7.1.09

Dioses

La segunda película de Josué Méndez

Si algo ha ingresado en el cine peruano con las películas de Claudia Llosa y Josué Méndez, algo que no existía o no había logradado mayor sofisticación antes (salvo en casos muy puntuales, como el de La boca del lobo, de Lombardi), es el complejo equilibrio de los relatos arquetípicos que no descuidan ni sofocan, en su afán intelectual, la construcción de la anécdota visible, pero tampoco se extravían en ella ni pierden la ambición de decir algo trascendente.

Lo que hicieron Madeinusa y Días de Santiago con varios modelos clásicos (el descenso a los infiernos, el regreso demoniaco al espacio natal, la mentida tentación de las sirenas, la sublevación de los ángeles) lo hace ahora, velada y sutilmente, Dioses, con una historia que también recurre a la difícil estructura que Joyce llamaba "método mítico": la narración de unos cuantos días en la vida de una familia burguesa limeña bajo la sombra del relato griego de Cronos, el dios egomaniaco que se tragaba a sus hijos, destruyéndolos al nacer para que no lo sucedieran, hasta el advenimiento de su sexto hijo, Zeus, quien habría de trastornar su reinado para siempre.

(De hecho, la historia de Cronos se menciona en la cinta, en los diálogos entre Maricielo Effio y Pilar Brescia, que conversan mientras observan una exposición de flores raras).

El engranaje mítico le sirve a Méndez para dar estructura a su mirada sobre la decadencia de las clases altas tradicionales: un mundo endogámico e incestuoso --por reconcentrado y ombliguista--, un universo que sólo tiene ojos para sí mismo, enclaustrado en una cárcel dorada, recluido del mundo por espanto y autosuficiencia, pero también por debilidad y temor a la realidad: un mundo de "dioses" tuertos y miopes incapaces de atravesar con la mirada los muros de sus casas de descanso para ver más allá del horizonte, incapaces de asomar al mundo sublunar entre los pilares de su olimpo (el primero en hacerlo, en un descubrimiento personal, desde la altura de un cerro invadido de casuchas malparadas, será el hijo, el futuro dios).

Que el relato se construya sobre arquetipos no implica para nada, como han malentendido algunos críticos, que la historia funcione en base a la recreación de estereotipos. De hecho, aunque la película deja muy en claro la injusticia de la división de clases en el Perú, su mérito mayor, en ese aspecto, es lograrlo sin recurrir a la mostración de la violencia implicada en la inequidad: la relación entre patrones y sirvientes resulta cordial, casi amistosa, pero estrafalaria en su racismo soterrado, doblemente chocante porque se plantea como un sometimiento que no parece basarse en la fuerza y la sojuzgación. Es decir, Dioses es un perfecto retrato de la forma más común del racismo peruano, esto es, el racismo y el clasismo sonrientes, benévolos, hipócritas, enteramente naturalizados, que fingen no violentar el campo social, sino, más bien, ser su forma irrefutable.

El breve diálogo en quechua entre las empleadas domésticas, la forma en que sus uniformes blancos parecen hacerlas más parte del decorado que del mundo de los sujetos y los individuos, la sobreposición de una canción latinoamericana sobre las imágenes de una fiesta electrónica, la irrupción de la madre andina en el paraíso artificial de su hija mentirosa: todos son pincelazos apacibles, diestros, de tono menor, pero van construyendo en su conjunto la sensación de impertinencia y artificialidad, de deshumanización y hartazgo decadente que sirve de argamasa a los ladrillos de la sociedad de la que se ocupa la cinta.

A Josué Méndez no hay que seguir esperándolo: está aquí y en este momento es el más solvente e interesante de los cineastas del Perú.


8 comentarios:

Anónimo dijo...

Obvio, Josue Mendez ya era y sigue siendo el mas interesante Director de cine Peruano, despues de Lombardi. Pero lo estas usando: La historia de incesto andino y el racismo colorin pseudo lacaniano de Llosa es deconstruido por Mendez. No cometas un incesto critico afiliando pseudo-hermanos realmente opuestos ideologicamente.

Anónimo dijo...

Genial, sabiamos que vendrían más calatas.

Anónimo dijo...

Me parece excelente la lectura que haces de Méndez, malbarateado por la gente que retrata. Los "dioses" que vieron la pela en el cine Alcazar de inmediato se indignaron por la visión estereotipada que daban de ellos. Pero no debes pasar por alto que los clichés sí existen lamentablemente en la película: la visión de la juventud burguesa es un injerto retro noventero en un ambiente que se corresponde con los jóvenes del dos mil y es muyyyyyy tópico. Tal vez tu distancia del Perú hace que no percibas cómo han cambiado nuestros jóvenes "dioses": ahora, salvo un grupillo que coquetea con la marginalidad museográfica, es bastante conservadora

zeta dijo...

Màs bien, si me permite mi opiniòn, creo que los crìticos lo que comentan es que el uso de arquetipos no dinamiza màs la pelìcula, no mejorando la humanidad de cada personaje, pero la crìtica la hacen màs en un sentido de todo el cine peruano, no esencialmente de la obra de Mendez. A lo que iba es que van màs por el modo de los personajes que por la historia misma... Bueno, opino igual, lo que dice de la pelìcula y lo demàs es bueno. Suerte.

Anónimo dijo...

Que bueno leer una critica diferente sobre Dioses, en Peru la han criticado mucho de todos lados.
Si es como dices, pues merece ser vista.
Interesante tambien que tanto LLosa como Mendez hayan escogido el incesto como eje de la peli, a que se debera?

Anónimo dijo...

Medio feíta la chica, ¿no?

Anónimo dijo...

Hola Gustavo, quería comentarte que la foto colocada en tu post apareció en la revsita Helio, publicación de la que fui director. Me encanta que la foto circule, pero me gustaría que se consigne la fuente, más por una cuestión de nostalgia hacia una época muy bonita que por algo relacionado a los reconocimientos y los créditos. La foto fue tomada por el talentoso Santiago Barco y data de 2005.

Muchos saludos y buen post, las críticas que acusan a Dias de Santiago por maniquea y caricaturesca demuestran un desconocimiento del lenguaje cinematográfico (que puede ser estereotípico y grandioso al mismo tiempo). Lo curioso es que tras el estreno de Dias de Santiago nadie criticó la visión de Méndez sobre esa parte de la sociedad peruana, a nadie le pareció excesivo que un padre trate de violar a su hija (escena final) o que un grupo de veteranos de la guerra del Cenepa no tenga más idea de futuro que asaltar un banco.

Saludos

zeta dijo...

Disculpe: ¿de qué final habla? No he visto esa escena, o si la vi se me borró de la mente... Por cierto, que alguien necesita afinar tus ojos...