Max Ernst, L'Ange du Foyer
Muy joven, Ernst se vio forzado a servir en el ejercito alemán por cuatro años, durante la primera guerra mundial, y no mucho tiempo después de salir se reunió con otros artistas (el más notable, Jean Arp) para fundar la célula dadaísta de Colonia, su tierra natal. Por ese tiempo se casó y se separó rápidamente de una mujer que décadas más tarde habría de morir en Auschwitz.
En Francia, Ernst se unió a la escena vanguardista de Montparnasse (Breton, Tzara, Éluard) y desde allí, durante las décadas siguientes, vería la formación del apocalipsis en el escenario europeo: el ascenso de Hitler, el de Mussolini, el de Franco; la invasión a Etiopía, la destrucción de la República en España, los progroms, el atropello antisemita; el avance de todos los avatares del fascismo.
L'Ange du Foyer, pintado ante la desolación de ese avance furibundo, en 1937, es una epifanía mortal, una mirada sobre ese paisaje: el ángel es en verdad un demonio, el demonio del fanatismo, un monstruo ciego, que se niega a ver como se niega a escuchar, sin oídos, las órbitas calcinadas: los ojos vacíos; ser hecho de garras que recorre una Europa vuelta páramo y desierto; ogro múltiple cuyos miembros se convierten en animales proliferantes.
El monstruo, el ángel, es el inicio de la tormenta de la historia, o del fin de la historia: su versión más perversa, y es, lo fue en su momento, un anuncio y una previsión de la década que le esperaba a Europa en los años cuarenta.
(Imago mundi, claro, significa imagen del mundo, y normalmente se usa para designar una representación del cosmos en forma terrena. Yo quiero forzar el sentido para llamar Imago mundi a esta sección del blog en la que iré insertando representaciones plásticas no del cosmos, sino de fragmentos del cosmos, o, acaso, como ahora, de esquirlas del caos).
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9 comentarios:
Celebro el inicio de esta sección que, por la pintura y la nota, será enriquecedora.
Saludos.
"...La noche abraza a los guerreros moribundos,
irrumpe el lamento salvaje de sus bocas quebradas.
Pero silenciosas en la pradera,
rojas nubes que un dios airado habita
convocan la sangre derramada, la frialdad lunar;
y todos los caminos desembocan en negra podredumbre..."
G. Trakl
En una de las pinturas de Holbein el joven, se muestra a dos señores con trajes similares y refinados con alfombras persas; pero, la muerte es muy visible en el mismo, ése proceso del que no sólo no podemos escapar, sino que debemos -es su momento- ver pasarla más de una vez.
Como diría Borges al relatar lo que dijo su madre en su cumpleaños "95 años, qué horror, se me fue la mano."
Hmmm, con tal que las entradas no se abulten perfecto :). Me gustó la pintura, y la descripción no es mala. Suerte.
Tengo un PPS absolutamente impresionante sobre Ron Mueck pero no sé si puedo ponerlo aquí con la referencia "Escultura...pps"tal como la tengo en mi compu.En cambio esa misma referencia sí podría funcionar como "link" por correo electrónico.Quien la desee,me la puede pedir a silor4@yahoo.com sin mayor "palabreo",bastaría con escribir "¿Ron Mueck?"
QUÉ OPINAS DE ESTE ARTÍCULO DE JOSÉ GÜICH AL MEJOR ESTILO DE YBARRA. NO CREES QUE SE VE FEO, ESO DE "APODERARSE" DE LA ESTÉTICA DE OTRO. SÓLO LE FALTÓ ESO DE "CORRAL DE CHANCHOS":
LA EDAD OSCURA
por José Güich Rodríguez
En el Perú, todo parece ir en dirección contraria a lo que en otras latitudes sería absolutamente normal o previsible. ¿O será porque una partida de enfermos mentales nos gobierna, empezando por García y sus perros de presa, ahora aliados con El Comercio para defender a capa y espada la “gobernabilidad”?
El escándalo es ahora “escandalete”… “no hagan olas, pues viene la panacea, el remedio universal para todos nuestros males: APEC”. Mulder y Cabanillas salen, babeantes, a morder el cuello de los opositores y disidentes del sistema. Ciclotimia y esquizofrenia en cantidades industriales para las que existen buenos medicamentos, y que deberían ingerirse por toneladas en ciertas sesiones de directorio. La facción Miró Quesada que ahora conduce el barco se inclina ante los bodrios que escribe el desquiciado de Palacio, bajo el membrete “El perro del hortelano”. El espíritu del lacayo nunca fue tan indignante. “Es que negocios son negocios, hermano”.
En el primer acto de esta retorcida comedia de equivocaciones, en las horas previas al destape de la corrupción, el bufonesco gobernante parecía preparar el terreno para una bomba a punto de estallar; luego, en medio de la trasmisión de los llamados petroaudios -en el programa Cuarto Poder-, se anuncian medidas durísimas contra los implicados en turbias andanzas. En el segundo acto, el impresentable y palurdo Químper es enmarrocado como lo merece, mientras que León Alegría, maleante de talla mayor, huye a negociar desde “la clandestinidad”. Y Lucianita derrama lágrimas de cocodrilo. En el tercero, cae el gabinete Del Castillo. A esas alturas de la representación, todo huele mal en esta miserable aldea. Se presume que mafias invisibles mantienen una red de influencias bajo la mesa, con jugosas ganancias para los lobbistas, esos hampones que hacen “faenones” y “saben aceitar” como los dioses mandan, para luego cobrar “los honorarios del éxito”. Casi cuarenta días después, León Alegría se entrega, cual estrella mediática, lloriqueando y amenazando a los payasos del Canal 2.
Y en el más extraño de todos los segmentos de esta obra, dos periodistas intachables y consecuentes son separados de sus cargos. El primer sacrificado fue Fernando Ampuero, Jefe de la Unidad de Investigación de El Comercio, quien decidió (en gesto que lo eleva) anteponer la salud moral del país a sus intereses particulares, derivados a un rotundo segundo plano. Temblorosa, la tribu Miró Quesada se había negado a hacer públicas las pruebas irrefutables de la hediondez, aduciendo la ilegitimidad de su procedencia. ¿Tanto miedo le tiene esta familia a García y a sus gángsters?
Unas semanas después, Augusto Álvarez Rodrich es despedido de la dirección de Perú21, donde dio cátedra de independencia crítica, pluralismo y defensa de la democracia. El pecado: insistir en que todo sea destapado, por el bien del país. Su desempeño hizo historia en la prensa peruana (aunque no siempre estuviésemos de acuerdo con sus ideas). Es decir, en lugar de ser premiados y reconocidos por su labor de “desratización”, siempre del lado de la verdad, estos hombres de prensa probos son literalmente echados a la calle. ¿Qué está pasando en este planeta, demonios? ¿Qué gurú puede explicarlo?
Lo cierto es que el APRA ya sacó las garras autoritarias y traicioneras, su marca de fábrica. El mensaje es claro: nada de quintacolumnistas ni rebeldes pensantes, porque correrán la misma suerte. ¿García y los genuflexos dueños de El Comercio creen que los peruanos somos tan cobardes e idiotas? Las abruptas salidas de Ampuero y Álvarez Rodrich, a quienes el país les debe mucho a partir de ahora, fueron, qué duda cabe, digitadas desde la Plaza de Armas. ¿O García ya descubrió cómo tapar el Sol con un dedo?
Ante tal alarde de petulancia y necedad, la Resistencia articulada, racional e inteligente (no la vocinglería de Humala) debe convertirse en realidad. Es el momento de decirle a este gobierno que nadie nos va a asustar: por más que nos infesten de titulares sobre el crecimiento y la fortaleza de la economía -mantengo mis dudas al respecto-, nada de eso servirá si la limpieza de la gestión pública no se transforma en una divisa para todos, sin excepción, así como el respeto irrestricto por el derecho a ser informados con objetividad y transparencia.
¿No estaremos ingresando a un capítulo regurgitado de la espantosa telenovela que fue el fujimorismo, al que el Obeso de Palacio engendró en una de sus noches de delirium tremens, cual Calígula llamando a gritos a la Luna para acostarse con ella?
Güich es ejemplo de la peculiar esquizofrenia que atacó a los izquierdosos luego de la caída del Muro. Tienen que sobrevivir "sirviendo" en las entrañas del monstruo que pensaban aplastar. El pobre, entiéndanlo, escribe en el reaccionario Correo sobre literatura antisistema, qué locura.
Orlando
Y tú dónde coño trabajas Orlando Furioso sin Ludovico Ariosto? ¿Eres capitalista o hijo de papá acaso, que no tienes que pasar por tu “locura”? Yo lo que veo en el artículo de Güich es una sincera indignación no exenta de un cierto tinte de ingenuidad, consecuencia de su pureza de ser sensible e inteligente y no calculador. En su lugar tú ni de a vainas te hubieras mandado esa nota y quién sabe si quizás hasta te hubieras afranelado una bien buena sobadita alanista, con piropos asolapados para el Aldito. Me la huelo que le tienes envidia, Orlando, y en todo caso seguro estoy de que si te atrevieras a escribir crítica literaria, siempre estarías por debajo de él. Güich es un joven cuya honestidad intelectual --lo que yo más respeto-- no admite discusión. Mejor léete “Orlando”, de Virginia Woolf, Orlando, antes de hablar cojudeces.
RUMESILDO BARTHES
¡Qué guapo que está el Iván Thays en la foto de hoy domingo en el diario Correo!Si hasta está mejor que el Alan Pauls diría yo.
LAURITA MACEDONIA
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