7.8.08

Las afinidades electivas

El canon de Oviedo y el grupo Narración

Esta semana leí, por recomendación de una amiga argentina, la
nouvelle La casa de papel, de su compatriota Carlos María Domínguez. Libro libresco si los hay, y si la redundancia se me disculpa: libro hecho de libros y de bibliofilia desenfrenada, poblado de lectores y lecturas, al centro de los cuales se yergue un enigmático protagonista cuya morada está construida, literalmente, con libros en lugar de ladrillos.

La novela tiene dos ejes temáticos: el primero es la noción de que la literatura es terreno peligroso y que la influencia de los libros en la vida es palpable y tangible además de decisiva e inmediata (vital a veces, o mortal). El segundo es la idea de que no hay lector que no diseñe, a lo largo de su vida, un canon personal, y que cada uno de esos cánones se elabora a partir de criterios únicos, diferentes, no necesariamente comprensibles ni justificables para otros lectores.

También elabora un canon, pero en un plano público y de gran influencia (y, por lo tanto, con criterios que sí merecen explicarse), quien, como hizo hace varios años el crítico peruano José Miguel Oviedo, confecciona una historia literaria. Me refiero, claro, a los cuatro tomos de su
Historia de la literatura hispanoamericana, que en estos días ha sido objeto de discusión en diversas columnas de prensa (comenzando por dos del crítico Abelardo Oquendo).

En contra de lo que algún desinformado parece suponer, proponer un canon latinoamericano no implica hacer una sumatoria de dos decenas de selecciones nacionales: un autor puede ser relevante en una tradición nacional y no ser crucial en una que se construya de modo internacional o transnacional. Escribir una historia es articular las líneas maestras de una serie de procesos intelectuales y estéticos, sus interrelaciones, sus comunicaciones y sus influencias; no se hace una historia literaria con la lógica de una repartición de premios.

No es cuestión, entonces, de preguntarse por qué no aparecen en el registro de Oviedo un infumable Salaverry o un cuasi ilegible Lora y Lora. Sí es válido, en cambio, interrogarse, como lo ha hecho Juan Morrillo, sobre la ausencia en la
Historia de Oviedo de los miembros más conspicuos del influyente grupo Narración: ¿no son Miguel Gutiérrez y Oswaldo Reynoso dos autores con una obra determinante en el curso de las letras peruanas recientes y con una impronta clara en cierta narrativa posterior? Pero más aun: ¿no es el grupo Narración, en sí mismo, una línea poderosa en la historia del realismo social peruano, atendible a nivel regional, y parte, a su vez, de un fenómeno que tiene ecos y orígenes en diversos lugares de América Latina?

Foto de J.M. Oviedo tomada de Caretas.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Entonces la omisión de Oviedo es más grave que simplemente haberse saltado unos cuantos nombres...

schatz67 dijo...

Hola Gustavo,

Leí el artículo de Hildebrandt y me pareció que su reconocida mala leche era el común denominador del artículo( además del insoportable estilo que adjetiva hasta los signos de puntuación).En lo único que le dí la razón es en una ausencia imperdonable, la de Juan Gonzalo Rose.

Lo que ignoraba, desde mi óptica de lector común,era la ojeriza que le tiene Oviedo a los integrantes del grupo Narración.Si las cosas son como las plantea Morrillo estaríamos ante un nuevo caso que confirma que en la literatura peruana (como en otras partes del mundo)el amiguismo y las subjetivas preferencias personales son los criterios de fondo a la hora de los reconocimientos. Ningunear a un escritor como Gütiérrez (con el que se puede discrepar políticamente ad libitum),autor de una "Bildungroman" fundamental para entender el país como"La violencia del tiempo" denota más que una ojeriza personal una orfandad absoluta de sentido común la cual es imperdonable en una persona con el recorrido de Oviedo.

Saludos

Jorge

Anónimo dijo...

Este incidente, que es uno más entre otros muchos, que se vienen sucediendo en los últimos años, prueba que a pocos en el Perú (¿En el mundo?) les interesa la literatura y pesa más factores extra-literarios. Politicos, de clase social, nacionalistas, regionales, hasta raciales, y por supuesto comerciales: intereses crematísticos de editoriales que lo que les importa es vender, sólo vender, vender lo que sea. No es malo vender, pero las grandes editoriales en el mundo buscan un equilibrio entre lo que vende y lo que es de calidad y no vende. Es cuestión de tiraje y de cómo se lanza el libro. En Perú eso no existe, la cosa es un poco capitalismo salvaje. Pero volviendo a lo otro, me parece que los blogs, los importantes: Puente aereo, Moleskine, Zona de noticias, Porta9, deben hacer un esfuerzo para defender la literatura de calidad contra la arremetida de falsos valores, no por romanticismo de otra época que ya fue, sino porque amamos la literatura, la buena literatura, sea de Narración, de dónde venga.

Anónimo dijo...

Se entiende, es Oviendo: siempre parcial y siempre reconcoroso. Y ni què decir de lo mal que escrib

Unknown dijo...

Oviedo, Oquendo y Ortega conforman lo que Reynoso llamó la Triple O de la literatura peruana.

Eso lo saben muchos alumnos de literatura de las universidades nacionales y privadas.

Tampoco es secreto el ODIO reconcentrado que le tiene Oviedo a Gutiérrez y a Reynoso, la inquina jurada a Gregorio Martínez (leer el debate andino/criollo, el artículo de Goyo en el cual refiere los desplantes, sobonerías y ninguneadas de Oviedo hacia su persona), todos escritores excepcionales y referente obligado para cualquier buen lector de literatura latinoamericana.

El lamentable César Hildebrandt, quien cuando odia odia con odio jarocho, en su artículo de La Primera obvia por completo a estos tres escritores (Gutiérrez, Reynoso y Gregorio Martínez), tal vez aún no olvida que años ha, cuando Gutiérrez envió una carta de protesta a uno de los tantos programas que ha dirigido el sinuoso Hildebrandt, una carta en la que hacía referencia a las masacres de los penales en el 86 en las que fueron asesinados cobardemente por la Marina la esposa y el hijo de Miguel Gutiérrez y casi 300 guerrilleros DESARMADOS por órdenes directas de Alan Idi Amín García, el zigzagueante Hildebrandt ironizó burdamente, pero quién es este Miguel Gutiérrez, escritor de un sólo libro (hasta el momento Gutiérrez sólo había publicado El viejo saurio)... pues ahora quien se ha quedado como escritor de un solo libro es el chatito, su churrigueresca novela, Memorias del Abismo, la recordamos sólo quienes no perdonamos afrentas al pueblo y a sus intelectuales.

Ahora este pobre lorcho Oviedo con su Historia... no hace más que refrendar con tan onerosas ausencias que su odio sigue vivo y más concentrado que nunca...

Viva NARRACIÓN!

Anónimo dijo...

Pues Oquendo merece mi respeto por decidirse a sobrevivir como sobrevive, pero las otras dos "o"s son profesores que, como decimos en el Perú, "tienen un buen lejos" , o sea, que construyen una curiosa imagen que se nutre de la admiración/envidia de sus coterráneos, para quienes tienen más valor del que realmente poseen en el mundo académico americano. Están desfasados. Tal vez Ortega tuvo su "momentum", pero no me dan los dedos ni el ánimo para decir aquí por qué lo perdió, pero igual él y Oviedo ya han salido hace tiempo de la discusión más estimulante que tienen los estudios hispánicos en los EEUU, quizás por desidia a dialogar con las teorías culturales.

Faverón va por el mismo caminito...

Anónimo dijo...

¿Y qué dicen aquí de lo que pasa en el país? Cueto escribió un artículo sobre la Feria Internacional de Lima, una especie de balance el Peru 21, después de referirse a MVLL, y los chilenos como era normal, dice que el verdadero éxito de la Feria de Lima fueron Renato Cisnero y Tola. Pero no menciona a ninguno de los escritores peruanos que presentaron libros en la Fería. Esa es una mezquindad, viiniendo de él. Y qué podemos decir de Fernando Ampuero, ha debutado con la pata en alto en el Suplemento dominical de El Comercio. Primera semana, articulo central: una ataque de Thays a Miguel Gutíérrez. Segunda semana, un cuento mediocre del chiquillo Tola en la página central. Cuestion de clase, compañeros. En "La Primera", Javier Agreda le saca la mugre a la novela de Balo Sánchez Leon y en La República, al día siguiente, la revuelca en el suelo a Teresa Ruiz Rosas. Qué siga la guerra populares versus pitucos. ¡Patria o muerte, Venceremos'¡Abajo la literaura'