Novelas que vienen con su crítica bajo el brazo
Entre los millones de motivos que pueden llevarme a no gustar de una novela, uno de los menos frecuentes, pero no por eso imposible de detectar, es el caso de las ficciones que parecen escritas no desde una pulsión íntima sino desde un discurso teórico y, peor aun, parecen hechas exclusivamente para ser analizadas y comprendidas a través de ese discurso.
Un caso notorio son los libros de la novelista chilena Diamela Eltit, transparentemente escritos desde un haz de hipótesis postestructuralistas, hechos a la medida de ciertas teorías, confeccionados con los mismos elementos que animan a aquellas y que, por lo tanto, sólo tienen sentido cuando se las mira dentro de ese parámetro, a través de ese solo prisma. ¿Puede uno entender o disfrutar a Eltit sin conocer, por ejemplo, a Lacan? Lo dudo seriamente.
Pero peor que eso (porque también puedo suponer que no entenderé mucho ciertas novelas de Piglia sin saber nada de marxismo, y particularmente de maoísmo, o del Wittgenstein del Tractatus), peor que eso, digo, es la sensación de que las novelas de Eltit están escritas con los libros de Lacan abiertos sobre el escritorio, y que su público no es cualquier público sino casi en exclusiva la lectoría académica, la iniciada en los mismos juegos teóricos que alumbran (o, más bien, oscurecen) su obra.
Por supuesto, se puede alegar que la literatura no tiene que ser siempre escrita para todos. ¿Acaso todos pueden leer a Borges en iguales condiciones, o a Joyce, o incluso a Flann O'Brien o Thomas Pynchon? ¿A Virgina Woolf, a Fernando del Paso, a Lezama Lima? No, ciertamente. Pero los libros de estos autores no dan la impresión de ser extrapolaciones de teorías ajenas revertidas en ficción por el afán de un ejercicio puramente intelectual.
En otras palabras, aunque suene contraintuitivo, lo que me molesta de las novelas de Eltit no es, como se podría suponer, su excesiva complejidad, su enorme dificultad estructural y discursiva, sino, más bien, casi lo opuesto: el hecho de que detrás de la complicación y el virtual hermetismo, una vez vencido el reto intelectual del desciframiento, uno no parece encontrar otra cosa que la transposición de la teoría en ficción, sin una mayor problematización de esa teoría y, sobre todo, sin ninguna problematización que nazca del azar creativo, del impulso de una imaginación en libertad.
En otras palabras, las novelas de Eltit no sólo están escritas predominantemente para intelectuales, sino sobre todo para la complacencia mecánica de intelectuales interesados no en descubrir algo nuevo en una novela, y, a través de la novela, en el mundo, sino, más bien, interesados en refrendar sus conocimientos teóricos al encontrarse con una novela en la que esos conocimientos calzan a la perfección.
Es decir, se trata de esos críticos literarios académicos (que los hay, y muchos) que no piensan las novelas dentro de determinados marcos teóricos que les permitan partir a la caza de un descubrimiento nuevo, sino que simplemente "aplican" ciertas teorías al desciframiento de las ficciones, como si la crítica fuera una técnica forense y el libro un cadáver entregado a ellos en un laboratorio.
14.11.08
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12 comentarios:
Podríamos decir que tales escritores y teóricos se acuestan en el lecho de Procusto.
Lo que señalás es un problema fatal en la creación: cuando el autor es más inteligente que su obra; precisamente porque esta está tan "bien pensada" y planificada, que se exlpica a sí misma, y termina por agotarse.
Claro, para que la obra supere al autor, y por ende se abra a la plurisignifcación, el "azar" es un elemento esencial.
Finalmente, esa plaga de teóricos que solamente aplcian las teorías que conocen para encontrar lo que ya saben de antemano, lo evidente, es terrible.
Me contaba un amigo de un estudio de ochenta páginas sobre el prólogo de un libro, que terminaba por demostrar que dicho prólogo pretendia enganchar al autor con la obra. ¡Qué bueno!, ¿no?
querido Gustavo, te fijas en Rodolfo Ybarra pero te fijas en detalles nimios, no dices nada de los comentarios racistas, xenófobos y sexistas que él publica en su blog, tampoco de su apología de la violencia y de la justificación del delito que en post reciente hizo. ¿Cómo comprender ese dislate viniendo de una persona advertida como tú? No quiero pensar mal pero los fuertes rumores en Lima que dicen que le estás haciendo propaganda velada a Ybarra parecen cada vez más ciertos.
Orlando
Totalmente de acuerdo con casi todo lo que dices.
Sin embargo, no hay que olvidar la cita de Joyce sobre Ulysses: "He dejado tantas pistas que tendré a los críticos trabajando durante años". Es cierto que, probablemente, Joyce no pensaba en un modelo crítico, pero es evidente de que trabajaba para la crítica literaria, y no por eso se puede decir que sea menos "artístico".
Por supuesto, siempre habrá los bodrios que sólo se fijan en lo que dirán los académicos.
No entendí la referencia a Ybarra del primer Anónimo.
Respecto al segundo Anónimo, tenés razón en parte, pero veamos: el que el autor diga x o y de su obra, no significa que la "domine", que controle sus significados. Una cosa es la intención y otra el resultado. Ejercicios intelectuales hay, claro, pero la obra termina por superarlos, como en el caso de Joyce o "The raven", para el cual Poe escribió un método. En ambos casos, tales ejercicios no pasan de ser justamente una crítica de la crítica.
Un buen ejemplo es el nouvaeu roman. Esos escritores crearon un método, lo siguieron a pie juntillas, hicieron gran revuelo, tuvieron su momento de fama, pero sus novelas no duraron ni dos décadas. El que tuvo más suerte, Robbe Grillet, nunca pudo superar sus tres primeras novelas. Los otros, ni eso. Pero creo que en el caso de la novela no es tanto el problema como le parece al administrador de este blog. Toda novela es un ejercicio racional, que responde a un método y a un ordenamiento previo. Otra cosa es que de ello no sea completamente conciente el escritor. También está el otro extremo. Recuerdo ahora la novela de Miguel Ildefonso sobre Humareda, que está hecha con tal falta de método y perspectiva, con pura "inspiración", que puede ser valorada como poema en prosa pero no como novela.
¿Es necesario, entonces, un justo equilibrio entre razón y emoción para escribir una novela?
Pero no nos olvidemos que los Joyce, Borges son nexos a la escritura. Borges lo dijo alguna vez que él no era quien escribía, sino su otro "yo".
En algún momento encontré algo de Kafka en donde se refería a su temor, de la misma forma Flaubert al intentar publicar con sus propios temores pesando en cambiar en nombre a Madame Bobary y ya ven es una obra necesario para lectura humana, por lo menos es lo que creo.
Saludos
Y yo que iba a criticar que en todo caso, solamente al inicio, era válido que el lector tome cierta iniciativa y esfuerzo para destrabar la novela, pero al final mi intensión se desvarata con ese argumento cierto, aunque me queda para pensar eso de que todos analizamos las cosas con ciertas posiciones, y que, aunque men menor medida, es similar a lo que comenta. El ejemplo podría ser igual también al de un arqueólogo traduciendo una lengua extinta. Pero el asunto es más de panfleto que otra cosa, es como las películas que están orbitando sobre un eje que es ideológico y que se difunde para la propaganda.
Habría que señalar que justamente la ausensia de otra cosa es lo que arruina el texto de panfleto, o sea que el hecho de que el público al que te dirijes sea claro no significa de que tu obra no va a tener matices y ya...
Lo que comenta es interesante. El equilibrio no es despreciable, pero tal vez aquí no deba ser necesario, ya que justamente una evolución de esto es el rompimiento del equilibrio, por tanto sugerir que los excesos todos son malos no sería muy bueno. Ulises a mí me encanta, y es una novela de 8 años, o sea que es bien pensada, pero al mismo tiempo es muy artística, muy viva. El problema aquí es que hay novelas que si le quitas el esqueleto ideológico se desparraman, cosa que no ocurriría con Shakespeare. Si a Romeo y Julieta le quitas el amor, no pasa nada, le queda muchas preciosas muletas. Suerte. Y por favor, no es por necedad ni nada, pero bájele un poco el tamaño de los textos. El anterior de Lost es exácto, este no mucho, el de Vargas y Arguedas nada, o por lo menos que las ideas sean más diafanas, la cosa es que sea más comestible el texto. Suerte, gran blog.
"la lectura humana?" juat!
Jajaja Me acuerdo de Bombardero, novela que vino con media docena de académicos bajo el brazo.
¿Qué caminos estén llevando tu sombra,ZETA? ¿Qué has tomado cuando escribiste desvarata,ausensia,dirijes,exácto,diafanas?.Y no te menciono "intensión" porque podrías recurrir a una deshonesta muleta y de lo que se trata aquí es de llevarte por la senda del bien.Esta vez te sale un 02 en ortografía.
RUMESILDO BARTHES
Gustavo: creo que el núcleo de tu post va por las líneas : "...uno no parece encontrar otra cosa que la transposición de la teoría en ficción, sin una mayor problematización de esa teoría..." . Pienso que hay al menos dos tipos de oportunidades para la calidad literaria de estas obras colmadas de código. Una es la via joyceana, que ya un comentarista ha mencionado aqui; joyce no intenta trascribir una teoría a su obra de ficción, pero desde luego escribe, metafóricamente, con medio centenar de libros abiertos sobre el escritorio... cincuenta diferentes para cada página. Lo hace (es mi apuesta) porque le divierte. También lo hace pensando en la crítica, probablemente. Pero no está empleando la novela para divulgar una teoría. Eso, sumadoa grandes dosis de talento, constituye la primera de esas oportunidades. La segunda estaría más en la línea de El Nombre de La Rosa, de Umberto Eco. Y ahí, en el ejercicio riguroso de no una, sino de un puñado de teorías sobre el significado, el académico convertido en novelista nos convence de que sí es posible escribir buena ficción desde la teoría. Y creo que, como bien destacas, es porque la problematiza, porque la enfrenta con la aspereza de la vida humana, porque nos muestra, incluso, cómo èsta derrota a aquella. Y, nuevamente, para que esto funcione se requiere talento.
Saludos, E
Disculpa, ¿no debería ser están? Varios, algunos más oscuros que mi sombra. No tomé nada, probablemente escribí esos errores por el apuro. No, no tengo que defender nada con argumentos que no sirven en este caso, me equivoqué y ya. Sí, gracias, la intensión supongo que es buena. No hay cuidado, yo no creo en las notas, pero entiendo al pie de la letra el mensaje. Suerte, gracias.
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