Miller o Nabokov? Esos libros son lecturas primarias para un adolescente preocupado por leer a los autores réprobos.

Si quieres hablar de teoría psicoanalítica discutamos sobre las teorías de la verdad en Lacan, pero no sobre algunos complejos freudianos que se puedan desprender de una obra literaria. Eso ya es anacrónico y obsoleto.

Si alguien dice que el libro de un autor es literatura "pedófila, pornográfica y satánica", ¿acaso no está haciendo un juicio de valor que nada tiene que ver con los valores literarios que pueda tener el libro? Y si, además, alguien afirma ante un periodista: "Esta es mi librería, y eso lo decido YO", ¿acaso no está tomando una actitud prepotente y arbitraria?

En este asunto existen 2 cosas: los que defienden la libertad de una empresa privada de censurar y "calificar" un texto literario (cosa que no es una práctica usual en otras librerias del medio) y los que defiende el derecho a protestar ante una censura y la lbertad de expersión y creación de un autor. Mi elección es por lo segundo, así sea el dueño de toda una cadena de librerias limeñas. Es cuestión de "principios" no de "coyunturas".

Nadie va a obligar a ninguna librería a exhibir determinado libro, pero algunas actitudes dejan mucho que desear en este mundo literario limeño, que es tan pequeño y tan susceptible.

Ya los lectores sacaran sus conclusiones.

Un abrazo y gracias por el debate (que espero sea alturado, esta vez).

Anónimo dijo...

Felix, sigue asombrando la delicadeza con que, contradiciendote, tratas de salvar una argumentacion insostenible. Tu desliz va por los vagos "otros" casos que admites sin nombrar y rapidamente vuelves a meter en el sombrero de mago. Te cito:
1. "hay que pensar en que hay bienes jurídicamente protegidos y socialmente apreciados, bienes cuya vulneración no debemos permitir a nadie: uno de ellos es el trato igualitario sin reservas de carácter étnico (o de género u OTROS que reclaman otros comentaristas..."
2. "La pregunta es: ¿ponemos en la misma categoría de bienes, digamos, la no discriminación sobre la base del «tema sobre el cual escribo»? No niego esa posibilidad teórica: después de todo, es también una convención... nuestro rechazo a la discriminación étnica, de género u OTRAS"
3. [Sobre la empresa privada} "Esa actividad privada tiene, ciertamente, límites: no puede atropellar esos bienes de los que venimos hablando; por eso, reconocer la libertad de contrato de los agentes privados, no impide condenar la marginación racial en las discotecas y no impediría, tampoco, denunciar moralmente y legalmente que un autor sea excluido de los estantes de una librería en razón de su condición étnica o de género u OTRAS que pertenezcan a ese mismo orden de bienes"
A ver, de que bienes "venimos hablando" si no de unos nombrados y otros a la fuerza puestos sin nombre para luego ser elididos? Primero estaban puestos en el mismo orden, finalmente -sin explicar- pasan al tacho de lo que no es "ese mismo orden". Hay que concederte que admites "dificultad" para argumentar lo que en principio proponias. Justificas esa dificultad en terminos practicos -aca todo el plano teorico borra sus trazas: "Pero, en la práctica, y en el estado actual de nuestra civilidad, me parece que no estamos en ese punto y tendría muchos problemas para admitir que «etnia», «género» y «tema literario» son cuestiones del mismo orden"
Mandrake! o arte de birlibirloque? Desaparecieron los "otros" bienes que habria que proteger: todo queda en un muy practico asunto (para no decir la ridicula frase 'politicamente correcto') "etnico" y de "genero". De hecho, lo "otro" se transforma aca en "tema literario". Como si lo etnico o de genero no fueran, tambien, "tema literario" que ha sido y es, por eso mismo, tantas veces rechazado (para no decir "censurado') o ridiculizado (como ciertos posts sobre declaraciones de Lessing)
En fin, lo que queda en claro es que los idolatras del libre mercado irrestricto o restringido teoricamente en parte pero no en la practica, creen mas en la libertad economica de quienes poseen de modo privado los medios de distribucion cultural, que en la libertad economica de la mayoria. A eso le llaman "libertad" en abstracto.

RODOLFO YBARRA dijo...

Estimado Luching, de qué moral estamos hablando, no será desde la moralina pequeño burguesa, o desde los retruécanos del libre mercado que corrompe mentes lúcidas para ponerlas a su servicio como nanas de Damián. (Ahora resulta que por defender un libro de ficción sobre el horror voy a terminar siendo amoral ¿?).
Sí, Faverón, soy consecuente, nada más que la mayoría de los opinantes están en la ribera de los escritores, he ahí donde entra a tallar otras variables que sería tedioso enumerarlas. En otras palabras si quieren tratar a los libreros como si fueran todos Mejía Baca (un esprit de finesse) o baluartes de la filantropía, allá ustedes. Cada uno se explica a su manera y defiende lo que tiene que defender. El (mal)uso de la razón, a veces, es un pretexto para sostener lo insostenible.

Anónimo dijo...

http://mx.youtube.com/watch?v=D36nW3luppY

Anónimo dijo...

"Cualquiera que quiera opinar sobre literatura debería saber que la forma estética de una narración es consustancial a su contenido ideológico o moral."

Manya que bacan esa frase, me gusta, es verdad, no?

La señora de La casa verde, sencillamente no desea vender el libro. Ya parenla y para mi es obvio que Carrillo desea levantar polvo de este suceso, con la finalidad de ventas y de publicidad: su libro esta a la venta en Crisol, El Virrey y otras librerias. Total??? cual es el cherry.

Anónimo dijo...

estimado Daniel Salvo, en sicologia eso yo te diria que NO se llama transferencia, sino PROYECCION; un mecanismo de defensa tipico de los paranoicos: esa costumbre terrible de atribuir en el otro, conductas o actos propios.
La transferencia es otra cosa amigo.

Daniel Salvo dijo...

Agredezco muchísimo las amables logomaquias.

Anónimo dijo...

Creo que ibarra defiende lo correcto (salvo algunas afinaciones), Gustavo tienes que aceptar que no siempre se puede tener la razón. Saludos

Percy García

Tanque de Casma dijo...

Estimado Félix

Interesante como planteas tus argumentos. Entiendo que para ti quejarse de una discriminación étnica tiene más legitimidad que quejarse de una discriminación por la temática de un libro. Eso no te lo discuto. Pero negarle a una selección de cuentos la categoría de literatura por la temática que trata sí me parece una actitud merecedora de rechazo.

Otra cosa. Si la librería en cuestión tiene otros libros con el mismo tipo de temas, habría que preguntarse cual fue el motivo del rechazo. Como dijo Luching, si no me equivoco, que unos tienen unos siglos muertos y Carrillo es un poco conocido escritor que viste de metalero. También me parece válido rechazar ese criterio de selección para una librería. La librería está en su derecho en emplearlo, pero también sus potenciales clientes en quejarse.

Al final de tu comment dices: "Todo el mundo tiene derecho a reclamar si se siente afectado por algo. Y, que yo sepa, nadie aquí ha dicho que el escritor Carrillo u otros deberían ser reprimidos por reclamar. Cosa distinta es aclarar si aciertan o no en sus argumentos."
Dime, ¿qué argumentos hubieran sido acertados en tu opinión para quejarse de esta discriminación?

Un abrazo
Ernesto

Gustavo Faverón Patriau dijo...

En efecto, negarle la categoría de literatura a un libro por los temas que trata está mal y es criticable: no hay temas "literarios" y temas "no literarios". En efecto, como dices tú mismo, ese no ha sido el caso, y la presencia de otros libros eróticos en La Casa Verde deja eso muy claro. ¿No sería tiempo, entonces, de dejar de usar ese argumento?

La Casa Verde también debe de haber rechazado las memorias de Yesabella y las de Mario Poggi (y no estoy comparando a Carrillo con estos otros, claro está). A pesar de eso deben de vender las de Semprún y las de Primo Levi: ¿incoherente? ¿Si aceptan una memoria tienen que aceptarlas todas? ¿Rechazan a Mario Poggi porque tiene el pelo verde?

(A propósito: Ernesto, ¿a qué se debe que inventes un argumento como ese de que La Casa Verde rechaza a Carrillo porque se viste como punk? ¿No te parece arbitrario, demagógico y un tanto irresponsable armar teorías así, de modo tan liviano, sólo para empecinarte en que hiciste bien firmando una carta de censura cuyos argumentos hasta ahora no puedes ni defender ni justificar ni tan solo explicar?).

Tampoco me queda claro si los comentaristas que censuran la actitud de La Casa Verde (así es: los censuradores como Ernesto, Ybarra, Palacios, etc., que niegan a La Casa Verde la potestad de ejercer su propio criterio) están sosteniendo alguna de estas tres ideas:

a) Está mal que La Casa Verde considere el libro de Carrillo pornográfico, porque no lo es.

b) Está mal que La Casa Verde considere que la pornografía es censurable, porque no lo es.

c) Está mal que La Casa Verde considere que algo es pornográfico, porque la pornografía no existe.

Si lo que piensan es “a”, entonces necesitan argumentarlo refiriéndose al texto, y haciendo algo que será a todas luces entretenido: comparar de verdad a Carrillo con los autores cuyos nombres han repetido como una letanía: Nabokov, Miller, Apollinaire y el marqués de Sade.

(Pero además, si piensan esto, estarían en un aprieto adicional: estarían concediendo que, si el libro fuera pornográfico, la supuesta “censura” no sería objetable, porque la librería tiene derecho a rechazar la pornografía. Y con eso, todo dependería, quiéranlo o no, de qué cosa juzguen pornográfico los administradores de La Casa Verde).

Si lo que piensan es “b”, será interesante escuchar sus motivos, porque se tratará inevitablemente de motivos morales, y por lo tanto su explicación tendrá que acabar con una fundamentación de por qué los dueños de La Casa Verde tendrían que seguir la moral de los amables comentaristas en lugar de su propia moral.

(Además, tendrían que acusar abiertamente de censuradores a cada dueño de una librería que se niegue a vender Hustler o Penthouse o cualquier otra publicación análoga --no pun intended).

Si lo que piensan es “c”, habrán dado un paso interesante en el campo de la crítica cultural, pero no uno que les sirva de argumento práctico en esta discusión. ¿Por qué? Porque yo puedo perfectamente demostrar que “pornografía” es un concepto por entero artificioso, que dibuja una delimitación arbitraria, y aún así no tendría cómo defender la idea de que un negocio no tiene el derecho a trazar esa línea imaginaria y colocársela como límite.

Yo me eximo de esas tres responsabilidades, porque lo que yo pienso es:

d) La Casa Verde, como todos nosotros, tiene el derecho de considerar que unos libros eróticos son pornográficos y que otros no lo son. Y tiene el derecho de decidir que esa librería no venderá lo que considere pornografía. Del mismo modo, tendrían derecho a decidir que sólo venderán libros escritos por feministas, o sólo escritos por católicos, o sólo libros de sociología (¿discriminación “temática”?), o que sólo venderán libros anteriores al siglo veinte (curiosamente, también podríamos convenir en que feminismo, catolicismo, sociología y siglo diecinueve son creaciones de la imaginación). Y por si acaso, por si no lo han notado, todas esas librerías existen, y nadie les reclama nada, porque, en efecto, cada quien tiene derecho a ver a qué libros, a qué temas, a qué estilos y a qué áreas les dedica el espacio en el cual ha invertido con la esperanza de que nadie venga a decirle lo que tiene que hacer con su negocio.

Tanque de Casma dijo...

Estimado Gustavo

Yo he explicado mi posición. Que no la compartas o no la quieras entender, es otro asunto. Me parece que el empecinado en que se le dé la razón eres tú.
Que Carrillo viste de metalero no es inventar un argumento, es un hecho objetivo. (Por cierto, vestir de metalero no es igual a vestir de punk, pero esos detalles son secundarios). Si quieres, obvialo. Igual, se ha vetado una obra literaria de una librería. ¿Por qué no apoyar al autor vetado?

Por cierto. El argumento de que se vetó el libro por el tema es de la librería. Tú justificas esa actitud señalando que la librería es la chacra de sus dueños, y que pueden hacer con ella lo que quieran. Ok, perfecto. Pero igual, sus potenciales clientes podemos expresar nuestro parecer sobre sus decisiones.

No te pido que compartas mi opinión, pero no le busques cinco pies al gato si compradores habituales de libros como somos, creo, la mayoría los firmantes de la carta que tanto te molesta, expresan su disconformidad hacia la política de selección de una librería.

Saludos
Ernesto

Anónimo dijo...

jajaja " creo que ybarra defiende lo correcto salvo algunas afinaciones" y dònde estaràn esas afinaciones???? me reservo el derecho de opinar y dejarlo a la libre imaginacion de todos , y otra cosa: porque todos los que defienden la idea de la censura siempre estan diciendo que no fue exacta la carta, que se debio escribir mejor, que se necesitan afinaciones??? resulta por decir lo menos curioso no???

LuchinG dijo...

Ybarra: Te pregunté si eres un amoral para descartar que lo seas. Repito la pregunta que he hecho antes: Si yo hubiera tenido una librería a fines de los setenta, al día siguiente en que Borges recibió el premio de Pinochet habría retirado todos sus libros en señal de protesta. ¿Alguien puede decir que no habría estado en mi derecho?

Si reconoces que tengo ese derecho, ¿por qué no lo debería tener la dueña de la Casa Verde, por más pequeño burguesa que sea?

Y también repito esto para que no haya malentendidos: si la Casa Verde tuviera un altísimo porcentaje de las ventas en la ciudad, al punto en que sería practicamente imposible distribuir un libro de otro modo, yo también (previo examen del libro) habría firmado la protesta.

¿POr qué? Porque una empresa con un enorme porcentaje del mercado afecta a un bien público: la amplitud de opciones. Y dificilmente una pequeña librería podría sobrevivir y darme otras opciones si tiene que competir con un gigante. Creo no es exactamente lo mismo que dice Reategui, pero se le parece bastante.

Anónimo dijo...

Max Palacios no sabe redactar correctamente una carta. Ybarra es alucinadamente terco y no acepta razones. Carrillo es mal escritor... la lista al parecer es larga.
N.P.

Anónimo dijo...

Faveron, es una cuestion de principios. Tu crees en la prioridad del propietario de la empresa de distribucion cultural para decidir "a qué áreas dedica el espacio en el cual ha invertido con la esperanza de que nadie venga a decirle lo que tiene que hacer con su negocio", mientras yo creo que tal derecho no es irrestricto, que hay responsabilidad social, y que el comprador y productor -la mayoria o minoria- tiene derecho a reclamar si se siente objeto de exclusion, veto o censura. Ademas, si crees que el propietario invierte "con la esperanza de que nadie venga a decirle lo que tiene que hacer con su negocio" tienes un perfil de propietario bien mezquino, sin mas "esperanzas" que el lucro "libre". No creo que todos los propietarios sean asi.
Por eso mismo, se entiende que digas "no tendría cómo defender la idea de que un negocio no tiene el derecho a trazar esa línea imaginaria [entre lo que es o no pornografia] y colocársela como límite"
Si siguieramos tu idea, los negocios privados de distribucion cultural tendrian todo el derecho a censurar -si, uso la palabra con todo su peso- y por lo tanto a controlar el acceso a la informacion de acuerdo a su "criterio" esperanzado en que "nadie venga a decirle(s) lo que tenga(n) que hacer".
Esa es la carta blanca del libre mercado cultural global que muchos paises resisten con el concepto de "excepcion cultural".

Gustavo Faverón Patriau dijo...

No seas palabrero, pues, anónimo. Y más bien dime cuáles son los "muchos países" donde las librerías estarían obligadas a vender los libros de Carrillo.

Anónimo dijo...

Por que les encanta hacerse problemas por nada? El libro debio parecerle pesimo a la mencionada señora. Lamentablemente donde falló fue en la defensa o argumentación de su opción. Además, hay muchas librerias, o acaso la casa verde es la unica en todo Lima? Por qué dicen censura, nadie le ha prohibido a Carrillo que escriba lo que quiera. Simplemente no le han atracado su libro en un punto. Perfecto, la dueña lo leyó luego de haberlo aceptado, lo choteó, en fin, pero de ahi a hacerse esas bolas como si hubiera pasado lo mismo de los dibujos de Quijano, es diferente. Si quieren pueden lapidar a la tia por las sonseras que dijo, pero mas alla de lo anecdotico o de tener de qué hablar entre copas, no pasa nada.

Anónimo dijo...

"Por que les encanta hacerse problemas por nada?"

Bueno, de algo hay que conversar, ¿no?

Daniel Hurtado Brenner dijo...

En el siglo XXI un autor se queja que su libro no es aceptado en una (UNA) librería. Parece que Carrillo no sale de su casa ni tiene Internet.