Antes de referirme a cierto poema de Pound, quiero que le presten atención al fragmento inicial del libro Reflexiones sobre la cuestión judía (1944-1946), de Jean Paul Sartre. No tengo a la mano una edición en español, así que traduzco de la inglesa, titulada Anti-Semite and Jew:
"Si un hombre atribuye total o parcialmente sus infortunios y los de su país a la presencia de elementos judíos en la comunidad, si propone remediar dicho estado de cosas negando a los judíos algunos de sus derechos, manteniéndolos fuera de ciertas actividades económicas y sociales, expulsándolos del país, o exterminándolos, decimos que tiene opiniones antisemitas.Sartre, más adelante (tomaría mucho citar todos los fragmentos pertinentes), explica que el antisemitismo es antes una pasión que una idea, o que una opinión: es una pasión negativa que se vuelve motor de ideas construidas para justificarla o para darle apariencia racional. Y el antisemtismo es, además, lo que el psicoanálisis llamaría un síntoma: la expresión objetiva de, en este caso, una carencia que es suplida simbólicamente. "Si el judío no existiera", escribe Sarte, "el antisemita lo inventaría", pues el judío es la categoría vacía donde el antisemita proyecta sus propias falencias, sus propias carencias y las insuficiencias de su propio espíritu.
"Esta palabra, opinión, hace que nos detengamos a pensar. Es la palabra que un anfitrión usa para poner fin a una discusión que amenaza con volverse beligerante. Sugiere que todos los puntos de vista son equivalentes; nos autoriza a muchas cosas, pues da una apariencia inofensiva a las ideas al reducirlas al nivel del gusto. Todos los gustos son naturales; todas las opiniones están permitidas. Los gustos, los colores y las opiniones no tienen por qué someterse a debate. En el nombre de las instituciones democráticas, en el nombre de la libertad de opinión, el antisemita proclama su derecho a predicar la cruzada antijudía en todas partes.
"Al mismo tiempo, acostumbrados como hemos estado desde la Revolución Francesa a observar cada objeto con espíritu analítico, es decir, como un compuesto cuyos elementos pueden ser separados, vemos a las personas y sus personalidades como mosaicos en los cuales cada piedra coexiste con las demás sin que esa coexistencia afecte la naturaleza del todo. De este modo, una opinión antisemita nos parece una molécula que puede entrar en combinación con otras moléculas de cualquier origen sin sufrir alteración alguna. Un hombre puede ser un buen padre y un buen esposo, un ciudadano responsable, altamente cultivado, filantrópico, y, además, un antisemita".
Ayer, viendo, como lo hago religiosamente, el blog de Paolo de Lima, encontré el más interesante de todos sus posts: uno en el que él no escribe una sola palabra, y se limita a colgar el audio de una grabación en que el poeta Ezra Pound lee su canto XLV, conocido como "Con usura". Escúchenlo y seguimos hablando:
Pound, como es sabido, era un fascista rabioso, y el canto XLV es la expresión más pura de su furibundo antisemitismo. Para ponerlo en el tono de Sartre: es un poema que expresa el fantasma pasional del antisemitismo de Pound, quien atribuye a la práctica de la usura, secularmente vista como el ejercicio misantrópico por excelencia de los judíos europeos, la culpa de la pérdida del aura del gran arte occidental, y la contrapone con los triunfos del arte clásico y del arte cristiano. Además, el sentimiento anticapitalista que expresa el poema es el propio de las doctrinas fascistas y del nacional-socialismo, el punto sobre el cual comunismo y fascismo convergen.
Pero Pound fue también el poeta más brillante de su tiempo, y acaso junto con T.S. Eliot, uno de los mayores transformadores de la poesía occidental en el siglo veinte. Un poema como el canto XLV, entonces, nos lleva de inmediato a formularnos una pregunta muy vieja y siempre interesante: ¿un poema que es expresión de una moral abyecta puede ser sin embargo un poema extraordinario?
Las dos respuestas más frecuentes a esa pregunta son opuestas: sí, porque la virtud estética de un poema no debe ser juzgada en función de la ideología que encarna; no, porque la virtud estética de un poema es indesligable de su moral y ambas cosas deben ser juzgadas como una sola.
La primera respuesta peca de artificial: es abusivo pedir al lector que abandone su propia moral temporalmente para apreciar como bello algo que juzga abyecto. La segunda respuesta no es menos hechiza: hace que la comprensión ideológica de un poema actúe como un filtro previo a su disfrute estético: si entiendo que el poema es abyecto entonces no tengo derecho a disfrutarlo. La primera respuesta exige la amoralidad del lector; la segunda le exige la autocensura como punto de partida.
(El problema no es para mí secundario, sino muy personal: Pound es uno de mis poetas más estimados, y el canto XLV es sin duda uno de los suyos que más profundamente me impresionan. Pero hay pocas cosas en el mundo que me sean tan repugnantes como el fascismo y el antisemitismo. ¿Cómo reconcilio las dos cosas?)
No pretendo una respuesta terminante. Conjeturo que el poema me gusta porque es la perfecta expresión de una pasión real que el autor racionaliza e intenta objetivar en ejemplos concretos: su enumeración de los triunfos del arte cristiano, por ejemplo, es el intento de demostrar, por contraste, la superficialidad del arte hecho para lucrar, y busca lograr ese objetivo monumentalizando la gloria del arte que juzga mejor; la perturbación ideológica sobreviene cuando entendemos que Pound está culpando del empobrecimiento del arte capitalista (y de la vida en el capitalismo) a una práctica que indentifica con un cierto grupo étnico, caracterizado por una cierta fe y unas ciertas prácticas sociales, un grupo al que juzga tan censurable en sí como a la práctica misma.
El poema es sin duda la expresión de una moral torcida y desviada, y de una valoración prejuiciosa y nociva del otro; pero, en su retorcimiento, es a la vez enteramente sincero consigo mismo: es un emblema perfecto de la pasión de su autor, y es estremecedor en la desnudez absoluta de su contenido ideológico. Pound ha querido quemar en la hoguera al usurero judío y a la moral que le atribuye, pero ha ardido él mismo en esa tarea, exponiéndose por completo, hallando una forma estética que corresponde perfectamente a su demonio interior.
15 comentarios:
Es curioso, pero si uno no conociera los detalles de la visión antisemita del autor, creo que suscribiría línea por línea el poema, bellísimo y fortísimo, pensando en este mundo de m que hemos formado todos juntos en nombre del confort y la ambición. No está la usura en el centro del capitalismo?
Tal vez el error de Pound fue identificar la ususra con cierta comunidad, cuando usura hay en todas partes...
Muy buena la intuición del primer comment.
Qué buen post. El poema también es uno de mis favoritos y aunque se diga que no es posible separarlo del autor, me parece que su condena a la usura no contiene ninguna alusión antisemita (a menos que se me escape alguna referencia de la millones que incluye en cada uno de sus Cantos). Más aún, no solamente posee un valor estético, sino uno de contingencia absoluta. Basta con ver la mafia de las tarjetas de crédito en EEUU o los recientes "bailouts" de la Casa Blanca a Freddie Mac y Fannie Mae, instituciones desvirtuadas y hoy convertidas en usureras por excelencia.
La palabra "usura" en sí tiene una connotación anacrónica que sugiere un fenómeno superado, pero lo que vemos a diario en este tipo de circunstancias no es más que usura y una crítica como la del poema(así como las del "ABC of Economics" de Pound) sigue siendo necesaria y oportuna.
Otro dato interesante de la biografía de Pound es el trato que se le dio luego de ser acusado de traidor y una vez que se le capturara. Primero, durmiendo en una jaula a la interperie con un foco sobre su cabeza y comiendo de un plato como un perro. Luego, encerrado a la fuerza en un manicomio. En fin, un ensayo para lo que hoy es Guantánamo.
Una muy buena biografía de Pound es The Last Rower, de C. David Heymann. Te la recomiendo si no la has leído. A. David Moody también está sacando una biografía más extensa. El primer volumen apareció a fines del año pasado y tuvo muy buena crítica.
Pero, Gonzalo, yo sí creo que es imposible separar al poema de su autor. No solo de su autor, sino del contexto de los Cantos de Pound, del contexto de la Europa de su tiempo y del contexto del discurso general de Pound, fascista y antisemita. Por supuesto, si olvidas todo eso (¿pero, cuál es la justificación del olvido y cuál su justicia?), puedes interpretar el poema de otras maneras, pero serán lecturas limitadas y empequeñecidas. Algo así como cuando leemos Los viajes de Gulliver sin ponerla en contexto: deja de ser una crítica de las monarquías europeas para convertirse en una inofensiva fábula para niños.
eres condescendiente con De Lima, es evidente que aludía a alguien poniendo justo ese poema en un contexto donde era vapuleado.
Orlando
Uff .. Esto es lo mejor que pude leer hoy ...
en el blog de Ybarra hay comentarios racistas contra los judíos y hasta citan al libro apócrifo "los protocolos de los sabios de sión". en ese blog se miente y se hace mucho daño a la gente, pues se la engaña.
Eso ya lo sabemos todos. Pero no hay que contaminar la conversación con referencias a la madriguera del sr. Ybarra.
Preciosa la voz de Adele. Gracias, Gustavo, por esas cuatro muestras.
Gustavo:
Yo creo que sí se pueden hacer distinciones y crear matices entre los escritos y el autor, pero entiendo tu punto de vista en cuanto a que obtendrías una visión parcelada de la obra de Pound. Eso es indiscutible. Lo que quería decir es que pienso que su fascismo no le resta completa validez a la crítica que subyace al poema ni tampoco a su valor estético.
Tal como no es necesario hablar de Sartre y mencionar cada vez que se pueda su apoyo a Stalin - o asimismo restarle valor a su crítica al antisemitismo en circunstancias que en un momento crítico no tuvo nada que decir sobre los Gulags, un tema de público conocimiento- creo que se puede valorar (y leer) el poema de Pound independiente de si se comparte la ideología del autor. Es cierto que Sartre eventualmente criticó la invasión a Hungría en 1956, pero de todas formas le tomó más de una década reconocer que Stalin no era un paladín de los trabajadores, cuando no un genocida. Concuerdo contigo en que estos no son datos a pie de página (más aún si en el caso de Pound éste siguió siendo fascista hasta su muerte) y la obra en artistas como éstos es una extensión de su vida, la que no se puede separar completamente.
No entiendo porque la usura se asocia a la comunidad judia. Que raro, creo que el blogger peca de paranoia. Sabia que el viejo Pound era facho, pero no sabia que odiara a los judios. Mejor o mas acertado es pensar en el usurero multi-etnico. Escuche la voz de Pound una par de veces y para nada pense en alguna etnia determinada.
La verdad no encuentro ningun antisemitismo en ese poema. Podria alguien explicarme donde esta??
La usura es parte del capitalismo, el cual ha sido construido a traves de milenios no solo por judios, sino por arabes, anglo-sajones, hindues, chinos, etc, etc.
Interesante post.
Faverón, dos favores. Explícanos:
1) Las teorías económicas heterodoxas en las que se basa la crítica de Pound (y el porqué en su contexto de su aplicación a los Estados unidos). Creo que eres el indicado para hacerlo, ya que manifiestas que es uno de tus autores predilectos.
2)Los motivos racionales de tu susceptibilidad con respecto al asunto judío, a diferencia de otras persecuciones o genocidios más contemporáneos o cercanos a estas tierras.
Muchas gracias.
SIETE DEL ONCE
Experimento 1: darle la contra a Faverón.
Faverón no esta hallando una vía alternativa, sólo está expresando de otra forma la primera opción. Dice percibir "la perfecta expresión de una pasión real que el autor racionaliza e intenta objetivar" y luego "la perturbación ideológica sobreviene cuando entendemos que (...)" Esta realizando en dos pasos lo que la primera opción hace en uno.
Experimento 2: darle la contra a la contra.
Supongamos que Hannibal Lecter nos recita un poema titulado: "Hígado, Alubias y un buen Chianti". El loco de la celda de al lado sólo conseguiría asuntarnos; Lecter, en cambio, nos fascina porque la "perfecta expresión de una pasión real" busca y logra causar esa "perturbación ideologica". No hay separación de pasos ni se trata de cosas que ocurran paralelamente; son una sola cosa y así es como se supone que deben ser.
Experimento 3: darle contra a la contra de la contra.
Lecter es un mal ejemplo, varios comentaristas de este blog dicen no reconocer lo fascista de Pound en el mismo poema posteado, y al parecer Pound no quería causar una "perturbación ideológica", sino, supongo, una adhesión ideológica. Un mejor ejemplo sería "El Exorcista". Supongamos que la película es indiscutiblemente buena. Supongamos también que los rumores sobre el daño psicológico sufrido por Linda Blair son reales. ¿Impide esto que la pelicula siga siendo buena? No, porque una película no es un ser humano, y por lo tanto su único "deber moral" es el de ser una buena película. En ese sentido, la opción 1 no "peca de artificial", sino que reconoce que los seres humanos y los objetos artísticos, aunque tengan muchísimo que ver unos con los otros, responden a "morales" distintas.
Lo dejo ahí para no aburrirlos, sólo un par de cosas más: 1) El experimento 4 es refutado por el quinto, que es aplastado por el sexto, el cual... así que ya no sé qué pensar. 2) No es buena idea leer posts como este cuando uno tiene cosas urgentes qué hacer.
Hola,
Jamás leí a Erza Pound o supe de su vida.Ahora escucho este poema,depués de firmar en la plataforma contra las 65 hr semanales,http://no65h.com/,y me parecería magnífico para enviárselo a los diputados del Parlamento Europeo.
Me parece un descalabro adjudicarle al poema significado antisemita alguno, y menos aún de facista.
Susana: quizás antes, de decir eso último, quieras darle una mirada a mi post más reciente.
Publicar un comentario