24.11.08

Fushía el japonés

O, más bien, Fushía el brasileño

El número especial de
El Dominical del día de ayer se abre con una simpática patinada de mi querido amigo Diego Otero. En su artículo, escribe:
"Entre las páginas de La casa verde (1965) se escabulle un tipo llamado Fushia, un ciudadano japonés cuyas actividades son básicamente huir de la justicia y estafar. ¿Por qué el énfasis en la nacionalidad para la construcción del personaje? Es decir, ¿qué había en "lo japonés" para que Vargas Llosa decidiera relacionarlo con una representación de crimen y marginalidad? La pregunta puede sonar tendenciosa, pero es perfectamente pertinente".
¿Cuál es el problema en esa reflexión, por lo demás clara e inteligentemente argumentada? El problema es que Fushía no es ningún "ciudadano japonés", como dice el artículo. El Fushía de La casa verde, construido a inspiración de un Tushía real --eso lo cuenta el autor en Historia secreta de una novela-- es un brasileño que ha escapado al Perú probablemente perseguido por algún delito; su origen niséi es acaso parcial, mestizo; su herencia japonesa es una traza ya borrada; su nacimiento brasileño empieza a desaparecer de su historia; su peruanidad es incierta también: Fushía es por eso un paria, un solitario, y será al final un isleño sin vinculaciones humanas.

El error de Diego lo comete también Doris Moromisato en su artículo Ser nikkei en el Perú, reproducido en
Discover Nikkei, el año pasado.

Sobre el tema, copio un fragmento que puede ser relevante, de un artículo mío publicado en la revista
Chasqui hace unos años:
"Fushía es otro notorio insular en la novela. Su historia ficcional es la de un viaje que lo lleva de la extraviada identidad brasileña a una supuesta inmersión en la nacionalidad vecina (“ahora eres un peruano... Cuando te conocí en Moyobamba todavía podías ser brasileño, hablabas un poco raro” [41]), pero que concluye con la mácula de la marginación total: “Ni brasileño ni peruano... Una pobre mierda, viejo, una basura” (41). En su caso, la hibridación luce como un proceso de desvanecimiento: las trazas brasileñas y peruanas (y las de su origen japonés) se ocultan tras las de una pertenencia mayor: la selva como universo errabundo, la vida en el río. Pero no es la suya una entrega a la naturaleza, sino la inmersión en un circuito alterno al que quiere recorrer Jum: Fushía busca las vías de la ilegalidad, la informalidad. Si el arraigo lleva a Jum a anhelar el acceso a la cultura ajena, a Fushía la ansiedad comercial lo conduce el desarraigo; ambos terminan en la soledad. Fushía, sin embargo, ha logrado un instante de pertenencia: los huambisas son “sus amigos” (264): “la isla es la única patria que he tenido, hasta a los huambisas voy a extrañarlos” (446). El vínculo de la hibridación lo lleva a esa inclusión momentánea, pero es, sin embargo, más endeble en él que en cualquier otro personaje de la novela. Fushía quiere la verticalidad, el dominio, la sumisión, ser el dios de los huambisas (323). En él, esa subjetividad que debía fraguarse en la hibridación cobra la índole de un desborde sin contraparte: no existe un otro a su altura. “Cuando un cristiano y una cristiana se tienen ganas no hay quien los pare”, le dice Aquilino. “Ninguna mujer me hizo sentir eso”, responde Fushía, y agrega, sobre su enfermedad: “Pero ahora sí, viejo, ahora sí. Como si tuviera carbones bajo la piel” (188-9). El bios incontenido de Fushía se vierte sobre sí mismo, eros y tánatos: se pudre. Fushía se deshace."
(Las referencias de páginas específicas siguen la edición mexicana de Alfaguara del año 2000).


12 comentarios:

Anónimo dijo...

el dominical se ha convertido en una revista temática sin ningún rigor crítico ni sustento. Hay muchas omisiones en ese especial sobre cultura china, por ejemplo la cocina, la más grande influencia de la gastronomía nacional.

Orlando

zeta dijo...

Yo leí el artículo, lástima que no he leído la novela, pero muy interesantes datos, me salvan del error. Gracias.

Anónimo dijo...

...En su caso, la hibridación luce como un proceso de desvanecimiento: las trazas brasileñas y peruanas (y las de su origen japonés)....

Trazas, origen

Anónimo dijo...

"una traza ya borrada" o una traza que borras tu, repitiendo la extratextual clave de lectura de VLL?
Un proceso de borrado ideologico: por eso usas parentesis al escribir: "las trazas brasileñas y peruanas (y las de su origen japonés)"
Para que sea mas claro. Pongamos que no se llama Fushia sino un apellido judio como Friedman.
Dirias lo mismo?

Anónimo dijo...

Ya vino puente aéreo a hacernos reír/ De todos los malhadados que no saben discurrir.

José dijo...

En efecto, como lo menciona MVLl en "Historia secreta de una novela", el personaje en el que se basó fue un tal Tushía, japonés que habría huido a Iquitos buscando alejarse de la persecución que asolaba el país en los años cuarenta.
Sobre el tema de la persecución a los japoneses en el Perú y su deportación, ver el post de mi blog

http://historiaglobalonline.wordpress.com/2008/11/13/memorias-de-la-infamia-los-japoneses-expulsados-del-peru/

Saludos,

José

Anónimo dijo...

no se a que viene borrar la traza que MVLL puso ya sea como algo coyuntural o con alguna intencion anti-japonesa. tu eres quien quiere borrar eso. como se hace con el saqueo contra los nikkeis que existio y que casi nadie comenta. te aseguro de que si en lugar de ser japones, el Fushia hubiera sido frances, italiano o judio otra cosa hubieras escrito.ni bien llego a leer tu blog me decepcionas. publiques esto o no, tu al menos lo leeras.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

No tengo ni la más remota idea de qué es lo que quieres decir con ese último comentario. Fushía es un descendiente de japoneses, brasileño de varias generaciones, emigrado al Perú y, en el Perú, desarraigado, solitario y finalmente paria. ¿Me quieres decir cuál de esas cosas es falsa y qué diablos tienen que ver los judíos o los franceses?

zeta dijo...

Según "el último" el blogger borra el carácter japones por cuestiones racistas, aparte lo acusa de opresor y etc. ¿Mejor la ignorancia en un caso como este, no?

Sebastián dijo...

No sólo allí, también en el encuentro de narradores peruanos, Mario Vargas habla de Tushía justamente, contando como llegó a escuchar de él por algunos relatos de "moradores de la zona" [Siempre me fregó un poco la idea de enamoradores de la zona :D] y que "en algún momento convertí a Tushía en Fushía...


Pero ya pues, sólo por si algún chibolo de secundaria llega a leer esto, la técnica de Mario Vargas con la gente es la de deformar, y convertir en cochinada todo lo que ve para escribirlo. Uh, Fushía dándole vuelta a la Lalita [creeeeeo qe se llamaba así]Fushía secuestrando vírgenes, los inconquistables hechos mierda en sus proezas chupísticas, en verdad, es asqueroso saber que "el mejor narrador peruano" ha llegado a ese título utilizando una simpática prosa y la sensacionalización de Última Hora, Ojo, El Popular y cosas así. Da hasta la impresión que Mario Vargas se dio cuenta que la cochinadita vende.


Saludos, don :D

Anónimo dijo...

En realidad,no sé que tanto Fushía esto y aquéllo, que es un personaje ficto interesante, vaya y pase, pero ahí donde Otero habló de asiáticos en la literatura peruana, se olvidó de uno mucho más significativo que un paria, tanto que Basadre y LAS lamentaron muchísmo su muerte, poeta inédito casi, bibliotecario, bibliómano, traductor, historicista, pero sobre todo activista político, cuando las papas quemaban en la sierra y en la selva; fundador conjuntamente con Riva Aguero, Basadre, y Dora Mayer; entre otros. De la Asociación Pro Indígena. Que luchara por los derechos de peruanos "verdaderos", (siguiendo al imbécil máximo que nos gobierna)mucho antes de que se crearan las Comunidades Campesinas y Nativas, me refiero a un hombre casi olvidado hasta por su propia alma mater, y que merecería no sólo respeto y más investigación sobre su vida, el genial señor: Pedro Zulen.

"Sic Vis Pacem Para Bellum"
Da Punicher Dixit

Jorge dijo...

Leyendo Silvia, el cuento de J. Cortázar, dí con ese nombre: Fushía; e inicié la búsqueda, así que gracias por este texto que aclara.