29.4.08

El otro paraguayo

El semisecreto Gabriel Casaccia

La literatura paraguaya es muy probablemente la menos conocida de las letras hispanoamericanas. El único nombre que viene a la memoria de muchos con facilidad es el de Augusto Roa Bastos. Los autores anteriores a él son secretos y los posteriores, desconocidos.

Aunque pasé un tiempo hace años buscando y revisando libros paraguayos, y en algunos casos la búsqueda me deparó sorpresas plausibles, hay solo un nombre que me interesa recomendar y que es recomendable sin reparos: Gabriel Casaccia.


Casaccia es el gran clásico paraguayo anterior a Roa Bastos (siendo diez años mayor que Roa, murió veinticinco años antes: 1907-1980). Es autor de una novela de lectura obligada en el Paraguay:
La babosa, un retrato crudo y pesimista de los habitantes de la ciudad de Areguá, criaturas veleidosas cuando no banalizadas, y crueles, a veces brutales, rendidas a sus bajas pasiones y a los rituales de una sociedad decrépita y sin embargo feroz.

Pero, incluso antes que por esa novela nada desdeñable, quien quisiera conocer a Casaccia debería comenzar por un libro de cuentos notable,
El guajhú, colección de historias en las que, a través de emocionantes anécdotas de la vida campesina, pobladas de montoneros y asaltantes, pequeños dictadores y criminales de poca monta, y familias destrozadas por el rencor y el odio visceral, Casaccia consigue construir un cuadro fragmentario y sin embargo abarcador del Paraguay de la primera mitad de siglo pasado, en el que tiene protagonismo crucial la impotencia de la gente común ante el ciclo de rebeliones y contrasubversiones, autoritarismos y segregaciones, conflictos intestinos y crueldades aleves que marcaron la historia del país.

Es sin embargo en el campo de la psicología del individuo donde Casaccia se descubre magistral, y es capaz de dotar a su ficción de una virtud inestimable: al duro realismo con que construye la ontología de sus cuentos, y al aliento postindigenista de las historias, Casaccia añade una dimensión aterradora y sensible a la vez, con la construcción de psicologías tan angustiadas y enfermas que las obsesiones, los miedos y los deseos reprimidos de sus personajes se vuelven tan materiales como ellos mismos, tan visibles y tangibles como ellos. El realismo se desdobla a veces en misterio sobrenatural, a veces en sugerencia fantástica --como en el cuento que da título a la colección, donde un perro sirve de símbolo variable para reflejar en él la vida interior de dos hermanos antagónicos--, y los relatos entonces se descubren como mucho más sofisticados de lo que su lenguaje, endeudado con el de las narrativas regionalistas, permitiría suponer a primera mirada.

2 comentarios:

Edmundo Delgado dijo...

Bueno, es cierto no hay muchos autores paraguayos que sean reconocidos.

http://www.empresarentable.blogspot.com

Anónimo dijo...

Gabriel Casaccia está incluído en una antología de cuentos latinoamericanos que se vendía mucho antes. Era de Losada. Su cuento allí era muy bueno. Lástima que no recuerdo el título pero era la historia de un capitán rebelde que andaba matando gente de pueblo en pueblo porque la revolución había terminado y él no tenía otra cosa que hacer. Has hecho que lo recuerdo después de mucho tiempo.