Nuestros signos y los signos ajenos
Es gracioso el tema de la bandera cuzqueña, la llamada bandera del Tawantinsuyo: cada vez que un cuzqueño la hace flamear para defender una causa que a algún limeño le molesta, se vuelve enormemente posible que el limeño en cuestión olvide el tema del debate y se concentre en demostrar que el bendito rectángulo multicolor no tiene razón de ser: "esa no era la bandera inca" es la frase con que los más serenos resumen su sentimiento.
Resulta curiosa esa vocación simultánea por la historia y la semiología. De cuándo aquí los limeños tenemos tanto interés en validar nuestros símbolos y contrastarlos con nuestra historia. La bandera del Perú está hecha con los colores que imaginó un general argentino (tanto como el sol de la bandera argentina es un típico diseño cusqueño de estirpe inca, y a nadie en Argentina parece molestarle).
El escudo de Lima, enteramente hispano, no sólo presenta a ambos lados el águila bipartita que simbolizaba al imperio español en la primera mitad del siglo dieciséis, sino que además lleva en la parte superior las iniciales "I" y "K", que, en contra de lo que el limeño promedio podría creer, no significan "Inca Kola", sino "Ioana" y "Karolus", es decir, Juana y Carlos, es decir, Juana la Loca y su hijo Carlos V, la reina y el emperador.
Quienes piensan que la bandera del arcoiris es simplemente huachafa, deberían explicar si no les parece bastante más huachafo que una ciudad mestiza, chola, crecientemente andina como es la nuestra, siga emblematizándose con los signos del imperio español que fue expulsado de América del Sur hace casi doscientos años.
Pero, ojo, no me malentiendan: no estoy proponiendo ninguna transformación (al estilo de ese ex ministro aprista que piensa que si modificamos el escudo del Perú modificaremos reflejamente el futuro del país).
Lo que digo es sólo que no hay bandera que no sea arbitraria --si no lo es en su origen lo será pasado el tiempo--, y que si le permitimos la arbitrariedad a la bandera peruana, o al escudo limeño, o a cualquier otro signo similar, y en cambio siempre estamos dispuestos a disputar si la bandera del arcoiris es "genuinamente" cuzqueña o no, no es porque tengamos ni el más remoto interés en precisar la referencia: es porque nos molestan las personas que cargan esa bandera, el hecho de que reivindiquen cosas que a nosotros no nos importan, o nos incomodan.
Todos los símbolos nacionales de todas las naciones del planeta quieren referirse al pasado y al mismo tiempo inventarlo (el mismo escudo limeño quiere establecer un vínculo entre la misión conquistadora española como un designio guiado por la divinidad).
Si en efecto los incas no tuvieron esa bandera en el pasado, pues eso sólo nos deja con una verdad que habrá que aprender a asumir tarde o temprano: los cuzqueños, al menos algunos cuzqueños, sí tienen esa bandera el día de hoy, y esa bandera quiere vincularlos a su pasado regional --no importa en lo más mínimo si hay o no hay motivación original en el signo--, tanto como el escudo de Lima nos vincularía a los limeños con la memoria del coloniaje si siquiera tuviéramos interés en echarle una mirada: después de todo, en el escudo de Lima, como en cualquier escudo imperial, cualquier cosa que no sea un signo del poder gobernante ha sido eliminado. Al menos esa pretensión absolutista no existe en la bandera del arcoiris.
19.2.08
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
11 comentarios:
Los únicos con derecho a quejarse son los gays de Cuzco, que en su día no tienen una bandera original para salir a marchar.
Eso sí. Al ver las banderas en el Desfile del Orgullo Gay en el Cuzco la gente puede pensar que es una marcha etnocacerista.
Lo que quiere decir que Toledo hizo bien haciéndola flamear en Palacio
Lo que quiere decir es que ante un problema cultural complejo no deberías contentarte con una conclusión apurada sino evaluar todas las aristas.
El mensaje, fuera de Toledo o de Karp, estaba bastante claro: que antes de la República del Perú, que proclamó el argentino José de San Martín en 1821, hubo otras historias, y que las culturas que hicieron esas historias siguen existiendo, transculturadas, más o menos integradas o no, pero siguen allí, y el gobierno peruano no pierdr nada con al menos reconocer su existencia.
Obviamente, eso tampoco es inocente y también es un programa político: un programa nacionalista, para ser más preciso. Uno que quiere inventar una continuidad entre la historia de los incas y la historia del Perú, allí donde no hubo continuidad sino conflicto.
Ahora bien: ¿por qué querrías tú reducir todo eso a una sola frase y a un solo gesto (poner o no poner una bandera, por ejemplo)? Las cosas son obviamente más difíciles. Recuerda que vivimos en un país en el cual decenas, si no cientos, de miles de personas no se enteraron del momento de nuestra independencia hasta muchos años después de que había sucedido. ¿La bandera de San Martín los representaba a ellos como te representa a ti o a mí? No veo por qué.
Lo que siempre me ha molestado es que se diga que esa era la bandera de los incas. Recuerdo que en el colegio me enseñaron eso, y siempre me resultó sospechoso que los incas tuvieran bandera. ¿Cómo así los incas habían adoptado un símbolo occidental? Además está la elección de los colores del arco iris (que no sé si serán siete en el mundo andino, porque este número, supongo, es otra convención occidental): detrás de esta opción está la idea de que un indio es un ser que pertenece al mundo de la naturaleza, no de la cultura, y por eso sus colores son esos.
Aquella bandera multicolor es también ,con algunas distorsiones, la bandera de muchas culturas que la oficiliadad religiosa y el mundo formal llama “paganas” (Anglosajones, Godos (visigodos y ostrogodos, según sea el lado de procedencia, suevos, etc.) quienes aparte de esta bandera (que muchos las usaban con todos los colores posibles en forma de cruz) tan asociada a los gays también tenían al martillo de Thor, el Valknut, el cuervo y el cuerno para beber (para quienes no están enterados “Beewolf” fue una buena ventana). En el proceso histórico nadie es totalmente dueño de nada, mucho menos de los productos culturales. El mestizaje –aunque no le guste a algunos puristas con complejos de ario y de terratenientes- siempre ha sido una constante.
Lo que me llama la atención es cómo en el Perú una de las principales armas para rebatir a alguien, en cualquier tipo de discusión, es acusarla de huachafa. Es una acusación difícil de contradecir porque, ¿quién determina qué es buen gusto y qué no? ¿Qué es impostura y qué sincero?
Leí en un libro de un periodista boliviano de visita en Lima de principios del XX - no digo nombre, no vaya a pifiarla como hace un rato - que todo limeño tenía a quién decirle huachafo y a su vez era el huachafo de alguien más.
¿Por qué la bandera arco iris es huachafa y el escudo de Lima no? Buena pregunta la que sugieres, la que tiene su trampa que grafica lo arbitrario del adjetivo huachafo. ¿Si el escudo no tuviera las características que observas, dejaría de ser huachafo? ¿Según quién? ¿Y si te rebaten diciendo que es huachafo que porque una ciudad es mestiza, chola, crecientemente andina como es la nuestra, pretenda dejar de usar los signos heredados del imperio español?
El utilizar la huachafería para deslegitimar la posición del otro es en cierta forma jugar sobre seguro, pero también es una muestra en quien utiliza el término un miedo al rechazo, es una señal que quien emplea el términa considera muy importante la aceptación de su grupo social o de quien considera superiores.
Por cierto, ¿si la bandera del arco iris es huachafa por haber usado primero por los gays, entonces por qué no pasa lo mismo con la bandera peruano canadiense? ¿Vale parecerse a los canadienses - o en su defecto que los canadienses se parescan a nosotros - pero no con los gays?
Bueno, un abrazo
Ernesto
Si mi memoria no me traiciona, los incas no tenían bandera, pero tenían estandartes –es decir pabellones de tela con dibujos e inscripciones coloreadas- que llevaban a los campos de batalla. No es seguro lo que representaban, pero es posible imaginar que a sus ayllus y/o huacas de origen.
La supuesta bandera del Tahuantinsuyu fue creada en 1973 por Raúl Montesinos Espejo para celebrar los 25 años de su radioemisora. Fue adoptada por la Municipalidad del Cuzco como “la bandera del Cusco”. Decir que esta es la bandera del Tahuantinsuyu es incorrecto.
La expresión “la bandera del Tahuantinsuyu es huachafa” dice muchísimo más del que profiere la frase que la frase en sí misma.
Estimado Miguel,
La implicación de que pertenecer al mundo de la naturaleza significa no pertenecer al mundo de la cultura, me parece una lectura bastante parcial, occidentalizada, de la posición de la humanidad en el cosmos.
Gustavo, ¿qué opinas de la propuesta de reemplazar las águilas imperiales del escudo de Lima por dos gallinazos? La imagen en cuestión salió hace un año en el suplemente Domingo de La República, en otra conmemoración del aniversario de Lima. Era una ironía y una provocación, pero ¿a quienes representarían esos gallinazos? ¿A la autoridades políticas, los vecinos de la plaza mayor, el presidente, el alcalde, el cardenal? ¿El caos de la urbe moderna, la contaminación, la violencia? ¿Representa al nuevo limeño cholo, nieto de migrantes, con un problema de filiación en una urbe que aún lo mira sobre el hombro?
Gustavo:
no creo que el gobierno peruano, es decir "el Perú oficial", no pierda nada con al menos reconocer la existencia de las otras culturas como manifiestas, si es precisamente su negocio hacerlo, ya que por ello instaura la visión de un grupo con determinados intereses y que en verdad no tienen nada que ver con el interés colectivo de la mayoría de la población.
Por ello su permanente descuido de la educación y la salud, su permanente desdén en tan solo escuchar las posturas de las provincias y de la gente de a pie, hacen que ese saboteamiento a esas otras culturas sea permanente, y ya ni siquiera eso, es tan solo el desconocimiento del otro como entidad diferente y con posibilidades y derechos sobre lo que ellos se consideran los expertos y los iluminados, los que traen las luces del progreso y la civilización.
No es casual que por ejemplo algunos historiadores hispanistas del Perú, Juan José Vega entre ellos, repasen el siglo XVIII de la colonia como un siglo absolutamente calmo y sin ningún tipo de interés histórico social, cuando en ese siglo se llevaron a cabo veinte mil revueltas indígenas y dentro de ellas la de Tupac Amaru II, que lamentablemente fueron sofocadas por las tropas reales y en muchos casos también con el apoyo de ciertos indígenas y mestizos que querían llevar agua para su molino. Esta mirada sobre este siglo es una evidencia de querer matar en algunos casos la imagen de rebeldía que en ese momento la población indígena exponía con hechos, no es casual que en el Congreso de la República se tenga a San Martín en un lado y a Bolívar en el otro, como padres independentistas absolutos de esta patria, de ahí también la idea lamentable de que solo lo de fuera salvara al Perú, concretando esa imagen de pobrecitos y desvalidos ante los otros.
Hay que luchar y cambiar esa percepción, una enorme proporción de este país, silenciosamente unas veces y otras con mas energía en las calles estos días, reclama esa vuelta a signos y elementos que devuelvan el respeto que en algún momento se nos robo, ese en el cual se jodío en verdad el Perú.
Sobre la bandera del Cusco, que particularmente no me gusta, hay que decir que es un signo que calo en un sentimiento cusqueño que tiene que ver con un proceso de neo-incanismo súper fuerte en la ciudad y también con el interés de las empresas turísticas, sentimiento que muchas veces es al mismo tiempo nocivo para el desarrollo de muchas otras nuevas cosas en la ciudad y lo peor, para el olvido de otras cosas súper interesantes que se dieron en el Cusco, pero, bueno, eso ya es materia de otras discusiones y de algunos post mas amplios que esperan escribirse.
Todo esto lo digo como cusqueño por supuesto.
Publicar un comentario